Capítulo
21
Me encontraron hecho un ovillo sobre la plataforma, con un altar de libros ensangrentados detrás.
Evitaré describir lo que le hicieron a mi padre. Pero su cadáver estaba en el altar.
—¿Alcatraz? —La voz de Bastille.
Miré sin ver, intentando expulsar de mi mente lo que acababa de presenciar.
—¡Oh, cristales, no! —La voz de Kaz—. Attica...
Una silueta pasó junto a mí hacia el altar. Yo no estaba mirando.
Ya había visto demasiado.
—Kaz, tenemos que irnos. —¿Draulin? Por supuesto. La habían dejado en la base de la torre, inconsciente, pero también debía de haber despertado. El antídoto...
—Alcatraz. —Bastille sonaba extenuada—. ¿Quién había aquí arriba contigo? Ha bajado una aeronave y se los ha llevado. ¿Por qué te han dejado a ti? ¿Puedes oírme?
No.
No quería oír nada.
—Levántalo, Bastille —dijo Draulin con voz severa—. Con Leavenworth y Attica muertos, Alcatraz es ahora el último Smedry de la línea directa. Tenemos que llevarlo a un lugar seguro.
—Tienen prisa en dispersarse —dijo Kaz, con una voz tensa de inquietud—. Creo que los líderes bibliotecarios no deben de haber apagado la detonación que ha activado mi padre. ¿Por qué están dispuestos a abandonar tanto? ¿La mismísima Sumoteca? Y mi hermano... ¿Se puede saber qué está pasando?
«Demasiada gente ha visto cosas raras aquí —quería susurrar—. Así que Biblioden va a sacrificarlos.»
No podía decirlo. No con el eco de los chillidos de mi padre aún en los oídos. Cerré los ojos con fuerza.
Y dejé que se me llevaran.