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8.01 de la mañana. Fugitivo federal.
Piso de fugitivo, coche de fugitivo: un Chevrolet del 51 comprado en un chatarrero. Llamadas de fugitivo:
Glenda, a salvo. Estilo contra miedo. Ganando, el estilo.
Sid Riegle, con pánico: hombres de Exley arrestaban a los míos.
Noticias de la oficina: Lucille y Richie, muertos de un cóctel de caballo y Dranos. Sid:
—Ray Pinker dice que ella lo mató primero, y luego se suicidó. El doctor Newbarr dice que nada de asesinato y suicidio posterior; todo estaba demasiado ordenado y bonito.
Más noticias:
Tommy y J.C., arrestados por los federales y soltados a las cuatro de la madrugada. Madge K., desaparecida; el coche que la seguía la había perdido.
Una llamada a Pete: encuéntrame a esa mujer. Ella puede DECIRME COSAS.
En el coche de fugitivo, por Cahuenga Pass hacia el sur. Miradas con pánico por el retrovisor; todo parecía extraño y sospechoso.
Noticias por la radio: ¡Ola de crímenes sacude L.Á.! ¡Mickey Cohen, testigo federal! ¡El fiscal del Distrito Gallaudet falta a un desayuno con la prensa; los periodistas reunidos, frustrados!
La despedida de Dudley, la noche anterior: «Necesitaré una prueba que demuestre lo de Chick. Bastará con su mano derecha: lleva un tatuaje muy reconocible.»
Rompecabezas:
Sangre vampira/el caso Kafesjian-Herrick: ¿quién?/¿por qué?
Al sur: Hollywood, Hancock Park. Giro a la izquierda: South McCadden, 432.
Virgen. Ningún coche aparcado junto a la acera o en el camino privado de la casa.
Llegué hasta la puerta y llamé. Nadie mirando: ganzúa al cerrojo, hasta forzarlo.
Dentro.
Cierro la puerta, paso el pestillo, enciendo la luz, avanzo.
Inspeccioné las paredes del salón: ningún cuadro, ningún panel falso.
Inspeccioné el cuarto de trabajo: fotos enmarcadas de Dudley Smith, maestro de ceremonias de la brigada. Las descuelgo, miro detrás…
Ninguna caja fuerte.
El piso de arriba. Tres dormitorios; más paredes, más fotos:
Dudley Smith como Papá Noel en una sala de poliomielíticos de un hospital, en el cincuenta y tres.
Dudley Smith, orador invitado de la Cruzada Cristiana Anticomunista.
Dudley Smith en el escenario de un crimen: comiéndose con los ojos a un fulano muerto.
Tres dormitorios, veinte fotos de Dudley Smith. Combustible para el odio de Exley.
Ninguna caja fuerte.
Abajo de nuevo. Inspección de la cocina. Nada.
Comprobé la moqueta: toda lisa y bien pegada. El piso de arriba: alfombras pequeñas en el pasillo. Las aparté.
Bajo una persa roja, un panel con bisagras.
Insertado en él, un disco de tambor y un tirador.
Con mano temblorosa: 34I-16D-31I. Dos ensayos, un chasquido. Tiro del pomo.
Pequeñas sacas de lona bancarias. Cinco. Nada más.
Billetes de cien, de cincuenta, de veinte. Usados.
Cerré la tapa, hice girar el tambor, coloqué de nuevo las alfombras. Abajo, a la cocina…
El juego de cuchillos. Cogí un machete de carnicero. Nervios y expectación: Chick.