8 centímetros y medio

—Vine lo más rápido que pude, cielo —me dice Suzie jadeando, mientras entra en la habitación sin aliento—. Cuarenta minutos de puerta a puerta. No está mal, ¿verdad? Dios mío, espera... ¡Aaayy!... Lo siento, tenía que desahogarme. Estoy tan nerviosa. ¡Mírate! ¡Estás impresionante! ¿Como vas?

—¡Nuevvvvayyyy! —respondo.

—¿Puedo hacer algo por ti? ¿Te traigo alguna cosa?

Puesto que no voy a soltar nada más coherente que otro alarido, Emily responde por mí.

—No te preocupes, Suzie, no hay nada que puedas hacer. Simplemente el hecho de que estés aquí está bien.

Yo también lo pienso y mi chillido de angustia, algo más contenido, lo confirma. A medida que va remitiendo la última contracción, miro a Suzie e intento sonreír. Pero mi rostro se congela cuando descubro a una persona que se asoma detrás de ella. Mira nervioso por encima de su hombro.

¡Es Mark!

—¿Cómo sabías en qué habitación estábamos? —le pregunta Emily a Suzie.

—Podía oír los gritos desde el aparcam... —Emily la fulmina con la mirada y se interrumpe—. Quiero decir que me encontré con la comadrona por los pasillos. Me dijo que ya casi no faltaba nada, Dayna.

Se precipita para abrazarme, pero retrocede en cuanto mi cuerpo se tensa con una nueva contracción. Ahora el intervalo entre dos contracciones se ha reducido a segundos y el deseo de empujar es enorme. Pero la comadrona Maureen me dice que aguante otro poquito más. Otro centímetro, me dice, y que evite cualquier desgarro innecesario. ¡Tengo que aguantar tanto dolor y además preocuparme por eso también! ¡Me cago en Dios!

Y hablando de Dios... ¡Mark!

Quiero decir algo.

Pero no puedo. Demasiado. Ocupada, ¡gritando!

Como Maureen no venga aquí enseguida, voy a estar muy jodida. ¿Dónde coño está? Ah sí, fue a buscar más público. «Voy a buscar a Jo», me había dicho antes de salir. «Es otra matrona y puede ayudarme ahora que estamos en la recta final. Ah, y también al doctor Singh con un par de estudiantes de Medicina, sólo seis o siete. Quiere comentarles un parto en vivo... No te importa, ¿verdad?»

«Por Dios, para nada, que vengan todos», le dije. ¿Y por qué no también los de la limpieza y de mantenimiento, ya puestos? Y John Motson para hacer algún comentario para el DVD. ¿A mí qué más me daba? Sinceramente, me importaba una mierda en ese momento, porque tenía cosas mucho mas importantes por las que preocuparme, como...

—¡Aaayyy!

Sí, cosas como ésa.

¿Clases de preparación al parto? ¡No me hagáis reír. Sentarse en una alfombrilla con las piernas cruzadas y las manos tranquilamente apoyadas en la tripa mientras practicas la respiración... ¿Qué clase de preparación es esa? ¿Dónde está la preparación para saber expulsar un bolo? ¿O cagar una sandía? ¿O enhebrar un elefante por el ojo de una aguja? O...

¿Ya pilláis la idea?

Creo que la gente en esta habitación, sí.

Mark se ha puesto lívido.

Emily se ha quedado petrificada.

Suzie tuerce el gesto intentando competir conmigo. Pero no lo consigue.

Ninguno de ellos ha parido nunca.

Pues sí que me van a ser útiles del copón.