CAPITULO 24
Pasé los siguientes días en una especie de montaña rusa emocional. Estaba enfadada con Maca, conmigo misma. La odiaba a ella, por enamorarme y después echarme a los lobos de su ausencia. Por llevar mi nombre en sus ojos y después hundirme en la oscuridad.
Me odiaba a mí misma, porque sabía que estaba en mi mano acabar con tanto pesar. ¿Por qué no podía olvidar, perdonarla e intentarlo de nuevo? ¿Quién me creía que era? Había veces en las que me acercaba a la línea que separaba un territorio del otro, el sí del no, la segunda oportunidad, pero entonces renacía con fuerza el único sentimiento que imponía sobre los demás, el único que me anclaba a esa tierra de nada y dolor que era el recuerdo de Maca.
El miedo.
No era rencor lo que me detenía, sino el miedo a quererla tanto de nuevo, a abrir las puertas y permitirle entrar; miedo a otorgarle tanto poder. Y también temía todo lo contrario: el no poder quererla tanto, que el temor a que pudiera dañarme de nuevo, junto a la desconfianza, me impidieran amarla por entero, sin restricciones. ¿Qué clase de amor sería ese entonces?
Me encontraba enjaulada en la indecisión, en el amor perdido, en su recuerdo. Ana —reconciliadas tras nuestra pelea— trató de hacerme entrar en razón. Era evidente que yo seguía amándola y Maca a mí. ¿Por qué no podíamos empezar desde allí?, me preguntaba, exasperada ante mi obstinación.
Pero yo recelaba, al mismo tiempo que penaba, y por eso Ana hizo lo que hizo.
Recibí el primer correo un par de semanas después:
From: «Maca Hayanes» <maracara@xi.net>
To: sara23@bitriss_bam.com
Subject: sin asunto
Todavía cuento el tiempo por semanas. Hasta hace poco lo hacía por días y aun antes por horas. Cuento el tiempo que hace que ya no estamos juntas. Y lo hago así porque me da miedo que el tiempo me aparte definitivamente de ti y creo que, si lo desmenuzo en pequeñas porciones, así permanecerás más en mí
Todavía estaba digiriendo emocionalmente ese primer correo —no sabía si enfadarme, disgustarme o permitirme reconocer que podría haber algo más que enojo en lo que sentía—, cuando recibí el segundo dos días después:
From: “Maca Hayanes” <maracara@xi.net>
To: sara23@bitriss_bam.com
Subject: sin asunto
Miro a mi alrededor y resuena aún en mi interior un eco de
sorpresa por encontrarme donde me encuentro, haciendo
lo que hago, viviendo como vivo. Cómo he vuelto a esto?
Cómo lo he hecho tan mal para volver a este modo de vida
indeseado? A veces tengo momentos de lucidez que intentan susurrarme verdades que no quiero oír. Cómo pude dejarte escapar, por ejemplo. Te había encontrado, por fin, sin saber que te buscaba a ti exactamente. Y te perdí.
Y por eso ahora estoy aquí, sola y desconcertada. Siempre pendiente de tu recuerdo
No sabía a qué atenerme. No sabía cómo reaccionar. No le conté nada a Ana ni a Juanepi. Tampoco respondí a los correos. Pero me sorprendí esperando impaciente la llegada de un tercero. Cuando llegó, abrí una carpeta sin nombre para guardarlos.
From: «Maca Hayanes» <maracara@xi.net>
To: sara23@bitriss_bam.com
Subject: sin asunto
Tuve que empezar una nueva vida, inventarme un nuevo mundo, tener días que no se parecieran a los que dejaba atrás, junto a ti. Recuerdo esos días como los únicos que siempre querría vivir. Los recuerdos son, hoy por hoy, mis únicos companyeros. Me hieren, pero no me quejo, porque me hablan de ti.
From: «Maca Hayanes» <maracara@xi.net>
To: sara23@bitriss_bam.com
Subject: sin asunto
Encontré en ti la diferencia, lo que nunca esperas, la que culmina la expectativas y se convierte, por fin, en Ella. En el nombre que quiero pronunciar, en el rostro que recuerdo a cada segundo, en esa persona que altera toda mi existencia.
Siento haber mentido, siento haber sido incompleta en mi forma de mostrarme ante ti. Siento ahora no haber sido yo para ti como tú lo fuiste para mí. Sin lastres. Sin puertas cerradas. Sin mentiras. Siento haberte supuesto así igual a mí, la cobarde, la que habría huido ante una verdad miserable. Siento haber sido cauta, cuando el amor es todo lo contrario. Siento no haber echado a volar junto a ti cuando tuve ocasión.
From: «Maca Hayanes» <maracara@xi.net>
To: sara23@bitriss_bam.com
Subject: sin asunto
Hoy estoy cansada, y lo estuve ayer y espero estarlo mañana, justo lo que busco cada día. Hay días que paso doce horas en el trabajo y ni siquiera me doy cuenta. Por las noches vuelvo a casa agotada, y no sabes cuánto lo agradezco, porque me permite seguir viviendo así, en el dique seco en el que he querido embarrancar. He vuelto a la vida en sombras en la que me refugie antanyo y por la misma razón: por el sentimiento de culpa. Pienso en ti, constantemente, en tu dolor, y no lo soporto. Quiero volver atrás, empezar de nuevo. No te mentiría, llegaría un día a casa, nos sentaríamos frente a frente y te lo contaría. Y tú serías comprensiva y juntas lo solucionaríamos.
Pero ya no me queda nada.
A veces tengo suerte y suenyo contigo, Sara. Y en el suenyo recupero tu sonrisa. Recupero la perfección dentro de mí. Después, simplemente, despierto.
From: «Maca Hayanes» <maracara@xi.net>
To: sara23@bitriss_bam.com
Subject; sin asunto
Quizás estos correos no sean todo lo que me hubiera gustado decirte o todo lo que tú hubieras querido leer. Quizás, por supuesto, ni siquiera los habrás leído y estarás en tu derecho. Tal vez, hasta he logrado que me odies más, si eso es posible. Pero tenía que escribirlos. Sigo queriéndote, Sara. Y echándote tanto de menos
Fue su último correo. Esperé ansiosa el siguiente, ya no tenía ningún sentido negármelo a mí misma, pero no llegó. Los leí y releí, intentando desentrañar en ellos la clave. Por qué los había enviado. En realidad, no eran correos donde pidiera algo con claridad. Se limitaba a expresar lo que sentía. Cuando pasaron los días y supe que mi silencio podría haber sido la prueba que ella necesitaba para claudicar definitivamente, algo dentro de mí se activó. Pulsé la pestaña de «Nuevo correo» del programa.
From: «Sara Mas»sara23@bitriss_bam.com
To: maracara@xi.net
Subject: sin asunto
Lo envié y llamé a Ana, Le conté lo que había estado pasando. Su risa reverberó en el auricular.
—¿Que le has enviado un correo vacío? ¿Qué coño significa eso?—preguntó.
—No lo sé. Pero es que tampoco sabía qué decirle.
—Joder, qué buena eres. Va a estar dándole vueltas en la cabeza horas y horas.
—No era esa mi intención, es solo que…
—Hermanita —me interrumpió—. No hace falta que me des ninguna explicación. Supe que no me había equivocado desde el momento en el que me has estado ocultando que recibías sus correos.
—¿Lo sabías? —dije, sorprendida de que hubiera entrado en mi correo.
Bueno, al fin y al cabo, yo invadí su intimidad cuando pensaba que estaba con Montador69, así que era justo que ella hiciera lo mismo.
—Esperaba que Maca no me fallara, Cuando estos días te he visto tan rara, sabía que lo estaba haciendo. —Se rio por lo bajo—. Se te pone cara de dibujo animado cuando algo te emociona.
—¿Que Maca no te fallara?
—Después de ver el estado en el que te quedaste cuando ella regresó otra vez a Canadá, le escribí y le sugerí que volviera a intentarlo contigo. La sigues queriendo, ella también a ti, lo vuestro es absurdo y obtuso, coño. Le di tu nueva dirección de e-mail.
Me quedé sin palabras. No sabía si enfadarme con Ana por lo que había hecho. ¿Al fin y al cabo nuestra última pelea no tuvo el mismo origen, por inmiscuirse? Pero, debía admitirlo, Ana me conocía demasiado bien. A pesar de todo, sí, seguía queriendo a Maca, aun después de haberla rechazado.
—¿Y sabes qué me contestó?—continuó ella ante mi silencio—. Que no lo haría. Que se lo habías dejado claro. Lo daba por zanjado. Y yo le dije: no me jodas, Maca, estoy harta de la bollera de corazón malogrado que tu mierda de traición me ha devuelto a casa, así que mueve ese teclado sin eñes que tienes ahí y ponte las pilas. —Ante mi persistente silencio continuó—: Venga, hermanita. Esa mujer cogió un avión y le dio la vuelta al tiempo solo porque te habías cogido un pedo impresionante. Y todo para volver a irse con un no como una catedral estampado en su cara. Maca tuvo los ovarios de venir a enfrentarse a la persona que más miedo le daba del mundo entero. ¡Sí, coño, te engañó, pero, joder, a veces está en nuestra naturaleza! Olvídate de la mierda esa romántica a la que eres adicta. Las personas cometemos errores y a veces somos unas auténticas cabronas, pero hasta a una cabrona se le tiene que dar la oportunidad, como mínimo, de pedir perdón y que se le otorgue. ¿Se lo diste? ¿La perdonaste, al menos?
—No —musité.
—No pasa nada, Sara, por aceptar la imperfección. Somos seres imperfectos. Y las personas que amamos también tienen derecho a serlo. ¿Tan terrible sería vivir con ello, con su engaño?
¿Lo sería? La pregunta me era familiar porque me la había planteado yo misma infinidad de veces, cuando en ocasiones la añoranza vencía al miedo. ¿Podría? ¿Podría perdonar su engaño y empezar desde ahí? No podía seguir obviando el germen que había plantado Maca aquel día en el campo. El volver a verla había sido demasiado turbador como para seguir negando su efecto. Me aclaré la voz, porque de repente sentí la garganta agarrotada. Había tomado una decisión.
—¿Estarás aquí, verdad? A mi lado —dije.
—Por supuesto. Como siempre.
—Nada me garantiza que esto vaya a salir bien.
—¿Y quién tiene garantías? Sara, no puedes hacer más que intentarlo, estás condenada y obligada. ¿No escuchas a tu corazón, por encima de la desconfianza y el rencor?
—Sí, pero no estoy muy segura de lo que quiere decirme.
—Pues te lo digo yo: inténtalo, dale otra oportunidad, dátela a ti misma, porque no puedes seguir así, arrastrándote miserablemente entre el quiero y no quiero.
—Tengo miedo.
—Lo sé. Mira, iba a quedar con la pelirroja después del trabajo, pero lo anularé e iré a casa, ¿vale? Aunque te apunto este cunnilingus en la cuenta, porque te juro que Pequeña Zanahoria tiene una lengua…
—Déjalo, Ana —sonreí—. No es necesario que anules nada. Ya hablaremos mañana.
—¿Seguro?
—Sí.
—Puedo despertarte cuando llegue —propuso con voz insinuante.
—No, ni se te ocurra.
Soltó una carcajada.
—De acuerdo, no te asaltaré con nocturnidad, te lo prometo.
Cumplió su palabra. No me despertó.
Eso lo hizo la policía.