[863] Voltaire (Siècle de Luis XIV, c. 37; Oeuvres t. IX, pp. 178, 179) se empeña en desautorizar el hecho: pero Hume (Essays, vol. II, pp. 483, 484), con más tino y éxito, se apodera de la batería y asesta sus piezas contra el enemigo. <<

[864] El menoscabo sucesivo de los latinos se va rastreando en los libros tercero, cuarto y quinto de Ducange, pero cercena varias circunstancias de las conquistas griegas, que se pueden ir acopiando por la historia más extensa del Acropolita, y los tres libros primeros de Nicéforo Grégoras, dos escritores de la serie bizantina, a quienes cupieron en suerte doctos editores, León Alacio en Roma y Juan Boivien en la Academia de Inscripciones de París. <<

[865] Jorge Acropolita, c. 78, p. 89, 90, edit de París. <<

[866] Los griegos, socorridos con todo auxilio advenedizo, revocan la alianza y ayuda de los genoveses; pero el hecho se comprueba con el testimonio de J. Villani (Chaon. l. VI, c. 71, in Muratori, Scriptores Rerum Italicarum, t. XIII, pp. 202 - 203) y Guillermo de Nangis (Annales de san Luis, p. 248 en el Joinville del Louvre), dos extranjeros imparciales; y Urbano IV amenazó con privar a Génova de su arzobispo. <<

[867] Hay que esmerase en hermanar guarismos discordes; los ochocientos soldados de Nicetas, los veinticinco mil de Spandugino (en Ducange l. V, c. 24); los griegos y Escitas de Acropolita, y la hueste grandiosa de Miguel en las cartas del papa Urbano IV (l. 129). <<

[868] Θεληματάριοι. Paquímero los nombra y describe (l. II, c. 14) <<

[869] Es por demás el andar siguiendo a estos comanos por los páramos de Tartaria, o de Moldavia. Parte de la ranchería se avasalló a Juan Vataces, plantada probablemente para semillas, por algunas malezas de Tracia (Contacuzeno, l. I, c. 2). <<

[870] Los latinos hablan compendiosamente de su pérdida de Constantinopla, pero los griegos la refieren más holgadamente; entre ellos el Acropolita (c. 81), Paquímero (l. II, c. 26, 27), Nicéforo Grégoras (l. IV, c. 1, 2). Véase Ducange (Hist. de C. P., l. V, c. 19-27). <<

[871] Véanse los tres libros últimos (l. V-VIII) de Ducange, con sus tablas genealógicas. En el año de 1382 el emperador titular de Constantinopla era Jaime de Baus, después de Andria en el reino de Nápoles, hijo de Margarita, hija de Catalina de Valois, hija de Catalina, hija de Balduino II (Ducange, l. VIII, c. 37, 38). No consta que dejase posteridad. <<

[872] Abulfeda, quien presenció la terminación de los cruzados, habla del reino de los francos y del de los negros, como igualmente desconocidos (Prolegom. ad Geograph.). Si no menospreciara el idioma latino, cuán obviamente pudiera el príncipe sirio hallar libros e intérpretes. <<

[873] Huet nos da una razón volandera de aquellas versiones del griego en latín (de Interpretatione et de claris Interpretibus, pp. 131-135). Máximo Planudes, monje de Constantinopla (1327-1353 d. C.), tradujo los Comentarios de César, el Sueño de Escipión, las Metamorfosis y las Heroidas de Ovidio, etc. (Fabricio, Bibliot. Graec., t. X, p. 133). <<

[874] Los molinos de viento, inventados primitivamente en el país sequísimo del Asia Menor, eran ya corrientes en Normandía por los años de 1105 (Vida privada de los franceses, t. I, pp. 42, 43; Ducange, Gloss. Latin. mediæ et infimæ Ætatis, t. IV, p. 471). <<

[875] Véanse los lamentos de Roger Bacon (Biographia Británica, vol. I, p. 418, edición de Kippi). Si el mismo Bacon o Gerbert entendían algún tanto el griego, eran algunos portentos, sin roce alguno con los levantinos. <<

[876] Tal era la opinión del gran Leibnitz (Oeuvres de Fontenelle, t. V, p. 458), muy enterado en la historia de la Edad Media. Tan sólo citaré el ejemplar de la alcurnia de los Carmelitas, y el vuelo de la casa de Loreto, descendientes al par de Palestina. <<

[877] Si coloco a los sarracenos entre los bárbaros, es tan sólo con relación a las guerras, o más bien correrías por Italia y Francia, sin más intento que el de piratear y asolar. <<

[878] Sobre este asunto interesante de la civilización europea vislumbro desde luego algunos detalles desde la misma Escocia; pero moderadamente me empleo en vitorear los esclarecidos nombres de Hume, Robertson y Adam Smith. <<

[879] He acudido, sin vincularme, a la Historia genealógica de la alcurnia esclarecida de Curtenay, por Ezra Cleveland, ayo del señor Guillermo de Curtenay y rector de Honiton, Exon 1735, en folio. Esta primera parte se ha sacado de Guillermo de Tiro; la segunda, de Brucher, Historia de Francia, y la tercera de varios documentos, ya públicos, provinciales o privados, de los Curtenay de Devonshire. El rector de Honiton se precia más de agradecido que de esmerado y de progresivo que de crítico. <<

[880] El apunte primitivo del linaje es un paso del continuador de Aimoin, un monje de Fleury, que escribió en el siglo XII. Véase su crónica en los historiadores franceses (t. XI, p. 276). <<

[881] Torbesal o, como ahora se expresa, Telbesher, se deslinda en D’Anville a veinticuatro millas del gran tránsito del Éufrates por el Zeugma. <<

[882] Asoma su posesión en los Assizes de Jerusalén (c. 326) entre los feudos del reino, que debieron recopilarse entre los años de 1153 y 1187. Se halla su alcurnia en los Lindes de ultramar, c. 16. <<

[883] El salteamiento y complacencia de Reinaldo de Curtenay están colocados trastornadamente en las cartas del abad y regente Giher (CXIV, CXVI), los mayores documentos de aquel tiempo (Duchesne, Script. Hist. Franc. t. VI, p. 130). <<

[884] Al principio del siglo XI, después de nombrar al padre y al abuelo de Hugo Capeto, el monje Glaber tiene que añadir: cujus genus valde in-ante reperitur obscurum. Sin embargo, consta que el abuelo de Hugo Capeto era Rodrigo el Fuerte, conde de Anjou (863-873 d. C.), un franco hidalgo de Neustria, Neustricus … generosae stirpis, muerto en defensa de su patria contra los normandos, dum patriae fines tuebatur. Mas allá de Roberto pasa ya todo en fábula o conjetura, es probable que la tercera alcurnia descendiera de la segunda por Childebrando, hermano de Carlos Martel. Patraña desatinada que la segunda alcurnia se entroncaba con la primera, con el enlace de Amberto, senador romano y antecesor de san Arnul, con Blitilde, hija de Clotario I. El origen sajón de la casa de Francia es opinión antigua, pero increíble. Véase una memoria sensata de De Foncemagne (Mémoires de l’Académie des Insciptions, t. XX, pp. 548-579). Ofreció manifestar su opinión en otra memoria que jamás ha salido a luz. <<

[885] Entre las varias peticiones, apologías, etc., publicadas por los príncipes de Curtenay, he visto las tres siguientes, todas en 8°: 1. De Stirpe et Origine Domus de Courtenay: addita sunt Responsa celeberrimorum Europae Jurisconsultorum, París, 1607. 2. Representation du Procedé tenû a l’instance faicte devant le Roi, par Messieurs de Courtenay, pour la conservation de l’Honneur et Dignité de leur Maison, branche de la royalle Maison de France, a Paris, 1613. 3. Representation du subject qui a porté Messieurs de Salles et de Fraville, de la maison de Courtenays, à se retirer hors du Royaume, 1614. Mediaba un homicidio, por el cual estaban los Curtenay solicitando influjo, o bien encausados como príncipes de la sangre. <<

[886] El Thuano expresa del modo siguiente el concepto de los parlamentos: Principis nomen nusquam in Gallia tributum, nisi iis qui per mares e regibus nostris originem repetunt; qui nunc tantum a Ludovico none beatae memoriae numerantur; nam Cortinoei et Drocenses, a Ludovico crasso genus ducentes, hodie inter eos minime recensentur. Distinción más bien expedita que cabal. No podía la santidad de Luis IX revestirlo de prerrogativa especialísima, y todos los descendientes de Hugo Capeto debían incluirse en el contrato fundamental con la nación francesa. <<

[887] El postrero varón de los Curtenay, fue Carlos Roger, quien falleció en 1730 sin hijo alguno. La última hembra fue Elena de Courtenay, casada con Luis de Beaufremont. Su dictado de princesa de la sangre real de Francia quedó abolido (7 de febrero de 1737) por sentencia del Parlamento de París. <<

[888] El paso singularísimo a que aludo se halla en el Recueil des Pieces interessantes et peu connues (Maesttrich, 1786 en 4 t. en 12°), y el editor desconocido cita a su autor, quien lo había recibido de Elena de Curtenay, marquesa de Beaufremont. <<

[889] Dugdale, Monasticon Anglicanum, vol. I, p. 786. Mas esta patraña debía fraguarse antes del reinado de Eduardo III. La devoción propusa de las tres primeras generaciones a la Abadía de Fort pasó luego en opresión por una parte, e ingratitud por la otra; y a la sexta generación, los monjes ya no registraron ni nacimientos, ni gestiones, ni fallecimientos de sus patronos. <<

[890] En su Britannia, con la lista de los condes de Devonshire. La expresión e regio sanguine ortos, credunt está sin embargo desembozando alguna duda o sospecha. <<

[891] Con su Baronage, p. I, p. 634, se refiere a su propio Monasticon. No enmendando los registros de la Abadía de Fort, y anonadando el trampantojo de Floro, ¿en qué viene a quedar el testimonio indisputable de los historiadores franceses? <<

[892] Además del tercero y apreciabilísimo libro de Chaveland en su Historia he acudido a Dugdale, el padre de nuestra ciencia genealógica. Baronaje, p. I, pp. 634-643. <<

[893] Esta gran familia, de Ripuariis, de Redvers, de Rivers, finó en tiempo de Eduardo VI, con Isabel de Fortibus, viuda célebre y poderosa, que sobrevivió muchísimo al hermano y al marido (Dugdale, Baronaje, p. I, p. 254-258). <<

[894] Chavelard, p. 152. Lo atribuyen algunos a Rivers, conde de Devon; pero su inglés corresponde más bien al siglo XV que al XIII. <<

[895]Ubi lapsus! Quid feci? Lema que tal vez prohijó la rama de Powderham, tras el malogro del condado de Devonshire, etc. Las armas primitivas de Curtenay eran Or, three torteux, Gules, que al parecer denotan su entronque con Godofredo de Bullón y los condes antiguos de Boulogne. <<

[896] En cuanto a los reinados de los emperadores de Nicea, y especialmente de Juan Vataces y su hijo, el contemporáneo, único y fidedigno es su ministro, Jorge Acropolita; pero Jorge Paquímero regresó a Constantinopla con los griegos, a los diecinueve años (Hankio, de Script. Bizant., c. 33, 34, pp. 564-578. Fabricio, Bibliot. Graec., t. VI, 448-460). Sin embargo, aunque la historia de Nicéforo Grégoras es del siglo XIV, su narración es de gran valía, desde la toma de Constantinopla por los latinos. <<

[897] Nicéforo Grégoras (l. II, c. 1) distingue entre el όξεῖα ὅρμη de Lascaris y εὐστάθεια de Vataces. Ambos retratos están realizados en hermoso estilo. <<

[898] Paquímero, l. I, c. 23, 24; Nic. Greg. l. II, c. 6. El que lea los bizantinos, debe advertir cuán raras veces se consiguen tan preciosos pormenores. <<

[899] Mόνοι γὰρ ἁπάντων ἀνθρώπων ὀνομαστότατοι βασιλεύς καὶ ϕιλόσοϕος (Greg. Acropol., c. 32) El emperador solía escudriñar y alentar en conversación familiar los estudios de su futuro logoteta. <<

[900] Compárese el Acropolita (c. 18, 52), y los dos libros primeros de Nicéforo Grégoras. <<

[901] A Vataces y a su hijo se les aplicó un dicho persa, que Ciro era el padre y Darío el señor de sus súbditos. Pero Paquímero (l. I, c. 23) ha confundido el suave Darío con el cruel Cambises, déspota o tirano de su pueblo. Al establecer los impuestos, Darío había incurrido en el nombre menos odioso, pero más despreciable de Kάπηλος, mercader o corredor (Herodoto, III, 89). <<

[902] Acropolita (c. 63) parece admirarse de su propio tesón en sobrellevar tantos golpes y no volver al consejo hasta que le llamaron. Refiere las hazañas de Teodoro y su propios servicios, desde el c. 53 al c. 74 de su historia. Véase el libro tercero de Nicéforo Grégoras. <<

[903] Paquímero (l. I, c. 21) nombra y deslinda a quince o veinte familias griegas, καὶ ὅσοι ἂλλοι, οἶς ἡ μεγαλογενὴς σειρὰ καὶ χρυσῆ συγκεκρότητο. No sabemos si quiere dar a entender con esta condecoración una cadena de oro figurada o efectiva. Quizá será uno y otro. <<

[904] Los geógrafos antiguos con Celtario y D’Anville y nuestros viajeros, particularmente Pocock y Chandler, nos enseñaran a deslindar las dos Magnesias del Asia Menor, del Meandro y el Sipilo. La segunda, de que tratamos, aún está floreciendo como ciudad turca, y se halla situada a ocho horas o leguas al nordeste de Esmirna (Tournefort, Viaje del levante, t. III, carta XXII, p. 365-370. Viajes de Chandler por el Asia Menor, p. 267). <<

[905] Véase Acropolita (c. 75, 76, etc.), que vivió muy inmediato a la época; Paquímero (l. I, c. 13-25), Grégoras (l. III, c. 3, 4, 5). <<

[906] Ducange (Familiae Byzantinae, p. 230, etc.) explica el linaje de Paleólogo: los acontecimientos de su vida privada están referidos por Paquímero (l. I, c. 7-12) y Grégoras (l. II, 8; l. III, 2, 4; l. IV, 1) con predilección visible hacia el padre de la dinastía reinante. <<

[907] Acropolita (c. 50) refiere las circunstancias de esta curiosa aventura que parece haberse traspuesto a la investigación de escritores más recientes. <<

[908] Paquímero (l. I, c. 12) que habla con el debido desprecio de esta bárbara prueba, asegura, que había visto en su juventud muchas personas que habían sostenido, sin daño alguno, la tremenda prueba. Es crédulo como buen griego; pero la sencillez de éstos pudiera proporcionar algún remedio de arte o trampa contra su propia superstición, a la de su tirano. <<

[909] Sin embargo a Paquímero con Tucídides o Tácito, elogiaré su narración (l. I, c. 13-32; l. II, c. 1-9) que va siguiendo la subida de Paleólogo con elocuencia, perspicacia y desahogo. Acropolita es más cauto y Grégoras más conciso. <<

[910] San Luis abolió el combate judicial en sus propios territorios; y al cabo prevalecieron en Francia su ejemplo y autoridad (Espíritu de las leyes, l. XXVIII, c. 29). <<

[911] En los casos civiles Enrique II dejaba la opción al defensor; Granville prefiere la prueba por testimonio y en el Fleta se halla desaprobada la prueba por lid judicial. Sin embargo, nunca vino a quedar anulado por una ley inglesa, da juicio por combate y los jueces aun la mandaron al principio del siglo último. <<

[912] Sin embargo un amigo ingenioso me ha manifestado la defensa de esta costumbre, 1. Que enfrena en las naciones que salen de la barbarie, los desafueros de la guerra privada y de la venganza arbitraria. 2. Que es menos absurda que las pruebas por el agua hirviendo a la cruz, que contribuye a abolir. 3. Que a lo menos servía como testimonio de valor personal, prenda rara vez hermanada con una disposición ruin, que el peligro de un juicio podía contener a un perseguidor mal intencionado, y ser una valla contra la injusticia sostenida por la potestad. El gallardo y desgraciado conde de Surrey se hubiera librado probablemente de su suerte no merecida, si se hubiese accedido a su demanda del combate contra su acusador. <<

[913] No está despejada en la geografía antigua o moderna la situación de Ninfeo. Pero según las últimas horas de Vataces (Acropolita, c. 52) es evidente que el palacio y jardines de su residencia predilecta se hallaban en las inmediaciones de Esmirna. Ninfeo podía estar situado en Lidia (Grégoras, l. VI, 6). <<

[914] Este cetro, emblema de justicia y potestad, era un largo bastón, como el que usaban los héroes de Homero. Los últimos griegos lo llamaban Dicanice, y el cetro imperial se diferenciaba según costumbre con el color encarnado o púrpura. <<

[915] Acropolita asegura (c. 87) que este gorro era a la moda francesa; pero por el rubí colocado en lo alto, Ducange (Historia de C. P., l. V, c. 28, 29) cree que era el sombrero con alta copa que estilaban los griegos. ¿Podía equivocarse Acropolita acerca del traje de su propia corte? <<

[916] Véase Paquímero (l. 2, c. 28-33), Acropolita (c. 88), Nicéforo Grégoras (l. VI, 7), y en cuanto al trato de los súbditos latinos, Ducange (l. V, c. 30, 31). <<

[917] Esta suave invención para quitar la vista, la probó en sí mismo el filósofo Demócrito; cuando trató de apartar su mente del mundo visible: ¡cuento por cierto necio! La palabra abacinare, en latín e italiano, ha dado motivo a que Ducange (Gloss. Latin. mediæ et infimæ Ætatis) pasase en revista los diferentes modos de cegar; los más violentos eran quemar con un hierro candente, con vinagre hirviendo y atar la cabeza con una cuerda fuerte hasta que saltasen los ojos de sus cuencas. ¡Que ingeniosa tiranía! <<

[918] Véase la primera retirada y restauración de Arsenio, en Paquímero (l. II, c. 15; l. III, c. 1, 2), y Nicéforo Grégoras (l. III, c. 1; l. VI. c I). La posteridad ha acusado con justicia el ἀϕέλεια y ’ραθυμία de Arsenio, las virtudes de un ermitaño y los vicios de un ministro (l. XII, c. 2). <<

[919] El crimen y excomunión de Miguel se hallan bien referidos por Paquímero (l. III, c. 10, 14, 19, etc.) y Grégoras (l. VI, c. 4). Su confección y penitencia, les devolvieron su libertad. <<

[920] Paquímero refiere el destierro de Arsenio (l. VI, c. 1-16), fue uno de los comisarios que le visitaron en la isla desierta. Aun existe el último testamento del irreconciliable patriarca (Dupin, Biblioteca eclesiástica, t. X, p. 95). <<

[921] Paquímero (l. VII, c. 22) refiere como filósofo, esta milagrosa prueba y trata con igual desprecio una conspiración de los arsenitas, para ocultar una revelación en el ataúd de algún santo viejo (l. VII, c. 13). Compensa esta incredulidad con una imagen que llora, otra que sangra (l. VII, c. 30) y las curas milagrosas de un sordo y un mudo (l. XI, c. 32). <<

[922] La historia de los arsenitas esta entretejida por los trece libros de Paquímero. Su unión y triunfo están reservados para Nicéforo Grégoras (l. VII, c. 9) quien no gusta ni hace caso de tales sectarios. <<

[923] De los XIII libros de Paquímero los seis primeros (como el VI y V de Nicéforo Grégoras) contienen el reinado de Miguel, y cuando sucedió su muerte tenía cuarenta años. En vez de dividir su historia en dos partes, como su editor el P. Poussin, sigo a Ducange y Cousin que ponen los XIII libros en una serie. <<

[924] Ducange, Historia de C. P. l. V, c. 33, etc. de las Epístolas de Urbano IV. <<

[925] Por las relaciones mercantiles con los venecianos y genoveses, se señaló a los latinos con κάπηλοι y βάναυσοι (Paquímero, l. V, c. 10). «Algunos son herejes de nombre; otros, de hecho, como los latinos», decía el sabio Veco (l. V, c. 12) quien poco después se convirtió (c. 15, 16) y fue patriarca (c. 24). <<

[926] En esta clase, podemos colocar al mismo Paquímero, cuya narración copiosa e ingenua cuaja los libros V y VI de su historia. Sin embargo, el griego guarda silencio acerca del concilio de León, y parece creer que los papas siempre residieran en Roma e Italia (l. V, c. 17, 21). <<

[927] Véanse las actas del concilio de León en el año 1274. Fleury Hist. Eclesiastica, t. XVIII, pp. 181-199; Dupin. Biblioteca eclesiástica, t. X, p. 135. <<

[928] Fleury (t. XVIII, pp. 252-258) ha dado un extracto o versión de esta curiosa instrucción, sacada con más o menos puntualidad por Wading, y León Alacio de los archivos del Vaticano. <<

[929] Esta candorosa y auténtica confesión de los conflictos de Miguel se halla expresada en un latín bárbaro por Ojerio, quien se firma Protonotarius Interpretum, y copiada por Wading de los manuscritos del Vaticano (1278 d. C., núm. 3). Sus anales de la orden franciscana en XVII volúmenes en folio (Roma, 1741) me cayeron casualmente en la mano registrando papeles viejos en casa de un librero. <<

[930] Véase el libro VI de Paquímero, particularmente los capítulos 4, 24, 16, 18, 24-27. Se le debe dar más crédito, porque habla de esta persecución con menos enojo que pesar. <<

[931] Paquímero, l. VII, c. 1, 11, 17. El discurso de Andrónico el Mayor (l. XII, c. 2) es un documento curioso, que prueba que si los griegos eran esclavos del emperador, éste no lo era menos de la superstición y del clero. <<

[932] En las Crónicas florentinas de Ricordano Malespina (c. 175-193) y Juan Villani (l. VII, c. 1-10, 25-30) que publicó Muratori en los VIII y XIII volúmenes de los Historiadores de Italia se hallan las mejores relaciones de la conquista de Nápoles por Carlos de Anjou. En sus Anales (t. XI, pp. 56-72) ha abreviado estos grandes acontecimientos, que también están descritos en la Historia civil de Giannone, t. II, l. XIX; t. III, l. XX. <<

[933] Ducange, Hist. de C. P. l. V, c. 49-56; l. VI, c. 1-13. Véase Paquímero, l. IV, c. 29; l. V, c. 7-10, 25; l. VI, c. 30, 32, 33, y Nicéforo Grégoras, l. VI, 5; l. V, 1, 6. <<

[934] El que haya leído a Herodoto, se acordará cuán milagrosamente fue desarmada y destruida la hueste asiria de Senaquerib (l. II, c. 141). <<

[935] Según Sabas Malaspina (Hist. Sicula, l. III, c. 16, en Muratori, t. VIII, p. 832) celoso güelfo, los súbditos de Carlos, que habían llamado lobo a Manfredo, empezaron a conceptuarle como un cordero; y va sincerando su descontento con las opresiones del gobierno francés (l. VI, c. 2, 7). Véase el manifiesto siciliano en Specialis (l. I, c. 11, en Muratori, t. X, p. 930). <<

[936] Véanse el carácter y consejos de Pedro rey de Aragón, en Mariana (Hist. de Esp., l. XIV, c. 6, t. II, p. 133). El lector disimula los lunares del jesuita, a favor de su estilo y muchas veces de su sensatez. <<

[937] Después de enumerar los padecimientos de su país, Nicolás Specialis añade con el verdadero espíritu de los celos italianos. Quae omnia et graviora quidem, ut arbitror, patienti animo Siculi tolerassent, nisi (quod primum cunctis dominantibus cavendum est) alienas foeminas invasissent (l. I, c. 2, p. 924). <<

[938] Por mucho tiempo se acordaron los franceses de esta sangrienta lección: «Si me provocan —dijo Enrique IV— almorzaré en Milán y comeré en Nápoles». «Acaso —le respondió el embajador español— llegara vuestra majestad a vísperas en Sicilia». <<

[939] Esta revuelta y la victoria subsiguiente se hallan referidas por dos escritores nacionales, Bartolomé a Neocastro (en Muratori, t. XIII) y Nicolas Specialis (en Muratori, t. X) el uno contemporáneo, y el otro del siglo siguiente. El patriota Specialis desecha el nombre de rebelión, y toda previa correspondencia con Pedro de Aragón (nullo communicato consilio), quien se hallaba casualmente con una escuadra y un ejército en la costa de África (l. I, c. 4. 9). <<

[940] Nicéforo Grégoras (l. V, c. 6) admira la sabiduría de la Providencia en este equilibrio de estados y príncipes. En honor de Paleólogo hubiera preferido que un escritor italiano hubiese observado este equilibrio. <<

[941] Véanse la Crónica de Villani, el volumen XI de los Annali d’Italia por Muratori, y el XX y XXI de la Historia civil de Giannone. <<

[942] En esta muchedumbre, los catalanes y otros españoles, reputados los más valientes de los soldados, se titulaban Almogávares y los griegos también les daban este nombre. Moncada deriva su origen de los Godos y Paquímero (l. XI, c. 22) de los árabes; y a pesar del orgullo nacional y religioso, me temo que el segundo tiene razón. <<

[943] Puede formarse cierto concepto de la población, de estas ciudades por los 36 000 habitantes de Tralles, que en el reinado anterior, fue reedificada por el emperador y arruinada por los turcos (Paquímero, l. VI, c. 20, 21). <<

[944] He ido entrelazando estos pormenores de Paquímero (l. XI, c. 21; l. XII, c. 4, 5, 8, 14, 19) quien describe la alteración progresiva de la moneda de oro. Aun en los tiempos prósperos de Juan Ducas Vataces, los besantes se componían en proporciones iguales de metal puro y del más bajo. La pobreza de Miguel Paleólogo le obligó a acunar una nueva moneda con nueve partes o quilates de oro, y quince de liga de cobre. Después de su muerte, la ley fue de diez quilates, hasta que en tiempos de penuria se redujo a la mitad. El príncipe se halló por el momento aliviado, al paso que el crédito y el comercio desaparecieran para siempre. En Francia, la ley para el oro es de veintidós quilates (un dozavo de liga) y en Inglaterra y Holanda es aún más alta. <<

[945] La guerra catalana se halla extensamente referida por Paquímero, en los libros XI, XII y XIII hasta el año 1308. Nicéforo Grégoras (l. VII, 3-6) es más conciso y completo. Ducange, que adopta a estos aventureros como franceses, ha seguido sus huellas con su acostumbrada actividad (Hist. de C. P. l. VI, c. 22-46). Cita una historia aragonesa, que he leído con placer, y que los españoles ensalzan como un modelo de estilo y composición (Expedición de catalanes y aragoneses contra turcos y griegos, Barcelona, 1623, en 4°, Madrid, 1777, en 8°). Don Francisco de Moneada, conde de Osona, puede haber imitado a César o Salustio, y copiar los contemporáneos griegos o italianos; pero nunca cita sus autoridades, y no puedo descubrir memoria alguna nacional de las hazañas de sus compañeros. <<

[946] Véase la laboriosa historia de Ducange, cuyo individualísimo estado de las dinastías francesas, recapitula los treinta y cinco pasos, en que hace mención de los duques de Atenas. <<

[947] Villehardouin lo menta con honor (núms. 151, 235), y en la primera parte Ducange apunta todo cuanto cabe saber de su persona y familia. <<

[948] De estos príncipes latinos del siglo XIV, Boccaccio, Chaucer y Shakespeare han tomado su Teseo duque de Atenas. Un siglo ignorante traslada su lenguaje y costumbres a los tiempos más remotos. <<

[949] Constantino mismo dio un rey a Sicilia, a Rusia el marqués da pifer del imperio, a Tebas el primicerius; y estas absurdas fábulas quedan debidamente censuradas por Ducange (ad Nicephor. Greg. l. VII, c. 5) El señor de Tebas era llamado por corrupción el Megas Kurios o Gran Señor. <<

[950]Quodam miraculo, dice Alberico. Probablemente lo recibió Miguel Choniates, el arzobispo que había defendido a Atenas contra el tirano León Seguro (Nicetas urbs capta, p. 805, ed. Bek). Miguel era el hermano del historiador Nicetas; y su elogio de Atenas existe aún manuscrito en la biblioteca bodleiana (Fabricio, Bibliot. Graec., t. VI, p. 405). <<

[951] La relación moderna de Atenas y los atenienses está sacada de Spon (Viaje por Grecia, t. II, pp. 79-199) y Wheeler (Viajes por Grecia, pp. 337-414), Stuart (Antigüedades de Atenas) y Chandler (Viajes por Grecia, pp. 23-172). El primero de estos viajeros visitó la Grecia en el año 1676, y el último en 1765; y en noventa años no había ocurrido tanta diferencia en la escena tranquila. <<

[952] Los antiguos, o al menos los atenienses, creían que todas las abejas del mundo habían salido del monte Himeto. Decían que se conservaba la salud, y se prolongaba la vida con el uso exterior del aceite y el uso interior de la miel (Geopónica, l. XV, c. 7, pp. 1089-1094, edic. Nicetas). <<

[953] Ducange, Glossar. Græc. Præfat., p. 8, que cita como texto a Teodosio Zigomalas, gramático moderno. Sin embargo, Spon (t. II, p. 194) y Wheeler (p. 355), jueces muy competentes, forman mejor opinión del dialecto ático. <<

[954] Empero no debemos tacharles de consagrar el nombre de Atenas, a la que aún llaman Athini. De las ε’ις τὴν ’Aθήνην, hemos formado nuestro barbarismo de Setinas. <<

[955] Andrónico mismo ha de sincerar nuestro desahogo en la invectiva (Nicéforo Grégoras, l. I, c. 1) que pronunció contra la falsedad histórica. Verdad es, que su censura va más bien asestada contra la calumnia que contra la adulación. <<

[956] En cuanto al anatema en el nido del pichón, véase Paquímero (l. IX, c. 24), quien trae la historia general de Atanasio (l. VIII, c. 13-16, 20-24; l. X, c. 27-29, 31-36; l. XI, c. 1-3, 5, 6; l. XIII, c. 8, 10, 23, 35), y al que sigue Nicéforo Grégoras (l. VI, c. 5, 7; l. VII, c. 1, 9), quien incluye la segunda retirada de este segundo Crisóstomo. <<

[957] Paquímero en siete libros, trescientas setenta y siete páginas en folio, va historiando los primeros veintiséis años de Andrónico el Mayor, y apunta la fecha de su composición por las noticias que cundían a las mentiras del día (1308 d. C.). La muerte o algún desabrimiento le imposibilitaron de tomar ya la pluma. <<

[958] Tras un intermedio de doce años, desde la conclusión de Paquímero, Cantacuzeno toma la pluma; y su primer libro (c. 1-59, pp. 9-150) refiere la guerra civil y los ocho últimos años de Andrónico el Mayor. La comparación ingeniosa con Moisés y César, es invento del traductor francés, el presidente Cousin. <<

[959] Nicéforo Grégoras incluye más brevemente toda la vida y reinado de Andrónico el Mayor (l. VI, c. 1, l. X, c. 1, pp. 96-291). Ésta es la parte de que se queja Cantacuzeno, pues se halla representada en ella su conducta de un modo falso y malicioso. <<

[960] Fue coronado en 21 de mayo de 1295, y falleció el 12 de octubre de 1320 (Ducange, Familiae Byzantinae, p. 239). Su hermano Teodoro heredó por segundas nupcias el marquesado de Monferrato, apóstata de la religión y costumbres de los latinos ὅτι καὶ γνώμη καὶ πίστει καὶ σχήματι, καὶ γενείων κουρᾷ καὶ πᾶσιν ἔθεσιν Λατῖνος ἦν ἀκραιϕνής. Nic. Grégoras, l. IX, c. 1) y fundó una dinastía de príncipes italianos, que se extinguió 1533 d. C. (Ducange, Familiae Byzantinae, pp. 249-253). <<

[961] Debemos a Nicéforo Grégoras (l. VIII, c. 1) el pormenor de esta trágica aventura; al paso que Cantacuzeno oculta con mejor acuerdo las depravaciones de Andrónico el Menor, que presenció y a las que acaso se estuvo asociando (l. I, c. 1, etc.). <<

[962] El heredero ideado era Miguel Cátaro, bastardo de Constantino su hijo segundo. Con este plan de excluir a su nieto Andrónico, Nicéforo Grégoras (l. VIII, c. 3) conviene con Cantacuzeno (l. I, c. 1, 2). <<

[963] Véase Nicéforo Grégoras, l. VIII, c. 6. Andrónico el Menor se quejaba de que en cuatro años y cuatro meses se le debía la cantidad de trescientos cincuenta mil bizantes de oro, por los gastos de su casa (Cantacuzeno, l. I, c. 48). Sin embargo hubiera desistido de esta deuda, si se le hubiese permitido apremiar a los arrendatarios de la renta. <<

[964] Sigo la cronología de Nicéforo Grégoras, que es sumamente certera. Está probado que Cantacuzeno se ha equivocado en las fechas de sus propias acciones, o más bien que el texto ha sido alterado por ignorantes copistas. <<

[965] He procurado igualar las veinticuatro mil monedas de Cantacuzeno (l. II, c. 1) con las diez mil de Nicéforo Grégoras (l. IX, c. 2); el uno quería apocar y el otro engrandecer los reveses del anciano emperador. <<

[966] Véase Nicéforo Grégoras (l. IX, 6, 7, 8, 10, 14; l. X, c. 1). El historiador había participado de la prosperidad y retiro de su bienhechor; y no debiera tacharse a la ligera de venal en sus elogios, una amistad que acompaña al cadalso o a una celda. <<

[967] El reinado de Andrónico el Menor se halla referido en Cantacuzeno (l. II, c. 1-40, pp. 191-339), y Nicéforo Grégoras (l. IX, c. 7 - l. XI, c. 11, pp. 262-351). <<

[968] Inés o Irene era hija del duque Enrique el Maravilloso, cabeza de la casa de Brunswick y cuarto en descendencia del célebre Enrique el León, duque de Sajonia y Baviera, y conquistador de los eslavos en la costa del Báltico. Su hermano Enrique fue apellidado el Griego, por dos viajes que hizo al Oriente: pero ambos fueron posteriores al casamiento de su hermana; e ignoro cómo se descubrió a Inés en el interior de Alemania y se la recomendó a la corte bizantina (Rinio, Memorias de la casa de Brunswick, pp. 126-137). <<

[969] Enrique el Maravilloso fue el fundador de la rama de Grubenhagen, que se extinguió en el año 1596 (Rimio, p. 287). Residía en el castillo de Wolfenhuttel, y no poseía sino una sexta parte de los estados feudales de Brunswick y Luneburgo, que la familia güelfa había librado de la confiscación de sus grandes feudos. Las reparticiones frecuentes entre hermanos habían arruinado a las casas soberanas de Alemania, hasta que se le sustituyó a esta ley justa, aunque perniciosa, el derecho de primogenitura. El principado de Grubenhagen, resto de la selva hercinia, es un distrito escabroso y árido (Geografía de Busching, vol. VI, pp. 270-286, traducción inglesa). <<

[970] El real autor de las Memorias de Brandenburgo nos enseñará cuán justamente en un período muy posterior, merecía el norte de Alemania los epítetos de pobre y bárbaro (Essai sur les Mœurs, etc). En el año 1306, en los bosques de Luneburgo, se les permitía a algunos salvajes del linaje véneto que enterraran vivos a sus padres enfermos e inservibles (Rimio, p. 136). <<

[971] El aserto de Tácito de que Alemania carecía de metales preciosos, debe tomarse, aun en su tiempo, con alguna restricción (Germania, c. 5; Annal. XI, 20) según Spener (Hist. Germaniæ Pragmatica, t. I, p. 351). Argentifodinae in Hercyniis montibus, imperante Othone magno (968 d. C.) primum apertae, largam etiam opes augendi dederunt copiam: pero Rimio (pp. 258, 259) difiere hasta el año 1016 el descubrimiento de las minas de plata de Grubenhagen o Hartz alto, que rendían producto al principio del siglo XIV, y aun dan una renta considerable a la casa de Brunswick. <<

[972] Cantacuzeno ha dado un testimonio muy honroso, ἦνδ’ ἐκ Γερμανῶν αὕτη θυγάτηρ δουκὸς ντὶ προυζουὶκ (los griegos modernos emplean ντ por δ, y μπ por β y el conjunto se leerá en idioma italiano de Brunzuic), τοῦ παῤ αὐτοῖς ἐπιϕανεστάτου, καὶ λαμπρότητι πάντας τούς ὁμοϕύλους ὑπερβάλλοντος τοῦ γένους. El elogio es fundado en sí, y agradable a un oído inglés. <<

[973] Ana o Juana fue hija de Amedeo el Grande, de segundas nupcias y medio hermana de su sucesor Eduardo conde de Saboya (Tablas de Anderson, p. 350). Véase Cantacuzeno (l. I, c. 40-42). <<

[974] Este rey, si el hecho es cierto, debe haber sido Carlos el Hermoso, que casó en cinco años (1321-1326) con tres mujeres (Anderson p. 628). Ana de Saboya llegó a Constantinopla en febrero de 1326. <<

[975] La noble alcurnia de los Cantacuzenos (esclavizada desde el siglo XI en los anales bizantinos) descendía de los paladines de Francia, héroes de aquellas novelas que en el siglo XIII fueron traducidas y leídas por los griegos (Ducange, Familiae Byzantinae, p. 258). <<

[976] Véase Cantacuzeno (l. III, c. 24, 30, 36). <<

[977] Saserna, en Galia, o Columella en Italia o España, conceden dos pares de bueyes, dos conductores y seis labradores por doscientas yugadas (125 acres ingleses) de tierra arables, y deben añadirse tres hombres más si hay mucha maleza (Columella de Re Rusticâ, l. II, c. 13, p. 441, edic. Gesner). <<

[978] La traducción francesa del presidente Cousin está desfigurada en esta enumeración (l. III, c. 30) con tres yerros palpables y esenciales. 1° Omite los mil pares de bueyes. 2° Interpreta el πεντακόσιαι πρòς δισχιλίαις con el número mil quinientos. 3° Confunde las miriadas con las chiliadas, y sólo concede a Cantacuzeno tres mil cerdos. ¡No hay que fiarse de traducciones! <<

[979] Véanse la regencia y reinado de Juan Cantacuzeno, y toda la serie de la guerra civil, en su misma historia (l. XII, c. II, XV, c. 9, pp. 353, 492). <<

[980] Se apropió el privilegio real de llevar calzado encarnado; se puso en la cabeza una mitra de seda, guarnecida de oro; firmaba sus epístolas con jacinto o tinta verde, y reclamaba para la nueva Roma, todo lo que Constantino había dado a la antigua (Cantacuzeno, l. III, c. 26; Nic. Grégoras, l. XIV, c. 3). <<

[981] Nic. Grégoras (l. XII, c. 5) confiesa la inocencia y virtudes de Cantacuzeno, el delito y punibles vicios de Apocauco, y nos disimula el motivo de su enemistad personal y religiosa, al primero; νῦν δὲ διὰ κακίαν ἂλλων, αἴτίος ὁ πραότατος τῆς τῶν ὂλων ἔδοξεν εἶναι ϕθορᾶς. <<

[982] Los príncipes de Serbia (Ducange, Familiæ Dalmaticæ, etc, c. 2. 3. 4. 9) recibían en griego el tratamiento de Déspotas, y en su idioma patrio el de Cral (Ducange, Gloss. Grec., p. 751). Este dictado, equivalente al de rey, parece ser de origen eslavonio, del cual la tomaron los húngaros, los griegos modernos y aun los turcos (Leunchavio, Pandectas turcas, p. 422), quienes reservan para el emperador el nombre de Padisban. La ambición de los franceses en Constantinopla es conseguir el segundo en vez del primero (Avertissement a l’Historic de Timur Bec, p. 39). <<

[983] Nic. Grégoras, l. XII, c. 14. Extraño es que Cantacuzeno no haya embebido en sus escritos este símil agudo y adecuado. <<

[984] Ambos vengadores eran Paleólogos, que podían amargarse con regia indignación del vilipendio de sus cadenas. La tragedia de Apocauco merece particular referencia a Cantacuzeno (l. III, c. 88) y Nic. Grégoras (l. XIV, c. 10). <<

[985] Cantacuzeno tilda al patriarca y respeta a la emperatriz madre de su soberano (l. III, 33, 34) contra la cual se expresa Nic. Grégoras con un encono vehemente (l. XIV, 10, 11; XV, 5). Es cierto que no hablan cabalmente de la misma época. <<

[986] Nic. Grégoras manifiesta el traidor y la traición (l. XV, c. 8): pero su gran cómplice calla con mejor advertencia el nombre (Cantacuzeno, l. III, c. 99). <<

[987] Nic. Greg. l. XV, 11. Había sin embargo algunas perlas finas aunque muy escasas. Las demás piedras sólo tenían παντοδαπὴν χροιάν πρός πὸ διαυγές. <<

[988] Cantacuzeno prosigue su historia y la del Imperio, desde su regreso a Constantinopla; un año después de la abdicación de su hijo Mateo, 1357 d. C. (l. IV, c. 1-50, pp. 705-911). Nicéforo Grégoras concluye con el sínodo de Constantinopla, en el año 1351 (l. XXII, c. 3, p. 660; lo demás hasta el fin del libro XXIV, p. 717, se reduce a controversia); y sus catorce libros últimos se hallan aún manuscritos en la biblioteca del rey de Francia. <<

[989] El emperador (Cantacuzeno, l. VI, c. 1) aparenta peregrinas prendas y Nic. Grégoras (l. XV, c. 11) las quejas de sus amigos, que padecieron de sus resultas. Les he atribuido las palabras de nuestros pobres caballeros, después de la restauración. <<

[990] La extraña apología de Cantacuzeno (l. IV, c. 39-42) que refiere con patente rubor su propio vuelco, puede corroborarse con relaciones menos esmeradas, aunque de más buena fe de Mateo Villani (l. IV, c. 46, en las Scriptores Rerum Italicarum, t. XIV, p. 268) y Ducas (c. 10, 11). <<

[991] Cantacuzeno fue condecorado en el año 1375 con una carta del papa (Fleury. Hist. Ecles. t. XX, p. 250). Su muerte ocurrió el 20 de noviembre de 1411, según una autoridad respetable (Ducange, Familiae Byzantinae, p. 260), Pero si tenía la edad de su compañero Andrónico el Joven, debe haber vivido 116 años: raro ejemplo de ancianidad, que recayendo en una persona tan esclarecida hubiera llamado la atención general. <<

[992] Sus cuatro discursos o libros se imprimieron en Basilea en 1543 (Fabricio, Bibliot. Graec., t. VI, p. 473). Los compuso para satisfacer a un prosélito a quien abrumaban con cartas sus amigos de Ispahán. Cantacuzeno había leído el Alcorán pero a lo que da a entender Maracci, prolija las vulgaridades y patrañas contra Mahoma y su religión. <<

[993] Véase los Viajes de Bernier, t. I, p. 127. <<

[994] Mosheim, Instit. Hist. Ecles., pp. 522, 523. Fleury, Hist. Ecles. t. XX, pp. 22, 24, 107-114, etc. El primero desentraña los móviles con el tino de un filósofo, el segundo copia y traduce con las preocupaciones de un sacerdote católico. <<

[995] Basnage (en Canisii Antiq. Lectiones; t. IV, pp. 363-368) ha investigado la índole y la historia de Barlaam. La doblez de sus opiniones ha promovido ciertas dudas acerca de la identidad de su persona. Véase también Fabricio (Bibliot. Graec., t. X, pp. 427-432). <<

[996] Véase Cantacuzeno (l. II, c. 39, 40; l. IV, c. 3, 23, 24, 25) y Nicéforo Grégoras (l. XI, c. 10; l. XV, 3, 7, etc.) cuyos últimos libros, desde el XIX hasta el XXIV, están casi reducidos a un asunto tan interesante para los autores. Boivin (in Vit. Nic. Gregoæ), de los libros no publicados, y Fabricio (Bibliot. Graec., t. X, pp. 462-473), o más bien Montfaucon, de los manuscritos de la Biblioteca Coislin han añadido algunos hechos y documentos. <<

[997] Paquímero (l. V, c. 10) explica muy bien λυζίους (ligios) por ’ιδίους. El uso de estas palabras, en el griego y de los tiempos feudales puede comprenderse enteramente de los Glosarios de Ducange (Græc, pp. 811, 812; t. IV, pp. 109-111). <<

[998] El establecimiento y progreso de los genevoses en Pera o Gálata, se hallan historiados por Ducange (C. P. Christiana, l. I, pp. 68, 69) según los historiadores bizantinos, Paquímero (l. II, c. 35; l. V, 10, 30; l. IX, 15; l. XII, 6, 9), Nicéforo Grégoras (l. V, c. 4; l. VI, c. 11; l. IX, c. 5; l. XI, c. 1; l. XV, c. 1, 6) y Cantacuzeno (l. I, c. 12; l. II, c. 29, etc). <<

[999] Así Paquímero (l. III, c. 3, 4, 5) como Nic. Grégoras (l. VI, c. 7) entienden y se lamentan de los efectos ocasionados con esta arriesgada condescendencia. Bibars, sultán de Egipto, de origen tártaro, pero devoto musulmán, consiguió de los hijos de Genghis permiso para edificar una magnífica mezquita en la capital de Crimea (De Guignes, Hist. des Huns, t. III, p. 343). <<

[1000] A Chardin (Voyages en Perse, t. I, p. 48) le aseguraron en Cafa, que estos peces tenían a veces veinticuatro o veintiséis pies de largo, que pesaban de ochocientas a novecientas libras y daban tres o cuatro quintales de grasa. En tiempo de Demóstenes los atenienses se habían surtido de granos del Bósforo. <<

[1001] Du Guignes, Hist. des Huns, t. III, 343, 344; Viaggi di Ramusio, t. I, fol. 400. Pero este transporte, por mar o por tierra, sólo era practicable, cuando la Tartaria se hallaba reunida bajo un monarca sabio y poderoso. <<

[1002] Nic. Grégoras (l. XIII, c. 12) es sensato y está bien informado acerca del tráfico y colonias del mar Negro. Chardin describe las ruinas actuales de Cafa, en donde vio en cuarenta días unas 400 embarcaciones empleadas en el tráfico de granos y pescado (Voyages en Perse, t. I, pp. 46, 48). <<

[1003] Véase Nic. Grégoras, l. XVII, c. 1. <<

[1004] Cantacuzeno (l. IV, c. 11) refiere confusa y enmarañadamente los acontecimientos de esta guerra y Nic. Grégoras (l. XVII, c. 1-7) lo hace en una relación despejada y fidedigna. Menos responsable de la derrota de la escuadra fue el sacerdote que el príncipe. <<

[1005] Cantacuzeno refiere en confuso la segunda guerra (l. IV, c. 18, pp. 24, 25, 28-32) y anhela encubrir lo que no se atreve a negar. Siento esta parte de Nic. Grégoras, que se halla todavía manuscrita en París. <<

[1006] Muratori (Annali d’Italia, t. XII, p. 144) hace referencia a las más antiguas crónicas de Venecia (Caresino, continuador de Andrés Dándolo, t. XII, pp. 421, 422) y Génova (Jorge Estell, Annales Genuenses, t. XVII, pp. 1091, 1092); he consultado a ambos con estudio en la gran Colección de los Historiadores italianos. <<

[1007] Véase la Crónica de Mateo Villani de Florencia, l. II, c. 59, 60, pp. 145-147, c. 74, 75, pp. 156, 157, en la Colección de Muratori, t. XIV. <<

[1008] El abate de Sade (Memoires sur la Vie de Petrarque, t. III, pp. 257-263) traduce esta carta, que había copiado de un manuscrito en la biblioteca del rey de Francia. Aunque Petrarca era de la servidumbre del duque de Milán, manifiesta su extrañeza y pesar por la derrota y desesperación de los genoveses al año siguiente, pp. 323-332. <<

[1009] Encargo al lector que repase los capítulos de los tomos III y IV, sobre las costumbres de las naciones pastoriles, las conquistas de Atila y de los hunos, compuestos cuando allá más bien atizaba el anhelo que no la esperanza, de concluir mi historia. <<

[1010] Probablemente los khans de los keraitas no se hallaban en estado de leer las pomposas cartas compuestas en nombre suyo por los misioneros nestorianos, quienes los dotaban con las maravillas fabulosas de un reino indio. Acaso estos tártaros (el presbítero o preste Juan) se habían sujetado a los ritos del bautismo y ordenación (Asseman, Biblioteca Oriental, t. III, p. II, pp. 487-503). <<

[1011] Desde la historia y tragedia de Voltaire, Gengis, al menos en francés, ésa parece ser la ortografía más admitida, pero Abulghazi Khan debe haber conocido el verdadero nombre de su antecesor. Su etimología parece esmerada. Zin, en lengua mongol, significa grande, y gis es la terminación del superlativo (Hist. Génealogique des Tatars, part. III, pp. 194, 195). Para concepto de grandeza se le apellida el Océano Zingis. <<

[1012] El nombre de Mogoles ha preponderado entre los orientales y aun es el dictado soberano del Gran Mogol del Indostán. <<

[1013] Los tártaros (o más propiamente los tátaros) descendían del Khan Tatar, hermano de Mogol Khan (véase Abulghazi, partes I y II) y formaban otro tiempo una tribu de setenta mil familias en las márgenes del Kitai (p. 103-112). Al parecer formaban la vanguardia en la gran invasión de Europa (1238 d. C.); y la semejanza del nombre de Tartarei, recomendó el de tártaros a los latinos (Mateo de París, p. 398, etc.). <<

[1014] Obsérvese la extraña semejanza que sucedía entre las leyes religiosas de Gengis Khan y de Locke (Constituciones de Carolina, en sus obras, vol. IV, p. 553, edición en 4°, 1777). <<

[1015] En el año 1294, por disposición del Cazan, khan de Persia, cuarto descendiente de Gengis. De estas tradiciones, su visir Fadlalah compuso una historia mogola en el idioma persa, que sirvió a Petit de la Croix (Hist. de Genghizcan, pp. 537-539). La Historia genealógica de los tártaros (en Luden, 1726, en 12°, 2 tomos) fue traducida por los suecos prisioneros en Siberia del manuscrito mogol de Abulgasi Bahadur Khan, descendiente de Gengis, que reinó sobre los usbeks de Charasmo o Carizmio (1664-1665 d. C.). Su obra es de gran mérito y digna de todo crédito en cuanto a los nombres, linajes y costumbres de su nación. De las nueve partes, la 1 desciende allá desde Adán hasta Mogol Khan; la 2 desde Mogol hasta Gengis, la 3 es la vida de Gengis; la 4 , 5 , 6 y 7 la historia general de sus cuatro hijos y su posteridad, la 8 y 9 la historia particular de los descendientes de Sheibani Khan, que reinó en Maurcuahar y Carizmio. <<

[1016]Histoire de Gentchiscan, et de toute la Dinastie des Mongous ses Successeurs, Conquerans de la Chine; tiree de l’Histoire de la Chine par le R. P. Gaubil, de la Societe de Jesus, Missionaire a Peking; Paris, 1739, en 4°. Esta traducción está estampada con el carácter chino de exactitud propia e ignorancia extranjera. <<

[1017] Véase Histoire du Grand Genghizcan, premier Empereur des Moguls et Tartares, par M. Petit de la Croix, París, 1710, en 12 : obra de una tarea de diez años, sacada principalmente de los escritores persas, entre los cuales Nisavi, secretario del sultán Gelaledin, tiene el mérito y las preocupaciones de un contemporáneo. La carencia de originales o del recopilador le da ciertos visos de novela. Véanse tambien los artículos de Genghizcan, Mohammed, Galaleddin, etc., en la Biblioteca Oriental de D’Herbelot. <<

[1018] Haitono o Aitono, príncipe armenio y después monje de la Premontratense (Fabricio, Bibliot. Latín. medii Ævi, t. I, p. 54) dictó en lengua francesa, su libro de Tartaris, compañeros de armas suyos. Fue inmediatamente traducido al latín y se halla comprendido en el Novus Orbis de Simon Grygneeo (Basilea, 1555 en folio). <<

[1019] Gengis Khan, y sus primeros sucesores, ocupan la conclusión de la IX dinastía de Abulfaragio (vers. Pocock, Oxon. 1663, en 4°) y su X dinastía es la de los mogoles de Persia. Asseman (Biblioteca Oriental, t. II) ha extractado algunos hechos de sus escritos sirios y de las vidas de los mafrianos jacobitas, o primados del Oriente. <<

[1020] Entre los árabes, por su lenguaje y religión, podemos diferenciar a Abulfeda, sultán de Hamali en Siria, que peleó en persona contra los mogoles, bajo el estandarte mameluco. <<

[1021] Nicéforo Grégoras (l. II, c. 5, 6) ha reconocido la necesidad de enlazar la historia escrita con la bizantina. Describe con esmero y elegancia el establecimiento y costumbres de los mogoles de Persia, pero ignora su origen y estraga los nombres de Gengis y de sus hijos. <<

[1022] Levesque (Histoire de Russie, t. II) ha referido la conquista de Rusia por los tártaros, sacada del patriarca Nicon y de las antiguas crónicas. <<

[1023] En cuanto a Polonia, muy bien hallado con la Sarmatia Asiática y Europea de Mateo o Michou, o de Michovia, canónigo y médico en Cracovia (1506 d. C.) inserta en el Novus Orbis de Grineo. Fabricio, Bibliot. mediœ et infimœ Ætatis, t. V, p. 56. <<

[1024] Debiera citar a Turoccio el historiador general más antiguo (pars. II, c. 73, p. 150), en el primer tomo de Scriptores Rerum Hungaricarum, a no ir incorporado con la relación original de un contemporáneo, testigo presencial y paciente (M. Rogerii, Hungari, Varadiensis Capituli Canonici, Carmen miserabile, seu Historia super Destructione Regni Hungariae Temporibus Belae IV. Regis per Tartaros facta, pp. 292-321) el cuadro más asombroso que vi jamás de cuantas circunstancias pueden caber en una invasión bárbara. <<

[1025] Mateo de París retrató al vivo con documentos auténticos el riesgo y conflicto de Europa (consúltese la voz Tartari en su extenso índice). Celosos y afanados allá los frailes Juan de Plano Carpini y Guillermo Rubruquis visitaron en el siglo XIII la corte del gran khan, como también Marco Polo, caballero veneciano; la relación latina de los dos primeros se halla inserta en el tomo I de Hakeluys: el original italiano, o sea traducción del tercero (Fabricio, Bibliot. Latín. medii Ævi, t. II, p. 498, t. V, p. 25), se hallará en el tomo II de Ramusio. <<

[1026] De Guignes, en su Gran historia de los hunos, ha tratado explayadamente de Gengis Khan y sus sucesores. Véase t. III. l. XIV - XIX y en sus capítulos colaterales de los seljukios de Rum, t. II, l. XI, los carizmios, l. XIV, y los mamelucos, t. VI, l. XXI. Consúltese igualmente las tablas del primer volumen, se muestra siempre erudito y esmerado, pero le debo tan sólo una mirada general, y algunos pasos de Abulfeda, que yacen todavía ocultos en el texto arábigo. <<

[1027] Más propiamente Yen-king, cuyos escombros aparecen todavía a poca distancia al sudeste del moderno Bejing, y edificado por Kublai Khan (Gaubel, p. 146). Bejing y Nankin son dictados generales de corte del Norte o del Sur, y la identidad o trueque de nombres suele confundir a los lectores más advertidos de la geografía China (p. 177). <<

[1028] Voltaire, Essai sur l’histoire générale, t. III, c. 60, p. 5. La noticia de Gengis y de los mogoles, contiene, como sucede, mucho tino y verdad, con algunos desaciertos particulares. <<

[1029] Impuso Zagatai su nombre a sus dominios de Maurenhaar, o Transoxiana; y los mogoles del Indostán, emigrantes de aquel país, se llaman zagatais por los persas. Esta etimología muy positiva, y el ejemplar semejante de Uzbek, Nogai, etc. nos debe tener sobre aviso para no desechar absolutamente los desvíos de un nombre nacional o otro personal. <<

[1030] En Marco Polo y los geógrafos orientales, los nombres de Cathay de Mangi, diferencian los imperios del Norte o Mediodía, que desde el 1234 d. C. hasta 1279 d. C., eran los del gran khan, y los chinos, la investigación del Cathay, después de hallada la China, estimuló y descaminó a nuestros navegantes del siglo XVI, en su empeño por discurrir el tránsito por el Nordeste. <<

[1031] Me atengo al conocimiento y fidelidad del padre Gaubil, quien traslada el texto chino de los anales de los mogoles o yuenes (pp. 71, 93, 153) mas no me consta la época, en que dichos anales se compusieron y publicaron, los dos tíos de Marco Polo que sirvieron de ingenieros en el sitio de Siengyanfa (l. II c. 61 en Ramusio, t. II; Véase Gaubil, pp. 155, 157) debieran experimentar y referir los afectos de aquella pólvora asoladora, y su silencio es una objeción poderosa y casi decisiva. Yo malicio, que el descubrimiento recién hecho se llevó de Europa a China por las caravanas del siglo XV y se prohijó fementidamente como descubrimiento nacional antiguo, antes de la llegada de los portugueses y jesuitas en el XVI. Afirma sin embargo el padre Gaubil, que el uso de la pólvora era corriente entre los chinos 1600 años antes. <<

[1032] Cuanto cabe saber acerca de los asesinos de Persia y Siria, se reviste de la erudición extensa y aun profusa de Falconet, en dos Memorias leídas ante la Academia de Inscripciones de París (t. XVII, pp. 127-170). <<

[1033] Los ismaeles de Siria, cuarenta mil asesinos se posesionaron de diez castillos, o los fundaron en cerros que dominan a Tortosa; pero los mamelucos los exterminaron por el año de 1280. <<

[1034] La comprobación de la ignorancia china en acontecimientos extraños, advierte, que algunos de sus historiadores alargan las conquistas de Gengis hasta Medina, patria de Mahoma (Gaubil, p. 42). <<

[1035] El Dashté Kipzak, o llanura de Kipzak, se tiende por ambas orillas del Volga, por un espacio sin término hacia el Jaik y el Boristhenes, y se supone que contiene la nación y el nombre primitivo de los cosacos. <<

[1036] En el año de 1238, los naturales de Gothia (Suecia) y Frigia, por la zozobra de los tártaros, dejaron de acudir a la pesca de los arenques sobre la costa de Inglaterra; y como no hubo surtido, cuarenta o cincuenta de aquellos pececillos costaban hasta cinco reales (Mateo de París, p. 396). Es harto peregrino el que las órdenes de un khan mogol que estaba reinando al confín de la China, abaratasen los arenques en la pescadería inglesa. <<

[1037] Voy a copiar los dictados característicos o lisonjeros de los varios países de Europa: Furens ac fervens ad arma Germania, strenuae militiae genitrix et alumna Francia, bellicosa et audax Hispania, virtuosa viris et classe munita fertilis Anglia, impetuosis bellatoribus referta Alemannia, navalis Dacia, indomita Italia, pacis ignara Burgundia, inquieta Apulia, cum maris Graeci, Adriatici et Tyrrheni insulis pyraticis et invictis, Cretâ, Cypro, Siciliâ, cum Oceano conterminis insulis, et regionibus, cruenta Hybernia, cum agili Wallia palustris Scotia, glacialis Norwegia, suam electam militiam sub vexillo Crucis destinabunt, etc. (Mateo de París, p. 498). <<

[1038] Véase la relación de Carpin en Hackluyt, vol. I, p. 30. Abulghazi trae la alcurnia de los khanes de Siberia (part. VIII, pp. 485-495). ¿No hallaron los rusos crónica alguna tártara en Tobolskoi? <<

[1039] El Mapa de D’Anville y los Itinerarios chinos (de Guignes, t. I, part. II, p. 57) parece que apuntan el solar de Holin, o Caracoro, como a dos grandes leguas al nordeste de Bejing. La distancia entre Selinginsky y Bejing, viene a ser de dos mil verstas rusas, de cuatrocientas a quinientas leguas (véase de Bell. vol. II, p. 67). <<

[1040] Halló Rubruquis en Caracoro a su paisano Guillermo Boncher, platero de París, que había fabricado para el khan un árbol de plata, sostenido por cuatro leones y arrojando cuatro licores diferentes. Abulghazi (part. VI, p. 368) menciona los pintores de Kitai, o China. <<

[1041] El apego de los khanes y el odio de los mandarines o los bonzos y lamas (Dulialde, Hist. de la China, t. I, pp. 502, 503) parece que los trae como sacerdotes del mismo Dios, del indio Fo, cuyo culto reina entre las sectas del Indostán, Siam, Tíbet, China y Japón. Pero este asunto misterioso yace todavía encapotado, que tal vez las pesquisas de nuestra Sociedad Asiática podrá ir desembozando. <<

[1042] Algún rechazo de los mogoles en Hungría (Mateo de París, pp. 545, 546) pudo extender y realzar la voz de unión y victoria de los reyes francos al confín de la Bulgaria. Abulfaragio (Dinastías, p. 310) tras cuarenta años, allende el Tigris pudo muy bien equivocarse. <<

[1043] Véase Paquímero, l. III, c. 25, y l. IX, c. 26, 27; y la alarma falsa de Niza, l. III, c. 27. Nicéforo Grégoras, l. IV, c. 6. <<

[1044] G. Acropolita, pp. 36, 37; Nicéf. Grég. l. II, c. 5. <<

[1045] Abulfaragio, que la escribió en el año de 1284, manifiesta que los mogoles, desde el descalabro fabuloso de Batú, ya no embistieron ni francos ni griegos, de lo cual es testigo adecuado. Igualmente Hayton, príncipe armenio, encarece su amistad con la nación y con él mismo. <<

[1046] Rasguea Paquímero un brillante personaje en Cazan Khan, como competidor de Ciro y de Alejandro (l. XII, c. 7). En la conclusión de su obra (l. XIII, c. 36) se muestra muy esperanzado con la llegada de treinta mil tochars o tártaros, enviados por el sucesor de Cazan, para refrenar a los turcos en Bitinia, 1308 d. C. <<

[1047] De Guignes (Hist. de los hunos, t. IV, pp. 329-337) y D’Anville (Imperio turco, pp. 14-22) los moradores de París, de quienes los orientales pueden aprender la historia de su propio país, despejan con erudición crítica el origen de la dinastía otomana. <<

[1048] Véase a Paquímero, l. X, c. 25 y 26; l. XIII, c. 33, 34 y 36; y en cuanto al resguardo de la serranía l. I, c. 3-6. Nicéforo Grégoras, l. VII, c. I, y el primer libro de Laonico Chalcondyles el Ateniense. <<

[1049] No me consta que los turcos tengan escritores que antecedan a Mahometo II ni alcanzo a remontarme anteriormente a una crónica descarnada (Annales Turcici ad annum 1550) traducida por Juan Gaudior y publicada por Leunclavio (ad calcem Laonici Chalcondyles, pp. 311-350) con largas pandectas o comentarios. La historia de los medros y decadencia (1300-1683 d. C.) del Imperio Otomano, se tradujo en inglés del latín manuscrito de Demetrio Cantemiro, príncipe de Moldavia (Londres, 1734 en folio). Adolece el autor de extraños desbarros en punto a la historia Oriental, pero se hallaba versado en el idioma, anales o institutos de los turcos. Cantemiro va sacando sus materiales en parte de la Sinopsis Saadi Effendi de Lorisa, dedicada en 1681 al sultán Mustafá, y un compendio apreciable de historiadores originales. El doctor Johnson en uno de sus Vagarosos celebra a Knolles (Historia general de los turcos hasta el año presente, Londres, 1603) como el fénix de los historiadores, desacertado únicamente en la elección de su asunto; pero dudo mucho que un recopilador parcial y difusísimo de escritores latinos, con mil trescientas páginas en folio de arengas y batallas, pueda instruir ni deleitar a una época ilustrada, que está requiriendo en el historiador cierto caudal de crítica y filosofía. <<

[1050] Aunque Cantacuzeno va refiriendo la batalla y la huida heroica de Andrónico Menor (l. II, c. 6, 7, 8) encubre con su silencio la pérdida de Prusa, Niza, y Nicomedia, confesada sin rebozo por Nicéforo Grégoras (l. VIII, 15; IX, 9, 13; XI, 6). Parece que Niza fue tomada por Orchan en 1330, y Nicomedia en 1539, fechas un tanto diversas de los turcos. <<

[1051] La repartición de los emires turcos se ha tomado de dos contemporáneos, el griego Nicéforo Grégoras, y el árabe Marakesh (De Guignes. t. II, p. II, pp. 76, 77). Véase igualmente el primer libro de Laoncio Chalcondyles). <<

[1052] Paquímero, l. XIII, c. 43. <<

[1053] Véanse los viajes de Wheeler y Spon, de Pocock y Chandler y más particularmente la revista de Smith sobre las siete iglesias de Asia, pp. 205-276. Los anticuarios más doctos se afanan en hermanar las promesas y amenazas del autor de las Revelaciones, con el estado actual de las siete ciudades. Más cuerdo fuera tal vez el confesar llanamente y ceñir sus anuncios a la índole y acontecimientos de sus propios tiempos. <<

[1054] Consúltese el libro 4° de la Historia de la orden de Malta por el abate Vertot. Aquel ameno escritor pone de manifiesto su ignorancia suponiendo que Otomán siendo un piratilla de los cerros de Bitinia podía sitiar a Rodas por mar y tierra. <<

[1055] Nicéforo Grégoras se explaya complacidamente en este personaje halagüeño (l. XII, 7; XIII, 4, 10; XIV, 1, 9; XVI, 6). Habla Cantacuzeno con aprecio y decoro de su aliado (I, c. 56, etc.) mas parece que está desconociendo su afecto entrañable al turco, negando indirectamente la posibilidad de amistad allá tan impropia (l. IV, c. 45). <<

[1056] Tras la conquista de Esmirna por los latinos, encargó el papa su resguardo a los caballeros de Rodas (Véase a Vertot, l. V). <<

[1057] Véase a Cantacuzeno, l. III, c. 95. Nicéforo Grégoras, quien, por la luz del monte Tabor tizna al emperador con los apodos de tirano y Herodes, disculpa, más bien que vitupera el enlace turco, y alega la pasión y el poderío de Orchan. έγγύτατος, καὶ τῇ δυνάμει τούς κατ’ αὑτòν ἤδη Περσικούς (Turquía) ὑπεραίρων Σατράπας. Después decanta su reino y sus ejércitos. Véase su reinado en Cantemiro, pp. 24-30. <<

[1058] Se hallará el cuadro más expresivo y conciso de aquel cautiverio en la historia de Ducas (c. 8) quien rasguea lo mismo que Cantacuzeno confiesa con un rubor criminal. <<

[1059] En este trance y las primeras conquistas en Europa, Cantemiro (p. 27, etc.) da un concepto harto ruin de los guías turcos; ni quedo tampoco satisfecho con Chalcondyles (l. I, p. 12, etc.). Se olvidan de acudir a la fuente más auténtica que es Cantacuzeno, y aun echo de menos los últimos libros que yacen todavía manuscritos de Nicéforo Grégoras. <<

[1060] Tras la conclusión de Cantacuzeno y Grégoras, se desploma la lobreguez de cien años. Jorge Franza, Miguel Ducas y Laonico Chalcondyles, los tres vinieron a escribir después de la toma de Constantinopla. <<

[1061] Véase Cantemiro con su extensa y curiosa anotación. <<

[1062] En la lengua turca rostro blanco o negro vienen a ser expresiones proverbiales de alabanza o vituperio. Hic niger est, hunc tu Romane caveto, era igualmente una sentencia latina. <<

[1063] Véase la vida y muerte de Morad, o Amurates I en Cantemiro (p. 33-45), el primer libro de Chalcondyles, y los Annales Turcici de Leunclavio. Según otras noticias, un croata asesinó a Amurates en su tienda, y Rusbequio (Epist. I, p. 98) alega esta particularidad como disculpa por la cautela indecorosa de maniatar hasta cierto punto a un embajador entre dos sirvientes, al introducirlo a la presencia imperial. <<

[1064] El reinado de Bayaceto I, o Ilderim Bayacid, se contiene en Cantemiro (p. 46) en el II libro de Chalcondyles, en Annales Turcici. El sobrenombre de Ilderim, o rayo, sirve de ejemplo en punto a que los conquistadores y poetas de todos tiempos han abrigado el concepto ciertísimo de que la sublimidad se cifra en un arranque de terror. <<

[1065] Cantemiro, que levanta las victorias del general Stephen sobre los turcos (p. 47) había compuesto el Estado antiguo y moderno de su principado de Moldavia, que se ha estado, tiempo hace, prometiendo, y no acaba de salir a luz. <<

[1066] Leunclavio, Annales Turcici, pp. 318, 319. La venalidad de los cadhís ha dado siempre campo al escándalo y a la sátira; y si maliciamos las embusterías de todo viajero, atengámonos a los disparos de los mismos turcos (D’Herbelot, Biblioteca Oriental, p. 216. etc.). <<

[1067] El hecho atestiguado en la Historia arábiga de Ben Shonna, sirio contemporáneo (de Guignes, Hist. des Huns, t. VI, p. 336) vuelca el testimonio de Saad Effendi y Cantemiro (pp. 14, 15) de la elección de Otomán al encumbramiento del sultán. <<

[1068] Véanse los Decades Rerum Hungaricarum (Dec. III, l. II, p. 379) y Bonfinio, un italiano, a quien brindaron en el siglo XV con el cargo de componer en Hungría una historia elocuente de aquel país. Pero aun cuando subsista y esté a la mano le antepusiera yo alguna crónica nacional de aquel tiempo. <<

[1069] No me quejara del afán de mi obra, si pudiese acudir por materiales a libros como la crónica de Froissard el Pundonoroso (vol. IV, c. 67, etc.) quien leía poco, indagaba mucho y lo creía todo. Las Memorias originales del mariscal Coucicault (Partic. I, c. 22-28) añade algunos hechos, pero escasos y descarnados, cotejados con la generalidad amena de Froissard. <<

[1070] Memoria esmerada sobre la vida de Enguerrando VII, Señor de Coucy, ha salido a luz por el barón de Zurlauhen (Hist. de l’Academie des Inscriptions, t. XXX). Su jerarquía y sus estados eran por igual considerables en Francia y en Inglaterra, y en 1375, acaudilló un ejército de aventureros a Suiza, para recobrar un patrimonio grandioso que estaba reclamando, por derecho de su madre o abuela, hija cara del emperador Alberto I de Austria (Sinner, Viaje a la Suiza Occidental, t. I, pp. 118-127). <<

[1071] El garbo militar, en el día de tanta suposición, descollaba todavía más cuando estaba dividido entre dos personajes (Daniel, Hist. de la milicia francesa, t. II, p. 5) uno de ellos, el mariscal de Cruzada, fue el afamado Boucicault, quien estuvo después defendiendo a Constantinopla, gobernó a Génova, invadió la costa de Asia, y feneció en los campos de Azincour. <<

[1072] Sobre este hecho odioso, cita el abate Vertot la historia anónima de san Dionisio, l. XVI, c. 10, 11 (Historia de la orden de Malta, t. II, p. 310). <<

[1073] Scherefeddin Alí (Hist. de Tamer. l. V, c. 13) concede a Bayaceto el número cabal de doce mil empleados y monteros para su cacería. Parte de sus despojos se exhibieron después en una gran cacería de competencia por Tamerlán: 1° perros con jarces de raso; 2° leopardos con collares cruzados de perlas; 3° galgos griegos, y 4° perros de Europa, tan poderosos como leones africanos (el mismo l. VI, c. 15). Era Bayaceto aficionadísimo a cazar grullas con sus halcones (Chialcondyles, l. II, p. 35). <<

[1074] En cuanto a los reinados de Juan Paleólogo y su hijo Manuel desde 1354 hasta 1402, véase a Ducas, c. 9-15; Franza, l. I, c. 16-21. <<

[1075] Cantemiro. pp. 50-53. Acerca de los griegos sólo Ducas (c. 13, 15) reconoce el cadí turco en Constantinopla. Sin embargo, no menciona la mezquita. <<

[1076] Mémoires du bon Messire Jean le Maingre, llamado Boucicault, Mariscal de Francia, 1 parte, c. 30-35. <<

[1077] Aquellos diarios se enviaban a Sherefeddin o Cherefeddin, Alí, natural de Yezid, quien compuso en persa una historia de Tamerlán, que se tradujo al francés, por Petit de la Croix (París, 1722, cuatro vol. en 12°) y ha sido siempre mi guía fiel. Esmeradas son en extremo su geografía y cronología, y merece toda confianza en cuanto a los hechos públicos aunque está celebrando rendidamente la prosperidad y las prendas de su héroe. El ahínco de Tamerlán en lograr informes de su reino y los extranjeros, se puede ver en las Instituciones, pp. 245, 217, 349, 351. <<

[1078] Desconocidos yacen todavía aquellos comentarios para Europa, pero White nos esperanza de que los ha de traer y traducir Davy, su amigo, que había leído en Oriente aquella «narración fiel y circunstanciada de un reinado largo y estruendoso». <<

[1079] Ignoro si las instituciones originales en idioma turco o mogol subsisten todavía. La versión persa, con una traducción inglesa y un índice muy apreciable se publicaron en Oxford (1783, en 4°) con la turca combinada de Davy y White, catedrático de árabe. Obra que luego se ha traducido del persa en francés (París, 1787) por Langlès, un gran orientalista, que añadió la vida de Tamerlán y varias notas curiosas. <<

[1080] Shaw Allum, el mogol actual, lee, aprecia; mas no alcanza a remedar a su esclarecido antepasado. El traductor inglés se atiene a su creencia internada, pero si se atraviesa tal cual desconfianza de engaño o ficción, orillase seguramente en vista de la carta de Davy. Nunca los orientales se asomaron al arte que se llama crítico; el padrinazgo de un príncipe, quizás menos honorífico, no es menos ganancioso que el de un librero, ni aparece increíble, que un persa, un verdadero autor, se expusiera a desconceptuarse por ensalzar el valor de la obra. <<

[1081] El original de la conseja se halla en la obra siguiente, sumamente apreciada por la elegancia florida de su estilo: Ahmedis Arabsiadae (Ahmed Ebn Arabshah) Vitae et Rerum gestarum Timuri. Arabice et Latine. Edidit Samuel Henricus Manger. Franequerae, 1767, 2 tomos en 4°. Este autor sirio se muestra siempre maligno y a veces ignorante en su enemistad pues hasta los encabezamientos de sus capítulos suelen ser injuriosos: «De como el malvado», «De como el impío», «De como la víbora», etc. El artículo extenso de Tamerlán en la Biblioteca Oriental, participa de dos propensiones encontradas, por cuanto D’Herbelot va tomando a diestro y siniestro sus materiales (pp. 877-888) de Khondemir, Ebn Schounah, y el Lebtarikh. <<

[1082]Demir o timour significa en turco hierro, y beg es dictado de señorío o príncipe. Variando una letra, o sea un acento, se trueca en lenc o manco, y el taciturno europeo equivoca o confunde las dos voces en el nombre de Tamerlán. <<

[1083]Lenc, Arabshah, después de referir algunas consejas descabelladas de Tamerlán, tiene que decir la verdad, y confesarla por entroncado con Gengis, «per mulieres (como añade enfadadamente) laqueos Satanæ» (part. I, c. I, p. 25). El testimonio de Abulghazi Khan (p. II, c. 5; p. V, c. 4) está despejado e indisputable, y en fin decisivo. <<

[1084] Según allá cierta alcurnia, el cuarto antepasado de Gengis y el noveno de Tamerlán eran hermanos; y acordaron que la posteridad del mayor heredase la suma dignidad de Khan, y que los descendientes de él desempeñasen el cargo de ministro y general. Convenía el eco de tamaña tradición para sincerar los primeros pasos de la ambición de Tamerlán (Institutions, pp. 24, 25, por los fragmentos manuscritos de la Historia de Tamerlán). <<

[1085] Véase el prólogo de Cherefeddin, y la Geografía de Abulfeda (Chorasmiæ…, Descriptio, pp. 60, 61) en el tomo III de la Geografía para menores de Hudson. <<

[1086] Véase su nacimiento en Hyde (Syntagma Dissertat. t. II, p. 466) como se delineó por los astrólogos de su nieto Ulugh Beg. Nació en 1336 d. C., 9 de abril, 11° 57’ P. M. lat. 36. Ignoro si por ahí cabe demostrar la gran conjunción de los planetas como otros conquistadores y profetas, derivando Tamerlán el sobrenombre de Saheb Keran o árbitro de las conjunciones (Biblioteca Oriental, p. 878). <<

[1087] En las Instituciones de Tamerlán, los súbditos del Khan de Kashgar se llaman impropiamente ouzbegs o uzbecos, nombre que pertenece a otra nación, que es una rama o país de los tártaros (Abulfeda p. V, c. 5, p. VII, c. 5) si me constase que esta voz se halla en el original turco, afirmaría resueltamente que las Instituciones se fraguaron un siglo después de la muerte, después del establecimiento de los uzbecos en Transoxiana. <<

[1088] El primer libro de Cherefeddin se emplea en la vida privada del héroe, y él mismo, o su secretario (Institutions, pp. 3-77) se explaya complacidamente sobre los trece intentos o empresas que más verdaderamente constituyen su mérito personal, resplandeciendo entre los mártires abrumados del Arabshah, p. I, c. 1-12. <<

[1089] Las conquistas de Persia, Tartaria e India, se hallan historiadas en los libros segundo y tercero de Cherefeddin, y en el Arabshah (c. 13-55). Consúltese el índice excelente de las Instituciones. <<

[1090] El acatamiento de los tártaros al número nueve se manifiesta en Abulghazi Khan, quien por esta razón, divide la Historia genealógica en nueve partes. <<

[1091] Con arreglo a Arabshah (p. I, c. 28, p. 183), el compadre Tamerlán huyó a su tienda, y se escondió del alcance de Shah Mamur, bajo las ropas de sus mujeres. Quizás Cherefeddin (l. III, c. 25) ha querido abultar sus arrojos. <<

[1092] La historia de Ormuz se asemeja a la de Tiro. La ciudad antigua en el continente quedó destruida por los tártaros, y se renovó en una isla cercana, sin agua ni vegetales. Los reyes de Ormuz, riquísimos con el convenio de la India y la pesca de perlas, poseían estados pingües en Persia y en Arabia; pero al pronto fueron tributarios de los sultanes de Karman, y luego quedaron rescatados por los portugueses (1505 d. C.) de la tiranía de sus propios visires (Marco Polo, l. I, c. 15, 16, fol. 7, 8; Abulfeda, Geograph. tabul. XI, pp. 261, 262. Una crónica original en Texeira, o Historia de Persia de Stevens, pp. 376-416, y los itinerarios insertos en el primer tomo de Ramusio; de Ludovico Barthema, 1503, fol. 167; de Andrea Corsali, 1517, fol. 202, 203, y de Odoardo Barbessa, en 1516, fol. 315-318). <<

[1093] Arabshah había viajado por Kipzag, y adquirido sumo conocimiento de la geografía, ciudades y revoluciones de aquella región septentrional (p. I, c. 45-49). <<

[1094]Instituciones de Tamerlán, pp. 123, 125. White, su editor, prorrumpe en algún cargo contra la superficialidad de Cherefeddin (l. III, c. 12, 13 y 14), quien ignoraba el intento de Tamerlán, y los móviles de sus pasos. <<

[1095] Más creíbles aparecen las peleterías que las barras de Rusia pero nunca ha merecido nombradía en la historia de Antioquía, y más cuando yacía en escombros. Conceptúo que sería alguna manufactura europea, llevada por los asiáticos por el nombre de Novgorod. <<

[1096] Levesque (Hist. de Russie, t. II, p. 247; Vie de Timour, pp. 64-67, antes de la versión francesa de los Institutos) encomienda el yerro de Cherefeddin, y deslindado el término cabal de las conquistas de Tamerlán. Excusados son sus raciocinios, pues con una sola mirada a los anales de Rusia se echa de ver que Moscú, tomado seis años antes por Toctamish, se salvó de las armas de otro invasor más formidable. <<

[1097] Menciónase un cónsul egipcio del gran Cairo en el viaje de Bárbaro o Tana en 1436, reedificada ya la ciudad (Ramusio, t. II, fol. 92). <<

[1098] Refiere Cherefeddin el saqueo de Azov (l. III, c. 35); y más particularmente el autor de una crónica italiana (Andreas de Redusiis de Quero, en Chron. Tarvisiano, en Muratori, Scriptores Rerum Italicarum, t. XIX, pp. 802-805). Había conversado con los Mianis, dos hermanos venecianos, uno de los cuales había ido de diputado al campamento de Tamerlán, y el otro había perdido en Azov a sus hijos y doce mil ducados. <<

[1099] Cherefeddin dice únicamente (l. III, p. 13) que los rayos del sol, al salir y al ponerse, se diferenciaban con escaso intermedio; problema que cabe resolverse en la latitud de Moscú (56 grados) por medio de la aurora boreal, y el crepúsculo larguísimo de estío; más un día de cuarenta días (Khondemir apud D’Herbelot, p. 880) en rigor nos encajonaría en el círculo polar. <<

[1100] En cuanto a la guerra india, véanse las Instituciones (pp. 129-139) el cuarto libro de Cherefeddin, y la Historia de Ferishta (en Dow, vol. II, pp. 1-20), que arrojan un resplandor general sobre los acontecimientos del Indostán. <<

[1101] Los ríos del Penjab, los cuatro ramos orientales del Indo, quedan al fin bosquejados en el mapa incomparable de Renuel, obra de sumo esmero y veracidad, deslindando en su memoria con tino y precisión las manchas de Alejandro y de Tamerlán. <<

[1102] Los dos ríos caudalosos, el Ganges y el Burrampooter, nacen ambos en el Tíbet de las cumbres opuestas, separándose a la distancia de mil doscientas millas [1931 km], y tras una carrera sesga de más de dos mil (3218,6 km), vienen a juntarse en el golfo de Bengala. Pero es la nombradía tan de suyo antojadiza que el Burrampooter está recién descubierto, y su hermano el Ganges ha sonado y resonado en la historia antigua y en la moderna. Cupele, teatro de la última victoria de Tamerlán, ha de caer cerca de Loldong, a mil cien millas [1770,23 km] de Calcuta, y en 1774, un campamento inglés (Rennel, Memoir, pp. 7, 59, 90, 91, 99). <<

[1103] Véanse las Instituciones, p. 141, hasta el fin del primer libro, y Cherefeddin (l. V, c. 1-16), hasta la entrada de Tamerlán en Siria. <<

[1104] Tenemos tres ejemplares de estas cartas contrapuestas en las Instituciones (p. 147) en Cherefeddin (l. V, c. 14) y en Arabshah (t. II, c. 19, pp. 183-201) que concuerdan entre sí en cuanto al destemple y la sustancia, más bien que en su estilo. Se hace probable que se fueron traduciendo con mayor o menor ensanche, del original turco al arábigo y al persa. <<

[1105] El emir mogol se particulariza con el dictado de turco, extendiéndolo a todos los suyos, y tizna la ralea, o nación de Bayaceto con el nombre menos honorífico de turcomanos. Mas no alcanzo cómo los otomanos podían descender allá de un marinero turcomano uniendo aquellos pastores enterados apenas de la marina y de todo negocio marítimo. <<

[1106] Según el Alcorán (c. II, p. 27, y los discursos de Sale, p. 134) todo musulmán que se divorciaba por tres veces de su mujer (o que pronunció tres veces su divorcio) no podía recogerla ya hasta que se casase con otro que luego la repudiase; convenio afrentoso, que no necesita afearse con la suposición de que el primer marido la gozase por el segundo (Rycaut, State of the Ottoman Empire, l. II, c. 21). <<

[1107] El miramiento general de los orientales en no hablar jamás de sus mujeres se atribuye en grado mucho más subido a las naciones turcas por Arabshah, y es de notar que Chalcondyles (l. II, p. 53) tenía alguna noticia de aquella vulgaridad o insulto. <<

[1108] En cuanto al estilo de los mogoles, véanse las Instituciones (pp. 131, 147), y en cuanto a los persas, la Biblioteca Oriental (p. 882), mas no hallo que el dictado de César esté hoy empleado por los árabes con ningún otomano. <<

[1109] Véanse los reinados de Barkok y Faradge, en Guignes (t. IV, l. XXII) quien del texto arábigo de Abulmahasen, Ebn Schounah y Aintabi, ha ido añadiendo algunos hechos a nuestro caudal común de materiales. <<

[1110] Sobre estos acontecimientos modernos y caseros, es creíble, aunque parcial Arabshah, como testigo (t. I, c. 64-68; t. II, c. 1-14). Odiosísimo sería Tamerlán para un sirio; mas la notoriedad de los hechos debieron precisarle, hasta cierto punto a respetar al enemigo y a su propio concepto. Su acíbar enmienda el empalago de Cherefeddin (l. V, c. 17-29). <<

[1111] Copiáronse estos elogios interesantes al parecer por Arabshah (t. I, c. 68, pp. 625-645) del cadí e historiador Ebn Schounah, interventor principal; mas ¿cómo podía venir aun a los setenta y cinco años después? (D’Herbelot, p. 792). <<

[1112] Las marchas y afanes de Tamerlán entre la guerra siria y otomana se hallan en Cherefeddin (l. V, c. 29-43) y en Arabshah (t. III, c. 15-18). <<

[1113] El número ochocientos mil es de mano de Arabshah, o más bien de Ebn Schounah, ex rationario Timuri, bajo la fe de un oficial carizmio (t. I, c. 68, p. 637) haciéndose harto reparable que un historiador griego (Franza, l. I, c. 29) no añade más que veinte mil hombres. Cuenta Peggio un millón, y otro latino contemporáneo (Chron. Tarvisiano, apud Muratori, t. XIX, p. 800) un millón cien mil, y un soldado germano atestigua la suma enormísima de un millón seiscientos mil, habiéndolo presenciado la batalla de Angora (Leunclav. ad Chalcondyl., l. III, p. 82). Tamerlán en sus Instituciones, no ha tenido a bien computar sus fuerzas, sus propios súbditos, ni sus recursos. <<

[1114] Ensanche sumo franquea para los allegados al Gran Mogol, a impulsos de sus ínfulas y de la ventaja de su oficialidad. El patrón de Bernier era Penge Hazari, comandante de cinco mil caballos, de los cuales tan sólo estaba manteniendo quinientos (Voyages, t. I, pp. 288, 289). <<

[1115] El mismo Tamerlán fija en cuatrocientos mil el ejército otomano (Institutions, p. 153) reducidos por Franza a ciento cincuenta mil (l. I, c. 29) y abultados por el soldado germano hasta un millón cuatrocientos mil. Pero siempre sobrepujaban en número los mogoles. <<

[1116] No estará de más el deslindar las distancias entre Angora y las ciudades cercanas, pero la jornada de caravana, es de veinte o veinticinco millas [32,18 o 40,23 km] cada una; a Esmirna veinte [32,18 km]; a Kiotahia, diez [16,09 km]; a Bursa, diez [16,09 km]; a Cesárea, ocho [12,87 km]; a Sínope, diez [16,09 km]; a Nicomedia, nueve [14,48 km], y doce o trece [19,31 o 20,92 km] a Constantinopla (véase Tournefort, Voyage au Levant, t. II, lettre XXI). <<

[1117] Véanse los sistemas de táctica en las Instituciones, que han despejado los editores ingleses, con planos esmerados (pp. 373-407). <<

[1118] El mismo sultán (dice Tamerlán), tuvo que poner el pie del valor en el estribo del aguante. Metáfora tártara que desaparece en el inglés, pero asoma en la versión francesa de las Instituciones (pp. 156, 157). <<

[1119] El fuego griego por parte de Tamerlán está testimoniado por Sherefeiddin (l. V, c. 47), pero Voltaire prorrumpe en la sospecha extrañísima de que algunos cañones con rótulos desconocidos se enviaron por el monarca a Delhi; pero queda refutado con el silencio universal de los contemporáneos. <<

[1120] Encubrió Tamerlán aquella negociación reservada e importante con los tártaros; pero se comprueba incontrastablemente con el testimonio combinado de los historiadores árabes (t. I, c. 47, p. 391), turcos (Annal. Leunclavio, p. 321) y los persas (Kondemir, apud D’Herbelot, p. 882). <<

[1121] Sobre la guerra de Anatolia o Rum, añade tal cual especie de las Instituciones a la narración extensa de Cherefeddin (l. V, c. 44, 65) y de Arabshah (t. II, c. 28, 35). Tan sólo en esta parte de la historia de Tamerlán cabe citar a los turcos (Cantemiro, pp. 53, 55; Annal Leunclavio, pp. 320, 322) y los griegos (Franza, l. I, c. 29; Ducas, c. 15, 17, Chalcondyles, l. III). <<

[1122] Voltaire, siempre dudando (Essai sur l’histoire générale, c. 88) propende aquí como en todo trance, a desechar consejas populares, y a cercenar los ámbitos de la virtud y del vicio, aunque su incredulidad suele ser fundada. <<

[1123] Véase la Historia de Cherefeddin (l. V, c. 49 y ss.). Terminose la obra en Shiraz el año 1424, y dedicose al sultán Ibrahim, hijo de Tamerlán, quien estuvo ya reinando en Turkestán en vida del padre. <<

[1124] Tras la lectura de Khondemir, Ebn Schounah, etc. el doctísimo D’Herbelot (Biblioteca Oriental, p. 882) puede muy bien afirmar que la patraña se inventó fuera de las historias más auténticas; pero el oponerse al testimonio patente de Arabshah infunde alguna desconfianza en todo aquel esmero. <<

[1125] «Et fût lui même (Bayaceto) pris, et mené en prison, en laquelle mourut de dure mort!», Mémoires de Boucicault, p. I, c. 37. Se compusieron aquellas memorias, siendo todavía el mariscal gobernador de Génova, de donde lo arrojaron en 1409, en un alboroto (Muratori, Annali d’Italia, t. XII, pp. 473, 474). <<

[1126] Hallará el lector una noticia cabal de la vida y escritos de Poggio en el Poggiana, obra muy amena de Lenfant, y en la Bibliot. mediœ et infimœ Ætatis de Fabricio (t. V, pp. 305, 308). Nació Poggio en 1380 y murió en 1453. <<

[1127] El diálogo de Varietate Fortunœ (del cual se publicó en París, en 1723, una edición completa y elegante en 4°) se compuso poco antes de la muerte de Martino V (p. 5), y por consiguiente a fines del año 1430. <<

[1128] Véase un elogio elocuente y florido de Tamerlán, pp. 36, 39: «Ipse enim novi —dice Poggio—, qui fuere in ejus castris […] Regen vivum cepit, caveâque in modum ferae inclusum per omnem Asian circumtulit egregium admirandumque spectaculum fortunae». <<

[1129] El Chron. Tarvisiano (en Muratori, Scriptores Rerum Italicarum, t. XIX, p. 800) y los Annales Estenses (t. XVIII, p. 974). Ambos autores, Andrea de Redusiis de Quero y Jaime de Delayto, fueron contemporáneos, y al par cancilleres, el uno en Treviso y el otro en Ferrara; y el testimonio del primero es muy terminante. <<

[1130] Véase Arabshah, t. II, c. 28, 34. Viajó por regiones romanas, 839 A.H. (27 de julio de 1435 d. C.), t. II, c. 2, p. 13. <<

[1131] Busbequio en Legatione Turcica, Ep. I, p. 52. Pero esta autoridad respetable padece algún quebranto con los desposorios posteriores de Amurates II con una serbia, y de Mohamed II con una asiática, ambas princesas (Cantemiro, pp. 83, 93). <<

[1132] Véase el testimonio de Jorge Franza (P. I, c. 23), y su vida en Hanckio (de Script. Byzant. p. I, c. 40) Chalcondyles y Ducas hablan con generalidad de las cadenas de Boyaceto. <<

[1133]Annales, Leunclavio, p. 321; Pocock, Prolegom., Abulfaragio, Dinastías; Cantemiro, p. 55. <<

[1134] Sapor, rey de Persia, cayó prisionero y le encerraron en la figura de una piel de vaca por mandato de Maximiano, o por Galerio César. Tal es la patraña referida por Eutiquio (Annal. t. I, p. 421, vers. Pocock). El conjunto de la verdadera historia nos enseña a justificar el conocimiento de los orientales en los tiempos anteriores a la Hégira. <<

[1135] Arabshah (t. II, p. 25), va describiendo a fuer de viajero esmerado, los estrechos de Galipoli y de Constantinopla. Para hacerse cargo de tales acontecimientos, he ido cotejando relaciones y vulgaridades, de mogoles, turcos y árabes. Menciona el embajador español aquella unión enemiga de cristianos y otomanos (Vie de Timour, p. 96). <<

[1136] Trasladado el gran dictado de César a los sultanes de Rum, se equivocaban los príncipes griegos de Constantinopla (Cherefeddin, l. V, c. 54) con los cristianos señores de Galipoli, Tesalónica, etc. bajo el título de Tekkur, mal derivado del genitivo τοῦ κυρίου (Cantemiro, p. 51). <<

[1137] Véase Cherefeddin, l. V, c. 4, que va deslindando en un itinerario cabal, el rumbo, o derrotero para China, que Arabshah (t. II, c. 33) destruye con lenguaje retórico. <<

[1138] Synopsis Hist. Sinicæ, pp. 74-76 (en la cuarta parte de las Relations de Thevenot); Duhalde, Hist. de la Chine (t. I, pp. 507, 508, edición en folio) y en cuanto a la cronología de los emperadores chinos, Guignes, Hist. des Huns, t. I, pp. 71, 72. <<

[1139] Sobre el regreso, triunfo y muerte de Tamerlán, véase Cherefeddin (l. VI, c. 1-30) y Arabshah (t. II, pp. 35-47). <<

[1140] Cherefeddin (l. VI, c. 24) menciona los embajadores de uno de los más potentes soberanos de Europa. Consta que fue Enrique III de Castilla y subsiste la relación curiosa de sus dos embajadas (Mariana, Hist. Hispan. l. XIX, c. 11, t. II, pp. 329, 330; Avertissement à l’Hist. de Timur Bec, pp. 28, 33). Asoma también alguna correspondencia entre el emperador mogol y Carlos VII, rey de Francia (Hist. de France, par Velly et Villaret, t. XII, p. 336). <<

[1141] Véase la traducción de la relación persa de su embajada, documento original y apreciable (en la cuarta parte de las Relations de Thevenot). Presentaron al emperador de la China un caballo ya viejo montado allá por Tamerlán. En el año 1419 salieron de la corte de Herat y regresaron en 1422 de Pekín. <<

[1142] De Arabshah, t. II, p. 96. El matiz subido y apocado sale de Cherefeddin, D’Herbelot, y las Instituciones. <<

[1143] Su nuevo sistema fue creciendo desde treinta y dos piezas y sesenta y cuatro cuadrados, hasta cincuenta y cinco piezas y ciento diez o ciento treinta casillas o cuadritos, pero excepto en aquella corte, el juego antiguo se ha conceptuado harto intrincado. El emperador mogol se complació más bien que se lastimó con la victoria de un súbdito. Se queda para los ajedrecistas el justipreciar el valor de aquel elogio. <<

[1144] Véase Cherefeddin, l. V, c. 15, 25. Arabshah (t. II, c. 96, pp. 801, 803) desaprueba la impropiedad de Tamerlán y los mogoles, quienes casi anteponían al mismo Alcorán el Yacsa, o Ley de Gengis (cui Deus maledicat), ni acabo de creer que Sharokh hubiera abolido el uso y la autoridad de aquel código pagano. <<

[1145] Sobre los pasos sangrientos de su narrativa, pudiéramos referirnos a ciertas anticipaciones en el segundo tomo de nuestra Decadencia… que en una sola nota (c. XXXIV, n. 25) se apresan cerca de trescientas mil cabezas por monumentos de su crueldad. Excepto el drama de Rowe sobre el cinco de noviembre, no me prometía yo oír hablar del acontecimiento halagüeño de Tamerlán (White, Preface, p. 7). Disculpo no obstante cierto entusiasmo garboso en los lectores y más en el editor de las Instituciones. <<

[1146] Consúltense los últimos capítulos de Cherefeddin y de Arabshah, y Guignes (Hist. des Huns, t. IV, l. XX). La historia de Nadir Shah por Fraser (p. 1-62). La historia de los descendientes de Tamerlán se sabe a medias, sin que aparezcan los libros posteriores de Cherefeddin. <<

[1147] Shah Allum, el mogol actual, procede en grado catorceno de Tamerlán, por Miran Shah su hijo tercero. Véase el tomo II de la Historia del Indostán, por Dow. <<

[1148] Las guerras civiles desde Bayaceto hasta Mustafá, por sus respectivas muestras, están referidas por los mismos turcos en Demetrio Cantemiro (pp. 58-82). De los griegos Chalcondyles (l. IV y V) Franza (l. I, c. 30-32) y Ducas (c. 18-27) el último es el más extenso y más enterado. <<

[1149] Arabshah, t. II, c. 26, cuyo testimonio en este paso es de entidad y de aprecio. La existencia de Iza, desconocido entre turcos, se confirma igualmente por Cherefeddin (l. V, c. 17). <<

[1150] Arabshah, donde arriban Abulfeda, Geograph. tab. XVII, p. 302; Busbequio, Ep. I, pp. 96, 97, en Itinere C. P. y Amasiano. <<

[1151] Un griego contemporáneo ensalza las prendas de Cherefeddin (Ducas, c. 25). Los descendientes son quinientos nobles, únicos en Turquía, contentándose con la administración de sus fundaciones religiosas, se les dispensa de todo cargo concejal, y reciben dos visitas anuales del sultán (Cantemiro, p 76). <<

[1152] Véase Paquímero (l. V, c. 29), Nicéforo Grégoras (l. II, c. 1), Cherefeddin (l. V, c. 57) y Ducas (c. 25). Este último, observador curioso y esmerado, es acreedor por su nacimiento y su posición en la sociedad, a mucho crédito en cuanto se refiere a Ionia y las islas. Entre las naciones que fueron acudiendo a la Nueva Focea menciona al inglés’Iγγλήνοι; testimonio muy remoto de nuestro comercio en el Mediterráneo. <<

[1153] En cuanto al afán navegador e independiente de la antigua Focea, o más bien, de los foceos, consúltese el primer libro de Herodoto, y el índice geográfico del último y sabio traductor francés, Larcher (t. VII, p. 299). <<

[1154] No enumera Plinio a Focea (Hist. Natur., XXXV, 52) entre los parajes productivos de alumbre, contando el primero a Egipto, y el segundo la isla de Melos, cuyos alumbres se mencionan por Turnefort (t. I, lettre IV) viajero y naturalista. Perdida Focea, los genoveses en 1457 hallaron aquel mineral utilísimo en la isla de Ischia (Ismael Bouillaud ad Ducam, c. 25). <<

[1155] El escritor que más se ha explayado en sus desahogos fabulosos es ese ingenioso Guillermo Temple (Works, vol. III, p. 349 y ss. en 8°) amantísimo de heroicidades lejanas. Tras la conquista de Rusia, etc. y el tránsito del Danubio, su héroe tártaro socorre, visita, celebra y desestima la ciudad de Constantino. Su pincel lisonjero se desvía a cada punto de la verdad histórica, pero sus ficciones placenteras son más disculpables que los yerros clásicos de Cantemiro. <<

[1156] Sobre los reinados de Manuel y Juan, de Mohamed I y de Amurates II véase la historia otomana de Cantemiro (pp. 70-95) y los tres griegos, Chalcondyles, Franza, y Ducas, que es todavía superior a sus competidores. <<

[1157] El asper turco (del griego ἀσπρός) era una pieza blanca o de plata muy aduterada en el día, pero que al principio era, por lo menos, equivalente a la quincuagésima parte de un ducado veneciano, y quinientos mil asperes, situado de príncipes o tributo regio, pueden regularse en mil quinientas libras esterlinas (Leunclav. Pandect. Ture. pp. 406-408). <<

[1158] Sobre el sitio de Constantinopla en 1422, véase la narración particular y contemporánea de Juan Canano, publicada por León Alacio al fin de su edición del Acropolita (pp. 188-189). <<

[1159] Cantemiro, p. 80. Canano, que inserta Seid Bechar sin nombrarlo, supone que el amigo de Mahoma cargó para sus amores con el privilegio de Profeta, y que las monjas más lindas de Constantinopla estaban prometidas al santo y a sus discípulos. <<

[1160] Sobre esta aparición milagrosa, acude Canano al santo musulmán, pero ¿quién abona a Seid Bechar? <<

[1161] Véase Rycaut (l. I, c. 13). Los sultanes turcos se apropian el dictado de Khan. Pero Abulghazi ignora a sus primos otomanos. <<

[1162] El tercer gran visir, llamado Kiuperli, que feneció en la batalla Salankanen en 1691 (Cantemiro, p. 382) se arrojó a decir que todos los sucesores de Solimán habían sido necios o tiranos, y que ya era hora de abolir la raza (Marsigli, Stato militare dell’Impero Ottomano, p. 28). Aquel hereje político era un whig legítimo, y sinceró contra al embajador francés la revolución de Inglaterra (Mignot, Hist. des Ottomans, t. III, p. 434). Su arrogancia da al través la excepción extraña de continuar los empleos en una misma alcurnia. <<

[1163] Chalcondyles (l. V) y Ducas (c. 23) sacan a luz los toscos asomos de la política otomana, y el trueque de los niños cristianos en soldados de Turquía. <<

[1164] Este bosquejillo de la educación y disciplina turca está sacado principalmente del Estado del Imperio Otomano de Ricaut, y del Stato militare dell’Impero Ottomano, de Marsigli (Haya, 1732 en folio), y una descripción del Serrallo, comprobada por el mismo Graves, viajero esmerado, e inserta en el tomo II de su obra. <<

[1165] De la lista de ciento quince visires hasta el sitio de Viena (Marsigli, p. 13) su duración se puede regular a tres años y medio en el conjunto. <<

[1166] Véanse las cartas preciosas y entretejidas de Busbequio. <<

[1167] El primer y segundo tomo de los Ensayos químicos de Watson contienen los discursos especiales sobre el descubrimiento y la composición de la pólvora. <<

[1168] No son de fiar los testimonios modernos sobre este punto. Ducange va recogiendo los pasos originales (Gloss. Latin. mediœ et infimœ Ætatis, t. I, p. 675, Bombarda); pero en aquellos escasos apuntes, el nombre, sonido, fuego y efecto que al parecer expresa nuestra artillería, pueden referirse a la maquinaria antigua del fuego griego. En cuanto a los cañones ingleses en Crecy, a la autoridad de Juan Villani (Chron. l. XII, c. 65) se contraponen el silencio de Froissard. Muratori no obstante (Antiquitatibus Italiae medii Ævi, t. II, dissert. XXVI, pp. 514, 515) ha presentado un paso decisivo de Petrarca (de Remediis utriusque Fortunae Dialog.), quien antes del año 1344, abomina del rayo terrestre, «nuper rara, nunc communis». <<

[1169] Los cañones turcos que Ducas (c. 30) trae sobre Belgrado (1436 d. C.) se mencionan en Chalcondyles (l. V, p. 123) en 1422 para al sitio de Constantinopla. <<

[1170] Esta instrucción curiosa se copió (según creo) del archivo Vaticano, por Odorico Raynaldo, en su continuación de los Annales de Baronio (Romæ, 1646-1677, en diez volúmenes en folio). Me he contentado con el abate Fleury (Hist. Ecclésiastique, t. X, pp. 4-8), cuyos extractos he hallado siempre en extremo despejados, ciertos e imparciales. <<

[1171] La ambigüedad de este dictado es acertada e ingeniosa, y moderator, como sinónimo de rector, gobernator es voz de latinidad clásica y aun ciceroniana, que se halla, no en el glosario de Ducange, sino en el Thesaurus de Roberto Esteban. <<

[1172] La carta primera, sin encabezamiento, de Petrarca, pinta el peligro del bajel y la torpeza del piloto. «Haec inter, vino madidus, aevo gravis, ac soporifero rore perfusus, jamjam nutitat, dormitat, jam somno praeceps, atque (utinam solus) ruit … Heu quanto felicius patrio terram sulcasset aratro, quam scalmum piscatorium ascendisset!» Esta sátira induce al biógrafo a contrapesar vicios y virtudes de Benedicto XII, abultados uno y otro por los güelfos y gibelinos, por papistas y protestantes (Véanse las Mémoires sur la Vie de Pétrarque, t. I, p. 259; II, n. XV, pp. 13-16). Dio margen al dicho Bibamus papaliter. <<

[1173] Véanse las vidas originales de Muratori (Scriptores Rerum Italicarum, t. III, p. II, pp. 550-589), Mateo Villani (Chron. 1, III, c. 43, en Muratori, t. XIV, p. 186), que lo apellida molto cavalleresco, poco religioso, Fleury (Hist. Ecclésiastique, t. XX, p. 126), y Mémoires sur la Vie de Pétrarque, t. II, p. 42-45. El abate de Sade lo trata con sumo miramiento porque es un clérigo caballeroso. <<

[1174] Era su nombre, probablemente alterado, Zampea. Había acompañado, y se quedó sola en Constantinopla con su dueña, donde su cordura, instrucción y señorío, merecieron alabanzas a los mismos griegos (Cantacuz. l. I, c. 42). <<

[1175] Véase toda la negociación en Cantacuzeno (l. IV, c. 9) quien salpica sus propios primores y alabanzas, con las muestras de una conciencia traspasada de remordimientos. <<

[1176] Véase aquel tratado afrentoso en Fleury (Hist. Ecclésiastique, pp. 151-154) de Raynaldo, quien lo sacó del archivo Vaticano. No necesita el afán de una patraña devota. <<

[1177] Véanse las dos primeras vidas originales de Urbano V (en Muratori, Scriptores Rerum Italicarum, t. III, p. II, pp. 623, 635), y los Anales Eclesiásticos de Spondano (t. I, p. 575, 1369 d. C., núm. 7) y Raynaldo (Fleury, Hist. Ecclésiastique, t. XX, pp. 223, 224). Pero según algunas variaciones, malicio que los escritores pontificios abultaron las genuflexiones de Paleólogo. <<

[1178] «Paullo minus quam si fuisset Imperator Romanorum». Pero su dictado de Imperator Græcorum no se le disputó en lo sucesivo (Vit. Urban V,, p. 623). <<

[1179] Se vinculó en los sucesores de Carlomagno, y aun a ellos sólo en el día de Navidad; pues en todas las demás festividades, aquellos diáconos imperiales tienen que avenirse a servir al papa con su misa solemne, con su libro y sobre los corporales. Pero el abate de Sade opina garbosamente que los merecimientos de Carlos IV, le hacían acreedor, aunque fuera del día señalado (1 de noviembre, año 1368 d. C.) al privilegio cabal. Parece que gradúa la regalía y el individuo con sumo aprecio (Mémoires sur la Vie de Pétrarque, t. III, p. 735). <<

[1180] Entre varias adulteraciones italianas, la etimología de Folcone in hosco (Mateo Villani, l. XI, c. 79, en Muratori, t. XV, p. 746), apunta la voz inglesa Hawkwood, el verdadero nombre de nuestro aventurero paisano (Thomas Walsingham, Hist. Anglican. inter Script. Camdeni, p. 184). Tras veintiuna victorias y un descalabro, murió en 1394, el general de los florentinos, y se enterró con tantos honores cuales la república no tributara ni al Dante, ni a Petrarca (Muratori, Annali d’Italia, t. XII, pp. 212-371). <<

[1181] La oleada inglesa (por nacimiento o servicios) rebosó de Francia sobre Italia, tras la paz de Bretigny en 1360, pero la exclamación de Muratori (Annali d’Italia, t. XII, p. 197) es más bien positiva que cortesana. Ci mancava ancor questo, che dopo essere calpestrata l’Italia da tanti masnadieri Tedeschi ed Ungheri, venissero fin dall’ Inghliterra nuovi cani a finire di divorarla. <<

[1182] Chalcondyles, l. I, pp. 25, 26. Supone el griego su viaje al rey de Francia, que viene a quedar plenamente refutado con el silencio de los historiadores nacionales. Ni tampoco me inclino a creer que Paleólogo se marchase de Italia valde bene consolatus et contentus (Vit. Urban V, p. 623). <<

[1183] Su regreso en 1370, y la coronación de Manuel, 25 de septiembre de 1373 d. C. (Ducange, Familiae Byzantinae, p. 241), deja algún plazo intermedio para la conspiración y la muerte de Andrónico. <<

[1184] Memorias de Boucicault, p. I, c. 35 y 36. <<

[1185] Su viaje al occidente de Europa, asoma apenas, y en mi concepto con repugnancia, en Chalcondyles (l. II, p. 44-50) y Ducas (c. 14). <<

[1186] Muratori (Annali d’Italia, t. XII, p. 406). Fue Juan Galeazzo el duque primero y el más poderoso de Milán. Froissard afirma sus relaciones con Bayaceto y contribuyó, para el salvamento y entrega de los franceses, cautivos en Nápoles. <<

[1187] Sobre el nacimiento de Manuel en París véase Spondano (Annal. Eccles. t. I, pp. 676, 677, 1400 d. C., núm. 5) quien cita a Juvenal de los Ursinos, y al monje de san Dionisio; y Villaret (Hist. de France, t. XII, pp. 331-334), quien a nadie cita, según la última moda de los escritores franceses. <<

[1188] Una nota cortita de Manuel en Inglaterra se halla extractada por Hody de un manuscrito en Lambeth (de Græcis illustribus, p. 14), C. P. Imperator, diu variisque et horrendis Paganorum insultibus coarctatus, ut pro eisdem resistentiam triumphalem perquireret, Anglorum Regem visitare decrevit, etc. Rex (dice Walsingham, p. 364) nobili apparatû … suscepit (ut decuit) tantum Heroa, duxitque Londonias, et per multos dies exhibuit gloriose, pro expensis hospitii sui solvens, et eum respiciens [dignis] tanto fastigio donativis. Repite lo mismo en su Upodigma Neustriae (p. 556). <<

[1189] Empieza y acaba Shakespeare su drama Enrique IV, con el voto del príncipe para una cruzada, y su creencia de que va a fallecer en Jerusalén. <<

[1190] Aparece este hecho en la Historia política, 1391-1478 d. C., publicada por Martín Crusio (Turco-Græcia, pp. 1-43). La imagen de Cristo que el emperador griego no quiso reverenciar, era probablemente de escultura. <<

[1191] La historia griega y turca de Laonico Chalcondyles, se termina en el invierno de 1463, y la conclusión repentina parece estar indicando que arrima la pluma en el mismo año. Sabemos que era ateniense, y que algunos contemporáneos del mismo nombre, coadyuvaron el nacimiento del idioma griego en Italia. Pero el historiador comedido nunca asoma en medio de su incesante redoble de digresiones, y su editor Leunclavio y Fabricio (Bibliot. Graec., t. VI, p. 474) parece que ignoran su vida y estado. En cuanto a su descripción de Germania, Francia e Inglaterra, véase l. II, p. 36, 37, 44-50. <<

[1192] No me pararé a ir advirtiendo los yerros geográficos de Chalcondyles, y en esta ocasión quizá quiere seguir y equipararse a Herodoto (l. II, c. 33), cuyo texto cabe explicarse (Herodote de Larcher, t. II, pp. 219, 220) cuya ignorancia es disculpable. ¿Por ventura estos griegos modernos nunca leyeron a Estrabón, o alguno de los geógrafos menores? <<

[1193] Un ciudadano de la nueva Roma, mientras ésta vivía, desdeñara de condecorar a un rey germano ‘Pήξ con los dictados de Bασιλεὺς o Aὐτοκράτωρ ‘Pωμαίων; mas ya no cabían ínfulas en los arranques de Chalcondyles, y va historiando al príncipe bizantino y a los súbditos, con el nombre propio pero llano, con los nombres de ‘´ Eλληνες y Bασιλεύς ‘Eλλήνων. <<

[1194] Las más de las novelas antiguas se tradujeron en el siglo XIV en prosa francesa, y fueron luego el sumo predilecto de damas y caballeros, en la corte de Carlos VI. Si algún griego creía las hazañas de Roldán o de Oliveros, merece disculpa, puesto que los monjes de san Dionisio, historiadores nacionales, han embebido las patrañas del arzobispo Turpin en sus Crónicas de Francia. <<

[1195] Λονδρῶν δὲ ή πόλις δυνάμει τε προέχουσα τῶν ἐν τῇ νήσῳ ταύτῃ πασῶν πόλεων, ὄλβῳ τε καὶ τῇ ἂλλῃ εὐδαιμονίᾳ οὐδεμιᾶς τῶν πρός ἑσπέραν λειπομένη. Aun desde el tiempo de Fitzstephen (en el siglo XII) parece que Londres se había ya granjeado aquella preeminencia en extensión y riquezas, y su aumento progresivo ha ido siguiendo el paso de los adelantos generales en Europa. <<

[1196] Si las significaciones del verbo Kύω (osculor e in utero gero) lo hacen equívoco, el contexto, y el susto devoto de Chalcondyles, no dejan duda en su concepto y en la equivocación. <<

[1197] Erasmo (Epist. Fausto Andrelino) trae un paso lindo, en cuanto a la moda inglesa de tratar así los extranjeros a la llegada y a la despedida, de la cual no saca sin embargo ilación alguna maliciosa. <<

[1198] Quizás cabe aplicar aquella observación a la comunidad de las mujeres entre los bretones antiguos, como la suponen Julio César y Dion (Dion Casio, l. LXII, t. II, p. 1007) con la nota juiciosa de Reimas. El Arreoy de Otaheite tan positivo al principio, es en el día menos reparable y escandaloso, al paso que se han ido estudiando las costumbres de aquel pueblo apacible y enamoradizo. <<

[1199] Véase Lenfant, Hist. du Concile de Constance, t. II, p. 576; y en cuanto a la historia eclesiástica de aquel tiempo, los Anales de Spondano, la Biblioteca eclesiástica de Dupin t. XII, XXI y XXII, o más bien la continuación de Fleury. <<

[1200] Franza, o Franzes, desde su temprana mocedad fue estadista y palaciego, y Hankio (de Script Bizant., p. I, c. 40) ha ido historiando su vida por sus escritos. A la muerte de Manuel, era tan sólo de veinticuatro años, y ya lo recomendó eficacísimamente al sucesor: «Imprimis vero hunc Plíranzen tibi commendo, qui ministravit mihi fideliter et difigenter» (Franza, l. II, c. 1); pero el emperador Juan era muy flojo y antepuso el servicio de los déspotas del Peloponeso. <<

[1201] Véase Franza, l. II, c. 13. Existiendo tantos manuscritos de original griego en las bibliotecas de Roma, Milán, el Escorial etc. es vergonzoso y reprensible que nos veamos reducidos a la versión latina, o sea extracto, de Juan Pontano (ad calcem Teophylac. Simocattæ: Ingolstadt 1604), escasísimo en esmero y elegancia (Fabricio, Bibliot. Graec., t. V, pp. 615-620). <<

[1202] Véase Ducange, Familiae Byzantinae, pp. 243-248. <<

[1203] La medida cabal del hexamilion, de mar a mar era de tres mil ochocientas orgiæs, o toesas, de seis pies griegos (Franza, l. I, c. 35), que viene a formar una milla griega, y menor que la de seiscientas sesenta toesas francesas [1286,34 km], que le señala D’Anville como usadas todavía en el país, esto es, en Turquía. El istmo se suele regular de cinco millas [8,04 km] de anchura. Véanse los viajes de Spon, Wheeler y Chandler. <<

[1204] La primera objeción de los judíos se funda en la muerte de Jesucristo; pues si voluntaria, fue un suicida: pero el emperador la convierte en misterio. Arguyen luego contra la concepción de la Virgen, el sentido de las profecías etc. (Franza, l. II, c. 12, entero). <<

[1205] En el tratado delle Materie Beneficiarie de Fra Paolo (en el tomo IV de la última y mejor edición de sus obras) queda completamente desentrañado el sistema pontificio. Aun cuando viniesen a exterminarse Roma y su prepotencia, aquel libro de oro pudiera sobrevivir, como historia filosófica y advertencia saludable. <<

[1206] El papa Juan XXII (en 1334) dejó en Aviñón dieciocho millones de ducados de oro o florines, y otros siete millones en plata labrada. Véase la Crónica de Juan Villani (l. XI, c. 20, en la Colección de Muratori, t. XIII, p. 765) cuyo hermano sacó a la sazón por los tesoreros del papa. Tesoro de seis u ocho millones de libras esterlinas, en el siglo XIV es una exorbitancia casi increíble. <<

[1207] Un protestante sabio y caballeroso, Lanfant, ha historiado lindamente los concilios de Pisa, Constancia y Basilea ciudad libre, en seis tomos en cuarto; pero la última parte es la menos enterada y cabal, excepto en el pormenor de los disturbios en Bohemia. <<

[1208] Las actas, originales, o minutas del concilio de Basilea, se conservan en la biblioteca pública, en doce tomos en folio. Era Basilea ciudad libre oportunamente situada en el Ródano y resguardada con las armas de la confinante y confederada Suiza. Su universidad fue fundada en 1459 por el papa Pío II (Æneas Silvio) quien había sido secretario en el concilio. Pero, ¿qué supone un concilio o una universidad para las prensas de Froben y los estudios de Erasmo? <<

[1209] La embajada turca, atestiguada únicamente por Cranteio, se refiere dudosamente por el analista Spondano, 1433 d. C., núm. 25, t. I, p. 824. <<

[1210] Sirópulo, p. 19. En estas listas parece que los griegos sobrepujaron la comitiva que después acompañó en realidad al emperador y al patriarca y que no se expresa despejadamente por el exarcato. Los setenta y cinco mil florines pedidos en la negociación del papa (p. 9) también propasan su esperanzas y necesidades. <<

[1211] Uso indistintamente las voces ducados o florines, derivadas, la una de los duques de Milán y la otra de la república de Florencia. Las piezas de oro que se acuñaron al pronto en Italia, pueden regularse en precio y valor al tercio de una guinea inglesa. <<

[1212] Al fin de la versión latina de Franza leemos una carta dilatada o declamación de Jorge de Trebisonda, quien aconseja al emperador que anteponga Eugenio e Italia. Trata con menosprecio la reunión cismática de Basilea y a los bárbaros de Galia y Germania, que se empeñaron en trasladar la cátedra de san Pedro allende los Alpes; οἴ ἄθλιοι (dice él) σε καὶ τὴν μετά σου σύνοδον ἔξω τῶν ‘Hρακλέιων στήλωι καὶ περὰ Γαδήρων ἐξάξουσι. ¿Por ventura carecía Constantinopla de mapas? <<

[1213] Sirópulo (pp. 26-31) afirma sus propias iras y las de sus paisanos; y los diputados de Basilea que disculpaban su arrojo, no podían negar ni variar una acta del concilio. <<

[1214] Condolmieri, sobrino del papa y almirante, declaró terminantemente: ὄτι ὄρισμον ἔχει παρὰ τοῦ Πάπα ίνα πολεμήσῃ ὁποῦ ἀν εὔπῃ τὰ κάτεργα τῆς Συνόδον, καὶ εἰ δυνήθη, καταδύσῃ, καὶ ἀϕανίσῃ. Las órdenes navales del sínodo eran menos ejecutivas, y hasta que asomaron los bajeles enemigos, ambos partidos se esmeraban en ocultar a los griegos su desavenencia. <<

[1215] Menciona Sirópulo las esperanzas de Paleólogo (p. 36) y el dictamen postrero de Segismundo (p. 57). Supo el emperador en Corfú la muerte de su amigo y al saberla antes regresara a su casa (p. 79). <<

[1216] El mismo Franza, aunque por diversos motivos, era del dictamen de Amurates (l. II, c. 13). Utinam ne synodus ista unquam fuisset, si tantes offensiones et detrimenta paritura erat. También menciona Sirópulo aquella embajada turca (p. 58), y Amurates cumplió su palabra. Pudo amagar (pp. 125, 219), mas nunca embistió a la ciudad. <<

[1217] Los lectores no pueden menos de sonreírse con la sencillez que expresaban aquellas esperanzas: τοιαύτην πληριϕορίαν σχήσειν ἤλπιζε καὶ διὰ τοῦ Πάπα ἐθάῤῥει ἐλευθερῶσαι τὴν ἐκκλησίαν απὸ τῆς ἀποτεθείσης αὔτου δουλείας παρὰ τοῦ βασιλέως (p. 92); mas le era muy arduo el plantear las lecciones de Gregorio VII. <<

[1218] El nombre cristiano de Silvestre salió del calendario latino. En el griego moderno se añade el diminutivo πουλός al extremo de las palabras; ni Creyghton, el editor, con todos sus raciocinios, le disculpan de trocar en Sguropulus (Sguros fuscus) el Sirópulo de su propio manuscrito, cuyo nombre viene firmado de mano propia en las actas del Concilio de Florencia. ¿No pudiera ser el autor sirio de alcurnia? <<

[1219] Me atrevo a deslindar la fecha, por la misma conclusión de la historia, en al año de 1444, cuatro años después del sínodo, cuando el exarca había depuesto su cargo (sec. XII, pp. 330-350). El tiempo y el retiro habían refrenado sus ímpetus; y aunque suele ser parcial, nunca Sirópulo se destempla. <<

[1220]Vera historia unionis non veroe inter Graecos et Latinos (Hagae Comitis, 1660, en folio) se publicó al pronto con una versión desahogada y florida, por Roberto Creyghton, capellán de Carlos II, en su destierro. El fervor del publicante lo encabeza con un título contencioso, por cuanto falta el principio del original. Merece Sirópulo colocarse entre los escritores bizantinos más sobresalientes en cuanto a su contexto y lenguaje; pero queda excluido de la colección acendrada de los concilios. <<

[1221] Sirópulo (p. 63) expresa meramente su ánimo ‘ιν’οὔτω πομπάων ἐν’ ’Iτάλοις μεγὰς βασιλεὺς παῤ ἐκεινῶν νομίζοιτο; y el latín de Creyghton ofrece muestra de su matizada paráfrasis. Ut pompâ circumductus noster Imperator Italiae populis aliquis deauratus Jupiter crederetur, aut Croesus ex opulentâ Lydia. <<

[1222] Aunque no me cabe el irme deteniendo en citar a Sirópulo por cada hecho, no puedo menos de advertir que la navegación de los griegos a Venecia y Ferrara desde Constantinopla, se contiene en la sección cuarta (p. 67-100) y que el historiador realza su desempeño sobresaliente con ir rasgueando los acontecimientos, como si los presenciase, al lector. <<

[1223] Hallábase Franza, durante el sínodo, en el Peloponeso; pero le cupo del príncipe Demetrio un pormenor individual del recibimiento que habían merecido el emperador y el patriarca en Venecia y Ferrara («Dux … sedentem Imperatorem adorat») lo que mencionan los latinos (l. II, c. 14, 15, 16). <<

[1224] El pasmo de un príncipe griego y de un embajador francés (Mémoires de Philippe de Comines, l. VII, c. 18) al ver a Venecia comprueban de sobras que en el siglo XV era la ciudad primera y más ostentosa de la cristiandad. En cuanto a los despojos de Constantinopla en Venecia, véase Sirópulo (p. 87). <<

[1225] Nicolás III de Este reinó cuarenta y ocho años (1393-1441) y era dueño de Ferrara, Módena, Reggio, Parma, Rovigo y Commachio. Véase su vida en Muratori (Antichità Estense, t. II, pp. 159-201). <<

[1226] El vulgo latino prorrumpió en risa al presenciar los trajes peregrinos de los griegos, y con especialidad sus cumplidas vestiduras, sus mangas y sus barbas, sin que se diferenciase el emperador, sino por su color de púrpura, y su diadema, o tiara, con una perla al extremo (Hody de Græcis Illastribus, p. 31). Pero confiesa otro de los mirones que el estilo griego era más aseñorado que el italiano (Vespasiano, en Vit. Eugen. IV en Muratori, t. XXV, p. 261). <<

[1227] En cuanto a las cacerías del emperador, véase Sirópulo (pp. 143, 144, 191). Enviole el papa once jaquillos menguados; pero se compró un alazán poderoso y volador venido de Rusia. Se extrañará el apodo de jenízaro, pero el nombre, más bien que el instituto, trascendió de la corte otomana o la bizantina, y vino a usarse en los primeros tiempos del Imperio. <<

[1228] Lograron los griegos con suma dificultad, que en vez de raciones, se les repartiesen mesadas en dinero, a cuatro florines por individuo de alguna distinción y tres a los sirvientes con la gratificación de treinta más para el emperador, veinticinco al patriarca, y veinte al déspota, o príncipe Demetrio. Ascendió el pago con el primer mes a cerca de setecientos florines, suma que no permite contar de doscientos griegos al todo (Sirópulo, pp. l04, 105). Al 20 de octubre de 1438, mediaba ya un atraso de cuatro mesadas; y en abril de 1439, tres, y luego en julio, cinco y media, que fue el plazo de la Unión (pp. 172, 225, 271). <<

[1229] Sirópulo (pp. 141, 142, 204, 221), está deplorando el encarcelamiento de los griegos, y la tiranía del emperador y del patriarca. <<

[1230] Campean al vivo las guerras de Italia en los Annali d’Italia de Muratori. El griego cismático Sirópulo (p. 145) parece que abultó el susto y trastorno del papa en su retirada de Ferrara a Florencia, cuyas actas demuestran que fue algún tanto más decorosa y sosegada. <<

[1231] Sirópulo se empeña en contar hasta setecientos prelados en el concilio de Basilea. El yerro es patente y tal vez voluntario. No cabe completar aquel número exorbitante aun con los eclesiásticos de toda jerarquía que se hallaron en la reunión, ni aun con todos los obispos ausentes del país occidental, que expresa o tácitamente se conformasen con sus decretos. <<

[1232] Los griegos opuestos a la Unión se mantenían encerrados en la fortaleza (pp. 178, 193, 195, 202 de Sirópulo). Avergonzáronse más y más los tártaros, al presentarles un rancio manuscrito del concilio Niceno, con la añadidura del filioque. ¡Patraña manifiesta! (p. 173). <<

[1233] ‘Ως ἔγω (dijo un griego eminente) ὁτὰν εἰς νάον εἰσέλθω Λατίνων οὐ προσκυνῶ τινα ρῶν ἔκεισε ἁγίων, ἔπει οὐδε γνωρίζω τινα (Sirópulo, p. 109). Véase el titubeo de los griegos (pp. 217, 218, 252, 253, 273). <<

[1234] Véase la contienda cortesana de Marco y Besarion en Sirópulo (p. 257), quien jamás cohonestó las culpas de su propio partido, y celebra garbosamente las prendas de los latinos. <<

[1235] En cuanto al desamparo de los griegos hállase un paso notable en Ducas (p. 31). Tenía uno por junto tres batas caídas, etc. Besarion, por la enseñanza de veintiún años en su monasterio había llegado a juntar cuarenta florines de oro, pero de éstos había gastado veintiocho en su viaje del Peloponeso, y lo demás en Constantinopla (Sirópulo, p. 127). <<

[1236] Niega Sirópulo que los griegos recibiesen moneda alguna antes de firmar el acta de Unión (p. 283): refiere algunas circunstancias sospechosas, y el historiador Ducas afirma positivamente un cohecho y soborno. <<

[1237] Esperan los griegos lastimosamente con zozobra el perpetuo destierro y servidumbre (Sirópulo, p. 196), y tuvieron que ceder principalmente a las amenazas del emperador (p. 260). <<

[1238] Había olvidado otro protestador popular y acendrado, un perrillo predilecto, que solía yacer sobre la alfombra al pie del solio del emperador, y que estuvo ladrando desaforadamente mientras se leía el acta de Unión, sin acallarle ni halagos ni latigazos de los dependientes (Sirópulo, pp. 265, 266). <<

[1239] Por las vidas originales de los papas en la Colección de Muratori (t. III, p. II, p. XXV), las costumbres de Eugenio IV aparecen decorosas y aun ejemplares. Su situación, patente al mundo entero, le servía de freno y de prenda. <<

[1240] Asistiera Sirópulo con sumo quebranto, más bien que firmara el acta de Unión, pero le pusieron a uno y otro, y el grande eclesiarca se excusó mezquinamente de dar su rendimiento al emperador (pp. 290-292). <<

[1241] En el día no asoma acta original de la Unión. De los diez manuscritos que se están conservando (cinco en Roma, los demás en Florencia, Bolonia, Venecia, París y Londres) hasta nueve se han escudriñado con ahínco, por un crítico esmeradísimo (Brequigny), quien los rechaza por sus variaciones y el desarreglo de las firmas griegas. Mas algunos pueden apreciarse como copias auténticas, que se firmaron en Florencia, antes (26 de agosto de 1439) de la separación última del papa y del emperador (Mémoires de l’Académie des Insciptions, t. XLIII, p. 287-311). <<

[1242] ‘Hμιν δέ ὡς ἀσήμοι ἐδοκοῦν ϕώναι (Sirópulo p. 297). <<

[1243] Los griegos a su regreso, conversaron en Bolonia con los embajadores de Inglaterra, y tras algunas respuestas, aquellos advenedizos imparciales prorrumpieron en risa acerca de la supuesta Unión de Florencia (Sirópulo, p. 307). <<

[1244] Tan cavilosas y tan huecas son aquellas reuniones de nestorianos, jacobitas, etc. que en balde registré en la Biblioteca Oriental de Asseman, esclavo rendidísimo del Vaticano. <<

[1245] Cae Ripaille cerca de Thonon en Saboya, al mediodía del lago de Ginebra. Es en el día una cartuja, y Addison (Travels into Italy, t. II, pp. 147, 148 de sus obras, edición de Baskerville) ha elogiado el sitio y el fundador. Eneas Silvio y los padres de Basilea, encarecen la vida austerísima del ermitaño ducal; pero refranes franceses e italianos por desgracia están atestiguando el concepto popular de su relajación. <<

[1246] Para este pormenor de los concilios de Basilea, Ferrara y Florencia, he acudido a las actas originales, que cuajan los tomos XXVII y XXVIII de la edición de Venecia, y acaban con la historia despejada, pero parcial, de Agustín Patricio, italiano del siglo XV. Los coordinó y compendió Dupin (Biblioteca eclesiástica, t. XII) y el continuador de Fleury (t. XXII) y los miramientos con la Iglesia galicana para con los partidos encontrados obliga a sus individuos a un comedimiento desusadísimo. <<

[1247] Meursio, en su primera embestida recopiló hasta tres mil seiscientas voces greco-bárbaras, a las cuales añadió mil ochocientas; mas cuantísimo no dejó que respigar a Porcio Ducange, Fabrotti, los bollandistas, etc. (Fabricio, Bibliot. Graec., t. X, p. 101 y ss.). Tal cual voz persa asoma en Jenofonte, y tal cual latina igualmente en Plutarco, y tal es el resultado inevitable de la guerra y el comercio, mas la planta y el caudal del idioma no se alteran con tan escasa mezclilla. <<

[1248] Lancelot ha compuesto esmeradamente la vida de Filelfo, sofista altanero, inquieto y codicioso (Mémoires de l’Académie des Insciptions, t. X, pp. 691-751) y Tiraboschi (Istoria della Letteratura italiana, t. VII, pp. 282-294) en la generalidad por sus propias cartas. Sus obras muy trabajadas, y las de sus contemporáneos, yacen olvidadas, pero su correspondencia familiar está rescatando los hombres y los tiempos. <<

[1249] Se desposó, y tal vez pervirtió, a la hija de Juan, y nieta de Manuel Crisoloras. Era joven, linda y riquísima, y su familia esclarecida estaba emparentada con los Dorias de Génova y con los emperadores de Constantinopla. <<

[1250]Graeci quibus lingua depravata non sit … ita loquuntur vulgo hâc etiam tempestate ut Aristophanes comicus, aut Euripides tragicus, ut oratores omnes, ut historiographi, ut philosophi … litterati autem homines et doctius et emendatius … Nam viri aulici veterem sermonis dignitatem atque elegantiam retinebant in primisque ipsae nobiles mulieres; quibus cum nullum esset omnino cum viris peregrinis commercium, merus ille ac purus Graecorum sermo servabatur intactus (Philelph. Epist. ad ann. 1451, apud Hodium, pp. 188, 189). Advierte en otro paso, uxor illa mea Theodora locutione erat admodum moderatâ et suavi et maxime Atticâ. <<

[1251] Filelfo, harto desatinadamente eslabona los celos griegos u orientales, con las costumbres de la antigua Roma. <<

[1252] Véase el estado de la literatura por los siglos XIII y XIV en el sabio y atinado Mosheim (Institut. Hist. Eccles. pp. 434-440, 490-494). <<

[1253] Había al siglo XV en Europa hasta cincuenta universidades, cuyas fundaciones en parte corresponden al año 1500, o antes, y se frecuentaban a proporción de su escasez. Acudían a Bolonia cerca de diez mil estudiantes, principalmente legistas. Por el año 1357, en Oxford había menguado su número de cincuenta mil a seis mil (Henry, History of Great Britain, t. IV, p. 478). Pero aun esta cortedad excede al número de los cursantes anuales. <<

[1254] De estos escritores que tratan de intento sobre el restablecimiento de la literatura griega en Italia, las dos principales son Hodius, esto es, Humphrey Hody (de Græcis Illustribus, Linguæ Græcæ, Literarumque humaniorum Instauratoribus; Londini, 1742, octavo mayor), y Tiraboschi (Istoria della Letteratura italiana, t. V, pp. 364-377; t. VII, pp. 112-143). El profesor de Oxford es un caudillo esmerado, pero el bibliotecario de Módena disfruta la superioridad de un historiador moderno y nacional. <<

[1255] «In Calabria quae olim magna Graecia dicebatur, coloniis Graecis repleta, remansit quaedam linguae veteris, cognitio» (Hodius, p. 2). Si los romanos la desacataron, los monjes de san Basilio la resucitaron y perpetuaron, pues poseían hasta siete casas solamente en Rosano (Giannone, Istoria di Napoli, t. I, p. 520). <<

[1256] «Ii Barbari —dice Petrarca, franceses y germanos—, vix, non dicam libros sed nomen Homeri audiverunt». Quizá bajo este concepto el siglo XIII era peor que el tiempo de Carlomagno. <<

[1257] Véase la índole de Barlaam, en Boccaccio, de Genealog. Deorum, l. XV, c. 6. <<

[1258] Cantacuzeno, l. II, c. 36. <<

[1259] En cuanto al trato de Petrarca con Barlaam, y su avistamiento en Aviñón en 1339, y en Nápoles en 1342, véanse las excelentes Mémoires sur la Vie de Pétrarque, t. I, pp. 406-410; t. II, pp. 75-77. <<

[1260] El obispado adonde se retiró Barlaam era el antiguo Locri, en la Edad Media santa Cyriaca y por corrupción Hieracium, Gerace (Dissert. Chorographica Italiæ medii Ævi, t. I, p. 312). El dives opum de los tiempos normandos, paró luego en desamparo, puesto que hasta la iglesia era pobrísima. Sin embargo permanecen unos tres mil moradores (Swinburne, p. 340). <<

[1261] Pongo aquí un paso de aquella carta del Petrarca (Famil. IX, 2): Donasti Homerum non in alienum sermonem Alienum sermonen violento alveo derivatum, sed ex ipsis Graeci eloquii scatebris, et qualis divino illi profluxit ingenio … Sine tuâ voce Homerus tuus apud me mutus, immo vero ego apud illum surdus sum. Gaudeo tamen vel adspectû solo, ac saepe illum amplexus atque suspirans dico, O magne vir, etc. <<

[1262] Sobre la vida y escritos de Boccaccio, nacido en 1313 y muerto en 1375, Fabricio (Bibliot. Latín. medii Ævi, t. I, pp. 248 y ss.) y Tiraboschi (t. V, pp. 83, 439-451) pueden consultarse. Las ediciones, versiones e imitaciones de sus novelas, son innumerables. Se avergonzaba sin embargo de manifestar tamañas fruslerías y tal vez escándalos a Petrarca, su respetable íntimo, en cuyas cartas y memorias asomó descolladamente. <<

[1263] Se explaya Boccaccio en su vanidad decorosa: Ostentationis causâ Graeca carmina adscripsi … jure utor meo; meum est hoc decus, mea gloria scilicet inter Etruscos Graecis uti carminibus. Nonne ego fui qui Leontium Pilatum, etc. (de Genealogía Deorum, l. XV, c. 7, obra olvidada en el día que mereció allá salir en catorce o quince ediciones) <<

[1264] Hody (pp. 2-11) ha dado harto a conocer al dicho Leoncio o León Pilato, como también el abate de Sade (Mémoires sur la Vie de Pétrarque, t. III, pp. 625-634, 670-673) quien acertó a empaparse en el rumbo dramático y travieso del original. <<

[1265] Enójase en gran manera Hody (p. 54) con Leonardo Aretino, Guarinus, Paulo Jovius etc. por cuanto afirman que la literatura griega resucitó en Italia post septingentos annos; como si, dice, hubiese allá seguido floreciendo hasta el fin del siglo VII. Computaron aquellos escritores desde el postrer período del exarcato y la presencia de los magistrados griegos con tropas en Ravena y Roma sin duda conservaron hasta cierto grado el uso del idioma. <<

[1266] Véanse el artículo de Emanuel o Manuel Crisoloras en Hody (pp. 12-54) y Tiraboschi (t. VII, pp. 113-118). La fecha cabal de su llegada va y viene entre los años de 1390 y 1400 ceñida únicamente al reinado de Bonifacio IX. <<

[1267] Tomaron hasta cinco o seis naturales de Arezzo en Toscana el idéntico nombre de Aretinus, de los cuales el más sonado y menos acreedor vivió en el siglo XVI. Leonardus Brunus Aretinus, discípulo de Crisoloras era lingüista, orador, historiador, secretario de cuatro papas sucesivos, y canciller de la República de Florencia, donde falleció, 1444 d. C., a la edad de setenta y cinco años (Fabric. Bibliot. Latín. medii Ævi, t. I, p. 190 etc.; Tiraboschi, t. VII, pp. 33-38). <<

[1268] Véase el paso en Aretino, Commentario Rerum suo Tempore in Italia gestarum, apud Hodium, pp. 28-30. <<

[1269] En aquel régimen casero, Petrarca, apasionado del joven, suele quejarse del afán ansioso, temple vidrioso y arranques altaneros que estaban anunciando la nombradía y el numen de su edad madura (Mémoires sur la Vie de Pétrarque, t. III, pp. 700-709). <<

[1270]Hinc Graecae Latinaeque scholae exortae sunt, Guarino Philelpho, Leonardo Aretino, Caroloque, ac plerisque aliis tanquam ex equo Trojano prodeuntibus, quorum emulatione multa ingenia deinceps ad laudem excitata sunt (Platina en Bonificio IX). Añade otro escritor italiano los nombres de Paulus Petrus Vergerius, Omnibonus Vincentius, Poggius, Franciscus Barbarus, etc. Pero pregunto si una analogía esmerada franquea a Crisoloras todos estos alumnos esclarecidos (Hodius, pp. 25-27 y ss.). <<

[1271] Véase en Hody el artículo de Besarion (pp. 136-177). Teodoro Gaza, Jorge de Trebisonda y los demás griegos expresados u omitidos, asoman en sus correspondientes artículos de obra tan sabia. Véase igualmente Tiraboschi en las primera y segunda partes del sexto tomo. <<

[1272] Los cardenales tienen el aldabazo a su puerta, pero el conclavista no se avino a interrumpir la tarea de Besarion: «Nicolás —le dijo luego—, tanto miramiento te cuesta a ti un capelo como a mí la tiara». <<

[1273] Como Jorge de Trebisonda, Teodoro Gaza, Argirópulo, Andrónico de Tesalónica Filelfo, Poggio, Blondo, Nicolás Perrot, Valla, Campano, Platina etc. «Viri (dice Hody con el fervor entrañable de un alumno) nullo aevo perituri» (p. 156). <<

[1274] Nació antes de la toma de Constantinopla; pero su vida decorosa se dilató hasta el siglo XVI (1535 d. C.). León X y Francisco I fueron sus patronos más esclarecidos bajo cuyos auspicios fundó los colegios griegos de Roma y de París (Hody, pp. 247-275). Dejó posteridad en Francia; pero los condes de Ventimilla; y sus muchas ramas traen su nombre de Lascaris de un desposorio dudoso en el siglo XIII con la hija de un emperador griego (Ducange, Familiae Byzantinae, pp. 224-230). <<

[1275] Francisco Florido, citando y hollando dos epigramas contra Virgilio y tres contra Cicerón, no halla apodos más adecuados que los de Græculus ineptus et impudens (Hody, p. 274). En nuestro propio tiempo, un criticastro inglés ha tildado la Eneida de contener «multa languida nugatoria spiritû et majestate carminis heroici defecta»; infinitos de los tales versos, que él mismo, el llamado Jeremías Markland, se avergonzaría de prohijarlos (præfat. ad Statii Sylvas, pp. 21 y 22). <<

[1276] Se tachaba a Manuel Crisoloras y a sus compañeros de ignorancia, envidia o avaricia (Sylloge… t. II, p. 235). Los griegos modernos pronuncian la β como V consonante, y equivocan tres vocales (η ι υ), como también varios diptongos. Tal era la pronunciación vulgar que sostuvo el sabio Gardiner en la universidad de Cambridge con estatutos penales; pero el monosílabo bh equivale para un oído ático al balido de una oveja y un zafio es testigo más abonado que un obispo o un canciller. Los tratados de aquellos doctos como Erasmo, que defendían otra demostración más clásica, se hallan recopilados en la Sylloge de Havercamp (2 tomos en 8°, Lugd. Bat. 1736, 1740); pero se hace muy arduo el retratar sonidos con meros vocablos y en lo relativo al uso mediano tan sólo cabe entenderse sino por los respectivos naturales. Advierto sin embargo que nuestra pronunciación peculiar de la θ, merece la aprobación de Erasmo (t. II, p. 130). <<

[1277] Jorge Gemisto Pletón, escritor misceláneo y voluminoso, maestro de Besarion y de todos los platónicos contemporáneos. Asomó en la ancianidad, y regresó luego para acabar sus días al Peloponeso. Véase la diatriba curiosa de Leo Allatius, de Georgiis, en Fabricio (Bibliot. Graec., t. X, pp. 739-756). <<

[1278] Despeja Boivin el estado de la filosofía platónica en Italia (Mémoires de l’Académie des Insciptions, t. II, pp. 715-729) y Tiraboschi (t. VI, p. I, pp. 259-288). <<

[1279] Véase la vida de Nicolás V por los dos autores contemporáneos Janetto Manetto (t. III, p. II, pp. 905-962), y Vespasiano de Florencia (t. XXV, pp. 267-290) en la colección de Muratori; y consúltese Tiraboschi (t. VI, p. I, pp. 46-52, 109) y Hody en los artículos de Teodoro Gaza, Jorge de Trebisonda, etc. <<

[1280] Advierte con verdad y desenfado el lord Bolingbroke, que los papas en aquellos trances eran estadistas más menguados que los muftis, y que el hechizo de tantos siglos quedó estrellado por los mismos magos (Letters on the Study of History, l. VI, pp. 165, 166, en 8°, 1779). <<

[1281] Véase la historia literaria de Cosme y Lorenzo de Médicis en Tiraboschi (t. VI, p. I, l. I, c. 2) quien tributa su elogio cabal a Alfonso de Aragón, rey también de Nápoles, a los duques de Milán, Ferrara, Urbino, etc. La menos benemérita en la literatura fue la República de Venecia. <<

[1282] Tiraboschi (t. VI, p. I, p. 104) del prólogo de Juan Lascaris a la Antología Griega impresa en Florencia, 1494; «Latebant (dice Aldo en su prólogo a los oradores griegos apud Hodium, p. 249) in Atho Thraciae monte. Eas Larcaris … in Italiam reportavit. Miserat enim ipsum Laurentius ille Medices in Graeciam ad inquirendos simul, et quantovis emendos pretio bonos libros». Se hace reparable que el sultán Bayaceto II facilitase la pesquisa. <<

[1283] Asomó la lengua griega por la universidad de Oxford en los últimos años del siglo XV, gracias a Grocino, Linacero y Latimero, quienes habían cursado en Florencia con Demetrio Chalcondyles. Véase la curiosa Vida de Erasmo, por Knight. Aunque patricio académico harto despejado, tiene que confesar que aprendió Erasmo el griego en Oxford y luego lo enseñó en Cambridge. <<

[1284] Celosísimos los italianos se empeñaron en estancar la literatura griega. Al ir Aldo a publicar los escoliastas griegos sobre Sófocles y Eurípides «Cave (prorrumpieron) hoc facias, ne Barbari istis adjuti domi maneant, et pauciores in Italiam ventiten» (Knight en su Life of Erasmus, p. 365 de Beato Rhenano). <<

[1285] Planteose por el año 1494 la imprenta de Aldo, un romano en Venecia, y aquel Manucio estampó más de cuarenta obras considerables de literatura griega, casi todas por primera vez, y algunas repetidas hasta dos, tres y cuatro ediciones (Fabricio, Bibliot. Graec., t. XIII, pp. 605 y ss.). Pero su nombradía no hará que olvidemos que la primera obra griega, la Gramática de Constancio Lascaris se estampó en Milán y en 1479, y Homero en Florencia, en 1488, con el sumo lujo del arte tipográfico. Véanse los Annales Typographici de Mattaire, y la Bibliographie Instructive de De Bure, librero consumado de París. <<

[1286] Voy a entresacar sus ejemplares singulares de aquel entusiasmo clásico. I. Dijo Gemisto Pletón en el sínodo de Florencia a Jorge de Trebisonda, en conversación amistosa, que en breve arrinconaría el género humano el Evangelio y el Alcorán tras una religión asemejada a la pagana (Leo Allatius apud Fabricium, t. X, p. 751). II. Persiguió Paulo II la Academia Romana fundada por Pomponio Leto, acusando a sus individuos descollantes de herejía impiedad y paganismo (Tiraboschi, t. VI, p. I, pp. 81, 82) III. En el siglo siguiente algunos literatos y poetas en Francia celebraron la aceptación de la tragedia de Cleopatra por Jodelle, con una función a Baco, y aun se dice que con el sacrificio de un chivo (Bayle, Dictionnaire, Jodelle; Fontenelle, t. III, pp. 56-61). Pero aun el devocionismo alcanzaba a deslindar una impiedad formal y los arranques placenteros de la fantasía y de la erudición. <<

[1287] El sobreviviente Boccaccio falleció en 1375, y no cabe colocar antes de 1480 la composición del Morgante Maggiore de Pulci, y el Orlando Inamorato de Boyardo (Tiraboschi, t. VI, p. II, pp. 174-177). <<

[1288] La carta de Manuel Crisoloras al emperador Juan Paleólogo, no disonará a los alumnos clásicos (ad calcem Codini, de Antiquitatibus C. P. pp. 107-126). Supersticiosa apunta una advertencia cronológica, a saber, que Juan Paleólogo II, quedó asociado al Imperio antes de 1414, fecha de la muerte de Crisoloras. Otra fecha anterior, por lo menos de 1408 se deduce por la edad de entrambos hijos menores, Demetrio y Tomás, que fueron al par porfirogénitos (Ducange, Familiae Byzantinae, pp. 244-247). <<

[1289] Hubo quien advirtió que la ciudad de Atenas podía circunnavegarse (τις εἴπεν τὴν πόλιν τῶν Aθηναίων δύνασθαι καὶ παραπλεῖν καὶ περιπλεῖν), mas lo que puede ser cierto en sentido retórico respecto de Constantinopla, no cuadra a la situación de Atenas a cinco millas [8,04 km] del mar, sin cruzarse ni rodearla río alguno navegable. <<

[1290] Describe Nicéforo Grégoras el coloso de Justiniano (l. VII, c. 12): pero su medida está equivocada y llena de contradicciones. Consultó el editor Boivin con Girardon, su amigo, y aquel escultor le comunicó las verdaderas dimensiones de la estatua ecuestre. Todavía alcanzó Pedro Gyllius la de Justiniano, no sobre su columna, sino en el patio del serrallo, y se hallaba en Constantinopla cuando la derritieron para fundir artillería (de Topograph. C. P., l. II, c. 17). <<

[1291] Véanse los quebrantos y reparos de santa Sofía en Nicéforo Grégoras (l. VII, 12; l. XV, 2). Apuntaló Andrónico el edificio en 1317; el hemisferio oriental se desplomó en 1345. Los griegos en su retórica pomposa ensalzan la hermosura y santidad de la iglesia, un cielo terrestre, morado de ángeles y del mismo Dios, etc. <<

[1292] El pormenor legítimo y original de Sirópulo (pp. 312-351) entabla el cisma desde el primer oficio de los griegos en Venecia, hasta la oposición general de los griegos en Constantinopla por el clero y el vecindario. <<

[1293] Sobre el cisma de Constantinopla, véase Franza (l. II, c. 17) Laónico Chalcondyles (l. VI, pp. 155,156) y Ducas (c. 31) y éste escribe con verdad y desahogo. Entre los modernos descuellan el continuador de Fleury (t. XXII, p. 338 y ss., 401, 420 y ss.) y Spondano (1440-1450 d. C.). Los conceptos del último allá yacen anegados en vulgaridades y arrebatos en asomando Roma y su religión. <<

[1294] Metropolitano de Kiev era Isidoro, pero los griegos súbditos de Polonia trasladaron aquella sede allá de los escombros de Kiev a Lemberg, o Leopoldo (Herbestein, en Ramusio, t. II, p. 127). Por otra parte los rusos pasaron su obediencia espiritual al arzobispo, que vino a ser en 1588 patriarca de Moscú (Levesque, Hist. de Russie, t. III, pp. 188, 190, de un manuscrito griego en Turín, Iter et labores Archiepiscopi Arsenii). <<

[1295] La narración curiosa de Levesque (Hist. de Russie, t. II, pp. 242-247) se extractó de los archivos patriarcales. Ignorancia y parcialidad reinan en las escenas de Ferrara y Florencia; pero se hacen creíbles los rusos en el pormenor de sus propias vulgaridades. <<

[1296] El shamanismo, religión antigua de samaneos y gimnosofistas, quedó aventado por los brahmanes más populares desde la India a los páramos septentrionales, donde los filósofos en carnes vivas tuvieron que envolverse; pero vinieron luego a parar en hechiceros y herbolarios. Los mordvanes y tcheremises de la Rusia europea, se atienen a la religión formada de un Dios terrenal o rey, sus ministros o ángeles, y los espíritus rebeldes, contrapuestos a su gobierno. Como las rancherías del Volga no tienen efigies, les cabe el retorcer a los misioneros latinos con más razón el cargo de idólatras (Levesque, Hist. des Peuples Soumis a la Domination des Russes, t. I, pp. 194-237, 423-460). <<

[1297] Spondano, Annal. Eccles. t. II, 1451 d. C., núm. 13. Subsiste la carta de los griegos con una versión latina en la biblioteca de Praga. <<

[1298] Véase Cantemiro, History of the Othman Empire, p. 94. Murad, o Morad, será tal vez más propio; pero he preferido el nombre popular al esmero recóndito que por maravilla atina en trasladar las voces orientales al abecedario romano. <<

[1299] Véase Chalcondyles (l. VII, p. 186, 198), Ducas (c. 33) y Marino Barletio (en Vita Scanderbeg, pp. 145, 146). En su buena fe con la guarnición de Sfetigrado, sirvió de lección y ejemplo a su yerno Mohamed. <<

[1300] Voltaire (Essai sur l’histoire générale, c. 89. pp. 283, 284) celebra le Philosophe Turc: ¿elogiará igualmente a un príncipe cristiano en retirarse a un monasterio? A su modo, Voltaire era un fanático, un fanático intolerante. <<

[1301] Véanse los artículos Dervische, Fakir, Nasser, Rohbaniat en la Bibliothèque Orientale de D’Herbelot. Pero hay superficialidad en sus extractos de escritores persas y árabes. Florecieron principalmente aquellas órdenes entre los turcos. <<

[1302] Ricaut (en su Present State of the Ottoman Empire, pp. 242-268) trae mucho caudal sacado de conversaciones particulares con los superiores de los derviches, quienes atribuyen generalmente su origen al tiempo de Orchan. No menciona los Zichidæ de Chalcondyles (l. VII, p. 186) entre los cuales se retiró Amurates, y los Seids de aquel autor son los descendientes de Mohamed. <<

[1303] Levantó Germania en 1431 hasta cuarenta mil caballos, hombres de armas, contra los husitas de Bohemia (Lenfant, Hist. du Concile de Basle, t. I, p. 318). En el sitio de Nuys, sobre el Rin, en 1474, príncipes, prelados y ciudades, enviaron sus contingentes, y el obispo de Munster (qui n’est pas des plus grands), aprontó mil cuatrocientos caballos, ocho mil infantes, todos de verde, con mil doscientos carruajes. Las huestes unidas del rey de Inglaterra y del duque de Borgoña apenas igualaban el tesón de la soldadesca germana (Mémoires de Philippe de Comines, l. IV, c. 2), y en el día las provincias de Germania mantienen quinientas o seiscientas mil plazas en cabal arreglo y suma disciplina. <<

[1304] Hasta 1444 Inglaterra y Francia no pudieron arreglar una tregua de algunos meses (Véase Rymer, Fædera, y las crœnicas de ambas naciones). <<

[1305] En la Cruzada húngara Spondano (Annal. Eccles. 1443, 1444 d. C.) ha sido mi guía principal. Ha leído y cotejado esmerada y críticamente los materiales griegos y turcos, y luego los historiadores de Hungría, Polonia y de Occidente. Relata con despejo y, en pudiendo desentenderse de toda propensión religiosa, se muestra siempre atinado. <<

[1306] He ido cercenando la carta asperísima (Vladislao) que la generalidad de los escritores le apropia, sea por adecuarse a la pronunciación polaca, o para diferenciarle del otro Ladislao, infante de Austria. Calímaco (l. I, II, pp. 447-486), Bonfinio (decad. III, l. IV), Spondano y Lenfaut, refieren su competencia por la corona de Hungría. <<

[1307] El historiador griego Franza, Chalcondyles y Ducas, no atribuyen al príncipe suma actividad en la cruzada, promoviéndola al parecer con anhelos, y retrayéndose al mismo tiempo con zozobras. <<

[1308] Cantemiro (p. 88) atribuye el plan fundamental a su política, y trae la carta conceptuosa al rey de Hungría. Mas las potencias mahometanas no suelen estar al corriente en cuanto al estado de la cristiandad, y la situación y correspondencia de Rodas no puede menos de enlazarse con el sultán de Caramania. <<

[1309] Los húngaros, en sus cartas al emperador Federico, mataron hasta treinta mil turcos en una batalla, pero el comedido italiano reduce la matanza a seis mil, y aun dos mil infieles (Eneas Silvio, en Europ. c. 5. y Ep. 41 y 81 apud Spondanum). <<

[1310] Véase el origen de la guerra turca, y la primera expedición de Ladislao, en los libros quinto y sexto de la tercera decadencia de Bonfinio, quien, tanto por sus diversiones como por su lenguaje, va remedando tolerablemente a Tito Livio. Calímaco (l. II, pp. 487-496) es todavía más esmerado y auténtico. <<

[1311] No me empeñaré en afianzar la puntualidad suma de la arenga de Juliano, que viene expresada con variedad en Calímaco (l. III, pp. 505-507), Bonfinio (Dec. III, l. VI, pp. 457, 458) y otros historiadores que allá se explayan con su elocuencia, al estilo del tiempo. Pero todos van acordes en cuanto al dictamen y argumentos por el perjurio, que aparece en el campo de la controversia impugnadísimo por los protestantes, y mal defendido por los católicos, quienes quedan mal parados con el fracaso de Varna. <<

[1312] Varna, bajo el nombre griego de Odesa, fue colonia de Milesia, denominándola por el héroe Ulises (Celario, t. I, p. 374; D’Anville, t. I, p. 312). Según el Periplo de Arriano sobre el Euxino (pp. 24 y 25, en el primer volumen de la Geografía de Hudson) estaba situada a mil setecientos cuarenta estadios o furlongs [349,91 km] de la desembocadura del Danubio, y a dos mil ciento cuarenta [430,35 km] de Bizancio, y luego trescientos sesenta [72,39 km] al norte de la cumbre del monte Haemus, en un promontorio que se interna por el mar. <<

[1313] Afirman algunos escritores cristianos, que sacó del pecho la hostia u oblea sobre la cual no se había jurado el tratado. Suponen los musulmanes, con mayor sencillez, una apelación a Dios, y su profeta Jesús, que se insinúa igualmente en Calímaco (l. III, p. 516; Spondano, 1444 d. C., núm. 8). <<

[1314] Todo crítico desconfiará siempre de esos spolia opima de un general victorioso, tan arduos para alcanzarse con el valor, y tan obvios para los desvaríos de la lisonja (Cantemiro, pp. 90, 91). Calímaco (l. III, p. 517) más sencilla y probablemente afirma: «Supervenientibus Jenizaris, telorum multitudine non tam confossus est, quam obrutus». <<

[1315] Además de los apuntes apreciables de Eneas Silvio, esmeradamente recogidos por Spondano, nuestras autoridades mejores son tres autores del siglo XV, Felipe Calímacio (de Rebus a Vladislao Polonorum atque Hungarorum Rege gentis, l. III, en Bell. Script. Rerum Hungaricarum, t. I, pp. 433-518). Bonfinio (decad. III, l. V, pp. 460-467), y Chalcondyles (l. VII, pp. 165-179). Italianos eran los dos primeros pero moraban en Hungría y Polonia (Fabricio, Bibliot. Latin. Med. et Infimae Aetatis, t. I, 324; Vosio, de Hist. Latin,. l. III, c. 8, II; Bayle, Dictionnaire, Bonfinius). Un tratadillo de Félix Pitancio, canciller de Segnia (ad calcem Cuspinian, de Cæsaribus, pp. 716-722) está representando el teatro de la guerra en el siglo XV. <<

[1316] Describe Lenfant (Hist. du Concile de Basle, t. I, p. 247 y ss.) el origen y la campaña de Bohemia (p. 315 y ss.) del cardenal Juliano. Sus servicios en Basilea y Ferrara, y su fin desastrado, se hallan referidos al paso en Spondano y el continuador de Fleury. <<

[1317] Ensalza Sirópulo decorosamente el desempeño de un enemigo (p. 117) τοῖαυτα τινα εἴπεν ὁ Ioυλιανòς, πεπλατυσμένως ἀγὰν καὶ λογίκως, καὶ μετ’ ἐπιστήμης καὶ δεινότητος ῥητορίκης. <<

[1318] Véase Bonfinio, decad. III, l. IV, p. 423. ¿Cabe que el historiador italiano pronunciase, o que el rey de Hungría oyese sin sonrojarse la lisonja disparatada de equivocar el nombre de un valaquio, con el apellido casual, aunque esclarecido, de una rama de la familia Valerio de Roma? <<

[1319] Felipe de Comines (Mémoires, l. VI, c. 13) por la tradición de aquel tiempo, lo menciona con subidos elogios, pero apellidándolo extrañamente el Chevalier Blanc de Valaigne (Valaquia). El griego Chalcondyles y los anales turcos de Leunclavio se adelantan a tiznar la lealtad o el valor del individuo. <<

[1320] Véase Bonfinio, decad. III, l. VIII, p. 492) y Spondano (1456 d. C., núm. 1-7). Huniades terció con la Iglesia en la defensa de Belgrado, con Capistrano, fraile franciscano y según sus respectivas relaciones, ni uno ni otro se avino a reconocer el mérito de su competidor. <<

[1321] Véase Bonfinio, decad. III, l. VIII; decad. IV, l. VIII). Las observaciones de Spondano sobre la vida e índole de Matías Corvino son críticas y curiosas (1464 d. C., núm. 1; 1475 d. C., núm. 6; 1476 d. C., núm. 14-16; 1490 d. C., núm 4, 5). La nombradía en Italia era el objeto de su vanidad. Suenan sus hechos en el Epitome Rerum Hungaricarum (pp. 322-412) de Pedro Ranzano, siciliano. Galesto Marcio de Narni cuenta sus dichos cuerdos y chistosos (528-568), y tenemos una relación particular de su desposorio y coronación. Estos tres tratadillos van todos comprendidos en el primer volumen del Scriptores Rerum Hungaricarum de Bell. <<