Notas

[1] Las razones de todo ello pueden verse en mi libro El método do loe generaciones históricas, que va a aparecer en las publicaciones de la Cátedra Valdecilla (V. En torno a Galileo, tomo V de estas Obras Completas). <<

[2] En la edición alemana no se habla de «incorporación», sino de «synoikismo». La idea es la misma: synoiquismo es literalmente convivencia, ayuntamiento de moradas. Al revisar la traducción francesa, prefirió Mommsen una palabra menos técnica. <<

[3] En mi estudio, aún no recogido en volumen, El Estado, la juventud y el Carnaval, expongo la situación actual de las investigaciones etnográficas sobre el origen de la sociedad civil. Lejos de ser la familia germen del Estado, es, en varios sentidos, todo lo contrario: en primer lugar representa una formación posterior al Estado, y en segundo lugar, tiene el carácter de una reacción contra el Estado. (Recogido posteriormente con el título El origen deportivo del Estado (1924), en el tomo II de estas Obras Completas). <<

[4] A propósito del edicto de Caracalla, de 212 a. de J. C., concediendo a los habitantes del Imperio el dereoho de ciudadanía, escribe Bloch en un libro reciente: «El acto de 212 apareció a la larga en todo su verdadero alcance, considerado no tanto en sí mismo como en la serie de hechos de que era resultado y consagración; apareció como la suprema y definitiva expresión, como el coronamiento de la política liberal y generosa proseguida, con una constancia admirable, desde los primeros tiempos de la República. En este sentido habló de San Agustín, y con la misma intención escribía el galo Rutüius Namatianus, en el momento en que el Imperio iba a derrumbarse, estos hermosos versos, los más bellos en que se ha glorificado la misión histórica de Roma:

Fecisti patriam diversis gentibus unam,

Urbem fecisti quod prius orbis erat».

Blooh, L’Empire romain, 215 (1922).

<<

[5] Uno de los hombres más sabios e imparciales de nuestra época, el gran sociólogo y economista Max Weber, escribe: «La fuente originaria del concepto actual de la ley fue la disciplina militar romana y el carácter peculiar de su comunidad guerrera». (Wirischaft und Gesellchaft, página 406; 1922). <<

[6] No se oponga a esto la trivial objeción de que un pueblo puede ser más inteligente, sabio, industrioso, civil, artista que otro, y, sin embargo, bélicamente más débil. La calidad o rango histórico de un pueblo no se mide exclusivamente por aquellas dotes. El «bárbaro» que aniquila al romano decadente era menos sabio que éste, y, sin embargo, no es dudosa la superior calidad histórica de aquél. De todos modos, la opinión arriba apuntada alude sólo a la normalidad histórica, que, como toda regla, tiene sus excepciones y su compleja casuística. <<

[7] Opere inedite, vol. VI. <<

[8] Esto es, ensaya la unificación en un Estado de pueblos por tradición independientes, de hombres que no son sus vasallos y súbditos de antiguo. <<

[9] Se refiere al de Nápoles. <<

[10] Machiavelli, Opere, vol. VIII. Existe otro texto de esta carta con algunas variantes que subrayan más el mismo pensamiento, Por ejemplo: «Cosí fece il Be nelle imprese di Granata, di Africa e di Napoli; giacchè il suo vero scopo non fu mai questa o quella vittoria». <<

[11] Pocas cosas hay tan significativas del estado actual como oír a vascos y catalanes sostener que son ellos pueblos «oprimidos» por el resto de España. La situación privilegiada que gozan es tan evidente, que, a primera vista esa queja habrá de parecer grotesca. Pero a quien le interese no tanto juzgar a las gentes como entenderlas, le importa más notar que ese sentimiento es sincero, por muy injustificado que se repute. Y es que se trata de algo puramente relativo. El hombre condenado a vivir con una mujer a quien no ama siente las caricias de ésta como un irritante roce de cadenas. Así, aquel sentimiento de opresión, injustificado en cuanto pretende reflejar una situación objetiva, es síntoma verídico del estado subjetivo en que Cataluña y Vasconia se hallan. <<

[12] El caso de Carlos IIΙ constituye a primera vista una excepción, que a la postre vendría, como toda excepción, a confirmar la regla. Pero en la estimación que hace treinta años sentían los «progresistas» españoles por Carlos IIΙ hay mala inteligencia. Podrá una parte de su política ser simpática desde el punto de vista de la cultura general humana, pero el conjunto es acaso el más particularista y antiespañol que ofrece la historia de la Monarquía. <<

[13] Imagínese el entusiasmo con que el pueblo alemán habrá visto al gremio glorioso de sus químicos destacarse de la humilde oscuridad en que solía vivir y dar en proporciones geniales el patriótico rendimiento que ha asombrado al mundo. De seguro que en tales momentos habrá bendecido la nación entera el cuidado, en apariencia superfluo, que en otro tiempo puso en fomentar los estudios químicos. En cambio, ese mismo pueblo ha maldecido cien veces su torpe desdén hacia la política interior y exterior, que le impidió preparar para el día de las urgencias un selecto cuerpo de diplomáticos y políticos. <<

[14] Este esquema de la trayectoria psicológica seguida por el alma del grupo militar español es muy posiblemente mi puro error. Espero, sin embargo, que se vea en ella el leal ensayo que un extraño hace de entender el espíritu de los militares. Permítaseme recordar que en una conferencia dada en abril de 1914, varios meses antes de la guerra mundial, hablé ya de la desnacionalización del Ejército y anticipé no poco de lo que, por desgracia, luego ha acontecido. Véase el folleto Vieja y nueva política, 1914 (tomo I de estas Obras Completas). El sugestivo libro no hace mucho publicado por el conde, de Romanones —acaso el más inteligente de nuestros políticos— confirma con testimonio de mayor excepción cuanto voy diciendo. <<

[15] Que material y técnicamente no estuviese ni esté aún dispuesto, es punto que nada tiene que ver con esta historia psicológica que voy haciendo. <<

[16] [¡No olvide el lector que está leyendo unas páginas escritas y publicadas a principios de 1921!] <<

[17] Estos días asistimos a la catástrofe sobrevenida en la economía española por la torpeza y la inmoralidad de nuestros industriales y financieros. Por grandes que sean la incompetencia y desaprensión de los políticos, ¿quién puede dudar que los banqueros, negociantes y productores les ganan el campeonato? <<

[18] El particularismo obrerista procede de una teoría, y, por lo tanto, es un fenómeno histórico muy distinto del particularismo espontáneo y emotivo que yo atribuyo a las clases sociales de España. Por ser aquél teórico, de orden racional, como la geometría o el darwinismo, puede existir en todos los pueblos, cualquiera que sea la densidad de su cohesión. El particularismo obrerista no es, pues, un fenómeno peculiar de España; lo es, en cambio, el particularismo del industrial, del militar, del aristócrata, del empleado. <<

[19] En 1915 me ocurría escribir: «No somos de ningún partido actual porque las diferencias que separan irnos de otros responden, cuando más, a palabras y no a diferencias reales de opinión. Hay que confundir los partidos de hoy para que sean posibles mañana nuevos partidos vigorosos». Revista España, núm. 1. <<

[20] Como luego verá el lector, no se trata exclusivamente, ni siquiera principalmente, de directores y dirigidos en el sentido político; esto es, de gobernantes y gobernados. Lo político, repito, es sólo una faceta de lo social. <<

[21] Véase Max Weber: Religionssoziologie, II, 1921. <<

[22] Véase sobre psicología infantil mi ensayo Biología y Pedagogía, publicado en el tomo tercero de El Espectador. Allí muestro, como característica de la infancia, una genial ceguera para cuanto hay de vicioso y desagradable en la realidad, de modo que sólo percibe sus porciones gratas y amables. (Tomo II de estas Obras Completas). <<

[23] Porque al olvidamos de analizar con sumo respeto la realidad, propendemos ligeramente a declarar indebidas muchas cosas que poseen un profundo sentido moral. Así se ha deducido frívolamente que son injustas las diferencias jerárquicas, sin las cuales no hay sociedad que pueda nacer ni persistir. <<

[24] Fuerza y utilidad son como corrientes inducidas que se producen dentro del circuito social una vez que se ha formado. <<

[25] [Sobre la elección en amor, véase mi libro Estudios sobre el amor. Revista de Occidente. Madrid. Tomo V, de estas Obras Completas]. <<

[26] Las peripecias al través de las cuales estos tres elementos se mezclan hasta formar las entidades nacionales son sumamente diversas en los cuatro países. Hasta qué punto esas peripecias modifican la estructura específica común a todos, no es cosa que quepa ni siquiera apuntar en estas páginas. Pero, dado el desconocimiento de la propia historia que padecemos los españoles, es oportuno advertir que ni los árabes constituyen un ingrediente esencial en la génesis de nuestra nacionalidad, ni su dominación explica la debilidad del feudalismo peninsular. <<

[27] Durante la segunda mitad del siglo XIX muchos historiadores, Fustel de Coulanges, por ejemplo, se obstinan en derivar el «señorío» medieval del derecho dominical, de los «séniores» romanos. Cada día parece menos justificada esta tendencia. <<

[28] No cabe imaginar nada más opuesto a la manera moderna de sentir lo económico que el temperamento medieval. Por eso, sus ideas económicas son la estricta inversión de las hoy vigentes. Mientras para la economía capitalista el problema de la riqueza consiste principalmente en cómo se gana, lo que preocupa a la economía medieval es cómo se gasta. Así, la cuestión del justo reparto económico no sólo se resuelve en sentido contrario al que ha querido imponer la Edad Moderna, sino que se plantea, desde luego, al revés. No se pregunta cuánto tiene derecho a ganar cada cual, sino cuánto tiene obligación de gastar. Según Santo Tomás, a cada individuo corresponde tanto de riqueza —exteriores divitias— cuanto sea necesario para la vida propia a su condición —prout sunt necesmriae ad vitam eius secundum suam conditionem (Summa Theol., 2.a, 2.ª, Qu. 118, art. I). El trabajo no es, pues, el metro de la justa ganancia, sino la condición. El noble, el magistrado, el dignatario eclesiástico tienen obligación de dar a su conducta el ornato y atuendo que corresponden a su función y jerarquía. El dinero debe ir, pues, al rango, a la autoridad, que es, a su vez, síntoma de un esfuerzo superior; no se gana propiamente, sino que se merece. Si la ética económica de nuestra edad, divinizadora del trabajo, culmina en el «derecho al producto íntegro» de éste, la de los siglos medios podría haber formulado su tendencia en «el derecho al decoro íntegro de la autoridad». Algo sobre este tema puede verse en Werner Sombart: Der moderne Kapitalismus, 3.a ed., 1919, vol. I, parte I. <<

[29] Quien analice lealmente y sin «beatería» democrática el derecho moderno, no puede menos de descubrir en él un elemento de pusilanimidad, por fortuna mezclado con otros más respetables. Mientras las revoluciones modernas se han hecho para demandar el derecho a la seguridad, en la Edad Media so hicieron para conquistar o afirmar el derecho al peligro. <<

[30] Sin negar que se produzcan innovaciones radicales, puede decirse que los cambios históricos son principalmente cambios de perspectiva: lo que ayer ocupaba el primer plano en la atención humana, queda hoy relegado a un plano secundario, sin que por esto desaparezca totalmente. Así, de los principios «modernos» sobrevivirán muchas cosas en el futuro; pero lo decisivo es que dejarán de ser «principios», centros de la gravitación espiritual. <<

[31] Kerschensteiner: Begriff der Arbeitsachule, 1922. <<

[32] Obras Completas, tomo I, pág. 272. <<

[33] Obras Completos, tomo I, pág. 273. <<

[34] Idem, tomo I, pág. 273. <<

[35] Idem, tomo I, pág. 275. <<

[36] Idem, tomo I, pág. 276. (Subrayado en el texto original). <<

[37] Obras Completas, tomo I, págs. 278 y 279. <<

[38] Los términos «biología, biológico» se usan en este libro —cuando no se hace especial salvedad— para designar la ciencia de la vida, entendiendo por ésta una realidad con respecto a la cual las diferencias entre alma y cuerpo son secundarias. <<

[39] Si alguien quiere ocuparse en reunir datos para una historia de las profecías históricas, se encontrará en seguida, sin necesidad de vastas investigaciones, con que la profecía ha sido lo normal, con que casi toda nueva etapa fue pronosticada por la anterior con pasmosa precisión. En obra próxima a publicarse reuniré algunas pruebas de esta afirmación, pero insisto en que el hecho a que me refiero es tan palmario que me sorprende no hallarlo desde siempre reconocido y subrayado. <<

[40] Como se advierte, esta doctrina de una posible anticipación del porvenir no tiene apenas contacto con el «profetismo histórico» que recientemente ha proclamado Oswald Spengler. Este funda su profetismo en una contemplación de las vidas históricas desde fuera de éstas, que consiste en una comparación intuitiva de sus formas o morfología. Lo que yo sostengo es lo contrario: el pronóstico histórico sólo es posible desde dentro de una vida y no por comparación de esta con otras. El método comparativo propiamente tal en la morfología queda, en mi punto de vista, reducido a un papel auxiliar y, además, consistente en otro género de comparación. <<

[41] En este punto, aunque sus motivos me parezcan inaceptables, tiene razón el materialismo histórico. <<

[42] Véase el Apéndice I de este ensayo: El ocaso de las revoluciones. <<

[43] Queda, pues, trascendido el sentido habitual de las palabras biología, individuo orgánico, etc., al perder su adscripción exclusiva a lo somático, la ciencia de la vida, el logos del bíos se convierte en un conocimiento fundamental de que todos los demás dependen, incluso la lógica, y, claro está, la física y biología tradicional o (ciencia de los cuerpos organizados. <<

[44] Por tanto —y esta advertencia es capital—, las actividades espirituales son también primariamente vida espontánea. El concepto puro de la ciencia nace como una emanación espontánea del sujeto, lo mismo que la lágrima. <<

[45] Véase «Fraseología y sinceridad», en El Espectador, tomo V, 1926, tomo II de estas Obras Completas. <<

[46] Es interesante asistir históricamente a este proceso y ver cómo lo que luego va a ser un principio puro de derecho empieza por ser un uso mágico o una decantación legendaria, o el apetito particular de un grupo, o una conveniencia puramente material. Y lo mismo acontece con la ciencia, la moral o el arte. Habría que hacer una genealogía de la cultura. <<

[47] Las estaciones en esta vía de aniquilación marcan a la vez el grado de santidad. Cuatro rangos principales distingue el viejo canon:

1. ° El Srotaapana, literalmente «el que ha llegado al río», es decir, el que ha puesto su planta en el sendero de la doctrina e inicia, por tanto, su obra de salvación.

2. ° El Sakrdagamin, «el que aún vuelve una vez»: en este grado se halla el que ha conseguido anular sus deseos y pasiones, pero aún conserva un último resto que le obliga a renacer una vez todavía en este mundo.

3. ° El Anagamin, «el que ya no vuelve», no renace en la tierra, pero sí vuelve a existir una vez en el mundo de los dioses.

4. ° El Arhat, grado sumo a que sólo puede llegar el monje. En SI se conquista plenamente la extinción nirvánica. Véase Pischel, Leben und Lehre des Buddha, págs. 87-88, año 1921. (Traducción española de Revista de Occidente). <<

[48] Una exposición más minuciosa de la doctrina búdica habría de hacer notar que el nirvana no consiste, desde el punto de vista oriental, en un estricto nada. Es, en efecto, la anidación de la existencia del sujeto, y, por tanto, para un europeo equivalente a la total inexistencia. Pero lo característico es que el asiático tiene de esa existencia transubjetiva un concepto positivo. <<

[49] Habes apostolum dicentem radicem omnium malorum esse cupiditas. (San Agustín). <<

[50] Hoy todo el mundo habla de crisis, pero conviene recordar que esto fue dicho en 1921 y pensado en años anteriores. <<

[51] De no ser inexcusables para darle su verdadero sentido amplias explicaciones, tendría derecho eminente al de Goethe el maestro Eckart con su prodigioso párrafo: «Quien durante mil años preguntase a la vida: “¿Por qué vives?”, y si ésta pudiese responder, diría: “Vivo para vivir”. Procede esto de que la vida vive de su propio fondo y mana de su mismidad. Por eso vive sin porqué, viviéndose sin más a sí misma. Parejamente, si alguien preguntase a un auténtico hombre que obra de su propio fondo: “¿Por qué operas tus obras?”, no diría más que: “Opero para operar”». <<

[52] Como es sabido, no se puede encontrar en sus obras esta fórmula, desde siempre atribuida a San Agustín, pero toda su producción la parafrasea. Véase Mausbach: Die Ethik Augustinus. <<

[53] Desde 1913 expongo en mis cursos universitarios esta doctrina del perspectivismo que en El Espectador, I (1916), aparece taxativamente formulada. Sobre la magnífica confirmación de esta teoría por la obra de Einstein, véase el apéndice. <<

[54] En rigor, habría que distinguir muchas más modificaciones de psique humana a lo largo de un ciclo histórico «completo»; y si hablo sólo de tres, no ha de darse a este número triádico valor cabalístico alguno. Significa meramente que fijándonos en esas tres formas extremas de la evolución psicológica obtenemos los puntos de comparación suficientes para aclarar el amplio fenómeno histórico que ahora nos interesa. Si se tratase de comprender un fenómeno de menores proporciones, tendríamos que acercamos más al área histórica, y esos tres compartimientos se subdividirían en muchos otros. Conceptos que coinciden con la realidad cuando se mira a ésta desde cierta distancia, tienen que ser sustituidos por otros cuando la distancia se acorta, y viceversa. El pensamiento va regido por una ley de perspectiva, lo mismo que la visualidad. <<

[55] Hay otro modo de influir en nosotros el pasado que es opuesto a éste y tiene un carácter negativo. El hombre que llega a plena madurez y tiene ya a la espalda la porción mayor de su vida, se encuentra con que ha hecho ya en su trato con las cosas innumerables ensayos o experiencias. De aquí que le sea cada vez más difícil hallar nuevos modos, no fracasados, de ilusionarse con las cosas —por ejemplo, en el amor, en los negocios—. Su pasado de experiencias limita sobremanera sus esperanzas. Difícil será que al afrontar una situación no se acuerde de otras muy parecidas y que el pasado no le grite constantemente su «¡Guarda, Pablo!» Este influjo del pasado es, como se advierte, negativo. La historia de un pueblo está sometida a él aún más que el individuo. ¿Puede, por ejemplo, ser hoy un pueblo demócrata con la ingenua ilusión con que lo era hace un siglo, o absolutista con la tranquilidad con que lo era hacia 1650? <<

[56] Henri Pirenne: Les Anciennes Démocraties des Pays-Βαs, páginas 133, 197, 199, 200. <<

[57] Quede para otra ocasión el análisis de las diferencias entre nuestras democracias y las de otros tiempos, juntamente con el estudio de su génesis. Circulan sobre todo esto las nociones más confusas. A muchos conspicuos radicales he preguntado qué entienden por democracia y por liberalismo, sin conseguir más que respuestas de una vaguedad inaceptable. Y, sin embargo, son dos cosas perfectamente claras, cuya evidente genealogía es, en verdad, la que menos sospechan los demócratas al uso. <<

[58] Eduard Meyer: Geschichte des Alterturms, tomo II. <<

[59] La paridad llega hasta el punto de que también Clístenes introduce en su constitución el sistema decimal.

Véase Wilamowitz-Mollendorf: Staat und Gesellschaft der Griechen. <<

[60] Sabido es que éste, oriundo de la gene Paulo-Emiliana, entró por adopción en la familia de los Escipiones. <<

[61] Rosenberg: Historia de la República Romana, pág. 59. (1921). <<

[62] La primera publicación de Einstein sobre su reciente descubrimiento, Die Grundlagen der allgemeinen Relativitätstheorie, se publicó dentro de ese año. <<

[63] Bastante tiempo después de publicado esto, se me ha hecho notar que simultáneamente había aparecido una conferencia del filósofo Geiger donde se habla también del sentido absoluto que va anejo a la teoría de Einstein. Pero el caso es que la tesis de Geiger tiene algún punto común con la sostenida en este ensayo. <<

[64] Por todas partes, en el sistema de Einstein se persigue al infinito. Así, por ejemplo, queda suprimida la posibilidad de velocidades infinitas. <<

[65] Otros dos puntos fuera necesario tocar para que las líneas generales de la mente que ha creado la teoría de la relatividad quedasen completas. Uno de ellos es el cuidado con que se subrayan las discontinuidades en lo real, frente al prurito de lo continuo que domina el pensamiento de los últimos siglos. Este discontinuismo triunfa a la par en biología y en historia. El otro punto, tal vez el más grave de todos, es la tendencia a suprimir la causalidad que opera en forma latente dentro de la teoría de Einstein. La física, que comenzó por ser mecánica y luego fue dinámica, tiende en Einstein a convertirse en mera cinemática. Sobre ambos plintos sólo puede hablarse recurriendo a difíciles cuestiones técnicas, que en el texto he procurado eliminar. <<

[66] Hoy puede leerse en reciente traducción francesa de Oudil. <<

[67] De esta serie de artículos sobre Las ideas de León Frobenius se han suprimido aquellos párrafos que fueron luego recogidos por el autor en su ensayo Las Atlántidas, inserto en este tomo. <<

[68] Véase «El origen deportivo del Estado» en el tomo II de estas Obras Completas. <<

[69] Se suprime el artículo II de esta serie por haberlo recogido el autor en su ensayo Las Atlántidas, inserto en este tomo. <<

[70] Véase el libro de J. von Uexküll: Ideas para una concepción biológica del mundo, 1922. <<

[71] Permítaseme, por excepción, un recuerdo personal. En 1912, invitado por la Sociedad de Matemática, di en el Ateneo una conferencia, donde pronosticaba que al siglo «evolucionista» y, por tanto, unitarista seguiría una época de mayor atención a lo discontinuo y diferencial. En aquella fecha, y, claro está, sin que yo lo supiese, trabajaba Plank en su teoría de la «quanta». En 1915 descubría Einstein su principio general de relatividad. En 1913 aparecía la obra de Uexküll, que he hecho recientemente traducir al castellano. En 1918 publicaba Spengler su libro histórico. En esos años adquiere el mendelismo un valor de doctrina clásica. En fin, la misma matemática, que era la matriz de la idea de continuidad, empieza a afirmar la necesidad de renunciar a ella y afianzarse en lo discontinuo. Las dos cabezas más geniales de matemáticos que hoy existen —Brouwer y Weyl— trabajan a estas horas en ello. Frente a esta masa gigante de ejemplares hechos intelectuales, los gestos de unitarismo utópico que veo hacer a algunos me parecen simplemente eso: gestos. <<

[72] La obra de Breysig donde por vez primera formula estos conceptos es de 1905: Stufenbau und Gesetze der Weltgeschichte. <<

[73] En la primera edición de Las Atlántidas se incluyeron varias figuras del Sudán y de China que motivaron el siguiente preámbulo del autor:

Este libro contiene dos series de fotograbados. La primera reúne algunas esculturas en bronce y terracota descubiertas hace unos años en el Sudán. La segunda presenta unas figuras cerámicas de China que han sido conocidas muy recientemente. En rigor, este libro debía llevar al público sensible a quien se dirige, sólo esas imágenes. Deseaba hace tiempo transmitir a mis lectores habituales la fuerte emoción que en su día me proporcionaron. No se trata sólo, ni principalmente, de una emoción artística. Algunas de estas esculturas no son de gran valor estético. Se trata de mía emoción más grave e integral. Es la sorpresa ante un pasado desconocido y admirable, es el choque con formas de humanidad poderosas y tan distintas de la nuestra, que al enfrontamos con ellas sentimos una fértil y educadora vacilación. De unas y otras creaciones se sabe muy poco y apenas hay que hablar. Todo lo esencial lo modulan ellas por sí mismas. He querido, sin embargo, agregar estas páginas como a la melodía se añade un acompañamiento. Mi propósito es que estas figuras, con el poder insustituible de la intuición, envíen al lector la línea clara de su canto. A éste corresponden ciertos problemas de orden intelectual que seguramente despertarán en todos los que las contemplen. Van, pues, estas páginas como un fondo de ideas puesto a una silueta de emoción. Nada más.

Y las dos notas siguientes:

Figuras del Sudán.— La serie de grabados del 1 al 5 reproducen plásticas halladas en tierra del Sudán. Su descubrimiento no se debe al azar. No se trata de objetos etnográficos que hayan venido, como por sí mismos, a las manos de un afortunado explorador. La revelación de estas admirables esculturas fue de por sí una previsión científica, pareja a la de Leverrier, que postuló a priori la existencia de Neptuno.

Múltiples indicios y fértiles hipótesis convencieron a León Frobenius de que en la tierra de los Yórubas, sita entre el codo del Níger y el Atlántico, debía haber existido una viejísima civilización, hoy ya casi por completo sumergida. Esta civilización se anunciaba como pariente de las culturas mediterráneas florecientes en 2000 y 1500 antes de Jesucristo. Tales la cultura tartesia, la etrusca y la del Norte africano. Coincidiendo con Schulten, consideraba Frobenius ese bloque histórico como la efectiva realidad correspondiente a la legendaria Atlántida. El desierto de Sahara fue siempre y sigue siendo un interceptador de transmisiones culturales desde el Norte africano hacia el Sudán. La presencia en esta última comarca de restos históricos semejantes a los etruscos y tartesios implicaba, pues, una transmisión por vía marítima. La cultura de los Yórubas —por darle el nombre del pueblo superviviente— era, pues, una expansión colonial de la cultura tartesio-etrusca realizada sobre la costa atlántica.

Hoy se elaboran en Benin bronces y tallas que presentan una última degeneración de un arte peculiarísimo. Tras estas miserables manufacturas de hoy se ven otras de fecha medieval en que aparece el mismo estilo, dotado aún de alguna pureza. Sin embargo, estos famosos bronces medievales de Benin que figuran en los Museos de Europa suponían —según Frobenius— una producción muy anterior y más perfecta. Durante años, con tenacidad ejemplar, ha buscado Frobenius bajo la tierra sudanesa las reliquias de ese arte supuesto. En 1910 logró, por fin, desenterrar las piezas admirables que aquí reproduzco. ¿De qué época son? Por una serie de encadenamientos, cuya exposición fuera aquí inoportuna, puede insinuarse la época del siglo XV o XVI antes de Jesucristo.

La figura primera, de bronce, representa a Olokun, el Dios del Mar, avatar africano del Neptuno mediterráneo. Las figuras 2 y 3 tienen un inequívoco aspecto de retratos personales. Si se las compara con las figuras 4 y 5, se advertirá la diferencia de tipos étnicos. Todo indica que existían dos razas, vencedores y vencidos, los irnos corporalmente más perfectos que los otros. Las estrías que estas terracotas ostentan ¿procedían, acaso, del procedimiento usado para su creación, o eran un tema decorativo premeditado? Sea de ello lo que fuera, cuando se piensa que la materia de estas figuras —1, 2 y 3— ha sido modelada en tierra de negros hace treinta y cinco siglos, el corazón tiende a dilatarse dentro del pecho, como si buscase más amplios espacios donde respirar.

Figuras de la China.— El budismo dio a China lo que siempre le ha faltado: elevación, fuerte aletazo trascendente, inquietud. Esta gran brisa espiritual movilizó las líneas del estilo artístico tradicional en Extremo Oriente. Sobre todo en la plástica produjo resultados extraños en que la manera del hindú se mezcla al fondo sínico.

Los grabados del 6 hasta el fin reproducen esculturas hace pocos años descubiertas en China. Por su superior calidad y diferente origen conviene, desde luego, separar las dos últimas encontradas en I-dschu por Rerzynski, poco antes de la guerra, y que se hallan en el Städelsche Institut de Francfort y en el Museo Metropolitano de Nueva York. Las restantes, de hallazgo aún más reciente, persisten en el claustro de Ling-yen-si. Unas y otras son labor cerámica. Las últimas vivamente coloridas y, a lo que parece, restaurada la pintura en 1863.

La ignorancia en que aún estamos de la evolución del arte chino, sobre todo de la plástica, impide situar en el tiempo estas creaciones. Es evidente que las figuras 22 y 23 son obras de tiempos más antiguos y de mayor perfección que las restantes.

En el claustro de Ling-yen-si (núm. 6) aparecen sentados, y en varias actitudes litúrgicas, cuarenta personajes, de talla natural, que representan otros tantos «santos» u «honorables» (Lojan) del budismo. La tradición de los imagineros se suele reducir a diez, dieciséis o dieciocho figuras. El núcleo inicial de diez corresponde a los diez discípulos principales del Gautama Budha, que luego se amplía a seis más. Este tema, parejo al de nuestros «apostolados», obliga al artista chino a figurar hombres de razas exóticas. Tal vez, por lo mismo, se comenzó a añadir dos fisonomías chinas, dando así un total de dieciocho. En Ling-yen-si, sin duda en época de decadencia, se llega a cuarenta Lojan. Entre ellos hay cabezas de tres razas: blancos arios enjutos, morenos dravidianos del sur de la India y chinos. He visto que algunos fijan la edad de esas esculturas entre los siglos XIV y XVII. <<

[74] No es suficientemente conocido el hecho de haber sido esta Corte papal francoitaliana la ocasión primera en que de modo habitual y establecido entraron las damas a formar parte de la «sociedad». De ella, pues, hay que datar propiamente ese organismo social que los hombres modernos han llamado «corte». Constituida la de Avignon en su mayor parte por dignatarios eclesiásticos, en consecuencia, por célibes, apareció un tipo original de mujeres que llevaban una vida independiente y cultivada. Para ellas se acuña, por vez primera, la palabra «cortesana». ¡Pero sea denostado quien piense mal! Una de ellas fue Laura de Novés, la amiga del Petrarca. <<

[75] Sería importuno ensayar aquí un análisis, por breve que fuera, del sentimiento amoroso en Grecia. Desgraciadamente, señora, tanto en el país donde yo escribo como en el que usted respira, impera todavía un filisteísmo provincial tan estrecho, que no deja margen para hablar con elevada claridad sobre los temas más hondos de lo humano. <<

[76] Pero no relaciones impuestas por la mente a las cosas, como Kant quería, sino relaciones de naturaleza objetiva. La hueva física relativista se aproxima más a Aristóteles y Santo Tomás que a Kant. Yo lo siento mucho; pero no tengo influencia en el distrito para variar la situación. <<

[77] Véase Musicalia en El Espectador, tomo III (en el tomo II de estas Obras Completas). <<

[78] Por ejemplo, en la Edad Media. Correspondiendo a la estructura binaria de la Sociedad, dividida en dos capas: los nobles y los plebeyos, existió un arte noble que era «convencional», «idealista», esto es, artístico, y un arte popular que era realista y satírico. <<

[79] Esta nueva sensibilidad no se da sólo en los creadores de arte, sino también en gente que es sólo público. Cuando he dicho que el arte nuevo es un arte para artistas, entendía por tales, no sólo los que producen este arte, sino los que tienen la capacidad de percibir valores puramente artísticos. <<

[80] El «ultraísmo» es uno de los nombres más certeros que se han forjado para denominar la nueva sensibilidad. <<

[81] Un ensayo se ha hecho en este sentido extremo (ciertas obras de Picasso), pero con ejemplar fracaso. <<

[82] Que es lo que ha hecho la broma dadaísta. Puede irse advirtiendo (véase la nota anterior) cómo las mismas extravagancias y fallidos intentos del arte nuevo se derivan con cierta lógica de su principio orgánico. Lo cual demuestra ex abundantia que se trata, en efecto, de un movimiento unitario y lleno de sentido. <<

[83] Causación y motivación son, pues, dos nexos completamente distintos. Las causas de nuestros estados de conciencia no existen para éstos: es preciso que la ciencia las averigüe. En cambio, el motivo de un sentimiento, de una volición, de una creencia, forma parte de éstos, es un nexo consciente. <<

[84] Un análisis más detenido de lo que significa Debussy frente a la música romántica puede verse en mi ensayo Musicalia, recogido en El Espectador, tomo III (en el tomo II de estas Obras Completas). <<

[85] Algo más sobre la metáfora puede verse en el ensayo Las dos grandes metáforas, publicado en El Espectador, tomo IV, 1925 (en el tomo II de estas Obras Completas), y en «Ensayo de Estética a manera de prólogo», en el tomo VI de estas Obras Completas. <<

[86] Véase Heinz Werner: Die Ursprünge der Metapher, 1919. <<

[87] Sería enojoso repetir, bajo cada una do estas páginas, que cada uno de los rasgos subrayados por mí como esenciales al arte nuevo han de entenderse en el sentido de propensiones predominantes y no de atribuciones absolutas. <<

[88] Véase mi libro El tema de nuestro tiempo, en este volumen. <<

[89] Sería de interés analizar los mecanismos psicológicos por medio de los cuales influye negativamente el arte de ayer sobre el de mañana. Por lo pronto, hay uno bien claro: la fatiga. La mera repetición de un estilo embota y cansa la sensibilidad. Wölfflin ha mostrado en sus Conceptos fundamentales en la historia del arte el poder que la fatiga ha tenido una y otra vez para movilizar el arte, obligándole a transformarse. Más aún en la literatura. Todavía Cicerón, por «hablar latín», dice latine loqui; pero en el siglo V Sidonio Apolinar tendrá que decir latialiter insusurrare. Eran demasiados siglos de decir lo mismo en la misma forma. <<

[90] En el periódico El Sol. Luego ha contestado a estas notas mías con un prólogo teórico antepuesto a la novela La nave de los locos. <<

[91] Véase el ensayo de Américo Castro al frente de un tomo de Tirso en los admirables Clásicos castellanos, de La Lectura. <<

[92] Véase el tomo VI de estas Obras Completas. <<

[93] Esta afirmación estética de lo cuotidiano y la exclusión rigorosa de todo lo maravilloso es la nota más esencial que define el género «novela» en el sentido de esta palabra que importa para el presente ensayo. Es de esperar que el lector no se rinda al equívoco accidental del lenguaje, que usa el mismo nombre para denominar el libro de caballerías y su opuesto el Quijote. En rigor, para hallar las condiciones de la novela, en el sentido más actual del término, bastaría con reflexionar sobre cómo puede estar constituida una producción épica que elimina formalmente todo lo extraordinario y maravilloso. <<

[94] Sobre esta cuestión en la historia, véase mi reciente libro Las Atlántidas (en este mismo volumen). <<

[95] Acompaña a este cambio un fenómeno fisiológico paralelo. El reconcentrado suele padecer desorden circulatorio: las vísceras se cargan de sangre, como esponjas, y la retraen de la periferia. El viaje, sobre todo el viaje en automóvil, y más aún en automóvil abierto, por el masaje del viento y la acción de la luz, atrae hacia la piel el exceso de riego visceral y restablece el equilibrio circulatorio. <<

[96] Véase el ensayo Elogio del Murciélago, en El Espectador, tomo IV ven el tomo II de estas Obras Completas). <<

[97] Las innovaciones son tanto más profundas, serias y sutiles cuanto menos espectaculares sean. En política, lo espectacular es romanticismo, retomo al pasado o retención dentro de él. <<

[98] El primer ensayo de esta serie titulado Masas fue incluido por el autor posteriormente en su obra La rebelión de las masas. (Véase el tomo IV de estas Obras Completas). <<

[99] Hasta el punto de existir en ciertos pueblos primitivos dos idiomas, uno que hablan sólo los hombres y otro sólo para las mujeres. <<

[100] Hay, sin duda, un factor que colabora en estos cambios como en todos los del organismo vivo, pero me resisto a considerarlo decisivo. Es el contraste. La vida tiene la condición inexorable de cansarse, de embotarse para un estímulo y, al propio tiempo, rehabilitarse para el estímulo opuesto. Si en un estilo pictórico las figuras aparecen en posición vertical, es sumamente probable que poco tiempo después surgirá otro estilo con las figuras en posición diagonal (cambio de la pintura italiana de 1600 a 1600). <<

[101] No se explica, a mi juicio, el origen de ciertas cosas humanas, entre ellas el Estado, si no se supone en épocas muy primitivas una etapa de enorme predominio de los jóvenes que ha dejado, en efecto, muchos vestigios positivos en pueblos salvajes del presente. (Véase «El origen deportivo del Estado», en el tomo II de estas Obras Completas). <<

[102] El que quisiera contamos con algún detalle la guerra de Numancia, las consecuencias que trajo para la vida romana, cambios políticos, reforma de las instituciones, etc., haría una buena obra, Porque el paralelismo con el momento presente de España es sorprendente y luminoso. <<

[103] Desde un punto de vista más general, que, por lo tanto, no contradice lo dicho ahora, tiene sentido decir que la vida no es sino juventud, o que en la juventud culmina la vida, o que vivir es ser joven y lo demás es desvivir. Pero esto vale para un concepto más minucioso de juventud que el usado habitualmente y a que este ensayo se acoge. <<

[104] Un ejemplo de esos combates en que la victoria efectiva no ha dado, sin embargo, el triunfo al combatiente, puede verse en el orden público. Los que han combatido y en realidad vencido a la vieja política pseudoparlamentaria, han sido los «intelectuales» de esta generación. Y, sin embargo, por razones de curioso espejismo histórico, el triunfo lo han gozado quienes no combatieron nunca ese régimen mientras fue poderoso. <<

[105] El día que se haga en serio la historia del último siglo se verá que esa generación es la efectivamente culpable del desarreglo actual de Europa. <<

[106] Tengo idea de que Freud se ocupa minuciosamente de este hecho. Como hace dieciséis años que leí a este autor, no recuerdo bien en qué obra trata del asunto; pero con alguna probabilidad dirijo al lector hacia la que entonces se titulaba Tres ensayos sobre teoría sexual. <<

[107] Véase la Crónica, de Fra Salimbene. (Parma, 1857, págs. 94-102). <<

[108] Sólo para alabar a las damas, dice el trovador Giraud de Bornelh. <<

[109] Por esto la estimación del escritor en España es siempre falsa y más bien obra de la buena voluntad que de sincero entusiasmo. En cambio, en Francia tiene el escritor un formidable poder social. Simplemente, porque los franceses entienden de literatura. <<

[110] Achille Luchaire: La société française au tempe de Philippe Auguste, pág. 376. <<

[111] Queda siempre, como no podía menos, otro género de influencia que se produce a la larga y difusamente. Por eso, si la desatención al escritor va inspirada por el deseo de que sus ideas no penetren nunca en la masa social, fracasa en el propósito. A la postre, tarde y confusionariamente, acaba también en España el pueblo por pensar como los escritores. Pero ahora se trata de la influencia mediata, concreta y rápida que es normal en otras naciones. <<

[112] Pound: The iron man in industry 1922, pág. 76.—Alfred Rühl: El sentido económico en América, págs. 46 y 53. 1927. <<

[113] T. E. Lawrence, Revolt in the Desert, 1927. Jonathan Cape. Londres. <<

[114] Pidal atribuye la pobreza de variaciones en el lenguaje de los siglos posteriores a la conquista uniforme realizada por Castilla de tres cuartas partes de la Península, y, en cambio, parte, como si fuese cosa natural, de un romance visigótico homogéneo. Yo, ignorante, pregunto con dramático interés: ¿Fueron homogéneas en esa misma época —la nuestra visigótica— Francia e Italia? Me daría gran pena si no hay siquiera doce españoles que perciban la enorme, fatídica importancia de esta pregunta, en apariencia tan mansa. Me daría gran pena, porque entonces tendría que decir dolorida, pero enérgicamente: ¡No hay doce españoles que hayan pensado en serio y en hondo sobre la historia de España! <<

[115] Frase de dos filos, porque insinúa que Castilla no es España. <<

[116] Eduardo Meyer: Origen y comienzos del Cristianismo. Tres tomos, 1921-1923. Hay ya ediciones más recientes, que yo no he visto. <<

[117] Como sustitución de lo no dicho, indicaré alguna bibliografía, por si alguien se interesa en el tema. La exposición de conjunto mejor es el libro de E. Fascher: El método histórico de las formas (Die formgeschichtliche Methode), 1924.—M. Dibelius: La historia formal del Evangelio, 1010. La actualidad del asunto queda demostrada por el hecho de dedicarle un estudio en su tercer cuaderno la magnífica revista nueva Scholastik (data su publicación de este mismo año), compuesta por los jesuitas de Valkenburg. <<

[118] Galápagos, das Ende der Welt, por William Beebe. Brockhaus, Leipzig, 1926. <<

[119] Edgar Dacqué: Urwelt, Sage und Menschheit. <<

[120] Ernst Howald: Ethik des Aüertums. Munich y Berlín, Oldenbourg, 1926. <<

[121] Sobre esta convicción radical de los griegos, que aclara soberanamente lo específico de la cultura griega, puede verse el admirable ensayo de Max Scheler, La Idea del hombre y la historia, publicado en noviembre de 1926 por la Revista de Occidente. <<

[122] Heinrich Maier: Sokrates, eein Werk und seine geschichtliche Stellung, Tübingen, 1913. <<

[123] El individuo es contracción de la especie. En rigor, no llegan a él ni la ciencia ni el arte. Pero todo perfeccionamiento en nuestra noción de la especie equivale a una aproximación mayor a lo individual. <<

[124] En cambio hay en Miró una página deliciosa donde se habla de una abadesa a quien sólo preocupa la excesiva virtud de sus monjas, por si acaso atrae gracias extraordinarias, como apariciones, milagros, arrobos, que le plantearían graves problemas en su calidad de superiora. La pobre mujer se dedica a espantar lo sobrenatural, que constantemente aletea sobre el convento, amenazando con sobrevenir. <<

[125] Archiv für Frauenkunde und Konstitutionsforachung, 1926. Band XII, Heft 4. <<

[126] Sobre la tesis pitecoide puede verse, como resumen magistral de la cuestión, el trabajo de G. Schwalbe: Die Abstammung des Menschen und die ältesten Menschenformen, año 1923. <<

[127] Las obras en que Klaatsch expone en conjunto su teoría son: Entstehung und Entwichelung des Menschengeschlechts («Weltall und Menschheit», editado por Hans Kraemer, 1902). Die Stellung des Menschen im Naturganzen. Die Abstammungslehre (Jena, 1911). Sobre todo, Der Werdegang der Menschheit und die Entstehung der Kultur, 1922, obra póstuma. <<

[128] Klaatsch presume que los peces actuales son anfibios reaclimatados y readaptados a un régimen líquido exclusivo. La razón que para ello habría está en el hecho de que las especies actuales más sencillas, como los «ganoides» y «dipnoes» —a estos últimos pertenece el barramuda—, poseen aparatos respiratorios de tipo anfibial. Por otra parte, el perioftalmus sale a la rivera y se sube a los árboles usando de sus aletas como una morsa. <<

[129] Luego se verá la corrección de Westenhofer a este punto esencial en la teoría de Klaatech y Banke. <<

[130] Esta corrección permitiría, creo yo, aclarar un poco las relaciones del hombre, mamífero del eoceno, según Klaatsch, con las especies consideradas como más antiguas entre los mamíferos placentarios. Estos son los insectívoros —oso hormiguero y colmenero, etc.—, que son plantígrados. <<

[131] Recuérdense los datos sobre la vida de los tartesios que la antigüedad nos ha transmitido. Es, en verdad, pasmosa la semejanza que acusa con la vida andaluza actual. <<

[132] Véase «Teoría de Andalucía» (en el tomo V de estas Obras Completas). <<

[133] Henri Massis: Réflexions sur l’art du roman. Librairie Plon, 1927. En otro capítulo comentaré lo poco que el Sr Massis dice sobre la novela, juntamente con la interesante conferencia del novelista François Mauriac, Le Roman d’aujourd’hui publicada en la Revue Hebdomadaire, 19 de febrero de 1927. <<

[134] Henri Massis: Réflexions sur l’art du roman. <<

[135] La otra experiencia que en este orden hacemos es curiosamente inversa: el joven que cree poder mantener arcano su íntimo ser cree, en cambio, que las gentes ven sus actos y le juzgarán por ellos, de suerte que, poniendo cuidado y rigor en éstos, se formarán los prójimos la imagen de nosotros que deseamos. ¡Vana ilusión! Las gentes, muy especialmente en nuestro país, no se enteran de lo que hacemos, o se enteran mal. Cuanta mayor exactitud impongamos a nuestras acciones, mayor será la mala inteligencia. Ofrecer exactitud al inexacto y continuidad al distraído son grandes errores de táctica vital. Resulta, pues, una cruel paradoja, que, no obstante, nadie deja de confirmar a los cuarenta años: lo invisible, que es nuestro carácter y secreto fondo, es lo que aproximadamente ven de nosotros los demás, y, por el contrario, lo visible, que son nuestros actos —hechos y dichos—, no consta debidamente en la idea que las gentes tienen de nosotros. He procurado decir algo para la aclaración en este enigma en el ensayo Sobre la expresión, fenómeno cósmico. (El Espectador. Tomo VII, 1930, en el tomo II de estas Obras Completas). <<

[136] «Le Roman d’aujourd’hui», Revue Hebdomadaire, 19 febrero de 1927. <<

[137] Kohler fue invitado primero por un Instituto de Barcelona. <<

[138] Sobre esta coincidencia más honda entre ciencia y niñez, véase el ensayo «Vitalidad, alma, espíritu», en El Espectador, tomo V (en el tomo II de estas Obras Completas). <<

[139] Kohler: Intelligenzprüfungen an Menschenaffen, segunda edición. 1921. La exposición más completa de las experiencias y la discusión minuciosa de la teoría resultante pueden verse en el libro de Koffka, Bases de la evolución psíquica, Revista de Occidente, 1927. No creo que exista hoy libro de psicología más interesante que éste. <<

[140] El hecho referido así es inexacto. Lloyd Morgan (Habit and Instinct, 1906; Instinct and Experience, 1912) ha demostrado que el pollo pica primero toda forma pequeña que destaca sobre el suelo, sea o no comestible. El problema, no obstante, es, a la postre, el mismo, aunque menos fácil de exponer. <<

[141] Véase Driesch: La filosofía del organismo, traducción francesa, 1925. Otras definiciones del instituto en Ziegler: El concepto del instinto antes y ahora: tercera edición, 1920 (en alemán), y los libros ya citados de Lloyd Morgan y Koffka. <<

[142] Es un error definir la inteligencia como la posesión de imágenes genéricas (conceptos). Kohler insiste muy justamente en que se puede ser estúpido y demente manejando conceptos genéricos, Cuando hay inteligencia son éstos, sin duda, un auxiliar magnífico, pero no constituyen el intelecto. <<

[143] Sobre el tema general de la metáfora, y especialmente sobre la negación como medio expresivo de ella, véase en El Espectador, tomo IV: «Las dos grandes metáforas». (En el tomo II de estas Obras Completas). <<

[144] El prólogo a esta edición me parece lo más pulcro que se ha dicho sobre Góngora. <<

[145] El título, poco afortunado, es éste: Journal d’une femme de cinquante ans (1778-1815). <<

[146] Oknos der Seilflechter. Ein Grabbild, 1923. <<

[147] Herbert Van Leisen: Mirabeau et la politique royale. Grasset 1926. <<

[148] No conozco ningún buen libro sobre Mirabeau. Sospecho que no existe. Pero basta, para confirmar lo que digo, la biografía de Louis Barthou en la colección de Hachette Figures du paseé, 1913, que resume y completa las de Lomeine y Stern. <<

[149] La cuestión de las «frases» es más delicada e importante de lo que a primera vista parece. Quede ahora sin tocar, pero remito al lector al ensayo Fraseología y sinceridad, publicado en el tomo V de El Espectador (en el tomo II de estas Obras Completas). <<

[150] Así dice Barthou en su biografía, pág. 66. <<

[151] También aquí se advierte la semejanza con la física. La gravedad de Newton es un resto de magia, porque actúa súbitamente, sin duración de tránsito. Toda la nueva física —la relativista— se propone evitar la subitaneidad del tránsito. <<

[152] Las innovaciones son tanto más profundas, serias y sutiles cuanto menos espectaculares sean. En política, lo espectacular es romanticismo, retomo al pasado o retención dentro de él. <<

[153] Sobre el asunto véase la nota titulada Sobre la muerte de Roma, en El Espectador, tomo VI (en el tomo II de estas Obras Completas). <<

[154] Los sucesores de César fueron, sin embargo, incapaces de innovar hasta el fondo, y por eso el Imperio nació ya herido de muerte. El problema de Europa hoy, si quiere sobrevivir, está en evitar una solución como la del Imperio romano. <<