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Esta es una anécdota que me han contado varias veces y que no creo, pero puede ser tan real como usted quiera.

Es un Boca-Ríver. Buenos Aires está enganchada al clásico. En Radio Rivadavia el Gordo Muñoz teje una tela de araña que cubre con su manto todos los rincones donde se pueda producir una noticia. La Bombonera está como nunca. Millones de papelitos (herencia de la Copa del Mundo del 78) caen a la cancha. Los jugadores miran más allá de los graderíos, reconcentrados en sí mismos. El Gordo va dando la palabra a sus colaboradores, desde fuera del estadio, en las puertas de acceso, junto a las bancas de suplentes. Llega la hora del partido, todo está preparado pero el arbitro se demora. El Gordo se impacienta. Miles de gestos idénticos se producen en el mismo instante, el Gordo anuncia que el partido va a comenzar y el volumen de los receptores aumenta, es el sonido que inunda las calles de la ciudad: de acera a acera retumba y asciende entre los edificios hasta dominarlo todo.

El Gordo Muñoz sigue impaciente, sudoroso e irritado pide explicaciones:

-¿Pero, quién es ese señor con gabardina que está dentro del campo? ¡Qué vergüenza, esto sólo puede ocurrir aquí, en este país de insubordinados! A ver, que alguno de ustedes me explique quien está impidiendo que se cumpla con el horario del clásico. Así es esta República Argentina de mis amores y mis dolores. No se puede creer, un Boca-Ríver demorado por un espontáneo, no me lo van a creer. Pero de dónde habrá salido semejante personaje. Y qué andará haciendo, qué falta de civismo, cuánta impunidad. Es increíble, inaudito, no puedo saber hasta dónde podremos llegar con estas cosas. Vaya ejemplo que le estamos dando a nuestros hijos. Y qué pensaran en el mundo, justamente ahora que millones de personas fijan su mirada en esta cancha. Pero para esto está la radio, para informar, con todo nuestro esfuerzo, con un gran despliegue de profesionales, para que ustedes sepan. A ver, amigo Pérez, usted que está ahí abajo con un micrófono, dígame quien es el energúmeno de la gabardina.

-Soy yo, Muñoz.