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"El zorro calló y miró largo tiempo al principito: -¡Por favor... domestícame!

-Bien lo quisiera -respondió el principito- pero no tengo mucho tiempo. Tengo que encontrar amigos y conocer muchas cosas.

-Sólo se conocen las cosas que se domestican -dijo el zorro-. Los hombres ya no tienen tiempo de conocer nada. Compran cosas hechas a los mercaderes. Pero como no existen mercaderes de amigos, los hombres ya no tienen amigos".

Quizá no sea este pasaje la clave para entender el concepto de amistad que nos quiso enseñar Antoine de Saint-Exupéry, pero, tal vez, sí es un punto de partida para valorar a quien nos hizo comprender, entre otras cosas, que una boa comiéndose un elefante jamás se puede confundir con un sombrero y que el valor de cada uno de nosotros está tanto en nosotros mismos como en quienes están con nosotros.

Leer "El Principito" no es un ejercicio solemne, pero nos sirve para reflexionar sobre el valor de la amistad, del compañerismo, del corporativismo entre los hombres. El periodista deportivo no es un lobo para el periodista deportivo. Pero, visto lo visto, muchas veces lo parece.