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—¿Abro otra? —Leo sostenía en alto una botella del Cabernet preferido de Laurie.
Charlotte levantó la copa vacía.
—A ver, nos hemos acabado una botella entre los tres.
—¿Eso es que no? —preguntó Leo.
—De eso nada. Descorche la botella, teniente Farley.
—De hecho —la corrigió Laura—, mi padre se retiró como primer subcomisario de policía.
—Perdona que te haya bajado de rango, Leo. —Cuando Timmy retiró el último plato de la cena, Charlotte se mostró impresionada—. Vaya jovencito tenemos aquí.
Laurie notó que sonreía encantada.
—Si vais a tomar más vino, ¿entonces puedo tomar yo helado? —preguntó Timmy desde la cocina.
—Supongo que es justo —respondió Laurie.
Para cuando Leo acabó de servir el vino, Timmy estaba de vuelta con una bola de chocolate y otra de vainilla.
—Cuéntanos más sobre el desfile que estás preparando, Charlotte —le dijo Laurie.
—¿Seguro? Me extraña que los hombres quieran hablar de eso.
—Claro que sí —dijo Leo, aunque Laurie sabía que la logística de un desfile de moda femenina a él no le interesaba.
—No es el típico desfile de pasarela. Como nos dedicamos a la ropa deportiva para la mujer real, contamos con actrices y atletas famosas en lugar de las típicas modelos. Hasta saldrán empleadas de Ladyform y amigas. Solo gente normal.
Timmy tenía los dientes manchados de chocolate cuando sonrió.
—Tendría que desfilar mi madre. Es una persona normal, dependiendo de qué se considere normal.
—Muy bonito —dijo Laurie.
—EB. —Era lo que Timmy había tomado la costumbre de decir en lugar de «Es broma»—. ¿Dónde va a ser, señora Pierce?
Charlotte sonrió otra vez por la buena educación de Timmy.
—En Brooklyn. ¿Alguien sabe dónde está DUMBO?
Leo terció para explicarle a Timmy:
—Son las iniciales en inglés de Down Under the Manhattan Bridge Overpass, bajo el paso elevado del puente de Manhattan.
El área estaba entre los puentes de Brooklyn y Manhattan. Antes era un descampado conocido sobre todo porque había allí una parada de ferry. Luego un avispado promotor inmobiliario lo compró y lo convirtió en un lugar de moda para galerías y start-ups tecnológicas, y le puso el nombre molón. Ahora DUMBO era un paraíso para los hipsters.
—Hemos encontrado el lugar perfecto —dijo Charlotte, emocionada—. Es uno de los últimos almacenes auténticos que quedan abiertos. Lo han vaciado para convertirlo en apartamentos, pero el promotor aún no ha encontrado financiación. Así que, por ahora, son tres plantas de suelos de hormigón, ladrillo visto y vigas. Muy industrial. Vamos a tener un tema diferente para cada piso, y la gente paseará por todo el edificio en lugar de ver desfilar a modelos por una pasarela. Es como si estuviéramos montando un espectáculo de Broadway.
Cuando Timmy acabó el helado, Laurie anunció:
—Muy bien, chaval, es hora de irse a la cama. Aunque es viernes, mañana tienes entrenamiento de fútbol por la mañana.
—Y yo voy a estar animando desde la banda —dijo Leo—, así que más vale que me vaya a casa. Me alegro de verte otra vez, Charlotte.
Charlotte insistió en ayudar a Laurie a fregar las copas antes de irse.
—Gracias, Laurie, ha sido una noche estupenda. Aunque es posible que me hayas fastidiado la vida. Creo que necesito tener un hijo.
—¿De verdad?
—No —respondió con una carcajada—. O «EB», como diría él. Pero en serio, es un encanto. Más vale que me vaya. Qué pereza me da mañana. Tengo que llamar a un tipo de Contabilidad a su casa un sábado y decirle que tiene que asistir a un curso de sensibilización el lunes a primera hora de la mañana. Seguro que le sienta como un tiro.
—¿Qué ha hecho?
—Accedió a páginas web muy pero que muy poco apropiadas en el ordenador de la empresa. Nuestro departamento de información tecnológica elabora una lista mensual de actividad en internet.
—Vaya. ¿Es lo habitual?
—Hoy en día, es prácticamente un requisito. Tu estudio probablemente también lo hace. Seguro que la política está enterrada entre la letra pequeña de un manual de empleados en alguna parte. Sea como sea, tengo que cortar ese asunto por lo sano, e insisto en hacerlo en persona. Seguimos siendo un negocio familiar, y soy responsable de que se mantenga esa cultura en la oficina. Oye, antes de irme, quería preguntarte cómo te van las cosas con Alex. —Laurie le había mencionado a Charlotte que había habido tensión entre Alex y ella últimamente, pero no le había dado detalles—. ¿Hay alguna novedad?
Ella negó con la cabeza.
—Es una conversación muy larga que más vale que no iniciemos ahora. Seguro que todo se arreglará.
Una vez cerró la puerta del apartamento después de salir Charlotte, Laurie miró la pantalla del móvil. No tenía llamadas nuevas.
No estaba segura en absoluto de que todo fuera arreglarse con Alex.