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Casa de Chénggong, Consulado de la Comunidad de Saint Ivés

Ciudad de Tharkad, Tharkad

Distrito de Donegal, Mancomunidad Federada

5 de noviembre de 3061

Mientras la observaba sentada en la amplia butaca de cuero del despacho del cónsul, se le ocurrió por primera vez a Kai que su madre estaba envejeciendo. Sus ojos grises brillaban todavía con el mismo ardor, y en el largo cabello negro no había ni una sola hebra gris, pero sus hombros estaban un poco más hundidos y sus movimientos eran un poco más lentos. Tras setenta y tres años de vida, después de haber sufrido multitud de heridas en un ’Mech de combate, haber luchado contra un cáncer y sobrevivido a un intento de asesinato, no habría sido extraño que se observara en ella cierto grado de deterioro, y sin embargo, había superado todas esas cosas francamente bien.

Y lo que la está hundiendo ahora es el sometimiento de su nación. Kai se esforzó por esbozar una sonrisa mientras desviaba la vista hacia su hermano, Tormano. Aunque tenía ocho años menos que ella, Tormano parecía mayor porque sus cabellos se veían salpicados de canas. Además, se había engordado considerablemente, sin llegar a la obesidad, y sus muchos dolores le habían dejado el rastro de multitud de arrugas en la frente, el borde de los ojos y las comisuras de los labios. Su sometimiento a Katherine también lo está hundiendo.

Kai se inclinó hacia adelante y apoyó los codos en las rodillas.

—Pensé que habíamos conseguido mayores concesiones de Sun-Tzu ayer. Dice que ha retirado las fuerzas de las FDLE de la Comunidad.

Candace asintió.

—Sí, las ha reemplazado con sus propias tropas, así que ahora derramará la sangre de su propia gente. Lástima que también derrame la de los nuestros.

Tormano se recostó en su silla.

—Al menos el Condominio y la República apoyaron tu moción, Candace.

—Cierto, lo cual plantea un escenario de lo más interesante para la votación de Primer Señor que se realizará hoy. No cabe duda de que tu querida Katrina será presentada y apoyada por Sun-Tzu.

—Sí. —Kai frunció el entrecejo—. Katherine apoyó tu moción y eso pareció encolerizar a Sun-Tzu.

Tormano esbozó una débil sonrisa.

—Claro que lo hizo. Hacer que Sun-Tzu se retirara era la zanahoria que mantenía delante de nosotros para hacer que tu madre y yo apoyásemos su candidatura. El hecho de que Sun-Tzu se haya anticipado y haya retirado las tropas significa que ya no tiene nada que ofrecernos, salvo apoyo militar.

Candace apoyó las yemas de una mano contra las de la otra.

—Eso no lo hará, porque pretende presentarse como modelo de paz. Hasta ahora, sus naciones sólo han entablado lucha con los Clanes. Me ha ofrecido ya asilo en la Mancomunidad Federada pero pronto escaparé y me exiliaré a Arc-Royal. Como no puede ofrecernos nada sustancioso, prometerá a Sun-Tzu no intervenir en este pequeño conflicto. Ya la oíste ayer: según ella esto era sólo un asunto político interno de la Confederación de Capela.

Kai abrió los brazos.

—Bueno, no puedo permitir que Sun-Tzu se apodere de la Comunidad. En cuanto nos vayamos de aquí, cogeré a los Primeros Lanceros de Saint Ivés y le daré a Sun-Tzu más guerra de la que sea capaz de soportar.

—No estarás solo, sobrino. —Tormano estiró el torso—. En cuanto concluya esta conferencia, abandonaré mi posición con Katrina y empezaré a dirigir de forma activa el movimiento en pro de una Capela Libre. Llevaré a mi hijo conmigo…, ya va siendo hora de que le dé un rumbo a su vida. Tenemos una serie de ventajas que incomodarán en gran medida a Sun-Tzu y, lo que es más importante, conozco secretos que me proporcionan cierta influencia sobre Katrina. No nos apoyará de forma activa, pero hará la vista gorda ante cualquier apoyo que encontremos nosotros de parte de su reino. Dentro de la Marca de Capela, hay un gran número de expatriados que nos ofrecerían dinero y ayuda voluntaria.

Candace se quedó allí sentada, inmóvil durante unos segundos, con los ojos cerrados.

—Desde hace casi tres años, he estado temiendo por tu seguridad fuera de casa, Kai, y ahora regresas para ponerte de nuevo en peligro. Y tú, hermano, desde tiempo atrás pensé que tu asociación con esa Steiner acabaría siendo negativa para ti, y ahora esta guerra puede acabar mal para todos nosotros. Aunque también podríamos capitular, salvarnos a nosotros y a nuestra gente de la agonía de esta guerra.

—¿Y dejarlos a merced de los caprichos de Sun-Tzu y la locura de Kali? —Tormano sacudió con solemnidad la cabeza—. Tú y yo, Candace, conseguimos escapar a la locura del reinado de nuestro padre, y a lo que hizo Romano cuando lo sucedió. Nuestra libertad tenía un precio, y ahora la factura está hecha y ha llegado el momento de pagar.

Candace sonrió y, al hacerlo, dejó al descubierto la dentadura en una mueca de rapaz muy familiar a Kai.

—Eso es exactamente lo que pienso yo, Tormano. Es la factura de un carnicero, y la pagaremos con sangre, pero tenemos dinero para pagar. Sólo nos queda saber ahora qué coste considera Sun-Tzu prohibitivo.