Caso 18
El caso de los extraños jeroglíficos

Pese al hecho de que ella había vivido más de la mitad de su vida en Norteamérica, Deirdre Bretón constantemente se rehusaba a usar el inglés canadiense o estadunidense siempre que surgía la oportunidad de emplear el estilo británico, sobre todo cuando la opción británica resultaba un tanto arcana. Fue por ese motivo que le había dicho a Robín Karmo que encendiera su “lámpara” hacia la “diestra”. Durante unos segundos esto confundió a Karmo, proporcionándole a ella un toque de satisfacción. Karmo podía ser un arqueólogo brillante, pero también era un odioso sabelotodo, y Deirdre, junto con todos los demás integrantes del equipo de excavación, estaba tácitamente decidida a arremeter contra su efervescente confianza en sí mismo.

—Hacia la diestra —repitió ella, imprimiendo deliberadamente un dejo de fastidio a su voz, algo que hacía pensar en la actitud de un tutor intolerante—. Hacia tu lado derecho. O sea la mano con la que la estás sosteniendo.

—Ya lo sé. —Karmo no perdía la forma durante un solo instante—. El interruptor está trabado. Por cierto, ¿quién solicitó esas linternas? ¡Obviamente no fui yo!

Deirdre tuvo que tragarse su respuesta. Era claro que Karmo jamás se iba a dejar superar. Entonces ella optó por dirigir su haz de luz hacia el jeroglífico, o lo que parecía ser un jeroglífico, el símbolo sobre el arco de la entrada que originalmente había dado lugar a este pequeño intercambio. Se trataba de la tercera marca inusual que habían visto desde que entraron al laberinto de túneles recién descubiertos en las primeras horas de esa mañana. En cada caso, este tipo de marca aparecía sobre un arco.

Ambos se quedaron observándolo en medio de una profunda concentración, haciendo a un lado momentáneamente su cada vez más aparente rivalidad ante la vista de este misterio. La luz de la linterna de Karmo ahora se sumó a la de Deirdre, lo que les permitió ver el trabajo de mampostería con mucho mayor claridad.

—Excepto por esas flechas opuestas entre sí que se encuentran en la parte inferior —comentó Karmo—, no hay ninguna semejanza en relación con los dos anteriores.

—Mmm… al menos no en concepto —contestó Deirdre—. Pero apostaría que se trata del trabajo del mismo artesano. Ésa es su marca, en la parte inferior, estoy segura. Las flechas opuestas entre sí.

Deirdre apagó su linterna. Su lámpara. Y lo mismo hizo Karmo. Ahora la única luz provenía de los cascos de mineros que llevaban puestos.

—Pero tienes que reconocer… —prosiguió ella, pero ya sin que su tono fuese negativo. La discusión, al menos por el momento, quedaba olvidada; ahora simplemente se daba un diálogo entre dos eruditos guiados por un interés común—. Sin lugar a dudas, que se trata de señales de dirección. En código. Son pistas hacia la ruta que debemos de seguir, independientemente de lo que haya al final.

Karmo gesticuló de manera especial. Para él nunca había sido fácil admitir algo en cualesquiera circunstancias.

—Bueno, yo dudo que estos signos puedan tener un significado religioso —dijo él—, aunque lo que me sorprende es que aún no hayamos encontrado nada que pueda tener un sentido sepulcral o de vida después de la muerte. Pero entonces, probablemente estos túneles, cuando menos esta parte, fueron saqueados por completo siglos atrás.

Deirdre aguardó pacientemente a que terminara con sus especulaciones al tiempo que enfocaba la luz de su casco hacia el piso.

—El primer jeroglífico —dijo ella, retomando su punto de vista—, el que pensamos podría tratarse de un tipo rudimentario de corona… —prosiguió, agachándose y trazando el símbolo sobre el polvo en el círculo de luz.

—Definitivamente no es fenicio —dijo Karmo con aire de autoridad.

Él era más experto que Deirdre en los fenicios, y a juicio de ella él los sacaba a colación con mucha más frecuencia de la necesaria, pero en este caso Deirdre ignoró la oferta implícita de obtener una explicación más detallada y retomó obstinadamente su argumento.

—Este… digamos… jeroglífico… se encontraba en el primer arco con el que nos topamos. El primer punto en el cual el túnel se dividía en dos.

La luz del casco de Karmo se sacudió ligeramente de arriba hacia abajo. Señal de que estaba de acuerdo.

—Y continuamos por el de la derecha —prosiguió ella—. Por sugerencia tuya.

Esta vez la luz se sacudió con más vigor.

Deirdre continuó: —Ahora bien, el paso a partir de ese punto fue en línea recta excepto por dos vueltas muy definidas, la primera de 90 grados y la segunda aproximadamente la mitad de eso. Primero a la izquierda y luego a la derecha. Y virajes bien definidos, para nada graduales.

Karmo retomó la reconstrucción de la trayectoria.

—En efecto, y luego llegamos al segundo arco, donde nuevamente se volvía a dividir en dos túneles.

Esta vez era la luz del casco de Deirdre la que se movía, aunque Karmo parecía no percatarse de ello.

—Y ese arco —dijo él— tenía este signo —al tiempo que trazaba otra figura en el suelo junto a la que había dibujado Deirdre.

—Y… bien… tengo que admitir que éste luce más europeo que los demás. —Después de una pausa agregó—: De cualquier forma, volvimos a seguir el túnel de la derecha. —Dirigió entonces la luz de su linterna al arco que tenían ante sí—. Esta vez —hizo una pausa más prolongada para dar mayor énfasis a sus palabras—, esta vez, considero que debemos irnos por el túnel de la izquierda.

Deirdre se sintió satisfecha de que la oscuridad le impidiese a Karmo ver la expresión en el rostro de ella. Deirdre disentía por completo, y su lenguaje corporal sólo habría contribuido a que él se tornara más intransigente. Se mantuvo callada dando oportunidad a que expusiera todo lo que tenía que decir; ya de por sí había habido demasiadas discusiones en esta excavación.

Los trabajos se habían iniciado formalmente tan solo días atrás, después de tres años de ardua preparación. Habían establecido su base de operaciones justo a las afueras de Acre en el moderno Israel. (Deirdre insistía en llamar al lugar St-Jean-d’Acre, el nombre con el cual se le conocía durante la ocupación de los cruzados.) La excavación se realizaba en un montículo, donde investigaciones preliminares prácticamente habían garantizado actividad de importancia histórica, posiblemente fenicia, durante el siglo VII o VI a. de C. (según sugerencia de Karmo) o actividad desarrollada en los siglos XII y XIII bajo los cruzados (según predicción de Deirdre). ¡Tal vez incluso ambas!

Ninguno de los dos arqueólogos, Deirdre Bretón y Robin Karmo, discutía en lo referente a la historia del lugar. En un tiempo, Acre se había conocido como Tolemaida, una de las ciudades de Fenicia, pero desde entonces había sido ocupada por los árabes, por los turcos seljuk, por los cruzados en dos ocasiones, por el famoso Saladino y por muchos más, incluyendo a Napoleón, hasta que pasó a formar parte de Israel en 1948.

La tensión entre los dos arqueólogos casi se había convertido en una abierta división cuando uno de los miembros del grupo de trabajo, un estudiante graduado en Cambridge, una tarde cayó a través de un hoyo, el cual resultó ser la entrada a un laberinto de túneles que se proyectaban a una gran profundidad bajo el montículo. A partir de ese momento se suspendieron todos los trabajos de excavación mientras los dos líderes de la excavación se dedicaban a explorar y trazar el laberinto. Esto es, suponiendo que ambos pudiesen llevarse lo suficientemente bien como para concretar la tarea. Deirdre Bretón simplemente no estaba preparada para retractarse ante el monumental ego de Karmo, sobre todo ahora que la posibilidad de los reconocimientos y premios se hallaba tan al alcance de la mano. Y aunque todos los miembros de la expedición se cuidaban mucho de no hacer comparaciones en forma abierta, no había un solo trabajador en el sitio que no estuviese consciente de que los Manuscritos del Mar Muerto se habían descubierto a una distancia no tan alejada de ahí, tras una caída similar.

De modo que durante las tres horas anteriores, Deirdre y Robin Karmo habían estado avanzando con todo cuidado a lo largo de los túneles. Antes de la excavación, Karmo ya había publicado un ensayo, en el cual afirmaba contundentemente que el sitio pertenecía a la cultura fenicia, y naturalmente tendía a interpretar todo lo que se encontraban bajo la luz de esa hipótesis. Deirdre se inclinaba hacia los cruzados, no sólo para contradecir a Karmo, sino porque sentía que las pruebas tendían más hacia ello. Sin embargo, nada de lo que ellos habían encontrado en los túneles apoyaba cualquiera de las suposiciones, con excepción tal vez de los tres jeroglíficos, y si es que en realidad se trataba de jeroglíficos.

—Como recordarás —le decía Karmo—, cuando tomamos el túnel de la derecha en el segundo arco, ese túnel también presentaba dos virajes, el primero de ellos de 90 grados, y el segundo de 45, pero esta vez en dirección opuesta a la sección que seguía el primer arco. De ahí que yo considere que esta vez debamos seguir por el túnel de la izquierda.

Deirdre no pudo permanecer callada más tiempo. ¿Acaso no te das cuenta? —dijo ella sorprendida ante su propia vehemencia—. ¡De nuevo debemos ir hacia la derecha! ¡Es la única dirección lógica! ¡Incluso podría decirte qué es lo que vamos a encontrar en el siguiente arco!

—Aguarda… —Karmo estaba totalmente desconcertado ante la muestra de energía mostrada por Deirdre. Por otro lado, él no estaba habituado a ceder el control de la situaciones. ¿Qué pensar…?

—No, no. Tú eres quien debe ahora esperarme. —Deirdre ahora ya no se podía detener—. Te diré algo. Si estoy equivocada, tu nombre podrá aparecer primero en el ensayo que publiquemos después de esto. Pero si yo tengo la razón… —Ella dejó que esto último quedara un poco en el aire, antes de agregar—: Por cierto, voy a demostrarte también que todo esto es obra de los cruzados. Si no me equivoco, ¡de Federico II!

El lector tendría que ser un especialista en historia medieval o un obsesivo por los detalles para entender por qué Deirdre Bretón considera que los túneles, y los símbolos, pertenecen a la época de Federico II. Pero no requerirá de ningún conocimiento histórico para seguir su lógica. ¿Qué símbolo espera ver ella en el siguiente arco que encuentren, suponiendo que Karmo acceda a seguir por el túnel de la derecha?[18]