MODESTA ESPAÑA

 

Paisaje después de la austeridad

 

 

 

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Atentísimo estuvo Sancho a la relación de la vida y entretenimientos del hidalgo [el Caballero del Verde Gabán], y, pareciéndole buena y santa y que quien la hacía debía de hacer milagros, se arrojó del rucio y con gran priesa le fue a asir del estribo y con devoto corazón y casi lágrimas le besó los pies una y muchas veces. Visto lo cual por el hidalgo, le preguntó:

—¿Qué hacéis, hermano? ¿Qué besos son estos?

—Déjenme besar —respondió Sancho—, porque me parece vuesa merced el primer santo a la jineta que he visto en todos los días de mi vida.

—No soy santo —respondió el hidalgo—, sino gran pecador; vos sí, hermano, que debéis de ser bueno, como vuestra simplicidad lo muestra.

 

El Quijote, segunda parte, capítulo XVI