Bram

—¿Un equipamiento completo de escalada? —dijo John Lusk frunciendo el ceño—. ¿Y para qué coño me iba a servir eso?

—Bueno —dijo Bram—, podríais utilizarlo para bajar a las cuevas de Kildanam, por ejemplo…

Entonces, por el rabillo del ojo, vio una figura aparecer en el fondo. Una figura que corría veloz entre el muro de piedra y la pared trasera del establo.

«¿Todavía ahí?».

«¡No, no la mires!».

Devolvió su mirada a los ojos mezquinos de John.

—Yo lo compré para eso, pero si te digo la verdad, lo he utilizado solo una vez. El equipo está nuevo y me costó casi sesenta libras…

—¿Y esta escopeta? —preguntó entonces Lusk—. ¿No la venderás también?

—¿Esta? —dijo Bram.

En ese instante Carmen acababa de ganar la parte trasera del establo. Todavía necesitaría un largo minuto para hacer lo que había ido a hacer allí.

—Bueno, no lo había pensado, pero quizás podamos hacer un trato. Veamos…