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TRANSCRIPCIÓN DEL INTERROGATORIO A GERMÁN SILVERA, comisario del Cuerpo Superior de Policía, durante la investigación del caso por el asesinato de Eva Gonzalvo.

 

FECHA: 9 de octubre de 1985 (primera parte).

 

DESCRIPCIÓN: En la sala se encuentran, en calidad de interrogadores, el inspector de primera José Azagra (en adelante, «INT. 1»), encargado del caso Gonzalvo, y el inspector de primera Damián Medina (en adelante, «INT. 2»), funcionario nombrado por la Dirección General de Seguridad para llevar a cabo una investigación relacionada con asuntos internos del Cuerpo de Policía. En calidad de interrogado, Germán Silvera, comisario del Cuerpo Superior de Policía.

 

INT. 1: Comisario Silvera, este interrogatorio tiene el propósito de aclarar algunos aspectos sobre su implicación en el caso de Eva Gonzalvo. Antes de comenzar, ¿quiere que esté presente un abogado?

G. SILVERA: No creo que sea necesario.

INT. 1: De acuerdo. Puesto que es usted funcionario de la policía, el inspector Medina participará con el fin de determinar si su actuación ha sido…

G. SILVERA: No necesito que me lo expliques, Azagra. Sé cuál es la función de Medina. Joder a sus compañeros. Y, por supuesto, está aquí para joderme a mí. ¿Me equivoco?

INT. 2: Estoy aquí para garantizar el correcto funcionamiento de nuestro sistema policial. Lo que tenga que decir al respecto, comisario, hágalo delante de quien corresponda.

G. SILVERA: No podíamos esperar menos de estos sociatas. Que le dieran la vuelta a la tortilla solo era cuestión de tiempo. Ahora los polis somos los sospechosos y los delincuentes, las víctimas a las que el Estado tiene que proteger… Es de agradecer que se les haya ocurrido crear un equipo de gente maravillosa, honrada y con principios como vosotros para tenernos a raya.

INT. 2: Me encanta su discurso, Silvera. Pero le repito que no estamos aquí para escuchar mítines. Así que dejemos de perder el tiempo, todos, y empecemos. (Se escucha ruido de papeles). Es usted un funcionario peculiar. Tiene uno de los mejores expedientes en cuanto a resolución de casos se refiere. Sin embargo, tengo aquí un informe que me gustaría que comentáramos. El informe dice que ha sido usted imputado en tres casos a lo largo de su carrera, por presuntos delitos llevados a cabo al amparo de su profesión. Algo que le ha creado una fama que ensucia ese expediente y que deja en entredicho su moralidad.

G. SILVERA: ¿vas a recitarme mi vida? Me la sé de memoria…

INT. 2: Me parece necesario para contextualizar este interrogatorio y la investigación en sí. Así que, si no le importa…

G. SILVERA: Lo que tú digas, Medina.

INT. 2: Comenzaremos por los hechos ocurridos en el año 1978: la desaparición de cinco kilos de cocaína de la comisaría en la que trabajaba, cuando aún era usted inspector, lo involucró con un grupo de policías que tenía relación con miembros de la mafia italiana. Gracias a la declaración de un agente, un tal… José Alberto Martín, algunos de sus compañeros fueron arrestados y otros, expulsados del Cuerpo. Pero, finalmente, en el juicio no se pudo demostrar su participación y quedó sin cargos. Se diría que tuvo suerte…

G. SILVERA: Yo diría que se hizo justicia.

INT. 2: Justicia… Me resulta difícil creer que se hiciera justicia, a sabiendas de cómo terminó el asunto.

G. SILVERA: Me temo que no te sigo.

INT. 2: Hace un par de años, en 1983, se celebró el juicio por el asesinato de un policía llamado José Alberto Martín, el mismo que declaró contra ustedes en el 78. Fue usted citado como responsable del operativo en el que uno de sus hombres, el agente Héctor Selman, acabó con la vida de dicho policía mientras actuaba infiltrado en una banda de narcotraficantes gallegos. Recaía la sospecha sobre usted de haber ordenado a su subordinado la ejecución de aquel hombre, por venganza…

G. SILVERA: Capturamos a varios miembros de la familia Piñeiro y, sobre todo, cogimos a Lorenzo Cañas, alias el Portugués, líder de un peligroso grupo de delincuentes que operaba desde hacía tres años en Madrid. El operativo fue un éxito a pesar del peligro que conllevaba; y la muerte de ese oficial fue un error. Pero en lugar de reconocer el mérito de la policía por el desmantelamiento de dos de las bandas más peligrosas de este país, os dedicasteis a perseguir fantasmas. No obstante, te recuerdo que, cuando un juicio tiene sentencia firme, ha terminado. Si piensas que voy a volver a defenderme de lo que ya me defendí en su momento, estás perdiendo el tiempo. La justicia me ha liberado de todos los cargos que la gentuza para la que trabajas ha tratado de adjudicarme solo porque tengo unas ideas con las que no comulgan.

INT. 2: No es esa mi intención, comisario. Ya se lo he dicho, y se lo repito: solo pretendo contextualizar este interrogatorio…

G. SILVERA: Pues la estás cagando. No tengo cargos, así que no tengo antecedentes. Y me estás culpando de algo que no deberías siquiera mencionar.

INT. 2: Yo no estoy culpando a nadie. Me limito a leer un informe…

G. SILVERA: … dando con ello a entender que soy un tipo corrupto.

INT. 2: No creo haber dicho eso en ningún momento.

G. SILVERA: Me gusta ese toque irónico que das a tus frases.

INT. 2: Gracias. Viniendo de usted, es todo un halago.

G. SILVERA: Que te jodan, Medina.

INT. 1: Por favor, señores. Ya está bien. Inspector Medina, ¿cree que es necesario todo esto?

INT. 2: El comisario Germán Silvera tiene una fama labrada en el Cuerpo que no es precisamente ejemplar que digamos. Y este informe demuestra de dónde procede. Se lo ha juzgado por delitos demasiado graves, entre los que consta el asesinato. Si bien siempre ha salido airoso, puede que en el caso de Eva Gonzalvo haya vuelto a actuar al margen de la ley, incluso delictivamente. Y voy a ser claro: esta vez me encargaré personalmente de que se haga justicia con usted, Silvera.

G. SILVERA: ¿Y qué piensas hacer? ¿Llevar esta cinta con tu mierda de informe al tribunal? ¿Decirle al juez que todos sus colegas se equivocaron al dictar sentencia a mi favor? ¿Te crees que estás por encima de la ley, chupatintas de mierda?

INT. 2: Ordenó matar a un compañero porque había declarado contra usted en un juicio…

G. SILVERA: Ves demasiadas películas. Nadie sabía que aquel tipo era policía, y yo ni siquiera estaba allí para poder reconocerlo. Solo estaba el agente al que habíamos infiltrado y fue quien pagó el pato. Fue expulsado del Cuerpo injustamente, pero eso a vosotros os la trae floja. Cuando se os mete alguien entre ceja y ceja, vais a por él a degüello. Y luego me tacháis a mí de facha… No tengo nada más que decirte. Tú tendrás tu opinión, pero la ley me ampara. Así que con tu opinión y tu informe te puedes limpiar el culo, o limpiárselo a tus superiores.

INT. 1: Bien, señores. Se acabó. Esto no va a ninguna parte. Les recuerdo que por encima de todo esto hay una chica asesinada. (Hay un silencio). vayamos al asunto, comisario. Cuéntenos cómo se involucró en el caso de Eva Gonzalvo.

(Hay otro silencio).

G. SILVERA: Fue por casualidad. Hace un tiempo decidí invertir en mi jubilación. En menos de un año entrará en vigor la nueva ley que unirá a los dos Cuerpos de la Policía Nacional en uno solo. Y con sesenta y dos me mandarán a casita a jugar al dominó, con una retribución de mierda. Así que me planteé abrir una agencia de investigación. No tenía prisa en llevarlo a cabo, y tampoco quería implicarme mientras siguiera siendo funcionario del Estado. Pero un día se presentó un viejo amigo y me contó que unos conocidos suyos le habían pedido un favor: alguien de su círculo de amistades, una persona a quien él no conocía, necesitaba contratar los servicios de un detective privado que fuera de confianza.

INT. 1: Para que conste en la grabación, comisario, ¿puede decir el nombre de su amigo, por favor?

G. SILVERA: Samuel Dávalos. Subcomisario de la brigada de Estupefacientes.

INT. 1: Gracias, comisario. Continúe, por favor.

G. SILVERA: Dávalos no sabía de qué iba el asunto. Solo sabía que sus conocidos eran gente de pasta y que el cliente estaba dispuesto a gastar lo que fuera necesario. Y esos regalos no hay que desaprovecharlos. Así que me propuso que me hiciera cargo. El pastel era goloso, pero, como he dicho, no estaba por la labor de jugármela mezclando mi oficio público con algo privado. Así que terminé tomando una decisión salomónica: poner en marcha mi negocio asociándome con otra persona, y que fuera él quien llevara a cabo la investigación. No me inmiscuí en el caso. Ni siquiera me entrevisté con el cliente. Lo dejé todo en manos de mi socio. Pero la investigación, inicialmente ajena a cualquier crimen, se complicó y terminó mezclándose con la de la muerte de esa chica. Fue en ese momento cuando me vi en la obligación, como policía, de abrir una investigación oficial…

INT. 2: ¿Acaso no averiguó que ya había una en curso y que el encargado de ella era el inspector José Azagra, aquí presente?

G. SILVERA: Desde luego. Pero fue después de que las pruebas realizadas sobre las pertenencias que encontró mi socio revelaran la identidad de Eva Gonzalvo. Para entonces ya teníamos un sospechoso claro, y decidí ponerlo en conocimiento de Azagra…

INT. 2: … pidiéndole que demorara su investigación para poder llevar usted a cabo la suya sin que nadie interfiriera…

G. SILVERA: Estás muy equivocado, Medina. Azagra puede decirte…

INT. 2: No se moleste. Luego tendremos tiempo de hablar de su decisión de manipular el curso de la investigación de Azagra. Pero vayamos por partes y ciñámonos en primer lugar al asunto de la agencia de investigación. ¿Puede hacer el favor de decir el nombre de su socio, comisario, para que quede registrado?

G. SILVERA: Héctor Selman.

INT. 2: Quiero que conste en esta grabación que hemos interrogado a Héctor Selman para esclarecer los hechos acaecidos durante la investigación del crimen de Eva Gonzalvo. El interrogatorio fue grabado hace dos días, el 7 de octubre. En él, Selman aseguró que dejó de tener trato con usted tras ser expulsado del Cuerpo. Dígame, comisario, ¿después de dos años ya no le guardaba rencor por haber perdido su trabajo para salvarle el culo a usted?

G. SILVERA: Eso deberías habérselo preguntado a él, ¿no crees?

INT. 2: ¿Cómo logró convencerlo para que volviera a ponerse él solito en la línea de fuego? ¿Acaso se tragó que lo de invitarlo a un trozo de su suculento pastel era un acto de buena fe para compensar el daño que le hizo?

G. SILVERA: ¡Vaya! Veo que eres tan gilipollas como parecías, Medina…

INT. 1: Por favor, comisario. Le agradecería que…

INT. 2: Da igual, Azagra. Da igual. Cuando acabemos, veremos quién es aquí el gilipollas. Usted todavía no es consciente de lo que se está jugando en este interrogatorio, ¿verdad, Silvera? Cree que, con una chica asesinada y un sospechoso ejecutado, el caso lo vamos a cerrar así, sin más. Vamos, que esto es rutinario, como antes. Como en sus tiempos de pistolero…, cuando en la brigada se les permitía…

INT. 1: ¿Qué tal si dejamos ya el tema? Comisario, por favor, háblenos de su reencuentro con Héctor Selman.

(Hay un silencio).

G. SILVERA: Fue la noche del 26 de septiembre, precisamente el día en que hallaron el cuerpo de la chica…