AGRADECIMIENTOS

A mi esposa, Vanita, por apoyarme en otro de mis descabellados proyectos sin apenas entornar los ojos en señal de incredulidad en ningún momento.

A mis hijos, Millen y Kavita, por darme un motivo para querer lanzarme a la aventura de escribir un libro y por ser demasiado pequeños aún como para importarles si triunfaba en mi propósito o no.

A mis padres, sin quienes no sería capaz de hacer esto… Ni, bien pensado, ninguna otra cosa.

A Simon, por ser tan buen amigo como para avisarme del riesgo de que terminara escribiendo tonterías cuando me dejaba llevar demasiado por la emoción.

A mi agente, Chris, de Greene and Heaton, por lo mucho que ha trabajado y, en especial, por haberse puesto inicialmente en contacto conmigo para decirme si había pensado alguna vez en escribir un libro, porque la verdad es que, hasta aquel momento, nunca lo había pensado.

A mi editora, Laura, por todos sus esfuerzos y su paciencia, y, en especial, por repetirme «eres un neurocientífico, así que deberías escribir sobre el cerebro» hasta que comprendí que tenía razón.

A John, Lisa y el resto del personal de Guardian Faber por transformar mis destartalados esbozos en algo que parece que la gente realmente quiere leer.

A James, Tash, Celine, Chris y unos cuantos James más en The Guardian, por darme la oportunidad de colaborar en tan importante cabecera periodística, pese a que yo estaba convencido de que su ofrecimiento se debía a un error administrativo.

A todos mis demás amigos y familiares que me brindaron su apoyo, su ayuda y la diversión que tanto necesitaba mientras escribía este libro.

A ustedes. A todos ustedes. Porque, técnicamente hablando, esto es culpa suya.