
DECLAMACIÓN XXIII
(467)270
RESUMEN
Esta corta composición presenta, precisamente por su concisión, algunas dificultades de interpretación. El primer párrafo está puesto en boca del acusador, que explica a los jueces el caso. El segundo parece proceder de labios de la madre —a quien el criminal intenta calumniar—, quien cuenta con un segundo hijo, al que el mayor pretende atraer a su partido o incluso ha eliminado ya. En el tercero, el orador interpela al acusado, a quien condena la realidad de los hechos. Una última frase capta la benevolencia de los jueces.
Jueces, tras haber pretendido que su madre consintiera [1] a la fuerza en el hecho de haber asesinado a su buen padre, un hijo desheredado intenta ahora perturbar la inocencia de los jueces y paliar en algo las consecuencias de un crimen manifiesto. Ignoramos qué palabras puede encontrar este criminal que avalen su defensa; al refutarla, nosotros ponemos al descubierto su fallo271.
[2] Este hijo, pervertido por el mal de la contumacia, tras haber asesinado a su padre, intentó eliminar la opinión de la madre272. Dolido porque hemos escapado a su puñal, atenta ahora contra nuestra fama con un arma aún más temible teniendo en cuenta el pudor propio del sexo. Nosotros mostramos la pared que ha roto273, el camino que ha seguido este depravado. Él profiere palabras que van contra la realidad y, para salvar la apariencia de que nos asista una ayuda fidedigna, atrajo a su partido a nuestro hijo pequeño. Éste, que desconoce el engaño, ha sido seducido por el artificio de sus palabras. Así ha logrado que también sucumba aquel que se pensaba que había sobrevivido.
[3] ¿Para qué pretendes cegar con imposturas la imparcialidad de la justicia? Este hombre escandaloso no fue capaz de perdonar y no matar a aquel a quien tú dices ahora con falsedad que amaba. ¿Acaso hacen falta argumentos, allí donde su hecho da fe de la verdad con voz propia? Has perdido toda esperanza de defensa, al marcar a hierro los miembros de tu madre274. Mas, aunque el abogado defensor sea hermoso y brillante, nosotros no tenemos ojos para contemplar estos hechos.