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Palacio de la Unidad

Ciudad Imperial, Luthien

Distrito militar de Pesht, Condominio Draconis

16 de marzo de 3061

Victor se recostó en la butaca de la sala de reuniones del Coordinador con la vista fija en la proyección de estrellas que representaba la Esfera Interior. El color dorado rasgaba por la mitad el mapa e indicaba la anexión de su reino a la Alianza Lirana de Katherine. El color verde de la Confederación de Capela quedaba superpuesto en la Comunidad de Saint Ivés. La Marca de Caos se había fragmentado un poco más, pero la Confederación se había tragado también más mundos de los Territorios Disputados.

Se quedó mirando, helado, la mesa negra con forma de rombo del Coordinador.

—Durante todo el tiempo que estuve fuera supuse que Katherine y Sun-Tzu harían alguna maniobra y pensé que había dejado mecanismos para afrontarlo, pero nunca esperé una cosa así…

Theodore sacudió la cabeza.

—Nadie esperaba algo así. Tu hermana actuó con mucha sutileza.

Victor cerró los ojos y cruzó los brazos por el pecho. La confesión de Yvonne de que había perdido la Mancomunidad Federada lo había dejado estupefacto y su informe sobre cómo había sucedido parecía desafiar toda lógica. No había motivos para que su gente hubiese empezado a odiar a Yvonne en tan sólo un año. Cuando él partió de la Esfera Interior, ella lo estaba haciendo bien como regente. Enterarse de que en el transcurso de un año el pueblo lo había dado por muerto en su lucha contra los Clanes y habían aupado a Katherine al trono lo dejaba perplejo.

Yvonne había quedado aniquilada. Pareció romperse en pedazos a medida que le contaba lo ocurrido, como si sólo hubiese sido capaz de mantener la compostura el tiempo suficiente para informarle. Él la estuvo escuchando y la sostuvo abrazada, acariciándole el cabello. Le enjugó las lágrimas con su uniforme y trató de consolarla, diciéndole que comprendía que no había sido culpa suya. Antes incluso de que Theodore le explicara lo ocurrido, adivinó que detrás de todo estaba la sutil mano de Katherine.

Cuando Theodore intervino para llevarse a Victor a su despacho, Omi se hizo cargo de Yvonne. Ella y Tancred estaban hospedados en el Palacio del Sereno Refugio de Omi, Con un gesto de asentimiento, Omi le aseguró que se ocuparía de Yvonne y él se marchó con el Coordinador para que lo pusiera al corriente de los recientes acontecimientos de la Esfera Interior.

Victor volvió a abrir los ojos.

—Todo esto lo ha conseguido manipulando la opinión pública. Sabía que era experta, pero no esperaba tanto.

Theodore hizo un gesto cansado de asentimiento.

—Tampoco nosotros lo esperábamos, y sus manipulaciones nos habrían pasado desapercibidas si no llega a ser por dos motivos: primero, teníamos un agente encubierto en la Mancomunidad Federada que, un poco por cuenta propia, se había sentido interesado por los temas de medio ambiente de su mundo. Había organizado un grupo reducido de protesta…, en verdad una molestia muy pequeña para el reino, pero que le hizo ganarse fama de revoltoso. Se le acercaron unas personas y le ofrecieron dinero a cambio de que intensificara sus protestas. Aceptó, y aquella gente le indicó el momento en que debían hacer las protestas y el sesgo que debían tener. Pasaron de temas generales a convertirse en protestas claramente en contra de Yvonne. El hombre consideró que el cambio había sido lo suficientemente serio para descubrir su tapadera y enviarnos un informe.

El Príncipe asintió.

—¿Lo habéis recuperado ya?

—Pronto.

—Bien. Si se mete en problemas, haré lo que pueda para ayudar. —Victor soltó una súbita carcajada—. Bueno, supongo que mi ofrecimiento vale poco ahora. ¿Qué otra cosa os hizo sospechar?

—Una comparación de los datos económicos a nivel planetario con lo que decían los resultados de las encuestas ciudadanas. Detectamos una divergencia. Los medios de comunicación y el gobierno estaban informando de que los problemas eran mayores de lo que la gente creía. Aparentemente, todos aquellos que oían las noticias sobre lo difícil que se estaban poniendo las cosas con Yvonne daban por supuesto que si a ellos les iba bien debían de pertenecer a una minoría y no veían motivos para alzarse y decir a sus amigos que su situación era favorable. Eran felices y se mantuvieron en silencio para que no pudieran acusarlos de jactarse.

—No como hizo Katherine. —Victor sacudió la cabeza—. Yvonne dijo que Katherine me facturó muchas de mis pertenencias personales aquí. ¿Es eso cierto?

Theodore bajó la vista para observar la mesa.

—Están en el palacio de mi hija. —Vaciló un momento—. Quizá sea mejor que te haya dicho todo esto aquí, en un despacho insonorizado, pero te ofrezco mi hospitalidad en Luthien por el período de tiempo que quieras o que precises. No tengo ni idea de cuáles son tus planes para el futuro, y aunque sé que estas noticias te habrán conmocionado, quizá sea mejor no actuar con precipitación.

—No, no tengo prisa ninguna. —Victor suspiró—. Pensé que Katherine intentaría algo de tipo militar, y por eso dejé a Phelan detrás para que la mantuviera a raya, pero parece ser que ella actuó de un modo que impidió que él pudiese hacer nada.

Theodore sonrió.

—El Khan Kell estaba interesado en montar una campaña para derrocar a tu hermana, pero le señalé que no podía hacer una cosa así. Peor que la imagen de naves de Condominio atacando Nueva Avalon sería la imagen de naves de los Clanes. Le dije que tenía que esperar a que tú regresases para actuar. Si quieres emprender una guerra para recuperar tu reino, sus Lobos y mis guerreros os apoyarán con sumo gusto.

—Aprecio tus palabras más de lo que crees, Theodore, y le diré a Phelan lo mismo, pero no lo sé. —Victor extendió las manos y se las quedó mirando—. Por un lado sé que mi hermaná mató a mi madre y ha hecho sistemáticamente todo lo que estaba en su mano para hundirme. Es diabólica y sé que dejarla en el trono provocará conflictos en el futuro. La única posibilidad parece ser enzarzarnos en una guerra.

»Pero, por otro lado, me he pasado dos años inmerso en una de las campañas más desagradables que he visto en toda mi carrera. Utilizando la espada que me regalaste con ocasión de mi primer viaje aquí, decapité al ilKhan de los Clanes. Me sentiría muy feliz de que ésa fuera la última mancha de sangre de mis manos.

—Me alegraría mucho por ti, Victor, si eso pudiera ser cierto. —Theodore sacudió la cabeza con pesar—. No obstante, la guerra no es la única alternativa que nos queda. En noviembre, los miembros de la Liga Estelar se reunirán en la Segunda Conferencia de Whitting para discutir temas comunes y para escoger a un nuevo Primer Señor. Por cierto, la Constitución de la Liga Estelar fue modificada para permitir que la elección de Primer Señor se gane por mayoría simple.

—Interesante, pero como ahora sólo hay seis reinos que voten: Confederación de Capela, ManFed, Liga, Comunidad, Condominio y República Libre de Rasalhague, una mayoría simple significaría automáticamente los dos tercios que se requerían con anterioridad. ¿Quién propuso el cambio?

—Thomas Marik, y se votó por unanimidad. —El Coordinador esbozó una sonrisa tímida—. Fue evidente que la elección de Sun-Tzu tuvo lugar porque tú hiciste algo que tu hermana no se esperaba. Nadie quiere que el próximo Primer Señor sea elegido a suertes, con lo cual una mayoría simple tiene bastante sentido.

—Y en caso de empate, decide ComStar.

—Cierto, aunque en aquella ocasión teníamos siete estados con derecho a voto y el empate no se consideraba. —El hombre esbozó una sonrisa—. Yo tenía esperanzas de que hubieses sido elegido tú como próximo Primer Señor.

Victor asintió.

—Sabes que en lo más profundo de mi interior yo también lo esperaba. Ahora me parece que todo haya sucedido hace mucho tiempo y en un lugar muy lejano.

—En la reunión de Whitting pretendo sacar el tema de la usurpación de Katherine. Estoy seguro de que asegurará que se trata de un asunto de política interna…, la misma excusa que pondrá Sun-Tzu si sale el tema de la Comunidad de Saint Ivés. Dudo de que pueda conseguir nada. Sé que quiere convertirse en Primer Señor y no hay forma de que te deje representar a ningún reino porque en ese caso tú serías elegido antes que ella.

—Me alegra oírte decir eso, pero tienes razón, no tenemos representación en esa conferencia. —Chasqueó la lengua—. Supongo que ni siquiera me invitarán a asistir. Sospecho que en el momento en que Sun-Tzu se entere de mi regreso, me enviará una nota de agradecimiento y me relevará de todas mis obligaciones, y seguro que Katherine no me designa comandante en jefe de las Fuerzas de Defensa de la Liga Estelar cuando sea elegida.

Theodore alzó la cabeza.

—No pareces demasiado triste por el panorama.

—No, supongo que no. —Victor se encogió de hombros—. Sé que no estoy reaccionando con la suficiente emoción, pero estoy muy cansado y sé que si no tengo que formular una orden más en toda mi vida, puedo ser feliz. La verdad es que tiene gracia que, en esa última conversación que mantuve con el ilKhan, me pidió que lo matara porque dijo que un guerrero no puede vivir sin ejercer de guerrero. Para él, el hecho de ser guerrero era algo innato, era su destino, y nosotros participamos en esa guerra para demostrar a los Clanes que la vida militar era una opción, y de hecho una alternativa que debía evitarse siempre que fuera posible.

»Aquí, y ahora, tengo la oportunidad de ejercer esa elección. Salí con la flor y nata de los guerreros de la Esfera Interior. Derrotamos a los Clanes. Hice mi trabajo y ahora podría sumergirme en la oscuridad con suma facilidad.

Victor se inclinó hacia adelante y apoyó los codos sobre la mesa.

—Créeme, Theodore, que no digo nada de todo esto para denigrar la tradición guerrera del Condominio. La aprecio y tengo la arrogancia suficiente para pensar que la comprendo. Una de las cosas que comprendo es que a veces un guerrero deja atrás su vida militar para desarrollar una nueva vocación y puede incorporarse a un monasterio, tal como hizo Yorinaga Kurita.

—O como hizo vuestro Morgan Kell.

—Exacto.

—Pero ambos regresaron al campo de batalla cuando hizo falta.

El hombre más joven sonrió.

—Quizá yo también lo haga.

—¿Qué piensas hacer en vez de luchar?

—Bueno, me has ofrecido hospitalidad en tu mundo y Omi necesita a alguien que le cuide el jardín. —Victor se sostuvo la cabeza con las manos un instante—. ¿Te parece extraño que quiera pasarme el día regando plantas y procurando para la vida en vez de sembrar destrucción en el campo de batalla?

—No me parece extraño, y en cualquier caso mucho más honroso. —Theodore también se echó hacia adelante—. Esta elección que haces ahora no he podido hacerla yo en toda mi vida. Nunca conociste a mi padre, pero se parecía mucho al tuyo. Me obligó a ser el heredero que él quería tener porque yo era su único hijo y porque sabía que su reino atravesaba un momento difícil. No tuvo ninguna influencia materna que pudiese suavizar su carácter.

»Conociendo como conocía a mi padre, y al tuyo, sé que encontrarían extraño esa opción que mencionas, pero también la respetarían. La guerra es algo demasiado horrible para que alguien se lo tome como una afición o una vocación. El hecho de que te des cuenta de que hay una alternativa, una oportunidad de elegir otro camino, te destaca como un ser muy especial.

Domo arigato. —Victor se cubrió la boca con la mano para disimular un bostezo—. Perdóname, pero el día de hoy ha sido agotador.

—Ya me lo imagino. —El Coordinador se puso de pie y se dirigió a la puerta de la sala—. Buscaré un chófer que te lleve al palacio de Omi.

—Una vez más, gracias. —Victor sonrió a Theodore—. Nunca te he agradecido el hecho de que permitas que Omi y yo estemos juntos. Por complacer tus deseos, nos habíamos resignado a vivir separados. De hecho —confesó Victor entre risas—, en una ocasión consideré la idea de renunciar a la política para no estar separados.

El Coordinador sonrió a su vez.

—En un principio me opuse a vuestra unión por causa de las tensiones que existían entre tu nación y la mía, pero siempre di por sentado de que si de verdad existía amor entre vosotros, al final os saldríais con la vuestra.

—Tu hija siempre ha sido respetuosa con tus deseos.

—Lo sé. —Theodore acompañó a Victor hasta un pasillo—. No sé si lo sabías, pero me casé con mi mujer en secreto, en contra de los deseos de mi padre. Me complace que Omi haya encontrado el modo de combinar su independencia con su devoción por cumplir su deber.

—Es una mujer muy especial. Es la única mujer que he amado y no me imagino amando a ninguna otra.

—Te lo agradezco, entonces, Victor, porque sé que el futuro de mi hija está asegurado. —El Coordinador le hizo una breve reverencia—. Te enviaré un chófer. Buenas noches. Que descanses.

Victor devolvió la inclinación y vio cómo se alejaba Theodore. Mientras se desvanecía el eco de sus pisadas, se dio cuenta de pronto de que estaba solo por primera vez en muchísimo tiempo. El pensamiento estuvo a punto de arrancarle una sonrisa, pero el gesto no llegó a consumarse porque un escalofrío le recorrió la espalda. Estoy solo de verdad. Mi nación ha desaparecido.

La imagen de Omi esperándolo mitigó aquel estremecimiento pero en su lugar percibió una sensación muy peculiar. Se volvió y se quedó mirando un rincón que quedaba en sombras, a su izquierda. Entornó los ojos para asegurarse que no había nada, pero no pudo quitarse de la mente la sensación de que estaba siendo observado. En el momento en que creyó poder atravesar la sombra con la mirada y ver el ángulo de la pared, una pieza de sombra se separó del resto y se acercó a la luz.

Komban wa, sensei. —Victor hizo una reverencia al hombre—. Tu ausencia empezaba a intrigarme.

Minoru Kurita devolvió el saludo. Aunque en realidad era unos centímetros más alto que Victor, su constitución frágil, unida a una cabeza más grande de lo normal y los gruesos lentes que llevaba parecían reducirle el tamaño. Si alguien le hubiese mostrado una fotografía a Victor y le hubiese preguntado si se atrevía a darle un puntapié en el trasero en una pelea, habría contestado que sí sin dilación.

Sin embargo, un holograma no puede transmitir el poder que tiene este cuerpo. Antes de su primera visita a Luthien, Victor sabía poco del hermano menor de Omi. Los archivos de la Secretaría de Inteligencia lo describían como un místico sin importancia, una pieza sin papel alguno en la estructura de poder del Condominio. La actitud de Victor hacia Minoru cambió cuando lo hirieron, cuando el joven Kurita empezó a trabajar con él para aconsejarlo y para curarlo. Aunque la terapia de Victor consistía en ejercicios de tai chi chuan que contribuían a fortalecer su cuerpo, Minoru la complementó con cánticos y otros ejercicios esotéricos cuyo objetivo era fortalecer su fuerza vital. A pesar de que en un principio Victor se había mostrado escéptico, se había recuperado con más rapidez de la que habían predicho sus médicos, lo cual había proporcionado cierta credibilidad a la terapia de Minoru.

—Yo también me alegro de veros, Victor. —Minoru le dedicó una fugaz sonrisa—. Rondaba por aquí, pero no quería que me vieseis. Me alegro de que me hayáis visto.

—No te he visto, te he sentido.

—Una habilidad útil cuyo dominio deberíais profundizar. —El joven Kurita cruzó los brazos e introdujo las manos en las mangas de la túnica roja que llevaba—. Habéis continuado con vuestros ejercicios. Me alegro.

—Yo también. Tú me fortaleciste.

—No, yo sólo os mostré dónde podíais hallar vuestra fortaleza.

Victor le hizo un respetuoso gesto de asentimiento.

—Sin tu ayuda, no habría podido recuperarme de mis heridas, y por eso estoy agradecido. Si hay algo que pueda hacer para recompensarte…

—Sí que lo hay.

—Dímelo, aunque, en mi estado actual, creo que descubrirás que mi generosidad está atada de pies y manos.

—Lo que yo quiero tenéis monedas de sobra para pagarlo. —Minoru levantó una mano y se ajustó los lentes—. Abatisteis al ilKhan con una espada. Contadme cómo fue el golpe.

—¿El golpe? —Victor entrecerró los párpados. La muerte del ilKhan había sido titular destacado en todas las noticias durante el regreso de la expedición, como si la maledicencia de los Clanes se hubiese concentrado en un solo hombre y hubiese sido destruida con su muerte. Victor rebuscó en su memoria, cribando la información allí almacenada. Durante mucho tiempo no había pensado en su lucha con Osis. ¿Por qué?

Alzó la vista.

—Yo estaba montado en un ’Mech y Osis me desafió a bajar para hablar cara a cara. Me ofreció hacer un duelo a muerte. Dejé el ’Mech y bajé, con mi katana, para decirle que no pensaba luchar con él, que ya había matado con anterioridad. No deseaba más muertes. Le conté que estaba derrotado y vi en sus ojos que comprendía que toda la Cruzada había sido una locura. Después de darse cuenta de eso, me suplicó que lo matara.

—¿Y entonces lo matasteis para proporcionarle una muerte honrosa?

Victor sacudió la cabeza.

—No, ya no era un guerrero. No tenía honor ni derecho a solicitar una cosa así, y aunque lo sabía, me lo pidió de todas formas. Me dijo que un guerrero no podía vivir si ya no era un guerrero, pero le aseguré que su penitencia sería vivir de otra manera, sin ser guerrero. Le di la espalda y eché a andar en dirección a mi ’Mech.

»Oí el roce de sus pies sobre la piedra, vi que su sombra se cernía sobre mí pero, antes incluso, supe que iba a atacarme. —Victor sintió que le latía con fuerza el pulso y se le aceleraba el corazón—. Me volví, alcé la espada y asesté el golpe, todo sin pensar. Apenas recuerdo el golpe. Me acuerdo de cómo me quemaba el sol en la espalda, de haber bajado la vista para observar su cabeza y de ver cómo la sangre intentaba unir de nuevo los dos pedazos de su cuerpo.

Centró la vista en Minoru.

—Lamento no poderte contar más.

—Me habéis contado lo suficiente. —Minoru hizo una inclinación con la cabeza—. Escuchadme, Victor. Sois un arma de gran poder. Habéis destruido a nuestro enemigo y, al igual que una espada afilada, habéis vuelto a la funda. Quizá os guste esa oscuridad que os mantiene a salvo y quizá la merezcáis, pero tened en cuenta que para los hombres que lo han tenido todo, como vos, no tener nada es el único regalo que pueden hacerles.

Victor sonrió.

—No había pensado en ello de ese modo. Gracias. Has sido muy amable, como todos los demás.

Minoru extrajo la mano derecha de la manga izquierda, con el dedo índice extendido hacia arriba.

—Los demás os hablan desde el ninjo…, el sentido de la compasión. Yo os hablo desde el giri…, la exigencia del deber. Podéis reposar en vuestra funda por ahora, pero no siempre será así. El deber os reclamará y vos responderéis.

Un escalofrío recorrió la espina dorsal de Victor. Las palabras de Minoru, aunque pronunciadas con voz suave, pesaban tanto como el pie de un ’Mech. Es como si estuviera hablando con los Khanes de los Gatos Nova.

—No puedo decir que comprenda con exactitud lo que dices…

—La comprensión la obtendréis en el futuro, Victor. —Minoru se quedó mirando a su espalda y luego dio media vuelta.

Theodore apareció por una esquina del pasillo acompañado de una mujer que llevaba el uniforme de Otomo, su unidad de guardaespaldas.

—Victor, te presento a Tai-i Lainie Shimazu. Te llevará a casa de mi hija. Debes confiar en ella tanto como confías en tu guardaespaldas Jaguar de Humo.

Victor le dedicó una leve reverencia a la mujer.

—Entonces, estoy en buenas manos.

La mujer le devolvió el saludo pero no dijo nada, sino que se dirigió hacia la entrada del palacio para dejar un último momento a solas a Victor y Theodore.

El Coordinador sacudió la cabeza.

—Lamento haberte entretenido tanto, en la sala y aquí.

—No te preocupes, Theodore. —Victor sonrió—. Hoy me han sucedido muchas cosas que me inducen a pensar y estaba empezando a hacerlo.