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Corte Real, La Tríada

Ciudad de Tharkad, Tharkad

Distrito de Donegal, Mancomunidad Federada

3 de noviembre de 3061

Kai suspiró. Quizá luchar contra pulgones sea preferible. Sun-Tzu, como Primer Señor de la Liga Estelar, presidía el Consejo de Señores y dictaba los detalles de las ceremonias que tenían lugar durante el acontecimiento. Por ese motivo, para llevar a cabo la primera sesión del Consejo, insistió en que se reconociera a todos los delegados y a sus ayudantes, lo cual provocó horas de tediosas presentaciones.

La cámara del Consejo había sido dispuesta tal como Kai recordaba de la última vez que había estado allí, hacía tres años. La Gran Sala de Baile donde se había celebrado la recepción de bienvenida había sido transformada en una sala de reuniones. La larga escalera por donde entraban los delegados estaba situada detrás del podio. A la derecha estaba la mesa de la Confederación de Capela, y a la derecha de ésta la mesa designada para el Condominio Draconis. Seguía la Liga de Mundos Libres y, justo frente al podio, estaba la mesa de la Mancomunidad Federada. La de Saint Ivés se había colocado en diagonal respecto a la mesa de la Confederación de Capela, y había quedado a la derecha de la de Katherine, luego venía la República Libre de Rasalhague y, por último, ComStar, a la izquierda del podio.

Durante la primera conferencia, ComStar y Rasalhague compartieron mesa, pero ahora Rasalhague tiene la que debería estar reservada a la Mancomunidad Federada de Victor. Kai se quedó mirando a Katherine, sentada a su izquierda, con expresión serena y ojos fríos. Kai deseó que Deirdre estuviera allí con él para que le dijera si Katherine había llevado a Yvonne drogada y la mostraba como un objeto de valor.

Como la Comunidad de Saint Ivés se consideraba una de las naciones de menor importancia de la Esfera Interior, Kai, su madre, Morgan Kell y Phelan habían sido anunciados los primeros y tuvieron que resistir el desfile de los otros delegados, que iban entrando con cuentagotas en la sala. Morgan Kell había sido admitido como ayudante de Candace Liao, al igual que Phelan. Aunque el Cordón de Defensa de Arc-Royal podía considerarse un reino en sí mismo, Katherine había decidido no prestar atención al hecho de que Morgan no quisiese tratos con ella. Katherine todavía lo consideraba parte de su nación y, si Morgan declaraba la plena independencia, Katherine tendría que luchar para doblegarlos, lo cual debilitaría la mitad lirana de la Mancomunidad Federada y permitiría que los Halcones de Jade se apoderaran del vacío militar que dejarían atrás.

Tras ellos apareció la República Libre de Rasalhague, luego ComStar y el Condominio. La siguiente fue la Liga de Mundos Libres, seguida de Katherine…, aunque aquí, como estaba en su reino, fue anunciada como Katrina. Kali Liao, el líder de cabellos castaño-rojizos de la secta Thugee, encabezó la delegación de la Confederación de Capela, y luego todos esperaron a que apareciese Sun-Tzu.

Lo precedieron varios miembros del Regimiento de la Guardia Negra, los nuevos guardaespaldas del Primer Señor, que ocuparon posiciones en la escalera mientras una oleada de murmullos apenas disimulados recorrían la sala. Así que aquí están. Deberíamos haber supuesto, sabiendo quiénes son y lo que son, que sin importar quien ostente el cargo de Primer Señor, estarían a su lado.

Finalmente llegó Sun-Tzu. Se le veía resplandeciente vestido con una chaqueta dorada de la dinastía Han que iba bordada con tigres negros en el pecho y las mangas. El paño dorado relucía y a juzgar por la expresión del rostro de Katherine, Kai supuso que la mujer consideraba que la exhibición era tan ostentosa como absurda, pero se dio cuenta de que en realidad estaba sucediendo otra cosa. En la antigua China, el dorado era un color prohibido para todos menos para el emperador. La gente de la Confederación de Capela lo verá aquí, dirigiendo a sus iguales, tan imperial como siempre. Este espectáculo está pensado para ellos, no para nosotros.

Kai sonrió, feliz de que su chaqueta, también reminiscencia de un estilo asiático antiguo, estuviera realizada en algodón de color rojo pero bordada con dragones dorados. En China, se consideraba que los emperadores eran como dragones. La chaqueta, que le había regalado su madre, sugería sutilmente a Sun-Tzu que Kai estaba dispuesto a oponerse a él como heredero del trono de Liao. Aunque era algo que Kai no deseaba por nada del mundo, sabía que era un temor que Sun-Tzu había albergado durante mucho tiempo y cualquier cosa que pudiese hacer para incomodarlo podía ser útil a la causa de la Comunidad.

El oficial de orden de los Vigilantes Negros anunció a Sun-Tzu con voz alta y clara.

—Señoras y caballeros, les presento a Su Excelencia, el Arconte de Castrovia, el Gran Duque de Sian, Canciller de la Confederación de Capela, Primer Señor de la Liga Estelar y Conquistador de los Clanes, Sun-Tzu Liao.

¿Conquistador de los Clanes? Kai intercambió una mirada con Hohiro y se estremeció. Sí, era Primer Señor cuando los Clanes fueron derrotados, pero no hizo nada para contribuir a la causa. Sintió que le bullía la sangre mientras la frase seguía resonando en sus oídos. Por lo general, habría intentado suavizar la rabia que sentía, pero en esta ocasión la dejó latente, almacenada en su interior.

Sun-Tzu descendió con lentitud los escalones, con una expresión majestuosa y tranquila, como si estuviera por encima de los problemas políticos corrientes de la asamblea. Los cabellos negros habían sido engominados y con cada paso la luz arrancaba destellos dorados de ellos. Sus ojos verdes permanecieron concentrados en un punto más allá de Katherine. Al final, llegó al nivel de la asamblea y, con pasos que resonaban fuerte sobre el parqué, subió las escaleras que conducían al estrado y se inclinó sobre el podio como si llevara un peso que fuera difícil de soportar para un hombre más débil.

—Bienvenidos seáis todos a la reunión trienal del Consejo de Señores…, esta Segunda Conferencia de Whitting. Agradecemos a la Arcontesa Princesa Primera Katrina Steiner su graciosa hospitalidad. Su disposición para organizar este encuentro revela en gran medida su amplia preocupación por el futuro de la Esfera Interior. Sus contribuciones a la estabilidad y la seguridad de todos nosotros no pueden ser subestimadas.

Esto puede interpretarse de dos maneras. Kai observó a Katherine y vio que tenía las mejillas enrojecidas. Y ella lo ha interpretado de la segunda. ¿Nos está lanzando Sun-Tzu una advertencia de que su insaciable ansia de poder puede consumirnos?

El Primer Señor prosiguió:

—Tenemos muchos temas que discutir pero antes nos gustaría informaros de la situación de la Esfera Interior, si aceptáis que abordemos ese tema. Como todos sabéis, la fuerza militar que enviamos consiguió derrotar a los Clanes en Huntress y Strana Mechty. No querríamos destacar ninguna persona en particular ni ninguna nación porque en verdad fueron los esfuerzos de todos los que nos liberaron de la opresión. Esta victoria es una victoria para todos nosotros. Y como se ha conseguido mientras nosotros formábamos el Consejo de Primer Señor, ésta es una victoria para todos vosotros. Sin vuestro esfuerzo, nuestra victoria nunca hubiera tenido lugar.

Kai cerró la mano derecha en un puño.

Por el modo en que suelta la palabra victoria, se burla por completo de Victor.

—Aparte de eso, hemos conseguido muchas cosas durante nuestro reinado. Hemos suprimido el bandolerismo y fomentado el comercio. Hemos supervisado el retorno de nuestros guerreros y su integración en nuestra sociedad. Hemos iniciado un proceso de intercambio diplomático que nos permitirá ampliar nuestros contactos con los Clanes y facilitar su integración en nuestra sociedad. Esta serie de ganancias, aunque puedan parecer escasas, son nuestro legado. Deseamos a nuestro sucesor tanta fortuna como sea posible.

—Llamo al orden a esta sesión del Consejo.

Mientras Sun-Tzu paseaba la vista por la sala, Kai se levantó despacio de su asiento.

—Quiero que se me reconozca, Primer Señor.

—Gran Duquesa Liao, por favor dé instrucciones a su ayudante para que se le reconozca como el delegado elegido por la Comunidad.

La madre de Kai, Candace, se puso de pie a su lado.

—Ya basta de juegos, Sun-Tzu. Sabéis quién es mi hijo y sabéis que tiene derecho a hablar aquí. Sólo porque vos no deseéis que vuestra hermana hable ante vuestra nación no significa que no confíe yo en mi hijo.

Sun-Tzu mantuvo el rostro impasible a pesar del tono mordaz de las palabras de Candace.

—Muy bien, Gran Duquesa, esta vez le dejaré hablar. Kai Allard-Liao, tenéis la palabra.

Kai tragó saliva y empezó a hablar, procurando que la cólera que sentía se trasmitiera a sus palabras.

—Señores y señoras, me presento ante ustedes como uno de los guerreros que partió de la Esfera Interior para representar a la Liga Estelar. Yo estaba allí y participé en la lucha para derrotar a los Clanes. Yo sólo fui uno de los que cumplió órdenes, pero me alegro de haberlo hecho. Pensaba, como pensaban todos los que combatían a mi lado, que estábamos luchando para conservar la Esfera Interior que todos conocíamos y que adorábamos.

Kai alzó la barbilla y, manteniendo un tono de voz fuerte, no permitió que el nerviosismo lo hiciese hablar con demasiada rapidez.

—Ha habido cambios en mi ausencia, y estoy seguro de que esos cambios serán tema de discusión más adelante, pero el cambio que he encontrado más preocupante es la absoluta falta de cortesía mostrada por el Primer Señor de la Esfera Interior.

Sun-Tzu soltó un bufido despectivo.

—¿De qué estáis hablando?

Kai paseó la mirada por la estancia y permitió que se cruzara con la de los demás líderes de la Esfera Interior.

—De lo que estoy hablando, Sun-Tzu, es del desgraciado mensaje que enviasteis al Príncipe Victor Steiner-Davion. Tras regresar de derrotar a los Clanes al mando de un ejército que habría hecho cualquier cosa por él, eligió renunciar a su posición en vez de utilizarla para recuperar su reino e incluso apartaros a vos de la posición que ocupáis. Al destruir a los Clanes, consiguió llevar a cabo lo que ningún hombre había conseguido antes y, como premio, se le envió un mensaje de agradecimiento redactado a toda prisa.

—Ese mensaje no se redactó a toda prisa.

—Ni tampoco se pensó un ápice para hacerlo. ¿Cómo decía? «En reconocimiento a sus servicios, expreso mi más sincero elogio por todo lo que ha hecho».

El Primer Señor asintió una vez.

—Eso suena bastante apropiado para la traducción en inglés. El original chino era más ceremonioso.

Kai soltó una carcajada.

—Me perdonaréis, Sun-Tzu, pero yo leí el original chino y considero que tenía unos matices que no permitía la traducción en inglés y que eran todavía más insultantes. Por esta razón, aquí y ahora, insto a que se obligue al Primer Señor de la Liga Estelar a que grabe y transmita al Príncipe Victor Steiner-Davion un mensaje de gratitud que no sea insultante.

—Llevaría tiempo componer un mensaje semejante. —Sun-Tzu hizo un ademán despectivo con la mano—. Tenemos temas más importantes que discutir.

Theodore Kurita se puso de pie.

—¿Estáis seguro, Primer Señor? Creo que el carácter mezquino del mensaje enviado al Príncipe Victor era indigno de él y también de este despacho del Primer Señor. Me gustaría que se le enviase un nuevo mensaje y que se hiciera extensivo a todas las tropas que lo acompañaron, para que sepan que la Liga Estelar valora sus servicios. No creo que sea éste un tema que pueda tratarse con tanta indiferencia. Secundo la moción de la Comunidad.

Kai hizo un gesto de asentimiento dirigido a Theodore.

—Primer Señor, me he tomado la libertad de redactar un mensaje para que sea leído. Si me lo permitís: «Yo, Sun-Tzu Liao, Primer Señor de la Liga Estelar, en nombre de todos los Señores y Señoras de la Liga Estelar, elogio por la presente a vos, Príncipe Victor Ian Steiner-Davion, por la capacidad de liderazgo y la valentía que mostró en el momento de conducir nuestras fuerzas a Strana Mechty con el objetivo de poner fin a la amenaza que suponían los Clanes para la Esfera Interior. Todos nosotros somos conscientes de los enormes sacrificios personales que os ha supuesto este esfuerzo y alabamos vuestro desinterés al proceder a cumplir la tarea que os habíamos encomendado. Sin lo que vos habéis conseguido, la Liga Estelar no tendría futuro ninguno y por la presente deseo transmitiros el más sincero agradecimiento del pueblo de la Esfera Interior y desearos una larga vida y una felicidad que vos habéis contribuido a garantizar para todos nosotros».

La expresión amarga del rostro de Sun-Tzu indicó a Kai que había conseguido forzar las palabras hasta tal extremo que Sun-Tzu se atragantaría en cada sílaba. Perfecto, merece ser castigado por hacer lo que hizo. Sé que esto no sanará las heridas de Victor pero enseñará a Sun-Tzu que no puede ser tan arrogante cuando sus enemigos tienen todavía amigos.

—No podéis hablar en serio —gruñó Sun-Tzu—. Es imposible que leamos un mensaje tan almibarado.

Katherine se puso de pie.

—Vos lo leeréis, si es éste el mensaje que decidimos que leáis. Capiscol Marcial, ¿está ComStar dispuesta a transmitir este mensaje a mi hermano de inmediato?

Focht asintió.

—Un mensaje tan importante llegaría a Luthien en el mismo día. Será un placer para mí hacerlo.

Katherine desvió la vista a Kai.

—Si mi colega de la Comunidad de Saint Ivés fuera tan amable de corregir la moción para incluir el texto que acaba de leer, me gustaría solicitar una votación.

—Pues corregida está.

—Y secundada. —Katherine sonrió—. ¿Hay algo que discutir?

El Príncipe Haakon Magnusson Rasalhague se puso de pie.

—Sólo quería sugerir que aprobar esta moción con algún voto en contra sería un reflejo muy pobre de nosotros mismos, y por ese motivo sugiero que la aceptemos por unanimidad.

Las fosas nasales de Sun-Tzu se hincharon por la cólera contenida y puso los ojos en blanco.

—Viendo que no hay oposición, se aprueba la moción.

Theodore sonrió.

—Pues entonces mejor que hagamos un receso, de forma que el Primer Señor pueda grabar su mensaje. Creo que no debe haber dilación.

Magnusson secundó la moción y fue aprobada.

Kai se sentó en el asiento mientras todos los demás se ponían de pie y empezaban a desfilar fuera de la sala. Su madre se giró en su asiento y le dedicó una sonrisa.

—Tu primera batalla política, Kai. Lo has hecho bien.

Él se giró hacia la derecha para mirarla.

—Ésta era fácil, madre. Las que vengan después serán más difíciles.

—Primero aprende a andar, después ya aprenderás a correr.

—¿Aprenderé a correr con rapidez suficiente para salvar la Comunidad?

Candace se encogió de hombros con gesto cansino.

—Vas a tener que hacerlo, ¿no?

Katrina disimuló una sonrisa cuando Sun-Tzu entró en tromba en su despacho. Su chaqueta dorada parecía brillar en demasía en aquella sala blanca y fría, pero no era nada en comparación con la cólera que irradiaba su rostro. Esperaba entrar exultante y radiante y, en vez de eso, su primo le ha vapuleado.

—¿A qué debo el honor de esta visita, Sun-Tzu?

El Primer Señor levantó la mano izquierda con el índice alzado para señalarla, pero se abstuvo de hacerlo. Tras controlar el temblor de su mano, le dedicó una mirada horrorosa.

—Yo pensé que erais mi aliada. Queríais algo de mí pero participasteis en mi humillación. Pronunciar un discurso así me hiela la sangre. Es tan sumamente cursi…, y además va dirigido a un hermano que vilipendiáis. ¿Cómo habéis podido?

—Si no recuerdo mal, Sun-Tzu, os envié un mensaje diciendo que sería un detalle maravilloso que el Primer Señor en funciones anunciara su sustitución, y la respuesta que obtuve de vos fue tardía y evasiva. —Cogió un abrecartas de platino y empezó a golpear con suavidad la hoja de papel secante—. Me contuve a la hora de decidir el envío de tropas y efectivos al conflicto de Saint Ivés, y contuve a George Hasek para que no enviara sus propias tropas o contratara mercenarios para intervenir. No he acordado todavía con mis consejeros militares si es mejor desviar los efectivos que han regresado de la FAMF para la Marca de Capela o utilizarlos para ocupar mundos que codiciáis vos en la Marca de Caos. He sido buena con vos y, a cambio, lo único que obtengo de vos son insultos en vuestro discurso de apertura.

El rostro de Sun-Tzu se quedó imperturbable.

—¿Insultos? Si os alabé…

—¡Bah! Os reisteis de mí con aquellos comentarios sobre la estabilidad y la seguridad.

El Primer Señor se quedó allí de pie un instante, mirando de un lado para otro.

—Ah, no entiendo cómo lo habéis interpretado. Lo siento, Arcontesa, pero el inglés no es mi primera lengua.

—Maldita sea, Sun-Tzu, no voy a permitir esto. —Katherine lo señaló con el abrecartas—. Reíros una vez más de mí o pensad que soy lo suficientemente estúpida para creer que no sabíais lo que estabais haciendo, y arrasaré vuestro reino. Creo que debéis recordar que conseguí arrebatarle la Mancomunidad Federada a mi hermano y vos ni siquiera sois capaz de quitarle la Comunidad a vuestra propia tía. Y puedo garantizar que eso nunca sucederá.

—Y sin embargo estáis dispuesta a manteneros al margen si os nombro a vos Primer Señor, sucesora mía. —Sun-Tzu se dio unos golpecitos con el dedo en la mandíbula—. Thomas os apoyará, y tal vez Magnusson…, uno para conseguir la paz y el otro por la promesa de recibir ayudas que reconstruyan su economía y fortalezcan su reino. Theodore se opondrá a vos, al igual que Candace. Necesitaréis mi voto para ganar.

—No, Sun-Tzu, sois vos quien debe votar por mí para ganar vuestra pequeña batalla. —La mirada de Katrina se tornó más severa—. Si no me apoyáis, tendré que darle algo a Candace, y os prometo que no os va a gustar el trato que haga con ella. Votad por mí y el conflicto de la Comunidad de Saint Ivés seguirá siendo un asunto interno por lo que a mí concierne. Votad contra mí, insultadme de nuevo, y descubriréis que puedo ser muy apasionada en lo que se refiere a proteger los derechos de las personas. Soy hija de mi padre y puedo ver con facilidad cómo se completa su sueño de conquistar vuestro reino.

Katrina esbozó una dulce sonrisa.

—Es vuestro turno, Sun-Tzu. Decidid rápido.

El capelense le hizo una grácil sonrisa.

—Deseo de veras que vuestro período como Primer Señor os recompense tanto como me ha recompensado a mí.

—Oh, estoy segura de que sí. —Katrina soltó una sonrisa fugaz—. Será toda una recompensa.