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Los errores de mis amigos son también mis errores. Errar es humano y herrar, también. No importa si cuando queremos decir que el dominio de un equipo sobre otro es abrumador, decimos "abrumante", porque nuestra audiencia nos entiende. No importa que digamos que un jugador es "escocés nacionalizado inglés", porque de geografía política nadie sabe. No debe preocuparnos escuchar cómo nos dicen desde el otro lado del receptor que "el álbitro se equivocó", quizá quería ir al sur y fue al norte (en realidad no se equivoca al leer, es que escribe álbitro). Error similar el de un compañero que escribe con u Joaquín, es decir, no yerra cuando dice Juaquín. Y qué más da ocho que ocho mil, que ochocientas mil. Acaso no es igual palindrómico que capicúa (Sabas, por dar un caso de futbolista). Fuera preocupaciones, que ya lo dice el refrán: quien tiene boca, se equivoca.