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Cuartel general de los Lanceros de Saint Ivés, Distrito de Kawlm
Strana Mechty
Región estelar Kerensky, Espacio de los Clanes
23 de abril de 3060
Mientras paseaba por el hangar, Kai Allard-Liao se permitió una sonrisa al ver al BattleMech que había pilotado en la batalla contra los Lobos. La Esfera Interior lo había bautizado con el nombre de Ryoken, aunque sabía que los Lobos lo llamaban Stormcrow. Puesto que sus fuerzas incluían BattleMechs Raven que avanzaban tan rápido como los ’Mechs de los Clanes, también él había optado por llamarlo Stormcrow. Tenía incluso patas parecidas a las de los cuervos, con una carlinga cilíndrica acabada en punta, y brazos erizados de armas. El brazo izquierdo carecía de mano y en su lugar llevaba montada una boca de cañones automáticos muy pesada mientras que el brazo derecho tenía un hinchado antebrazo que albergaba seis láseres medios de largo alcance.
La coronel Adela Tsang, una mujer de unos cuarenta años que dirigía a los Lanceros, se aproximó a él para estudiar el ’Mech de cerca. Había asumido el mando cuando su predecesora, Caroline Seng, fue ascendida al puesto de consejero militar de Candace Liao, en Saint Ivés. Cruzó los brazos sobre el chaleco de refrigeración que llevaba y sacudió con lentitud la cabeza.
—Sigo sin creer que sea una opción inteligente, Alteza.
Kai la miró de soslayo.
—Pilotar un ’Mech de los Clanes capturado en plena batalla no será un problema, coronel. Lo he revisado a fondo.
—Sí, señor, no lo pongo en duda. Me refiero a la pintura que encargó. Vamos a estar en un campo de color verde y ha ordenado pintar este Stormcrow como un fantasma. Destacará mucho.
Kai desvió la vista hacia el suelo, y luego sonrió.
—La razón de haberla pintado de blanco y las insignias del yin y el yang rojos y azules se debe a que son el símbolo del equipo Cenotafio de Solaris, mi equipo. Estos son los colores que llevaba cuando me proclamé Campeón de Solaris.
—Lo sé, Alteza.
—Kai, por favor, te he dicho que me llames Kai. —Suspiró—. Mi madre dirige la Comunidad de Saint Ivés pero yo no soy un dirigente, sólo soy un guerrero.
—Un guerrero que acaba de pintar su ’Mech como si fuera un pájaro de presa. —Tsang frunció el entrecejo y cerró ligeramente los párpados—. ¿No creéis que ese Vlad saldrá en vuestra persecución de todas formas?
—Ése es mi objetivo. Y quiero además que se encolerice por mi osadía al pintar mi ’Mech con esos tonos. Si conoce la historia de Solaris, esto le sacará de quicio y eso significa que me perseguirá a mí, solo a mí. Yo podré luchar en igualdad de condiciones contra su Timber Wolf, lo cual quiere decir que el resto de vosotros podrá enfrentarse a sus tropas.
La coronel arrugó todavía más la frente.
—¿En igualdad de condiciones contra su Timber Wolf? ¿De dónde saca eso? Su OmniMech pesa veinte toneladas más que el suyo, tiene un blindaje más pesado y va mejor armado. Será sólo un poco más lento que el suyo, pero tiene fama de ser muy hábil a los mandos de un ’Mech.
La sonrisa de Kai se encogió un poco.
—Tu análisis es correcto, pero con el cañón automático puedo hacerle algún agujero si me acerco. Si lo cerco en espiral, acabaré por causarle daño. Aun así, el propósito de este ejercicio es sacarlos del distrito de Kawlm. Aquel que se apodere del territorio gana nuestro pequeño contencioso, y mientras yo atraigo la atención de su comandante, espero que vosotros machaquéis al resto.
—Este es nuestro plan. —Tsang hizo un saludo a Kai—. Buena caza, Kai.
—Lo mismo digo, coronel. Vamos a subir a bordo. —Kai dio media vuelta y subió en una de las plataformas de acceso. El eco de sus pasos resonó rítmicamente mientras avanzaba por la pasarela, y al llegar a la altura del Stormcrow se deslizó por la escotilla superior y la mantuvo abierta antes de acomodarse en el asiento de mando. Tras ajustarse el cinturón del regazo se cruzó las dos cinchas que le cruzaban el pecho en cruz y que, en contacto con la chaqueta de refrigeración, daban sensación de comodidad. Bien, estoy donde debo estar.
De un bolsillo del costado del chaleco extrajo un par de tubos de plástico cuyos extremos metálicos introdujo en los enchufes del asiento. Como los mecanismos de fusión y las armas de que estaban dotados los ’Mech producían cantidades ingentes de calor, los pilotos llevaban la menor cantidad de ropa posible en la carlinga y siempre se ponían un chaleco de refrigeración. Aparte de eso, solían llevar únicamente botas blindadas, que les cubrían las piernas hasta media caña, y un par de pantalones cortos. Kai era consciente de que, al final de la batalla, estaría empapado en sudor y exhausto, aunque el chaleco de refrigeración le evitaría que se cociera en su propio sudor.
De un estante que tenía detrás de la cabeza, agarró el neurocasco y se lo puso. El pesado artilugio quedó encajado en los hombros acolchados del chaleco de refrigeración. Al instante Kai sintió un familiar entumecimiento. Ajustó la cincha para que el casco quedara firmemente sujeto a la cabeza. Los neurodetectores que llevaba el casco contribuían a que el propio sentido del equilibrio del piloto colaborara con el giróscopo del ’Mech para facilitar los movimientos y recuperarse de los daños que le infligieran durante la batalla.
Kai levantó la almohadilla del brazo derecho del asiento y extrajo cuatro parches de forma cilíndrica y cuatro alambres. Tras quitar el protector adhesivo que llevaban los parches en la parte de atrás, se los colocó sobre los muslos y en la parte de arriba de los brazos. Luego, insertó un extremo del alambre en mitad de cada uno de los círculos blancos y, tras hacerlos subir por el interior de su chaleco de refrigeración, enchufó el otro extremo en el neurocasco, a la altura de la garganta. Los sensores de sus brazos y piernas también contribuirían al equilibrio del ’Mech.
Cerró el compartimento y luego alargó el brazo para pulsar el botón de encendido. Una voz inhumana resonó en los altavoces que llevaba en el casco.
—Solicitud de código de autorización.
Por ser unas máquinas de guerra muy poderosas, los BattleMechs habían sido diseñados con dispositivos de seguridad que no permitían que los manejaran personas sin autorización. El primero era una simple comprobación de voz.
—Kai Allard-Liao, Fuerza Expedicionaria de la Liga Estelar. Código de comprobación 413256.
—Timbre de voz comprobado. Solicitud de autorización personal.
Cada piloto grababa un código de autorización personal que garantizaba que sólo él podía utilizar su ’Mech. Algunos pilotos grababan simples bobadas, con la suposición de que era difícil que alguien las adivinara, mientras que otros optaban por poner consignas familiares u otras frases que les parecían suficientemente marciales. Kai siempre elegía algún pensamiento que le predispusiera buen humor para las batallas a las que se enfrentaba.
Se aclaró la garganta.
—Intentarlo es cortejar al fracaso. Hacerlo es emprender el rumbo hacia la victoria.
Un estremecimiento sacudió al Stormcrow cuando el reactor de fusión se puso en marcha. Los monitores que había distribuidos alrededor de la carlinga destellaron al encenderse y empezaron a aparecer datos. Los monitores de las armas informaban de que los seis láseres estaban en óptimas condiciones y que se estaban cargando. El pesado cañón automático estaba operativo y todas las municiones parecían a punto de ser cargadas. Los monitores de calor mostraban que todo estaba frío y azul.
Finalmente, se materializó ante sus ojos una imagen holográfica del campo de batalla. Concentraba una visión de 360 grados en unos 160 grados, con líneas doradas que marcaban ángulo de uro de sus armas. Una cruz también dorada flotaba por encima de la pantalla semitransparente cuando él movía la palanca de mando situada en el brazo derecho del asiento. Cuando se posaba encima de otro de los ’Mechs de los Lanceros, parpadeaba en la pantalla un punto dorado, en el centro de la cruz, que indicaba que estaba fijado como objetivo.
Buscó la frecuencia táctica de su unidad en el canal de comunicaciones.
—Coronel Tsang, aquí Kai. Estoy listo para salir. ¿Vamos? Nos esperan los Lobos.
El Stormcrow de Kai y dos Ravens con forma de pájaro formaban la línea de vanguardia de la fuerza de Saint Ivés. Además de ser más rápidos que los Pillagers, Cataphracts y Blackjacks que componían el resto de la compañía, los Ravens estaban dotados de multitud de aparatos eléctricos que facilitaban la detección del enemigo y a la vez obstaculizaban sus sofisticados sistemas de control de incendios. Las suaves colinas apenas salpicadas de arbolado del distrito de Kawlm no permitían suponer que hubiese muchos ’Mechs escondidos, pero las Contramedidas Electrónicas de Vigilancia de que disponían los Ravens ofrecían cierta protección contra emboscadas.
Kai mantuvo el Stormcrow a velocidad media porque no tenía deseos de aventajar al resto de ’Mechs que venían detrás. La coronel Tsang, al mando de uno de los grandes Pillagers, tenía tres de ellos distribuidos en la segunda hilera de la unidad porque sus rifles Gauss les podrían proporcionar una salva devastadora. Los corpulentos Cataphracts y los Blackjacks de largas piernas de la tercera hilera tenían más velocidad y un arsenal completo de armas de largo alcance que les iban a ser de gran utilidad en el enfrentamiento con los Lobos.
Uno de los Ravens se precipitó hacia un grupo de árboles que había próximo a la cima de una abultada colina. Kai comprobó que el camuflaje verde oscuro y negro de los Lanceros servía de gran ayuda para ocultar el Raven pero sabía que con una simple pulsación podía utilizar la resonancia de infrarrojos o magnética para que la silueta del ’Mech apareciera en la pantalla destacada en neón. Y lo haré a plena luz del día.
La radio restalló con el informe del piloto.
—Los veo. Diez ’Mechs de los Clanes. Un Timber Wolf, dos Man O ’Wars, Tres Fenrises y cuatro Novas.
Salvo el Timber Wolf y el Man o’Wars, los ’Mechs de los Clanes era más pequeños y rápidos. Aunque con menos equipamiento que los ’Mechs de los Lanceros, su velocidad los convertiría en un blanco difícil. Parece que este Lobo está ciñéndose a su nombre y nos envía una fuerza en manada. Kai respiró hondo y soltó lentamente el aire. Pero¿cómo se comportará una manada sin el liderazgo del macho?
La fuerza de Saint Ivés avanzó y, al verlos, los ’Mechs menores y más rápidos de los Clanes empezaron a desplegarse. Los Man O’ Wars avanzaron pero el Timber Wolf se mantuvo en la retaguardia. Kai era consciente de que ese gesto no significaba temor, sino una invitación. El Man o’Wars empezó a intercambiar disparos de largo alcance con los Pillagers, pasando por encima de su Stormcrow. Me están dejando pasar, sin duda siguiendo las instrucciones de Vlad.
Kai espoleó al Stormcrow y se dirigió hacia Vlad. Trazó con el ’Mech un rumbo oblicuo hacia la derecha para pasar por delante de un corpulento y cabezudo Man O’ Wars. El miembro de los Clanes no disparó contra él, pero mientras pasaba giró el torso del Stormcrow hacia la izquierda y lo apuntó con el cañón automático. La boca del cañón vomitó una enorme gota de fuego dorada. La andanada de postas de uranio reducido se incrustó en el flanco derecho y el brazo del ’Mech. Los disparos no desgarraron por completo el blindaje del Man O’ War en esos puntos; pero ahora cualquier disparo de los Lanceros podría atravesar la coraza sin ningún problema.
Se permitió una macabra sonrisa. Esto debería enfurecer a Vlad. Me ha dado un salvoconducto y yo me dedico a disparar contra uno de sus compatriotas. El contempla esta escena como una batalla de enormes proporciones entre el bien y el mal, pero yo sé que es una simple batalla por ganar un territorio. El busca el honor y yo sólo quiero apartar a su gente de un distrito diseñado por ordenador.
Tras salir de la sombra del Man O’ War, Kai se preparó para recibir el primer disparo de Vlad. Los lanzadores de MLA que llevaba el Timber Wolf montados sobre los hombros vomitaron fuego cuando dos salvas gemelas emergieron de su interior. Tanto los láseres de largo alcance del brazo derecho como los láseres medios colocados debajo erraron ampliamente el blanco y estuvieron a punto de alcanzar el Man O’ War que Kai acababa de herir. El láser medio del brazo izquierdo sí que dio en el blanco y fundió fragmentos de blindaje del flanco derecho del Stormcrow. Los misiles impactaron en las extremidades del ’Mech y arrancaron astillas del blindaje, pero si llegar a abrir una brecha.
Kai controló los temblores que los MLA habían provocado en el Stormcrow y luego centró el punto de mira de su pantalla en el fuselaje delantero del Timber Wolf. Lanzó cinco láseres medios pero sólo tres dieron en el blanco. Dos redujeron el blindaje de ambas patas, con forma de pájaro, del ’Mech y el tercero fue a parar al flanco derecho. Hemos sufrido un daño similar, cosa que supongo que le proporcionará mucha confianza.
Sonrió.
—Ha llegado el momento de borrarle la sonrisa de la cara.
Mantuvo el Stormcrow corriendo a toda velocidad y ajustó el ángulo de su aproximación para colocar al ’Mech muy cerca del Timber Wolf de Vlad, quien ya había maniobrado con su máquina de guerra para seguir el rumbo circular que había emprendido Kai, porque la súbita proximidad lo forzaba a realizar un ajuste. Sabe que para mí acercarme demasiado sería una locura, y de momento Las cosas serán como él las ha planeado. Esto es lo que sucede con los Clanes y el hecho de que se limiten a cumplir órdenes…, se eliminan todos los imprevistos de la guerra, y en consecuencia no se manejan bien con las situaciones de confusión como ésta.
A quemarropa, Kai situó el punto de mira sobre el Timber Wolf y disparó una lengua de fuego del cañón automático. El estallido de la boca del cañón proyectó sombras vacilantes sobre el torso del Timber Wolf mientras el fuego dañaba el blindaje de la pierna izquierda del ’Mech. El arma se levantó y disparó la segunda andanada sobre el flanco derecho de la máquina de los Clanes, un ataque que acabó con el resto del blindaje y se internó en parte de la estructura interna, aunque sin provocar daños de consideración.
Dos de los láseres intermedios del brazo derecho del Stormcrow descargaron y un rayo de color rubí se clavó como una cuchilla en el brazo derecho, derritiendo láminas de blindaje. El segundo fue a impactar en la pierna derecha y fundió más blindaje.
El contraataque de Vlad fue rápido y contundente. Los láseres medios y de largo alcance lanzaron sus rayos rojos y verdes sobre el flanco derecho del Stormcrow. Bocinas de emergencia empezaron a sonar en el interior de la carlinga de Kai cuando los láseres acabaron de fundir el resto de blindaje y comenzaban a dañar la estructura del ’Mech. Kai echó una ojeada al monitor y vio que los indicadores del flanco derecho parpadeaban en rojo, pero no vio que se hubiese alcanzado ningún sistema vital y comprendió que había sido afortunado.
Los rayos del brazo izquierdo del Timber Wolf acariciaron el brazo derecho del ’Mech, deshaciendo todo el blindaje y desollando el brazo, pero a pesar de su terrible poder, no consiguieron inutilizar las municiones del brazo. El siguiente disparo destrozará el miembro, pero antes tiene que acertar y no pienso darle la más mínima oportunidad.
Kai estabilizó los controles y mantuvo erguido el OmniMech. Este movimiento me ha situado demasiado cerca del enemigo para que pueda sentirme cómodo, pero Vlad no se lo esperaba. Kai sonrió mientras pasaba con el ’Mech por delante del Timber Wolf para dirigirse a una zona contigua al lugar donde se habían desplegado en un principio los Clanes. Hay un montón de cosas más que no se espera y, si consigo mantenerlo ocupado, la coronel Tsang puede sacar provecho de este día.