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DECLAMACIÓN X
(94)

ACCIÓN DE GRACIAS AL MAESTRO DE GRAMÁTICA, CUANDO PARTENIO DISERTÓ BRILLANTEMENTE

RESUMEN

El proemio se dedica a distinguir entre las alabanzas justas y las inmerecidas (1-3). Tras una breve profesión de modestia, expone la ocasión que da pie a la presente declamación: que el maestro ha trabajado las buenas cualidades del alumno, como una veta de metal precioso con la industria, la tierra por medio de la agricultura o el mar, gracias al arte de la navegación (4-7).

Sigue la acción de gracias propiamente dicha, primero de un modo hiperbólico, como si de la acción del maestro de Partenio dependiera la salvaguarda de la civilización (8) y luego, tras una segunda consideración de modestia, reducida al caso concreto (9). Se trata de un caso especialmente delicado porque las dos ramas de la familia del alumno son dispares (10-11).

Conclusión (12-13).

Cuando damos las gracias debidas por los beneficios que [1] recibimos, creo que nos liberamos de la jactancia, al cumplir algo que resulta necesario. Pues no es posible cubrir con ningún velo de honradez la hinchazón de la arrogancia, cuando las palabras no están al servicio de alguien digno de alabanza, sino de los impulsos de la sangre. En efecto, una cosa es hablar para conseguir gloria y otra hablar para no ser criticado. En el primer caso, el alma ansiosa de fama está sometida a la jactancia; en el segundo, siguiendo los dictados de la razón, alcanza justamente el grado de gloria que ha logrado con el esfuerzo de su discurso138.

[2] Pues las mentes discretas distinguen entre las declamaciones justificadas y las innecesarias, aunque ambos tipos den muestras de una lengua del mismo nivel. En efecto, por una sola y la misma boca son celebradas las alabanzas de un tirano y las de los buenos gobernantes; y no hay diferencia entre los elogios de aquel que los merece y de aquel que se los arroga.

[3] Y si la sesuda capacidad de discernimiento de quienes juzgan no penetrara las intenciones del discurso, el ruido de los que aplauden, que abarca también a los indignos, no proporcionaría ninguna diferencia. El valor intrínseco de las declamaciones que se escuchan no es medido por los oyentes según la lengua, sino por el afecto. En resumen, una cosa es escuchar benévolamente y con gusto al que recita y otra aprobar la pasión con que se recita139.

Pero ya, pasando por alto las elucubraciones sobre el [4] tema, dejemos que hable el asunto mismo, más que mi mediocre incapacidad. ¡Oh tú, el mejor de los maestros!, tiempo ha, cuando Partenio se incorporó a tus aulas, lo introduje con la recomendación de un discursito; entonces, cuando trasponía el umbral de los estudios liberales; cuando aún era incierto si correspondería con su erudición a la brillantez de su origen: pues no sirve para nada la nobleza de cuna a quien no revela su estirpe por medio del estudio.

Entonces, como digo, presentamos de palabra al antedicho [5] cuando todavía no era aún apropiado mostrar con un discurso140 la calidad de su nacimiento, porque siempre destruye las buenas cualidades, tener la luz de la buena cuna y permanecer aprisionado en la noche de la rusticidad, destacar por la voz de la alcurnia y permanecer diluido en la oscura ignorancia.

El oro no es nada si no es compuesto por la mano del artista [6] de modo que se añada un valor al metal amarillo, gracias a la intervención del pulido: cuando la industria no interviene, es escaso el brillo que ha podido aportar la naturaleza. El hecho de que la tierra sea alabada por lo que produce es debido al esfuerzo del artesano. Gracias al homo se domina, con firmeza lo que, procedente de las vetas ocultas, pasa a tener el aspecto de una moneda de oro y cautiva los salvajes corazones de los hombres con una pasión arrolladora.

[7] Si no se ejercitaran las espaldas, no proporcionarían alimento a los hombres. Gracias al arte, es posible que el hombre tenga la capacidad de adentrarse confiadamente en el elemento líquido del mar, y que con reducido peligro remonte un camino de muerte a través del ejercicio de su talento. Es magistral la sencillez de los campesinos, cuando ésta esculpe con sus manos la faz de la tierra, cultiva la viña y del jugo de las plantas extrae aquel líquido por el que se mantiene la salud. Por muchos indicios se hace evidente que la dedicación de los trabajadores, o instila lo que la cepa no ha aportado, o salvaguarda el bien que ha producido por sí misma.

[8] Y si tal es la condición universal de las cosas, ¡oh doctor, lleno de erudición!, ¿con cuán gran alabanza debe ser ensalzada tu solicitud, por cuya diestra resucita la libertad que una y otra vez amenaza hundirse141, por cuya pericia surgen nuevos motivos de gloria para nuestros antepasados o se restauran los antiguos? Verdaderamente, así lo afirmo, si no fuera por ti, sucumbiría en breve espacio de tiempo todo lo que da pruebas de buena cuna.

[9] Mas ¿por qué me comprometo con grandes cargas, yo que no soy capaz de sostener las pequeñas y pronuncio una acción de gracias general, yo que apenas basto para hacerlo por una sola persona? En presencia de muchos, ¡oh tú, el más perfecto de los hombres!, te agradezco efusivamente que, al haberlo instruido, me hayas hecho reconocer a Partenio como mío. Tú, con el azadón de la ciencia, has arrancado de su pecho los espinos y la cizaña: tú has hecho crecer las mieses de trigo142 con las que podrá alimentar a sus allegados, demostrando con este éxito feliz —teniendo en cuenta el desacuerdo entre los miembros de las dos familias— de una parte lo que hay que seguir y de otra lo que hay que evitar143.

¡Oh poder de tu ingenio, que debería ser alabado por encima [10] de las fuerzas humanas! En una y la misma persona has mostrado de qué manera y qué se debe aprender y no aprender, de lo que procedía de uno y otro de sus padres. Que Dios consolide con buen éxito esta alegría nuestra y que aleje de nosotros todo aquello que amenaza con una desgracia. Eres aún más digno de alabanza porque tu discípulo prefiere renunciar a la estirpe, antes que imitar lo que desdice de ella.

He aquí que sus allegados —que descienden por ambas [11] ramas de la familia—, unos reconocen a Partenio felizmente y los otros, felizmente, no. ¡Cómo temí que la citada mezcla, al caer en discordancia por su diversidad, vencida la parte mejor, cediera en ventaja de la peor y en él, dada la vileza de esta época, predominara la parte indocta!

Mas me has demostrado, tú, joya de tu tiempo, que he [12] logrado en este pariente mío más de lo que pedí. Has imitado con tus bondades la munificencia del cielo, al superar con una gran dedicación de tu parte los deseos del que te lo encomendó. He aquí que surgen ya de un pecho invernal y de un corazón de hielo pequeñas flores de declamaciones y las adornan semillas de palabras que muestran sus cálices. He aquí que, tras un murmullo extraño144, se destilan de su boca palabras que son signo de civilización humana.

[13] Si no te devolviera yo, a mi vez, estos regalos de tu parte, pensarías que se los has concedido a alguien que no los merece. Pues todo aquel que ha recibido en silencio los mejores favores, demuestra que no ama lo que le ha aportado la prosperidad.

Obra miscelánea. Declamaciones
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