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Registro de Identificación/archivos de Tráfico:

Bullock, Wylie Davis. EN. 16/7/25. Castaño/pardos, 1,75, 74 kilos. Detenido en 3/56, cargos por pornografía; de tres a cinco años en Chino.

Ocupación: fotógrafo-cámara. Vehículo: Packard Clipper del 54, blanco y salmón, Cal. GHX 671.

Autovías hacia Glendale; mi coche destartalado eructaba humo. Wylie/Madge/Dudley: CONTADME COSAS.

Salida de Arroyo, al sur hasta Brand: el Cámping de remolques de Larkview.

Aparcamientos, y ningún Packard de dos colores a la vista. A la entrada, un plano: «W. Bullock», tres filas adelante, seis remolques más allá.

Jardines de piedras, remolques levantados con gatos, amas de casa blancas pobres tomando el sol. Mi ALGO que faltaba:

Frizell-Bullock, confabulados. Wylie, insistente: ¡Incesto! ¡Sácale los ojos al vampiro!

Tercera fila, sexto remolque: un Airstream cromado. Mi 45, desenfundada con disimulo. Llamada con los nudillos.

Ninguna respuesta (ninguna sorpresa: ningún Packard). Empujé la puerta. Cerrada. Demasiados curiosos para forzar la entrada.

El plató. En marcha.

Desandando el camino por las autovías: mi cafetera jadeaba y silbaba. Griffith Park, el plató. Ni rastro del coche de Bullock.

Mickey junto a la nave espacial, tocado con un casquete judío.

—Los federales y el LAPD han estado buscándote por aquí. Y la policía local de Malibú también ha estado aquí tras los pasos de mi ex estrella, Glenda Bledsoe, con la que tengo entendido que andas jugando a romances. Me rompes el corazón, ladrón.

Nadie del equipo, sólo Mickey.

—¿Dónde está todo el mundo?

—Un hatajo de estúpidos. El ataque del vampiro atómico es, en la jerga del cine, un bombón. Glenda puede parecer un poco musculosa en las escenas finales, ya que Rock Rockwell la sustituyó en las tomas largas, pero, salvo eso, considero mi película un hito del arte cinematográfico.

—¿Dónde está Wylie Bullock?

—¿Por qué habría de saberlo? ¿Por qué habría de importarme?

—¿Y Sid Frizell?

—Pagado, despedido y, por lo que a mí respecta, a bordo del barco nocturno a Ninguna Parte.

El casquete, la insignia con la bandera en la solapa: Mickey, el héroe.

—Pareces contento.

—Tengo una película terminada y he hecho amigos entre los agentes federales. Y no me acuses de soplón, porque cierto fiscal federal me dijo que tú también tenías esa tendencia.

La encantadora locuacidad de Dudley.

—Te echaré de menos, Mickey.

—Corre, Dave. El dolor que has causado exige su justo castigo. Lárgate a las Galápagos y dedícate a mirar cómo las tortugas joden bajo el sol.

Cahuenga Pass: vuelta entre humos sofocantes. Lankershim y Croft: el motel Skyliner.

Forma de herradura: bungalows baratos con vista a la piscina. Pete, apostado junto al bordillo; dormitando con el respaldo del asiento hacia atrás.

Aparqué detrás de él. Dinero para soltar lenguas en el portaequipajes. Llené de billetes los bolsillos.

Rodeé la piscina. Bungalow 104. Llamé a la puerta. Madge abrió enseguida.

Ojerosa. El abundante maquillaje empeoraba las cosas aún más.

—Usted es ese policía. Cuando entraron en nuestra casa…, usted vino a…

«En plena llorera»: ojos húmedos, huellas de lágrimas.

—Lamento lo de su hija.

—Fue una muerte piadosa para los dos. ¿Ha venido a detenerme?

—No. ¿Por qué había de…?

—Si no lo sabe, yo no pienso decírselo.

—Sólo quería hablar con usted.

—Y por eso se ha llenado los bolsillos de dinero.

Billetes de cien asomando de ellos.

—He imaginado que no estarían de más.

—¿Le ha enviado Dan Wilhite?

—Wilhite está muerto. Se suicidó.

—Pobre Dan. —Un breve suspiro.

—Señora Kafesjian…

—Pase. Contestaré a sus preguntas si promete no desacreditar a los chicos.

—¿A los chicos de quién?

—A los nuestros. A los de quien sea. ¿Qué es lo que sabe, exacta…?

Hice que se sentara.

—Hábleme de su familia y los Herrick.

—¿Qué quiere saber?

—Cuéntemelo todo.

1932. Scranton, Pennsylvania.

J.C. Kafesjian y Phillip Herrick trabajan en Balustrol Chemicals. J.C. es operario; Phillip, analista de disolventes. J.C. es tosco, Phil es culto; son amigos, nadie sabe por qué.

1932. Los amigos se trasladan juntos a Los Angeles. Cortejan a sendas mujeres y se casan con ellas: J.C, con Madge Clarkson; Phil, con Joan Renfrew.

Pasan cinco años: los hombres trabajan en aburridos empleos en fábricas de productos químicos. Nacen cinco hijos: Tommy y Lucille Kafesjian; Richard, Laura y Christine Herrick.

J.C. y Phil son pobres y están aburridos y frustrados. Sus conocimientos de química les inspiran un plan: licor de destilación casera.

Lo hacen… y tienen éxito.

La depresión continúa; los pobres necesitan alcohol barato. J.C. y Phil se lo venden a buen precio; los obreros de los campos de trabajo son su principal clientela. El negocio es lucrativo y engordan sus cuentas.

J.C. y Phil, amigos y socios.

J.C. y Phil, poniéndose los cuernos mutuamente.

Ninguno de los dos lo sabe:

Dos líos más antiguos que sus matrimonios. Amantes: J.C. y Joan, Phillip y Madge. El adulterio continúa. Nacen cinco hijos; su paternidad, poco clara.

J.C. abre una tienda de lavado en seco; Phil invierte en una fábrica de productos químicos. Juntos, prosiguen el negocio del licor casero.

J.C. presiona a Phil para que reduzca costes: disolventes alcohólicos de inferior calidad significarían más beneficios.

Phil está de acuerdo.

Venden una partida de matarratas a unos obreros y una decena de ellos queda ciega para siempre.

22 de junio de 1937:

Un ciego entra en una taberna con una escopeta de cañones recortados. Dispara al azar. Tres parroquianos mueren en el acto. El ciego se introduce el cañón en la boca y se vuela la cabeza.

El sargento Dudley Smith investiga el caso y descubre el origen de la ceguera del individuo. Sigue el rastro del licor hasta Phil y J.C. Les hace una oferta: su silencio a cambio de una participación en los beneficios.

Ellos acceden.

Dudley advierte la vena codiciosa de J.C. y la cultiva. Cree que sería posible mantener a los negros aletargados con la droga y convence a J.C. para que se la venda. También convence al jefe Davis para que permita a J.C. «servirles»: un camello controlado y un informante para la bisoña sección de Narcóticos.

Dudley oculta su papel y pocos conocen que él es quien reclutó a J.C. El jefe Davis se retira en el 39; ocupa el cargo el jefe Horrall. Se apunta la medalla del reclutamiento de Kafesjian y escoge al agente Dan Wilhite para actuar de contacto con él.

Transcurren los años: Dudley sigue teniendo su parte del negocio. Las tiendas de lavado en seco de J.C. florecen y el armenio levanta todo un reino de la droga en el Southside. Phil Herrick se hace rico por medios legítimos: Disolventes PH es un gran éxito.

El adulterio continúa: J.C. y Joan, Phillip y Madge.

Las dos mujeres han asegurado a sus amantes que han tomado precauciones para no quedar embarazadas. Ambas han mentido: desprecian a sus maridos, pero no los dejarán. Madge sabe que J.C. la mataría; Joan necesita el dinero de Phillip y sus relaciones sociales recién estrenadas.

Cinco hijos.

Paternidad dudosa.

No asoma ningún parecido comprometedor.

Joan quería un hijo de J.C, quien la trataba con una ternura insólita en él. Madge también quería uno de Phillip; ella despreciaba a su tosco marido. La duda de la paternidad suaviza las cosas: así lo creen ambas mujeres.

Post Guerra Mundial:

El comandante Dudley Smith, destacado en el extranjero, vende penicilina de contrabando a nazis prófugos. Phil Herrick, oficial naval, sirve en el Pacífico; J.C. Kafesjian dirige sus tiendas de lavado en seco y el negocio de la droga. Dudley vuelve a L.A. a finales del 45; Herrick, tras catorce meses en el mar, vuelve a casa por sorpresa.

Encuentra a Joan embarazada de nueve meses. Una paliza, y se entera de que J.C. ha sido su amante desde que se casaron. Ella había pensado dar el niño en adopción, pero el regreso imprevisto de Phil lo ha impedido. Ha ocultado el embarazo con largos periodos de encierro en casa; Laura, Christine y Richie, en el internado, ignoran lo sucedido.

Joan corre a ver a J.C

Madge les oye y discute con ellos.

J.C. golpea brutalmente a las dos mujeres.

Madge confiesa su larga relación con Phil Herrick.

Maridos cornudos, esposas cornudas. Hombres enfurecidos, las dos mujeres golpeadas y violadas. Caos terrible. Abe Voldrich hace intervenir a Dudley Smith.

Dudley hace pruebas de sangre a los cinco niños. Los resultados son ambiguos. Joan Herrick da a luz; Dudley estrangula al pequeño de tres días.

Laura y Christine no se enteran nunca del asunto de su linaje.

Tommy, Lucille y Richie, sí; algunos años después.

Los chicos crecen siendo amigos, quizás hermanos: ¿quién es el padre de cada cuál? Se dedican a reventar pisos y tocar jazz. Richie se enamora de Lucille. La consuela con Champ Dineen: él tampoco está seguro de su parentesco.

Tommy emula a su padre «titular», J.C, y vende droga cuando aún no ha terminado el instituto. Siempre le ha atraído Lucille y ahora existe la posibilidad de que no sea su hermana. La viola y la convierte en su puta personal.

Richie lo descubre y jura matar a Tommy.

Tommy se ríe de la amenaza; dice que a Richie le faltan agallas.

Richie va a Bakersfield y compra un arma. Le sorprenden vendiendo droga; Dudley Smith intercede, pero no consigue convencer al fiscal para que retire los cargos. Richie Herrick, sentenciado a Chino: 1955.

Tommy jura que le matará cuando salga. Sabe que Lucille, su puta personal, está muy enamorada de él. Richie jura matar a Tommy: ha degradado a su posible hermana a la que él ama castamente.

Lucille se lanza: prostituta, bailarina ante la ventana, provocadora de hombres. Phil Herrick intenta apartarla de todo eso (Lucille podría ser hija suya). Su primer encuentro es una cita callejera. Lucille accede sólo por burlarse de él.

Pero su buen trato la sorprende: el posible papá se parece más a Richie que a Tommy. Los encuentros continúan: siempre de charla, siempre jugando. Phil Herrick y Lucille: tal vez amantes papá/hija, tal vez meros fulano y prostituta.

Y Madge y Joan se hicieron amigas. Se protegieron de la locura juntas: tiempo fugitivo pasado en simples charlas. Confidentes: años de refugio parcial.

Richie escapó de Chino, con el único propósito de vigilar/fisgar a Lucille. Joan y Richie intercambiaron cartas; Richie le contó que un amigo a punto de salir en libertad provisional le vengaría sin dolor. El hombre parecía tener cierta influencia sobre Richie; éste jamás había revelado su nombre.

Joan se había suicidado hacía nueve meses; la locura había estallado de golpe. Lucille no sabía que Richie la espiaba; Tommy leyó los informes de Junior Stemmons y dio por sentado que el mirón era Richie. Juró matarlo; temía que algún hombre de Exley diera antes con él. Lucille le encontró: el billete a la salvación para los dos en una aguja.

Pañuelos de papel en el suelo. Madge hizo trizas toda una caja.

—¿Usted diría que eso es «todo», teniente?

—No lo sé.

—Entonces, es usted un hombre muy curioso.

—¿Le dice algo el nombre de Wylie Bullock?

—No.

—¿Quién mató a Junior Stemmons?

—Yo. Estaba metiéndole miedo a Abe Voldrich en una de nuestras tiendas. Temí que descubriera la verdad sobre Richie y Lucille y quise protegerlos. Lo ataqué de la manera más imprudente y Abe lo inmovilizó. Sabíamos que Dudley nos protegería si lo matábamos y Abe sabía que Stemmons era un adicto.

—De modo que Abe le puso la sobredosis y le dejó en el Bido Lito's.

—Sí.

—Usted se lo dijo a Tommy y él prendió fuego al local. Y, como había rondado por allí, tenía miedo de que encontrásemos alguna prueba contra él.

—Sí. Y no siento en absoluto lo de ese joven Stemmons. Creo que lo pasaba tan mal como Richie y Lucille.

Vacié los bolsillos. Grandes puñados de billetes.

—Resulta usted infantil, teniente. El dinero no hará que J.C. y Tommy desaparezcan.