16
Estaban en el apartamento de Alex esperando el saque inicial. El partido de fútbol americano no había empezado, pero los tentempiés iban viento en popa. En el tablero de un aparador en la sala de estar de Alex había un surtido de patatas fritas, salsas para untar y galletitas saladas.
—Supongo que lo del cuenco casi vacío de palomitas con sabor a queso es cosa de Timmy —comentó Laurie.
—Yo también he comido —confesó Alex. Estaba sentado en el sofá, con el brazo por encima de los hombros de ella.
—Ramon, si por Timmy fuera, no comería más que macarrones con queso y palomitas con sabor a queso —comentó Laurie.
El título oficial de Ramon (escogido por él mismo) era el de mayordomo, pero también era ayudante, chef y amigo de confianza de Alex. Y por suerte para este y cualquier invitado a su casa, era un organizador de fiestas nato, siempre capaz de planear el menú perfecto para un acontecimiento.
—No te preocupes, no es todo comida basura —respondió Ramon con una sonrisa—. He preparado un chile con pavo bien saludable para cenar. ¿Quieres una copa de chardonnay?
Alex había recibido a Laurie con un cálido beso.
—Me parece que Ramon te conoce bastante bien, Laurie —dijo con convicción—. Me alegro de que hayas podido llegar a tiempo. Ya sé lo mucho te habría disgustado perderte una sola jugada.
A Laurie le gustaba ver el fútbol, pero no era una seguidora ferviente. Aun así, le encantaba ver a su hijo y su padre disfrutando juntos del deporte, de modo que animaba a todos sus equipos preferidos. Y cuando Alex se acomodó en el sofá a su lado para el saque inicial y le pasó el brazo por los hombros, eso también le gustó.
En el descanso, Timmy siguió de buena gana a Ramon a la cocina para prepararse una copa de helado de postre. El padre de Laurie preguntó de inmediato cómo habían ido las cosas en Connecticut.
—Por lo menos Casey no ha vuelto a ir de compras —comentó en tono de desaprobación—. ¿Ir al centro comercial nada más salir de la cárcel? No es la mejor publicidad si quiere que la gente se compadezca de ella.
—No fue así, papá. Es que literalmente no tenía ropa.
Laurie empezó a poner a Alex al corriente, pero él la interrumpió.
—Tu padre me ha dicho que fue a verte. —Había algo extraño en su voz.
—A juzgar por esa reacción, yo diría que mi padre también ha dejado claro que no quiere que toque el caso ni con un palo de tres metros. Y sospecho que tú tampoco.
—Lo siento —se disculpó Alex—, no quería sonar tan negativo.
—Bueno, ahora que has pasado más tiempo con ella, ¿cuál es tu opinión? —se interesó Leo—. ¿Está tan loca como dicen?
—Para nada. —Hizo una pausa, buscando los adjetivos adecuados—. Es directa. Muy práctica. Habló con mucha claridad y muy abiertamente de su caso, pero sin emoción. Casi como si fuera periodista o abogada.
—Eso es porque miente —señaló Leo.
—Eso no lo sé, papá. La descripción de su estado mental aquella noche parecía muy creíble. Y hay pruebas de que una de las posesiones más preciadas de Hunter desapareció de la casa. Por lo que sé, la policía no lo investigó.
—¿Ves? Te ha convencido de que culpes a la policía, tal como hizo durante el juicio.
—No quería decir eso. Nadie se dio cuenta de que había desaparecido. Ella lo dedujo a partir de antiguas fotos del escenario del crimen. Lo confirmé con el ama de llaves de Hunter. He ido a hablar con ella esta tarde después de trabajar. Alex, qué callado estás. ¿Seguiste el caso durante el juicio?
—Lo siento, pensaba que como ya no estoy en el programa…
—Nada oficial. Solo tengo curiosidad por saber lo que opinas —le instó.
Leo negó con la cabeza.
—A ver si tú consigues hacerla entrar en razón, por favor.
—Mira, las pruebas contra ella eran muy sólidas —observó Alex—. Seguro que ya lo sabes. Algunos miembros del jurado dijeron después del juicio que una mayoría abrumadora quería condenarla por homicidio. Hubo dos que se compadecieron de ella y convencieron a todos los demás de que accedieran al veredicto de homicidio involuntario para poder llegar a un acuerdo.
—¿Sabes algo de su abogada, Janice Marwood? Casey y su madre dieron a entender que fue un desastre absoluto.
—No la conozco personalmente, pero, por entonces, me pareció que no era muy buena. Su estrategia de defensa estaba manga por hombro. Por una parte, intentó sugerir que la policía había manipulado pruebas para hacer una detención rápida en un caso con mucha repercusión mediática. Pero hacia el final del juicio, insinuó que incluso en el caso de que Casey fuera culpable, mató a Hunter en un arrebato de pasión. Entretanto, Casey no subió a testificar, y el jurado no tuvo un relato claro por el que guiarse. En esencia, yo le pondría una nota de «bien justito».
—Papá, por si te interesa, en el caso de que investigue la reclamación de Casey, no le pondré las cosas nada fáciles. Ya sabes cómo funciona nuestro programa: todo el mundo está bajo un microscopio. Podría salir de todo esto muy, pero que muy mal parada.
—Pero no ir a la cárcel —señaló—. Ya ha cumplido condena. Y si resulta que lo mató a sangre fría, no pueden volver a encarcelarla por asesinato. La absolvieron. No pueden procesarla por segunda vez, ¿verdad, Alex?
—Así es. Laurie, sería la primera persona que aparece en tu programa sin miedo a ser acusada y condenada en el caso de que encuentres pruebas adicionales en su contra.
No le faltaba razón, pero Laurie no estaba segura de que eso fuera suficiente para abandonar el proyecto.
—Tendré que tomar una decisión pronto. Brett no deja de atosigarme.
Alex se mostró preocupado.
—Me parece que quieres decir algo.
Negó con la cabeza, pero parecía distante.
—Yo no me precipitaría a meterme en algo solo porque Brett te esté atosigando.
—Por no hablar del incordio de que ha contratado a mi presentador sin consultarme.
Leo empezó a renegar de inmediato en su nombre, amenazando con llamar a Brett para soltarle un discurso sobre liderazgo.
—Papá, soy una mujer hecha y derecha. No puedo permitir que mi padre llame a mi jefe.
—¿Hay alguna posibilidad de que yo conozca a ese tipo? —preguntó Alex.
—Quizá. Se llama Ryan Nichols.
Alex dejó escapar un silbido.
—Viene pegando fuerte. He de reconocer que podría ser mucho peor.
—Lo sé. Sobre el papel, es perfecto en todos los sentidos. Tiene una gran reputación, pero con un ego a la misma altura. Me da la impresión de que es uno de esos que se besan en el espejo todas las mañanas, y no sé si vale para el puesto. Además, es sobrino del mejor amigo de Brett, así que hay un alto grado de nepotismo. Tendrías que haber visto cómo Brett miraba una y otra vez a Ryan para saber su opinión; me he sentido como si estuviera perdiendo mi propio programa. —Se fijó en que Alex desviaba la mirada hacia la vista del East River. Hablar sobre Casey era una cosa, pero no tendría que haber empezado a quejarse de Ryan.
Timmy llegó a la sala de estar con un banana split.
—Mamá, Ramon ha comprado cinco sabores distintos de helado. ¿A que mola?
Durante el resto de la velada, Laurie no habló del trabajo porque no quería que Alex se sintiera responsable de sus problemas. Pero se dio cuenta de lo mucho que lo echaba ya en falta.