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Aquí trataremos con frecuencia sobre la conexión que existe entre un futbolista y su vida pública. Las biografías son, seguramente, de las mejores maneras de conectar al ídolo con sus seguidores. Hay casos de libros sobre jugadores publicados con extraordinaria precocidad, como el madridista Raúl, quien a los 18 años ya tenía encuadernada en forma de libro su carrera deportiva, su pensamiento filosófico sobre los problemas del hombre y un compendio de adjetivos calificativos escritos con maestría por Luis Villarejo. También hay biografías publicadas cuando el futbolista ya no juega pero su figura sigue en primera línea de fuego, como el libro ya mencionado de Maradona. Otros están escritos con la urgencia de una muerte prematura, como el de Santiago Peláez sobre Juanito y el que escribió Manolo Lama tras la muerte de Fernando Martín. Pero en este capítulo no trataremos de criticar la calidad literaria de los numerosos libros que sobre los futbolistas y equipos de fútbol existen, sino la importancia que tienen para el trabajador de la noticia. Los libros de fútbol (éste mismo) deben ser considerados documentos de uso, cual libro de historia del arte o Enciclopedia Universal. No haremos, pues, crítica literaria de ejemplares como "Sevilla hasta la muerte" de López de Rueda , "Cien años de Barga", de Pera Perreras o del "Diccionario del fútbol", de Wolfgrang Koch, es más, yo mismo gané unos pocos duros al escribir los libros de Andoni Zubizarreta y Emilio Butragueño, si bien solamente el de Zubi llegó a ver la luz de los grandes almacenes. Este libro tiene algunas cosas buenas: las fotografías de Jorge Fernández, la documentación sobre todos los partidos que jugó Andoni y el cariño que pusimos todos en el proyecto. Sin embargo, el mejor texto se quedó fuera, ya que el libro se publicó antes del Mundial de 1998. Por esta razón el último capítulo, el más interesante y aún inédito, es el de la despedida de Andoni Zubizarreta como futbolista profesional después de jugar el campeonato francés. Lo escribió el propio Andoni. Lo hizo con el corazón, en una noche de insomnio, nostalgia y esperanza. Lo leyó en una conferencia de prensa que duró poco más de dos minutos y medio y que acabó con los aplausos de los periodistas:
"Por fin, y como siempre antes de tiempo, se acabó el recreo. Y por fin hay que dejar de jugar. Por fin ha llegado ese día que un futbolista nunca sabe cual será y que yo he tenido la suerte de poder elegir. Por fin llega el momento de decirles adiós a todos; al fútbol, a los campos, a las pretemporadas, a las polémicas; adiós a los nervios y a las tensiones, a los viajes, a los madrugones, a los golpes, a las lesiones. Os voy a echar mucho de menos. Este también es un momento de sentirme orgulloso, orgulloso de haber sido honrado conmigo mismo, orgulloso de lo que he logrado y también de cómo lo he logrado, orgulloso por que sé que el fútbol no regala nunca nada".
"Suele ser éste también el momento de los agradecimientos, agradecimientos a todos los que confiaron en mi desde que me decidí a jugar al fútbol, agradecimiento a quienes me enseñaron a entender y a vivir este deporte. Lógicamente es el momento de recordar a los clubes y entrenadores que tuve o que he tenido y que confiaron en mí. Pero especialmente hay una persona que nunca ha dudado de mí, que con su confianza me ha quitado mis nervios, alguien que siempre ha tenido una frase, una llamada, un gesto, en los malos momentos. Gracias Javi. El fútbol te necesita. Aún pasando por estos momentos difíciles, te necesitamos. Necesitamos que sigas ayudando a nuestro fútbol".
"No puedo acabar sin recordar a quienes más han sufrido, a los que han convivido conmigo en los malos momentos y me han acercado al suelo siempre. A mi familia. Siempre me habéis dado vuestro cariño, sobre todo cuando yo os daba disgustos. Siempre habéis sido mi referencia y mi apoyo. Gracias. Y gracias Ane, sin tí, nunca esta historia, al fin y al cabo, nada más que una historia de los sueños realizados de un niño de Aretxabaleta, que los domingos por la tarde se dejaba llevar por la imaginación para ser Iríbar. Decía, Ane, que sin ti esta historia nunca hubiese sido así. Un beso".
"Señores, suena el timbre, se acabó el recreo. Sólo queda decirles adiós, hasta siempre. Muchas gracias. Se acabó".