Con «Sir Edmund Orme» llegamos al cuento sobrenatural maduro de Henry James y a su primer fantasma diurno característico.

El espectro de este relato es un agente de «vigilancia» que sale a escena para proteger y atormentar al mismo tiempo. James consideraba este texto una muestra de «lo más horripilante». El novelista intentó evocar en él el ambiente de la Brighton de Thackeray, «donde el mar centelleante y la brisa, el gran [paseo] acogedor, animado y multicolor» le ofrecía la imagen detallada que necesitaba para conseguir «lo extraño y siniestro entretejidos con lo más sencillo y normal». Iniciaba así su famosa serie de cuentos sobrenaturales de la década de 1890 que culminó en la novela breve Otra vuelta de tuerca, su obra maestra del horror.

Habían transcurrido quince años entre la publicación de «El alquiler del fantasma» y «Sir Edmund Orme», los años de su temprano y gran éxito, y también de la pérdida gradual del público general. Con la década de 1890 —y la aproximación de su cincuenta cumpleaños— decidió intentar «un genuino y sostenido asalto al teatro». Ello significaba que no podía dedicarse a la novela. Su solución fue limitarse a la «extrema brevedad». À la Maupassant!, se decía una y otra vez mientras empezaba a producir relatos cortos al margen de su obra teatral. Durante el segundo de sus «años dramáticos» escribió tres cuentos de fantasmas. El primero que se publicó fue «Sir Edmund Orme», el cual apareció en el especial de Navidad de 1891 de una nueva revista llamada Black and White.

James había esbozado el cuento en su cuaderno de notas una docena de años atrás: una muchacha que «sin saberlo, es seguida sin cesar por una figura que otras personas ven». Cuando se puso a escribir, hizo de la madre de la muchacha su figura central; esta, atormentada por el sentimiento de culpa de haber abandonado a un enamorado en su juventud, observa que el fantasma del hombre sigue a su hija sin que esta se percate y trata de protegerla de la «justicia punitiva, la visita a los hijos de los pecados de las madres». Entre la fecha de esta anotación en su cuaderno (22 de enero de 1879) y la creación de «Sir Edmund Orme», James había escrito un cuento paralelo de tema no sobrenatural, «Louisa Pallant» (1888). En este último la situación se había invertido: una madre mundana que una vez cometió un error —también abandonó a un hombre, en este caso el narrador— reconoce en su hija mundana la recreación de su antiguo yo e intenta expiar su vieja culpa frustrando la boda de su hija. La mujer desprecia en ella («¡Mi única hija es mi castigo, mi única hija es mi deshonra!») aquello que con el paso de los años ha aprendido a despreciar en su yo más joven. Su expiación se convierte en un acto de agresión antinatural para una madre contra su homóloga más joven, dura e insensible, con la excusa de ahorrarle sufrimientos al joven y ardiente enamorado.

La historia fue publicada de nuevo en La lección del maestro y otros relatos en 1892 y revisada ampliamente dieciséis años más tarde para la edición neoyorquina. El texto definitivo es el que se reproduce aquí.