15

—…y ahora están ahí fuera, en nuestra jurisdicción, invadiendo nuestra jurisdicción. Hasta donde sabemos, hay diecisiete agentes federales y tres fiscales federales adjuntos respaldando a Welles Noonan. Y Noonan no ha pedido un enlace con el LAPD, de modo que debemos dar por sentado sin ninguna duda que estamos ante una investigación hostil destinada a desacreditarnos.

Hablaba el jefe Parker. Escuchando, de pie: Bob Gallaudet, Ed Exley. Sentados: todos los jefes de la comisaría y los oficiales con mando de la sección de Detectives. Ausentes: Dan Wilhite, Dudley Smith, representados por Mike Breuning y Dick Carlisle.

Extraño: nadie de Narcóticos. Extraño: Dudley ausente.

Exley al micrófono:

—El jefe y yo consideramos que esta «investigación» ha sido planeada con finalidades políticas. Los agentes federales no son policías de la ciudad y, desde luego, no están familiarizados con la realidad del mantenimiento del orden en los barrios habitados por negros. Welles Noonan desea desacreditar al departamento y a nuestro colega el señor Gallaudet, y el jefe Parker y yo estamos de acuerdo en adoptar medidas para limitar su éxito. Más tarde informaré personalmente a cada jefe de sección, pero antes de hacerlo expondré ciertos puntos clave que todos deberán tener en cuenta.

Bostecé, magullado de la cama, agotado. Exley: —Los jefes de sección dirán a sus hombres, tanto uniformados como de paisano, que atornillen y/o unten a sus soplones y les adviertan que no deben colaborar con los agentes federales que puedan encontrar. Con este mismo fin, quiero que se visite a los dueños de bares y clubes del Southside. «Visitar» es un eufemismo, caballeros. «Visitar» significa que los responsables de las comisarías de Newton, University y calle Setenta y siete deben enviar hombres de paisano intimidadores para advertir a los propietarios de que, dado que hacemos la vista gorda ante ciertas infracciones en sus locales, ellos deberían cuidarse de ser sinceros con los federales. La brigada de Vagos y Maleantes de Central seguirá una línea paralela: detendrán a los habituales para asegurar su silencio bajo la amenaza de medidas represivas que tipos casi liberales como Noonan podrían considerar excesivamente rigurosas. La comisaría de la calle Setenta y siete expulsará por la fuerza, con buenos modos, a todos los peces gordos blancos que encuentren en la zona: no queremos que nadie bien relacionado tenga un lío con los federales. Los detectives de Robos y de Homicidios están trabajando en este momento en los homicidios entre negros sin resolver, con objeto de obtener pruebas para que el señor Gallaudet pueda presentar acusaciones formales; queremos responder a la acusación de Noonan de que nos despreocupamos de los 187 entre morenos. Y, por último, creo que podemos asegurar que los federales harán una redada en los locales de máquinas expendedoras y tragaperras que controla Mickey Cohen. Nosotros dejaremos que lo hagan y dejaremos que Cohen se entienda con ellos. Antivicio de Central ha destruido todas las denuncias contra las tragaperras que hemos estado metiendo en el cajón, y siempre podemos alegar que ignorábamos que esas máquinas existieran.

Implícito: Mickey no abandonaba su negocio en el Southside. Advertirle (otra vez); decir a Jack Woods que retirara sus apuestas del barrio negro.

Parker abandonó la sala; Exley carraspeó, con cierto apuro.

—Al jefe no le ha gustado nunca que las mujeres blancas confraternizaran con negros y está furioso con los dueños de club que lo fomentan. Sargento Breuning, sargento Carlisle, que sus hombres se aseguren de que esos propietarios de clubes no hablen con los federales.

Sonrisas torvas. A los chicos de Dudley les encantaba intimidar. Exley:

—Esto es todo por ahora. Caballeros, por favor, esperen junto a mi despacho. Bajaré enseguida para darles instrucciones individuales. Teniente Klein, haga el favor de quedarse.

Golpes de mazo: reunión terminada. Una salida en tropel; Gallaudet me deslizó una nota.

Exley se acercó. Brusco:

—Quiero que siga con el robo Kafesjian. Estoy pensando en darle más relevancia y quiero un informe detallado sobre la redada de Western.

—¿Cómo es que no había representante de Narcóticos en la reunión?

—No cuestione mis medidas.

—Por última vez: los Kafesjian son carne federal de primera. Llevan veinte años liados con el departamento. Alborotar su gallinero es suicida.

—Por última vez: no ponga objeciones a mis motivos. Por última vez: usted y el sargento Stemmons sigan con el caso. Prioridad absoluta.

—Escuche, jefe, ¿me adjudicó a Stemmons de compañero en el caso por alguna razón especial?

—No. Sencillamente, me pareció lo más lógico.

—¿Y eso?

—Y eso, que trabajan juntos en Subdirección y que tiene unos antecedentes excelentes como instructor de toma de pruebas.

Impasible; una actitud dura.

—No me trago esa explicación de la relación personal. De usted, no.

—Hágala personal usted mismo.

Tiro de las riendas, contengo la risa.

—Ya está sucediendo.

—Bien. Y ahora, ¿qué hay de los socios conocidos de la familia?

—He puesto a trabajar en ello a mi mejor soplón. Hablé con un tal Abe Voldrich, pero no creo que sepa nada del robo.

—Es contable de Kafesjian desde hace mucho. Quizá tiene alguna información de interés sobre la familia.

—Sí, pero ¿qué busca usted, un sospechoso de robo o echar lodo sobre la familia?

No hubo respuesta.

Exley abandonó la sala. Yo leí la nota de Gallaudet:

Dave:

Comprendo tu necesidad de proteger a ciertos amigos tuyos que tienen negocios en el Southside, y creo que la fijación del jefe Exley por los Kafesjian es un poco inconveniente. Por favor, haz cuanto puedas por proteger los intereses del LAPD en el Southside, sobre todo teniendo en cuenta esa maldita investigación federal. Y hazme otro favor: sin decírselo al jefe Exley, ponme al corriente periódicamente sobre la marcha de la investigación de los Kafesjian.

Cuatro días: persigo pruebas, soy perseguido. Corro, soy acosado aún más de cerca. Imágenes que no puedo eludir.

Le dije a Mickey que retirara las máquinas; él quitó importancia al asunto de los federales. Estúpido Mickey; Jack Woods liquidó su negocio en un tiempo récord. Llené a Exley de papeles: el 459 CP de Kafesjian, informe detallado. Suprimidos de él: la grabación del mirón y los interrogatorios a los dos clientes de Lucille.

Exley dijo que adelante. De palique: ¿qué tal llevaba Stemmons el caso?

Respondí que bien. Imágenes mentales: Johnny Duhamel, el músculos; lápiz de labios en las colillas de cigarrillo.

Exley dijo que adelante; yo pasé información a Bob Gallaudet a escondidas. Política: Bob no quería que Welles Noonan sacara jugo de los Kafesjian.

Perseguir, vigilar posibles perseguidores. No había ninguno; casi me estrello varias veces. Exley/Hughes/Narcóticos/federales: posibles perseguidores, grandes recursos.

Buscando pruebas:

Aceché el Red Arrow Inn: ni Lucille, ni sospechosos de mirones. Comprobé en la calle Setenta y siete: ninguna ficha de mirones. Antecedentes de modus operandi de tres estados: cero. Lester Lake dijo que habría novedades pronto, «quizás». Buscando secretos, persiguiendo imágenes

Redadas de clientes en solitario: ningún cliente más de Lucille confirmado. Western y Adams, dirección sur, buscando historias. Seguí fisgando sobre la familia poniendo toda la carne en el asador.

Igual que Exley.

Llamémoslo «estilo abogado»:

Incordiar a los Kafesjian con una investigación federal sobre narcóticos en puertas es una decidida locura. Edmund Exley es un detective decididamente eficiente con capacidad de mando reconocida a nivel nacional. Narcóticos no estaba presente en la reunión sobre la investigación federal. Narcóticos es la sección del LAPD más autónoma. Narcóticos y la familia Kafesjian llevan veintitantos años relacionándose de un modo autónomo. Exley sabe que la investigación federal tendrá resultados y quiere que la flor y nata del LAPD quede a salvo. Sabe que deben rodar cabezas y ha convencido al jefe Parker de que la estrategia menos gravosa y más sensata es sacrificar Narcóticos a los federales: la brigada puede ser presentada como un grupo de policías corruptos que se volvió loco por sí solo sin causar graves quebrantos al prestigio general del departamento.

No me convenció del todo: aquella obsesión por la familia tenía un aspecto demasiado feo.

Igual que la mía. Igual que la de Junior.

George Stemmons II: mis peores imágenes.

Le perseguí durante cuatro días; sencillamente, había desaparecido. En la oficina: ni señal de vida. La casa que había revuelto: cerrada a cal y canto. El barrio negro: no. La casa de su padre: no. Fern Dell: no. Bares de maricas: no, Junior no tenía agallas para ser tan descarado. Tiro a ciegas: Johnny Duhamel (su querencia conocida).

Personal me facilitó la dirección. Pasé por allí tres días/noches seguidos: ni Johnny, ni Junior. Ni hablar de contactar con Duhamel en horas de servicio: no podía saltarme a Dudley Smith. El instinto me dijo que el amor de Junior no era correspondido: el Rubio y el Despampanante no hacían migas. Posible confirmación: Reuben Ruiz, colega de Johnny. Gallaudet le tenía de relaciones públicas encargado de untar a los chicanos para que dejaran Chavez Ravine.

Le coloqué a Bob una historia convincente: Ruiz conocía a un tipo al que necesitaba sacar información. Gallaudet: está entrenando no sé dónde, búscale en Chavez Ravine dentro de unos días; estará allí trabajándose a la gente.

Sin un centavo.

Tiro seguro:

Junior denuncia a Glenda por homicidio. La víctima, un chulo negro: Gallaudet tal vez no solicite un acta de acusación. Pero: Howard Hughes hace chasquear los dedos y Bob Cámara de Gas salta. Fácil: influir en el juez, ganarse al jurado; Glenda, directa a la celda verde. Acusaciones accesorias pendientes: sobre mí.

En consecuencia:

Neutralizar a Junior. Silenciar sus tratos con los Kafesjian: si Exley se entera, delatará a Glenda para salir bien librado. Mi moneda de cambio: Duhamel; delatarle a Dudley, el momento cumbre, trabajo para Exley; un seguro para Junior/Glenda.

Pagué dos de cien a Jack Woods: encuéntrame a Junior Stemmons. Mi querencia: ELLA; un remolque de plató, avanzada la noche.

Miciak guardó silencio: entre Glenda y yo hicimos que su seguimiento fuera estrictamente independiente. Escribí informes falsos para Milteer y Glenda me proporcionó falsos detalles. El plató: los extras vagabundos de Mickey, dormidos. Hablábamos en voz baja, hacíamos el amor y le dábamos vueltas a TODO.

Yo nunca dije que sabía; ella nunca me presionó. Biografías, huecos: le oculté lo de Meg, ella se calló lo de prostituta.

Nunca le dije que mataba gente. Nunca le dije que Lucille K. me había convertido en un mirón.

Ella dijo que yo agotaba a la gente.

Dijo que yo sólo apostaba en partidas amañadas.

Dijo que ser policía/abogado me colocaba a cierta distancia del típico blanco pobre.

Dijo que yo no me dejaba engañar nunca.

Yo dije: tres de cuatro, no está mal.