Hoy murió un viejo en la plaza

A la plaza llegó a sentarse pierna arriba la Muerte. No reparó para nada en los aromos en flor, permaneció impertérrita ante la pandilla de gorriones que, como niños mal vestidos, revoloteó en torno a su esqueleto. Tampoco se tomó una foto. Sólo que al irse llevose —lo mismo que cuando el viejo se llevaba una hormiga en su vestón— a un viejo sentado tiempo arriba en la plaza.