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En la noche, todos perros. El perro mayor yace dormido, extendido junto a la circunvalación, a lo largo de un amplio somier de hormigón, recorrido de vez en cuando por el vehículo de seguridad de la empresa. Está dormido, pero nunca se detiene. A lo largo de su lomo, decenas de luces blancas y rojas crepitan, y son como filamentos, como nervios que evidencian que el perro nunca duerme del todo, que siempre está ahí, produciendo.
Producir kilos y kilos de Detroxin, de Amoniac 2000, de jabón Flotino, de pastillas CleanWay. Después, introducirlos en las cintas, en el sistema de tratamiento, corte y empaquetado que apenas requiere de personal, porque está totalmente automatizado, es uno de los más avanzados de España, con tecnología cien por cien alemana. A menudo reciben visitas de los clientes, conocen el sistema y se marchan maravillados al comprobar in situ el dispositivo de producción. Con dos operarios se sacan una media de veinte líneas cada minuto. Y cada línea está formada por cajas de veinte kilos de producto. Eso hace 400 kilos por minuto, que al día vienen a ser 576.000 kilos. Después, por último, la carga, los camiones llegando vacíos a Monsalves cuando casi no ha amanecido y saliendo hacia el mediodía camino de la autovía repletos de negocio. Pero sólo es mercancía, lo que lo convierte en negocio somos nosotros. Tú, Márquez, tú y tus compañeros de Doméstica y de Comercio Exterior y de Grandes Cuentas, vosotros y vuestros equipos. Podéis hacerlo, lo estamos haciendo, empujando entre todos para hacer posible que siga este sueño.
En medio de la madrugada, cuando el reloj digital marca las cuatro y diez, Julián sigue sin poder dormir. Creía que el par de copas en el Picari’s junto a Esteban ayudarían. Quizá el error estuvo en tomar la última en casa, solo frente al televisor, animado por el descubrimiento de que Marisa y el pequeño Rubén ya se habían ido a la cama. El tercer gintónic consiguió engañarlo, consiguió asfixiar la sensación de opresión que no se había marchado desde que, ya saliendo de Monsalves, llamó por teléfono al director comercial. Cuervas lo había animado, lo había felicitado por la dura decisión, y después le había soltado aquella mierda. Ahora todo el mundo se creía Estabile, ahora todo el mundo se consideraba capacitado para ejercer de líder espiritual, de consejero emocional. Le quedaban mal a Cuervas aquellas palabras, todo aquello de empujar para hacer posible este sueño, porque Julián era capaz de descifrar el mensaje oculto que contenían. Y ese mensaje estaba claro: con el sacrificio lograrás amansar al Consejo de Dirección, pero si los indicadores de venta de tu unidad no remontan, tú serás el próximo sacrificio.
Junto al hombro, Julián siente la respiración pausada de Marisa. Su cuerpo expele calor, y mientras mira al techo recuerda que en otro tiempo, ni siquiera hace mucho, ese calor resultaba confortable. Ahora lo aplasta, le repele, es un calor desvencijado y podrido. El último año ha sido duro para todos, especialmente para ella, pero finalmente puede decirse que lo ha conseguido. Sobrevivió a la detonación, pero al abandonar el boquete, allí dentro habían quedado demasiadas cosas. Estaba el olor a comida de hospital, estaban los temblores en la cama mientras soportaba los efectos de la quimio, ese egoísmo inevitable y miserable que durante semanas cobró la forma del desprecio. Los mechones de pelo sobre la almohada, la enfermedad campando a sus anchas por toda la casa con su espíritu fúnebre. Las cajas de pastillas sobre el microondas, en la mesa del salón, en el cuarto de baño, los forcejeos para que tomara su dosis, la tristeza picoteándole las comisuras de la boca, las ojeras, y lo peor: la cruel indiferencia hacia Rubén. Rubén, el pequeño Rubén, el débil Rubén, el producto más real de su relación y al que ella no dudó en apartar de su lado. Y ya, finalmente, la salida del cráter, la intervención: la succión del pecho izquierdo, y la visión de su cuerpo tuerto, desprendido de gasas y puntos, en la soledad del recién conquistado hogar. Desde entonces habían follado dos, tres veces, al principio fue ella la que no ponía las ganas, pasaba horas en el baño, probablemente observando la oquedad, aquella abominable soledad de su pecho sano al que le habían arrancado su gemelo. Se lo reconstituirían, le construirían un pecho completamente nuevo, además el pezón sería tatuado y su apariencia se acercaría bastante a la del pecho extinto. Pero habría que esperar un tiempo. Dentro de seis meses será la intervención, y en los últimos tiempos parece más animada. Aún no se atreve a salir de casa demasiado, aún es Julián quien debe soportar la lidia con Rubén en su tiempo libre, en el poco que le queda. Pero por la noche ha habido algún acercamiento de ella, su cuerpo retozando junto a sus nalgas, incluso alguna insinuación directa. Lo han hecho dos, tres veces, pero lo cierto es que con mucho esfuerzo por parte de Julián, es como si ella hubiera cambiado, es como si ya no fuera la misma. No es sólo lo del pecho amputado, son las otras cosas, pero sobre todo es el olor.
Definitivamente no puede dormir. El reloj acaba de indicar las cuatro y media, así que se arropa con el batín y se marcha a su despacho. Enciende el ordenador y se pasea por los lugares habituales: el correo electrónico de la empresa, con pocas novedades. La página web del Marca, donde se entera de las últimas victorias del Madrid y del Barça en la Champions. Un repaso a los titulares de los dos o tres medios digitales que suele consultar. Finalmente, una galería de fotos de Los Culos Más Increíbles del Año, a la que llega a través de un enlace de la versión web de una revista masculina —malditas cookies—, le lleva a pinchar en un banner decididamente pornográfico, con un reclamo tan elemental como eficaz: «chicas calientes». El banner desemboca en una web que no conocía, una especie de portal de vídeos cachondos ordenados por categorías. Mientras desciende por la pantalla con el ratón, va sintiéndose cada vez más excitado. Pincha un vídeo, una mamada, pero la chica le parece demasiado anodina. Después un gang-bang, una especie de orgía, pero todo resulta excesivamente circense, artificial. Por último, se detiene en un vídeo de una chica que parece imponente. En la primera imagen, se ve a la chica paseando por la calle, con unas largas y vigorosas piernas que sobresalen como tijeras de una corta falda acharolada de color blanco. Ofrecen primeros planos de su ceñido trasero, también de sus contundentes tetas, igualmente atrapadas en una ajustada camiseta, sin sujetador. Julián no puede soportar por más tiempo la excitación, así que desenfunda bajo la mesa mientras la chica va llegando a su casa, mientras va paseando por su salón y con naturalidad algo forzada se va desprendiendo de la ropa, dejando al descubierto unos pechos perfectos. Le llama la atención su cuello, un cuello nervudo, musculado, largo, y también su boca, muy carnosa. La chica tiene algo que lo descompone, y mientras ella sigue desvistiéndose, mientras ella le da la espalda a la cámara para mostrar su trasero, él ya no puede aguantar más. Aun así tarda todavía un poco en correrse. Lo hace cuando la chica se da la vuelta, tras magrearse un poco el culo sobre el sofá, y deja que Julián Márquez descubra con precisión el abultado pene de transexual que le cuelga incongruentemente entre las piernas.