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El hombre debe llevar siglos dando patadas a una pelota. Es una conclusión fácil de obtener, por la simple contemplación de los humanos de corta edad. Además, no es extraño viajar a cualquier parte del planeta y encontrarte con historias viejas sobre el origen de este deporte.
Bastan dos ejemplos, bien documentados, para certificar que los ingleses no son los inventores del balompié: en el México precolombino se jugaba al fútbol, a vida o muerte, entre las Pirámides de Teotihuacan.
En Japón, país que albergará el próximo Campeonato del Mundo, se atribuye al Emperador la lejana fundación del fútbol. Aún hoy, en el Palacio de Kyoto, presumen los nipones del patio Kemarinoniwa, un pequeño rectángulo en el que se disputaban encuentros de pelota entre la familia imperial y su corte.