Los despechados
Junto al mar, a un costado del gran palacio de Fifo, donde ya había comenzado la fiesta, se conglomeraron todas las personas que se sentían humilladas y desde luego ofendidas por no haber sido invitadas a la recepción. Entre esas personalidades que Fifo había puesto en la lista negra se encontraban, entre otras muchas que tal vez se mencionen más adelante, la Diaconisa Marina y su marido el pope de la Iglesia ortodoxa rusa, el embajador de Polonia, la reina del carnaval de Río de Janeiro, el jefe del Partido Comunista de Italia, Sakuntala la Mala, Clara Mortera y su esposo Teodoro Tapón, el presidente de la Real Academia Española, quien no pudiendo soportar tal afrenta se suicidó rompiéndose la cabeza contra la gran puerta del palacio fifal (cualquier otra versión al respecto es falsa), el padre Angel Gastaluz con su hisopo de plata, Corazón Aquino, la Tiki Tiki, el obispo Oh Condon, Oliente Churre y su madre agónica instalada ya en su casa de campaña, la Supersatánica, las once mujeres del dictador de Libia, el sin par Gorialdo, el promotor del plebiscito contra Pinochet, quien enfurecido se paseaba por las rocas costeras sin poderse explicar aquel desplante, máxime cuando dentro del palacio se hallaba como invitado de honor el mismo Pinochet. Difícil de explicar esta exclusión, como tantas otras que quizá se enumeren más adelante. De todos modos, el heterogéneo grupo de los despechados, que formaba prácticamente un ejército (al que se le acababan de unir el general Noriega, prófugo de la prisión de Sing Sing, y el rey de Rumania), decidió permanecer, contra viento y marea, junto al palacio de Fifo en espera de la anhelada invitación.