Este relato breve y sosegado pasa de lo esotérico a lo fantasmal, de los espeluznantes sucesos que se producen en el estudio de un hombre famoso hace poco fallecido a la figura sobrenatural del umbral. El joven biógrafo ha sido invitado por la viuda a trabajar en el despacho de su objeto de estudio, entre los libros y documentos del muerto. La viuda quiere hacer «lo mejor de todo» por su difunto marido; quiere un recuerdo apropiado, una «vida» bien escrita. Poco a poco, el cuento empieza a dejarnos claro lo que debería ser «lo mejor de todo», y no es tan «mejor» como podría parecer. El fantasma del umbral nos proporciona la respuesta.
El texto, escrito en el cambio de siglo, corresponde al estilo tardío de James y refleja ciertas preocupaciones suyas en esa época. El autor se había comprometido a escribir una biografía de William Wetmore Story, escultor y escritor aficionado que había vivido en Roma y había muerto unos años atrás. Story y James tenían muchos amigos en común, y los hijos del primero lo habían presionado, pensando que solo él, que había conocido la Roma de Roderick Hudson, podía hacer justicia a Story y a la gran reputación que tenía en su época. En su fuero interno, James opinaba que había sido un hombre de pretensiones considerables, un diletante y un aficionado en todo lo que hacía. Había visitado su estudio en la capital italiana, había observado sus obras con mucha atención y se hallaba familiarizado con su círculo. Dudó durante mucho tiempo, y quizá no habría escrito la biografía de no haberle surgido necesidades financieras. A lo largo de los años que transcurrieron hasta que comenzó, cabe suponer que debió de plantearse lo que sería «lo mejor de todo» en ese caso.
No es este el lugar adecuado para relatar la historia de cómo escribió esa biografía, un trabajo insólito para James y en muchos aspectos del todo ajeno a su carácter. La cuestión es que al final resolvió su problema incorporando muchas reminiscencias personales, por lo que la obra acabada es tan autobiográfica como biográfica.
El suceso concreto que le dio el impulso para escribir «Lo mejor de todo» fue un comentario casual que le hizo Augustine Birrell una noche en casa del conde de Rosebery, en abril o mayo de 1898. El autor escribió en su cuaderno de notas: «La historia está inspirada en lo que, la otra noche, Augustine Birrell me contó en casa de Rosebery acerca de Frank Lockwood, es decir, que poco después de la muerte de F. L. y rodeado de todas sus cosas, se hallaba escribiendo una Vida de aquel (en pasado), cuando “tuvo la sensación de que podía aparecer”». Birrell, más tarde presidente del Consejo de Educación y primer secretario de Irlanda, era conocido por su serie de Obiter Dicta y acababa de finalizar su memoria anecdótica de Lockwood, que había sido fiscal general en el breve ministerio del conde de Rosebery a mediados de la década de 1890. El comentario de Birrell coincidía con las preocupaciones biográficas que James tenía en ese momento. El resultado fue «Lo mejor de todo».
«El biógrafo (después de la muerte: A. B. y F. L.)», anotó James en su cuaderno como recordatorio. Poco después escribió el relato, que se publicó en Collier’s Weekly el 16 de diciembre de 1899 y se incluyó en el volumen The soft side (1900). El texto aquí reproducido corresponde a la edición neoyorquina.