CAPÍTULO 24
EN el que la señora Cable recibe una invitación a cenar.
La señora Cable estaba teniendo una mañana maravillosa.
Pensaba que era verdaderamente escandaloso que lady Rawlings fuera a ofrecer una cena tan poco tiempo después de la muerte de lord Rawlings. Como se lo recordó a su amiga del alma, la señora Pidcock, Esme Rawlings estaba apenas en el primer periodo del duelo.
—Cuando muera el señor Cable —le aseguró a la señora Pidcock—, yo guardaré luto durante un periodo decente de tiempo, y así se lo he hecho saber. Creo que tengo una pequeña reputación en el pueblo de entender las cosas apropiadamente. Estaré dos años de negro y sin pensar en ofrecer este tipo de entretenimientos.
La señora Pidcock tenía sus propias ideas de lo que haría la señora Cable cuando su esposo se muriera. Probablemente bailaría sobre su tumba. Pero no había cómo refutar el sentido del deber de Myrtle. Ella bailaría con cintas negras, no cabía la menor duda.
Naturalmente, la indignación de la señora Cable no le impediría asistir a la invitación de lady Rawlings.
—Si voy a esa cena —le aseguró a la señora Pidcock— es sólo para asegurarme de que nuestra querida Henrietta no caiga presa de las artimañas de ese Mr. Darby. El hombre no tiene nada de bueno, ya que me lo preguntas. Me sentiré mucho mejor cuando ella tenga unos cinco años más, y es un hecho.
La señora Pidcock no compartía esas ansias. Ella tenía la convicción de que ningún hombre se casaría sólo por una cara bonita cuando no existía la posibilidad de tener descendencia.
—Lady Henrietta es una mujer inteligente —dijo la señora Pidcock. —No sucumbirá a las tentaciones de un londinense frívolo.
—Pero todos dicen que él está desesperado por el dinero.
Y sabes que Henrietta está muy bien dotada en ese aspecto.
—No está tan desesperado como para casarse con alguien que lo deje viudo. Sé que ese hombre es tan orgulloso como un pavo real. George está fuera de sí, hablando de los encajes de Darby. Pero él no es tonto. Es cierto que es una desgracia que haya besado a Henrietta en el pueblo, donde cualquiera podía verlos. Pero ahora que lady Holkham le ha informado de la situación, no creo que él persista en el acecho.
—Supongo que tienes razón —dijo la señora Cable. —Y Henrietta dijo que él estaba coqueteando con Lucy Aiken.
—Bueno, ahí tienes. Lady Henrietta es una señorita tan bondadosa que probablemente le hubiera preparado el camino a Lucy. Y ya sabes, querida, yo creo que a Lucy le encantaría casarse con un frívolo como el señor Darby.
La señora Cable estaba casi convencida de ello. Pero aún estaba más feliz de poder controlar al señor Darby.