10

El apodo. El fútbol mundial tiene estas cosas extrañas, sus cinco grandes estrellas son: el Pelusa, el Rey, la Saeta rubia, el Kaiser y el Flaco. Es decir, Maradona, Pelé, Di Stéfano, Bekhenbauer y Cruyff. Sin embargo, el apodo no es signo externo del prestigio profesional. Muy al contrario, es raro no encontrar curiosos sobrenombres en cualquier equipo (a mí, que siempre he sido un "pata dura" me llamaban "el Pibe", en justa contraposición a mi estilo anti-Maradona).

Es posible que a usted, amigo lector, le llamen "el Tigre de Cuatro caminos" o "La Jirafa de la Barceloneta" y no le sorprendan apodos como los que mi compañero de Radio Nacional en Málaga, Jesús Hurtado, ha recopilado en su libro "75 años de fútbol en Vélez". He aquí una posible alineación: Canijo, Platanero, Sacatrucos, Tarama, Batatero, Curica, Tacones, Picapiedra, Pepe Palitroque, Juanico Torciones y Pata Cañón. (Por cierto, en ese libro aparecen unos viejos carteles del Vélez, en uno de ellos se reclama la devolución del balón que se había perdido en el partido anterior y en otro se prohibe la entrada al campo de fútbol a las mujeres menores de 10 años).

Pero sigamos con los apodos. Otra posibilidad la aportan los animales, tan socorridos en Iberoamérica, desde donde nos han llegado el Ratón Ayala, el Toro Acuña, el Burrito Ortega, el Piojo López, la araña Amuchátegi, los Monos Burgos y Navarro Montoya, el Pato Ubaldo Matildo Fillol, el Topo Gigena, Tiburón Armentano, Pulpo Astudillo, Gustavo el Cuervo López. Pero aún hay otros cuantos más, entre los que me gustan César el Flaco Menotti, el periodista, ya fallecido, José María el Gordo Muñoz, Oscar Cocayo Dertycia y la variante circense: Pablo el Payaso Aimar y Miliki Jiménez.

En España aportamos a nuestro zoológico a los Periquitos (los que son del Espanyol), el Gamo de Dublín (Píru Gainza), el Gato de Odessa (García Remón), Txingurri Valverde, el Boquerón Esteban y el Cuco Ziganda. Además, también Europa contribuye con la Cobra Illie y la Pantera Kluivert. Ya sólo nos faltarían la Lora Oliva, Javier el Conejo Saviola, Jairo el Tigre Castillo y Daniel el Rana Valencia. Junto a ellos, por supuesto, el inolvidable Amadeo Tarzán Carrizo.

Otra característica del apodo futbolístico es su continuidad dinástica. En el caso de los hijos de futbolistas el apodo se hereda o se mantiene con algunas variantes, como en el caso de los Verón, Bruja y Brujita, o los Heredia, Milonga y Milonguita (Míchel, el ex-jugador del Real Madrid, debería llamarse, en este caso, Manzanita). También se da el caso entre hermanos, como los uruguayos Da Silva. El mayor, Polilla, jugó en el Atlético de Madrid y el menor, Polillita, aún juega en la liga argentina.

En fin, el apodo daría para un libro aparte, pero de lo que se trata aquí es de aportar algunos datos curiosos para el mayor conocimiento del medio futbolístico. Podríamos hacer una investigación para demostrar que el apodo, en cierto modo, refleja en el lenguaje popular de los hinchas el grado de aceptación del profesional (por ejemplo, Luis Aragonés ha pasado con los años de ser "Zapatones" y "el Mono" a "el Sabio de Hortaleza").

Para darle a este capítulo un sentido práctico, dejaremos en blanco algunos renglones y usted, lector, podrá añadir los apodos de aquellos futbolistas que más le gusten. Empezaremos la relación con, por ejemplo, el Loco Abreu, el Manteca Martínez, el Pétete Correa, la Galerna del Cantábrico, Aníbal el Huevito Mugione, el Kily González, el Chupete Guerini y, por aportar uno de baloncesto, el Lagarto De la Cruz.