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1 W. STROH ha mostrado recientemente cómo declamatio-declamator (palabras que CICERÓN utilizó con sentido peyorativo), aún en vida suya —entre 54-46 a. C.—, y posiblemente por influencia del aticismo de C. LICINIO CALVO, pasaron a ser términos técnicos con los que se designaban ejercicios escolares de preparación para la vida forense. Véase W. STROH, «Declamatio...», sobre todo págs. 26 ss.

2 Más clara me parecería una clasificación que, manteniendo los grupos como hasta ahora, los distinguiera por los temas de que se ocupan: eclesiásticos, didácticos, jurídicos, épicos, es decir, mitológico-legendarios.

3 Es evidente, para dejarlo sentado desde el principio, el carácter cristiano de todas estas composiciones o, dicho de otra manera, «el carácter epidérmico» del paganismo que refleja Ennodio en ellas. Sobre este tema, véase L. NAVARRA, «Le componenti letterarie e concettuali delle «Dictiones» di Ennodio», Agustinianum 12 (1972), 465-478.

4 Aunque pocas veces están señalados estos pasos en el texto —como es el caso de D 21 y 22—, es evidente que el autor los tiene en cuenta a lo largo de su exposición. Esto vale sobre todo para el proemio, pero se puede suponer que, para el cuerpo de la declamación, en la mayor parte de los casos el autor cuenta con que los oyentes o lectores tienen presente el tenor de la ley de que se trata o los precedentes de controversias con el mismo tema o similar. Tampoco falta de ordinario la conclusión en la que se pide el castigo ejemplar para el culpable. En los resúmenes que encabezan cada declamación, hemos procurado dar cuenta de estas divisiones.

5 Como ha quedado dicho, el calificativo de «sagradas», está fuera de lugar, porque ni se ocupan de Dios ni tienen un contenido teológico. Con más propiedad habría que llamarlas «eclesiásticas».

6 Parece haber sido con ocasión del decimoquinto aniversario de ese acontecimiento. De todos modos, sólo puede asegurarse que esta composición la escribió Ennodio después de haber convivido con el obispo los acontecimientos del sínodo romano, y se sitúa entre 503 y 506.

7 Véase J. P. MIGNE, PL 62, 62-64.

8 Este modo de argumentar no es nuevo. Ya en M 2, 125 Ennodio —por boca de san Pablo— había tachado de adúltero al rival del papa Símaco, Lorenzo.

9 Aparte de estos paralelismos, que podríamos llamar conceptuales, en esta composición utiliza Ennodio imágenes que con frecuencia aparecen en las declamaciones escolares y controversias; por ejemplo, las que toma de la agricultura, de la medicina o del arte de la educación.

10 Se ha discutido mucho sobre la localización de este foro. Podría tratarse incluso del de Trajano en Roma, pero es más probable que se refiera a una institución milanesa. F. MAGANI —I 282-299— se inclina a creer que todas tuvieron lugar en Pavía.

11 Un lugar público de reunión a donde acudían escritores y maestros para declamar sus producciones e impartir clases.

12 Este sobrino causó a Ennodio no pocos problemas. Se trasladó a Roma para emprender estudios superiores y allí se perdió, con gran dolor de su tío; no obstante, en un discurso redactado por él, que Ennodio critica en una de sus epístolas (VI 23), afirmó que se desligaba de su vida ligera y es posible que se trate del maestre de los oficios y patricio, al que Arátor dirigió años más tarde la carta poética situada delante de su obra Hechos de los Apóstoles.

13 Es interesante hacer notar que, para estas cuestiones educativas, con frecuencia Ennodio identifica las cualidades positivas y negativas con buenos y malos papeles femeninos, tomados del repertorio de estrecho parentesco, comúnmente expresado por medio de nombres abstractos de género femenino. Véase, por ejemplo, el uso de mater en D 7, 7; 26, 2. M 1, 80. M 4, 31.

14 Sobre la expresión messis, seguida de un especificativo —aquí ingeniorum—, cf. Introducción III.

15 «Cuyo padre soy llamado en lo que se refiere a las cosas del cielo»: 11. En efecto, Ennodio le ha engendrado a la fe, confiriéndole el sacramento.

16 Véase lo que dicen a este propósito. CICERÓN, Pro Cecina 6; DIGESTO XXXVII 10, 7, 3.

17 GAYO, Institutiones 3, 180.

18 H. I. MARROU, Histoire de l‘education... págs. 456-457.

19 La «interpretación cristiana» de las declamaciones ennodianas, en general, y de ésta en particular, que han asumido F. MAGANI, J. FONTAINE y L. NAVARRA, ha sido puesta en duda recientemente, pero me parece indudable que la perspectiva adoptada por nuestro autor en todas ellas no sólo no es pagana ni neutra, sino que está penetrada de espíritu evangélico. Véase B-J. SCHRÖDER, «Charakteristika...», págs. 255 ss.

20 Piénsese, por ejemplo en M 3, 91, pasaje en el que el rey Eurico valora la embajada de Epifanio y la persona de éste por encima del poder de quien le envía.

21 Incluso se ha puesto de relieve que, dado que el término que Ennodio utiliza aquí —sacramentum— puede hacer referencia, tanto al juramento secular de un cargo, como al sacramento de las órdenes sagradas, en este discurso la traición podría fácilmente ser la caída en el cisma. Esta interpretación explicaría el modo de argumentar de esta declamación, compuesta en los primeros nueve meses de 506, por su coincidencia con el momento en que un diácono llamado Juan, tras haber apoyado durante años al antipapa Lorenzo, dirige una carta al papa Símaco mostrando su arrepentimiento y anatematizando a los que han querido combatir al Papa legítimo. Ennodio habría querido que se acabara el cisma y muestra su descontento en esta declamación. Véase S. A. H. KENNELL, Magnus Felix Ennodius, A Gentleman... págs. 162-163. Otro paralelismo evidente se aprecia en la utilización de imágenes médicas (5-6). que Ennodio usa en contextos explícitamente eclesiásticos, como en M 2, 21-23. 121. 128.

22 Madrastra y veneno desempeñan el papel central en la segunda de las Declamaciones mayores o Controversias atribuidas a Quintiliano.

23 Esta declamación ha sido muy denostada, no sólo por su carga retórica, sino por su mal gusto al escoger el tema. J. FONTAINE en su artículo Ennodius del RAChr se pregunta: «¿qué pensaría el obispo de Milán sobre la declamación compuesta por un diácono...?». Recíentemente B.-J. SCHRÖDER ha puesto también en duda la licitud de una interpretación cristiana de este discurso, pero me parecen convincentes los argumentos de S. A. H. KENNEL, sobre todo en «Ennodius and the pagan Gods...», págs. 237 ss., con los que explica el papel del paganismo en el intento de Ennodio y muchos de sus contemporáneos cultos por compatibilizar la cultura clásica con el cristianismo.

24 El tema y la estructura de la composición se exponen en el resumen que encabeza la traducción. Aquí me refiero someramente a las peculiaridades en el planteamiento con respecto a la declamación pseudoquintilianea.

25 Cf. S. A. H. KENNELL, Magnus Felix Ennodius, A Gentleman of the Church, pág. 157.

26 Véase L. NAVARRA, «Le componenti letterarie e concettuali... », págs. 471-472.

27 S. A. H. KENNELL, Magnus Felix Ennodius, A Gentleman of the Church, pág. 77.

28 J. SIRMOND las llama éticas, en el sentido de que muestran rasgos del comportamiento de esos personajes, que en principio, dada su relevancia, deberían ser modélicos. Como tales, entrarían dentro de la ethopoiéia, bien sea la de una persona en una situación concreta (finita), o bien la de un tipo, como un marido, una madre, una amante (infinita). Es evidente que estos discursos ennodianos hacen saltar este tipo de clasificaciones. Como además, este calificativo despierta hoy día ecos muy apartados de este sentido clásico, sería aconsejable, a mi modo de ver, emplear otra denominación, como épicas, que tiene en cuenta el carácter y los temas de los que se ocupan.

29 Creo que va demasiado lejos L. Navarra cuando afirma que en esta declamación vibran ideas cristianas. Véase L. NAVARRA. «Le componenti..», pág. 473. n. 11.

30 Esta perspectiva parece avalar la tesis de W. SCHETTER, «Die Thetisdeklamation des Ennodius», in Kaiserzeit und Spätantike, Kleine Schriften, Suttgart, 1994, págs. 406-423, a quien cito a través de B.— J. SCHRÖDER, «Charakteristika...», pág. 265. Según él, la situación de la que parte esta suasoria no es, como se afirmaba hasta ahora, Tetis ante el cuerpo muerto de su hijo, sino al ser descubierto su escondite en la isla de Esciros. Contra esta tesis habla, sin embargo, el título o encabezamiento, que habría que atribuir a una mano posterior al autor y editor.

31 Un estudio comparativo de ambos textos puede verse en C. FINÍ, «Le fonti delle dictiones di Ennodio», págs. 387-389.

Obra miscelánea. Declamaciones
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