49 La paradoja de Fermi
Nuestra galaxia contiene miles de millones de estrellas y en el universo hay miles de millones de galaxias, es decir, que hay millones de millones de estrellas. Si tan sólo una fracción de éstas tuvieran planetas anclados, serían muchísimos planetas. Si una fracción de esos planetas albergaran vida, habría millones de civilizaciones en el espacio exterior. Entonces, ¿por qué nunca las hemos visto? ¿Por qué no se han puesto en contacto con nosotros?
Ecuación de Drake En 1961, Frank Drake escribió una ecuación para calcular la probabilidad de que una civilización extraterrestre contactable habitara en otro planeta de la Vía Láctea. Se conoce como ecuación de Drake. Nos dice que existe la posibilidad de que podamos coexistir con otra civilización, aunque esta probabilidad es aún bastante incierta. En una ocasión, Carl Sagan sugirió que la Vía Láctea podría estar poblada por la asombrosa cantidad de un millón de civilizaciones alienígenas, aunque más tarde rebajó esta cifra y desde entonces otros han estimado que su valor se reduce simplemente a una, es decir, los seres humanos. Más de medio siglo después de que Fermi formulara su pregunta, todavía no hay una respuesta. En la Luna, Marte, los asteroides, los planetas y lunas del sistema solar, no se han hallado indicios concretos de vida de ningún tipo, ni tan siquiera la más simple de las bacterias. No hay signos de interferencia en la luz de las estrellas que pudiera indicar máquinas gigantes en órbita que se alimentaran de la energía de aquéllas. Y no será porque nadie haya buscado. Debido a los intereses en juego, se ha concedido una gran atención a la búsqueda de inteligencia extraterrestre.
«¿Quiénes somos? Descubrimos que vivimos en un planeta insignificante de una aburrida estrella perdida en una galaxia abandonada en un rincón olvidado de un universo en el que hay muchas más galaxias que personas.»
Werner von Braun, 1960
Búsqueda de vida Veamos, ¿cómo se pueden buscar signos de vida? En primer lugar, hay que buscar microbios dentro de nuestro sistema solar. Los científicos han analizado rocas procedentes de la Luna, pero están compuestas de basalto inanimado. Se ha sugerido que los meteoritos de Marte podrían hospedar restos de bacterias, pero todavía no se ha demostrado que las burbujas ovoides de esas rocas albergaran vida alienígena y que no resultaran contaminadas tras caer en la Tierra o fueran el resultado de procesos geológicos naturales. Incluso han rastreado las superficies de Marte, los asteroides e incluso una luna en el extremo más alejado del sistema solar: Titán, en la órbita de Saturno.
Pero la superficie de Marte es un árido desierto de arena volcánica y rocas, no muy diferente del desierto de Atacama en Chile. La superficie de Titán es húmeda, empapada de metano líquido, pero hasta la fecha desprovista de vida. Una de las lunas de Júpiter, Europa, se ha intentado vender como el objetivo más popular para futuras búsquedas de vida dentro del sistema solar, pues contiene numerosos mares de agua líquida bajo su superficie helada. Los científicos espaciales están planificando una misión allí para perforar a través de la costra de hielo e inspeccionar debajo. Se han descubierto otras lunas del sistema solar exterior que son bastante activas geológicamente y liberan calor al ser comprimidas y estiradas por la torsión gravitacional de sus órbitas alrededor de los planetas gaseosos gigantes. Por tanto, el agua líquida tal vez no sea un bien tan raro en el sistema solar exterior, alimentando así las expectativas de encontrar vida algún día. Las aeronaves espaciales que viajan a esta región están ampliamente esterilizadas para garantizar que no las contaminamos con extraños microbios terrestres.
La ecuación de Drake
N = N* × fp × ne × fl × fi × fc × fL
N es el número de civilizaciones de la galaxia Vía Láctea cuyas emisiones electromagnéticas son detectables.
N* es el número de estrellas de la Galaxia.
fp es la fracción de esas estrellas que tienen sistemas planetarios.
ne es el número de planetas por sistema solar, con un entorno apto para la vida.
fl es la fracción de planetas aptos en los que realmente aparece la vida.
fi es la fracción de planetas que tienen vida en los cuales surge la vida inteligente.
fc es la fracción de civilizaciones que desarrollan una tecnología que emite signos detectables de su existencia al espacio.
fL es la fracción de un periodo vital planetario durante el cual estas civilizaciones emiten señales detectables al espacio (para la Tierra esta fracción es hasta el momento muy reducida).
Pero los microbios no van a llamar a casa. ¿Qué hay de animales o plantas más sofisticados? Ahora que se descubren planetas individuales alrededor de estrellas lejanas, los astrónomos planean diseccionar la luz procedente de éstas para buscar sustancias químicas que puedan apoyar o sugerir la existencia de vida. Se podrían recoger trazas espectrales de ozono o clorofila, pero tendrían que someterse a un análisis minucioso, tales como los que posibilitará la siguiente generación de misiones especiales, como el Terrestrial Planet Finder (Buscador de Planetas Terrestres) de la NASA. Estas misiones podrían dar con una hermana Tierra algún día, pero, de ser así, ¿estará poblada de seres humanos, peces o dinosaurios, o simplemente tendrá continentes y mares sin vida?
Contacto La vida en otros planetas, incluso en los parecidos a la Tierra, podría haber evolucionado de una forma diferente a como lo ha hecho aquí. Por lo tanto, no es seguro que los alienígenas de otros planetas fueran capaces de comunicarse con nosotros. Desde que la radio y la televisión iniciaron sus emisiones, sus señales se han difundido lejos de la Tierra, viajando hacia el exterior a la velocidad de la luz. Por lo tanto, la Tierra ha emitido numerosas señales, si se dispone de una antena para captarlas. ¿No harían lo mismo otras civilizaciones? Los radioastrónomos rastrean estrellas cercanas en busca de indicios de señales anormales.
«Nuestro Sol es una de las 100.000 millones de estrellas de nuestra galaxia. Nuestra galaxia es una de las miles de millones de galaxias que pueblan el universo. Sería el colmo de la presunción pensar que somos los únicos seres vivientes de esa enorme inmensidad.»
Carl Sagan, 1980
El espectro de las ondas de radio es muy amplio, así que se centran en frecuencias próximas a las transiciones de clave de energía natural, como la del hidrógeno, que debería ser la misma en cualquier punto del universo. Buscan transmisiones que sean regulares o estén estructuradas, pero que no sean efectuadas con ningún objeto astronómico conocido. En 1967, la estudiante graduada Jocelyn Bell tuvo un gran susto en Cambridge, Inglaterra, al descubrir pulsos regulares de ondas de radio procedentes de una estrella. Algunos pensaron que esto era efectivamente un código Morse alienígena, pero de hecho era un nuevo tipo de estrella de neutrones que giraba, que actualmente denominamos pulsar. Como el proceso de rastreo de miles de estrellas tarda mucho tiempo, en Estados Unidos se ha puesto en marcha un programa especial llamado SETI (Search for Extra Terrestrial Intelligence, Búsqueda de Inteligencia Extraterrestre). A pesar de que hace años que se analizan datos, todavía no se ha detectado ninguna señal extraña. Otros radiotelescopios buscan de forma ocasional, pero éstos tampoco han descubierto nada que no fuera de origen mundano.
Hemos salido a comer Teniendo en cuenta que hemos ideado numerosas formas de comunicar y detectar signos de vida, ¿por qué no responde ninguna civilización a nuestras llamadas? Tal vez la vida sólo existe durante un período de tiempo muy corto en un estado avanzado en el que es posible la comunicación. ¿Por qué ocurriría esto? Quizá la vida inteligente siempre se aniquila a sí misma muy deprisa. O quizá es autodestructiva y no sobrevive lo suficiente, así que las posibilidades de comunicarse son efectivamente muy escasas. A lo mejor hay escenarios más paranoicos: los alienígenas simplemente no quieren contactar con nosotros y estamos deliberadamente aislados. O están tan ocupados que todavía no han tenido la ocasión.
Cronología:
1950 d. C.: Fermi cuestiona la ausencia de contacto alienígena.
1961 d. C.: Drake diseña su ecuación.
1996 d. C.: Los meteoritos de la Antártida apunta a una vida primitiva en Marte.
La idea en síntesis: ¿hay alguien ahí?