defectos pasen desapercibidos, que sólo vuestras cualidades sean notadas; que la antorcha de la amistad santa reúna, esclarezca y enardezca vuestros corazones, y resistiréis a los ataques impotentes del mal, como la inmóvil peña a la ola furiosa.
San Vicente de Paul.
XXI
Amigos míos, vosotros queréis formar una
reunión espiritista y os lo apruebo, porque los Espíritus no pueden
ver con placer que los médiums estén aislados Dios no les ha dado
esta sublime facultad para ellos solos, sino para el bien
general.
Comunicándose con otros, tienen mil ocasiones de ilustrarse sobre
el mérito de las comunicaciones que reciben, mientras que solos,
están mucho mejor bajo el imperio de los Espíritus mentirosos,
maravillados de no tener comprobación. Esto es para vosotros, y si
no estáis dominados por el orgullo, lo comprenderéis y de ello
sacaréis provecho.
Vamos ahora para los demás.
¿Os habéis hecho bien cargo de lo que debe ser una reunión
espiritista? No, porque en vuestro celo creéis que lo que puede
hacerse mejor, es reunir el mayor número de personas, con el fin de
convencerlas. Desengañáos; cuantos menos seréis más obtendréis. Es
sobre todo por el ascendiente moral que vosotros ejerceréis, que os
atraeréis a los incrédulos, mucho más que por los fenómenos que
obtengáis; si sólo atraéis por los fenómenos, os vendrán a ver por
curiosidad y encontraréis curiosos que no os creerán y que se
reirán de vosotros; si no se encuentran entre vosotros sino
personas dignas de estima, puede ser que no se os crea en seguida,
pero se os respetará, y el respeto inspira siempre confianza.
Estáis convencidos que el Espiritismo debe conducir a una reforma
moral; que vuestra reunión sea, pues, la primera en dar ejemplo de
virtudes cristianas, porque en este tiempo de egoísmo, en las
sociedades espiritistas la verdadera caridad debe encontrar un
refugio (*). Tal debe ser, amigos míos, una reunión de verdaderos
espiritistas. Otra vez ya os daré otros consejos.
Fenelón.
XXII
Me habéis preguntado si la multiplicidad de grupos en una misma localidad, podría engendrar rivalidades sensibles para la doctrina. A esto os responderé que los que están imbuidos de los verdaderos principios de esta doctrina, miran como hermanos a todos los espiritistas y no como rivales; los que mirasen a las otras reuniones con celos, probarían que hay entre ellos una segunda intención de interés o de amor propio, y que están guiados por el amor de la verdad. Os aseguro que si estas personas estuviesen entre vosotros, pronto sembrarían la turbación y la desunión. El verdadero Espiritismo tiene por divisa "benevolencia y caridad" ; excluye toda rivalidad que no sea el bien que puede hacerse; todos los grupos que se inscribirán bajo su estandarte podrán darse la mano como buenos vecinos, que no son menos amigos aun cuando no habiten una misma casa. Los que pretendan tener los mejores Espíritus por guías, deberán probarlo enseñando los mejores sentimientos; que haya, pues, entre ellos lucha, pero lucha de grandeza de alma, de abnegación, de bondad y de humildad; el que echase al otro la piedra, sólo por esto probaría que está tentado por malos Espíritus. La naturaleza de los sentimientos que dos hombres manifiesten el uno con respecto al otro, es la piedra de toque que hace conocer la naturaleza de los Espíritus que les asisten. Fenelón.
XXIII
El silencio y el recogimiento son condiciones esenciales para todas las comunicaciones formales. Nunca obtendréis esto de aquellos que no sean atraídos a vuestras reuniones sino por la curiosidad; obligad, pues, a los curiosos que vayan a divertirse a otra parte, porque su distracción sería una causa de turbación. No debéis tolerar ninguna conversación cuando se pregunta a los Espíritus. Algunas veces tenéis comunicaciones que exigen réplicas formales por vuestra parte, y respuestas que no lo son menos de parte de los Espíritus evocados, que experimentan, creedlo bien, descontento por los cuchicheos continuos de ciertos asistentes; de aquí viene que nada hay completo ni verdaderamente formal; el médium que escribe, experimenta también distracciones muy perniciosas para su ministerio. San Luis.
XXIV
* Nosotros conocemos un sujeto que fue aceptado para un empleo de confianza en una casa importante, porque era espiritista sincero y se ha creído encontrar una garantía de moralidad en sus creencias.
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