muy presuntuoso sería el que pretendiese penetrar todos los secretos de Dios.
45. Sistema de sonambulismo. Este ha tenido más partidarios, y cuenta todavía con algunos. Como el precedente, admite que todas las comunicaciones inteligentes tienen su origen en el alma o Espíritu del médium; pero para explicar su aptitud y tratar de objetos fuera de sus conocimientos, en lugar de suponer en él un alma múltiple, atribuye esta aptitud a una sobrexcitación momentánea de las facultades mentales, a una especie de estado de sonambulismo o de éxtasis que exalta y desenvuelve su inteligencia. No se puede negar, en ciertos casos, la influencia de esta causa; pero basta haber visto operar a la mayor parte de estos médiums, para convencerse que no puede resolver todos los hechos, y que forma la excepción y no la regla. Se podría creer que es así, si el médium tenía siempre el aspecto de un inspirado o de un extático, apariencia que por otra parte podía simular perfectamente, si quisiera hacer una farsa; ¿pero cómo creer en la inspiración, cuando el médium escribe como una máquina, sin tener la menor conciencia de lo que obtiene, sin la menor emoción, sin ocuparse de lo que hace y mirando a otra parte, riendo y haciendo diferentes cosas? Se concibe la sobrexcitación de las ideas, pero no se comprende que pudiese hacer escribir al que no sabe, y aún menos cuando las comunicaciones se transmiten por golpes, o con la ayuda de una tablita o de una cestita. Veremos en la continuación de esta obra la parte que es preciso conceder a la influencia de las ideas del médium; pero los hechos en que la inteligencia extraña se revela por señales incontestables, son tan numerosos y tan evidentes, que no pueden dejar ninguna duda. La falta de razón en la mayor parte de los sistemas nacidos en el origen del Espiritismo, es el haber sacado consecuencias generales de algunos hechos aislados.
46. Sistema pesimista, diabólico o
demoníaco. - Aquí entramos en otro orden de ideas. Estando
acreditada la intervención de una inteligencia extraña, se trataba
de saber cuál era la naturaleza de esta inteligencia. El medio más
sencillo era, sin duda, el preguntárselo; pero ciertas personas no
han encontrado en eso una garantía suficiente, y no han querido ver
en todas las manifestaciones sino una obra diabólica. Según ellas,
sólo los demonios o el diablo pueden comunicarse. Aunque este
sistema encuentra poco eco en el día de hoy, no ha dejado de gozar
de algún crédito por algunos momentos por el carácter de aquellos
que han tratado de hacerle prevalecer. Haremos, sin embargo,
observar que los partidarios del sistema demoníaco, no deben estar
colocados entre los adversarios del Espiritismo, antes al
contrario. Que los seres que se comunican sean demonios o ángeles,
siempre son seres incorpóreos; luego, admitir las manifestación de
los demonios, siempre es admitir la posibilidad de comunicar con el
mundo invisible, o al menos con una parte de este mundo. La
creencia en la comunicación exclusiva de los demonios, por
irracional que sea, podía no parecer imposible cuando se miraba a
los Espíritus como seres creados fuera de la humanidad; pero desde
que se sabe que los Espíritus no son otra cosa que las almas de
aquellos que han vivido, ha perdido todo su prestigio, y se puede
decir toda verosimilitud; porque se seguiría que todas estas almas
son demonios, aunque fuesen de un padre, de un hijo o de un amigo,
y que nosotros mismos muriendo, venimos a ser demonios, doctrina
poco lisonjera y poco consoladora para muchas gentes. Será muy
difícil persuadir a una madre de que el niño querido que ha
perdido, y que viene a darle, después de su muerte, pruebas de su
afecto y de su identidad, sea un dependiente de Satanás. Es verdad
que entre los Espíritus, los hay muy malos, y que no valen más que
aquellos que se llaman "demonios", por una razón bien sencilla:
porque hay hombres muy malos, y que la muerte no les hace
inmediatamente mejores, la cuestión está en saber si éstos son los
únicos que puedan comunicarse. A los que lo crean así, les
dirigimos las preguntas siguientes: 1ª. ¿Hay buenos y malos
Espíritus?
2ª. ¿Dios es más poderoso que los malos Espíritus, o que los
demonios, si así los queréis llamar? 3ª. Afirmar que sólo los malos
se comunican, es decir que los buenos no lo pueden; si esto es así,
una de dos: esto tiene lugar por la voluntad, o contra la voluntad
de Dios. Si es contra su voluntad, es que los malos Espíritus son
más poderosos que él; si es por su voluntad, ¿por qué en su bondad,
no lo permitiría a los buenos para contrabalancear la influencia de
los otros? 4ª. ¿Qué prueba podéis dar de la impotencia de los
buenos Espíritus en comunicarse? 5ª. Cuando se nos opone la
sabiduría de ciertas comunicaciones, respondéis que el demonio toma
todas las apariencias para seducir mejor. Sabemos en efecto, que
hay Espíritus hipócritas que dan a su lenguaje un falso barniz de
sabiduría; ¿pero admitís acaso que la ignorancia pueda falsificar
el verdadero saber, y una mala naturaleza remedar la verdadera
virtud, sin dejar penetrar nada que pudiese descubrir el fraude?
6ª. Si el demonio sólo se comunica, puesto que es el enemigo de
Dios y de los hombres, ¿por qué recomienda orar a Dios, someterse a
su voluntad, sufrir sin murmurar las tribulaciones de la vida, no
ambicionar honores ni riquezas, practicar la caridad y todas las
máximas de Cristo; en una palabra, hacer todo lo que es necesario
para destruir su imperio? Si es el demonio quien da tales consejos,
es preciso convenir que tan astuto como es, es bien poco diestro en
suministrar armas contra sí mismo. (*).
* Esta cuestión ha sido tratada en el "Libro de los Espíritus" (número 128 y siguientes); pero recomendamos a este objeto, como sobre todo lo que toca a la parte religiosa, a la obrita titulada: "Carta de un católico sobre el Espiritismo, por el doctor Grand, antiguo cónsul de Francia (casa Ledoyen, ln-18: precio, 1 fr.), así como la que nosotros vamos a publicar bajo el título de: "Los contradictores del Espiritismo, al punto de vista de la religión, de la ciencia y del materialismo."
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