36

El asesino los siguió a una distancia más que prudente, así que la primera iglesia no era la correcta, él también hubiese apostado todo por ella sin dudarlo, lo tenía todo para ser el emplazamiento de la tercera llave, pero esta misión no dejaba de sorprenderlo a él tampoco.

Así que en este pueblecito tan pequeño se encontraba algo tan grande.

Por cierto, ¿de quién era ese coche que se encontraba aparcado fuera de la iglesia?

Carolina no podía creer lo que veían sus ojos, creyó estar soñando, hubiera esperado a cualquier persona menos a él. Al igual que la joven, Nicolás también estaba asombrado, había conocido a ese hombre hacía poco pero sabía quién era perfectamente.

De pie, junto a ellos, Ignacio Fonseca los miraba sonriente, habían llegado hasta él, habían encontrado la localización de la tercera llave y eso no era nada fácil, desde luego, su gran amigo Salvador hubiera estado muy contento de ver a su hija en el interior de esa iglesia, sabiendo que ya le quedaba menos para descubrir la verdad, la aterradora verdad.

—Carolina, hija, ¿es que no vas a decir nada? —dijo éste al comprobar que los dos jóvenes se encontraban en un absoluto silencio.

—Es que no consigo que me salgan las palabras, todavía no puedo creer que seas tú el guardián de esta llave, jamás hubiera podido imaginarlo.

—Me alegro de no levantar sospechas, eso es algo primordial en este «trabajo», pero quizá ahora empieces a entender un poco más la amistad que teníamos tu padre y yo, quizá ahora veas hasta qué punto llegaba.

—Claro, eso explica las veces que queríais estar solos para hablar de vuestras cosas, supongo que este sería el tema principal de vuestras conversaciones.

—Entre otros temas, sí, los tres guardianes formábamos junto a tu padre un círculo de amigos que iba incluso por encima de nuestro deber como guardianes, nunca fuimos amigos por conveniencia, me gustaría que eso quedase claro.

—Pero… entonces, ¿mi padre qué era dentro de vuestro círculo?, quiero decir, ¿él también era guardián?

—Sí, así es, tu padre era el más importante de los cuatro, esto funciona por rangos, como habrás comprobado ya, Francisco es el de rango más bajo, por eso custodia la primera llave y tu padre era el de mayor rango, por eso custodiaba el tesoro.

—Entonces tú eres el segundo de a bordo, ¿no? —preguntó sonriente Carolina.

—Correcto, mi deber es proteger la tercera llave, nadie puede acceder a ella sin tener las dos anteriores, de eso me encargo yo.

—Pero siguen habiendo cosas que no me cuadran, a ver, si mi padre era el guardián del tesoro, y él estaba en Madrid, ¿quiere decir eso que el tesoro se encuentra en Madrid?

Ignacio echó a reír.

—No querida, tanto tu padre como yo, al ser los de mayores rangos, tan solo viajamos a la localización cuando se nos requiere en ella, como ahora por ejemplo, hasta que no habéis llegado aquí, no ha hecho falta que yo viniera para estar presente en la búsqueda de la tercera llave, pues tu padre igual, hasta que alguien no tenía las tres llaves y se dirigía hasta el emplazamiento final, tu padre no hacía acto de presencia en ella, por lo tanto podía seguir con su vida normal de director del Museo Arqueológico, pues la verdad, no tantas personas han conseguido llegar hasta el final, os sorprendería saber la de años que llevamos tu padre y yo sin tener que «actuar».

Carolina empezaba a comprenderlo todo.

—Ahora —prosiguió Ignacio—, estáis listos para que os haga entrega de la tercera llave. Esta llave, junto a las otras dos os abrirán el emplazamiento en el que se encuentra el tesoro Templario.

Metió la mano en su bolsillo y sacó de él una llave idéntica a las otras dos y se la mostró a Carolina que comenzó a mirarla extrañada.

—Me da miedo preguntar si va a ser tan fácil que nos des la llave y ya está, las otras veces que lo he preguntado me he encontrado con una prueba algo dura por delante.

Ignacio sonrió.

—La prueba ya la habéis superado que era encontrar la localización de esta iglesia, hacía algún tiempo teníamos la llave escondida en Eunate, pero comprendimos que era demasiado fácil, Santa María de Eunate es tan… digamos… templaria… que no daba lugar a la duda, ahora con este sencillo juego de ambigüedades, nos aseguramos de que sólo los más inteligentes lleguen hasta esta localización en busca de la tercera llave. Es algo que se le ocurrió a tu padre, que era un genio.

—Eso es indiscutible —dijo Nicolás que había estado todo el tiempo callado.

—Pero ¿entonces ya podemos ir en busca del tesoro?, sinceramente estaba aterrada ante la prueba que nos podía esperar aquí y más después de lo ocurrido en Dinamarca cuando casi no lo contamos.

—Por supuesto —dijo Ignacio riendo—, soy consciente de que la prueba de Dinamarca es la más dura de todas, pero es necesaria para hacer una selección de las personas que con su inteligencia demuestran ser dignos poseedores de la llave, de los meros oportunistas, pero sí, ya podéis ir a ver qué os depara la última localización.

—Ya, pero… ¿dónde se encuentra? Es que así a ciegas… es complicado.

—Vaya, qué despiste el mío, debe de ser la edad, que me está pasando factura ya, tu padre ideó también el último acertijo para la última localización, se encuentra en este papel.

Metió la mano en el bolsillo contrario del que había sacado la llave, extrajo un trozo de papel doblado en 4 pedazos y se lo entregó a Carolina.

Ésta lo miró y le dio la vuelta varias veces a ver si podía interpretar lo que ponía en él.

—¿Qué es esto?

—Ahí se encuentra la localización exacta del último lugar.

—¿Aquí?

—Exactamente, tan sólo tenéis que interpretar.

—Pues nada, habrá que ponerse a ello pronto, lo haremos como siempre desde la tranquilidad, así podemos pensar mejor seguro.

—Me parece bastante razonable, ahora salgamos y ya volvemos cada uno a lo nuestro que tengo que seguir preparando la expedición, espero que no te hayas olvidado de que sigo contando contigo…

Carolina la recordó, con tantas emociones vividas ya casi no se acordaba del asunto de Israel.

—Sí, sí, claro… sigue contando conmigo, por supuesto.

Salieron fuera de la iglesia, la volvieron a cerrar y se despidieron, habían terminado antes de lo previsto, todavía eran las 14:00 y tenían toda la tarde para resolver la última nota.

Carolina y Nicolás montaron en el coche del inspector a sabiendas de que ya casi no les quedaba nada para desvelar el misterio, un curioso cosquilleo recorría el estómago de ambos, cuando empezaron con todo este asunto, apenas se imaginaban hasta dónde conseguirían llegar.

Comenzaron el camino de vuelta hacia el hotel rural, imaginando todo tipo de misterios que podían aguardarles en la última localización a visitar. ¿Qué sería el tesoro templario que tantas ampollas estaba levantando?

Cuando llegaron a su destino, aparcaron en la misma puerta y subieron hacia arriba, hacia la que era su habitación por el momento.

Nicolás no pudo evitar echar un vistazo por todo, por si acaso había signos de que alguien hubiera entrado en la habitación para poner algún micrófono, cuando se aseguró de que no era así y se sentía algo más seguro, se sentó en la cama junto a Carolina.

—Bueno, ¿me vas a mostrar el contenido de la misteriosa nota? —dijo bostezando.

Carolina sintió bastante vergüenza, con la emoción de comprobar cómo era Ignacio Fonseca, el gran amigo de su difunto padre, el guardián de la tercera llave y, las revelaciones que éste le había hecho sobre su padre, se había olvidado por completo del pobre Nicolás, un poco apurada se la sacó del bolsillo, la desdobló en un solo pedazo y se la prestó al inspector para que pudiese observarla con detenimiento.

Nicolás la cogió de las manos de la joven y la miró con mucha atención.

Al verla, Nicolás puso la misma cara había puesto Carolina cuando la vio la primera vez, su contenido no podía ser más extraño.

C Y U F R A B H D E T MK A L E WT N P D R F V D R P Y D V A B MR L L E WWQ D P O Y T E V GF E C B V Z Q H S D A C A B Y U R R V G T Y T V WT Q R N U T Y E A S QY S V U WB.

—¿Y aquí pretenden que nosotros encontremos algo? ¡Eso es imposible!

—Quizá no lo sea tanto, tu piensa una cosa, si mi padre nos ha dejado esto escrito así es porque alguna solución debe de tener, quizá el cuadro es tan sólo para despistar y es el mismo tipo de escrito que nos ha dejado hasta ahora sólo que sin espacios, supongo que tendremos que encontrarlos nosotros mismos.

—Pues dicho y hecho, prueba con el sistema habitual a ver si tenemos suerte.

Carolina hizo el mismo procedimiento que utilizaba siempre, con lápiz y abecedario al lado, cuando iba a mitad ya se dio cuenta de que algo no iba bien, las letras que aparecían después de decodificar el mensaje seguían sin tener sentido alguno.

—¿Y si a esto que nos ha salido tuvieras que pasarle el mismo sistema que has hecho?, es decir, como si estuviera recodificado por una mayor seguridad, piensa que es el emplazamiento más importante de todos.

Lo que Nicolás decía tenía bastante sentido, quizá se había utilizado una doble seguridad.

Carolina volvió a probar y se dio cuenta de que la solución propuesta por el inspector tampoco mostraba ningún resultado aparente, lo más seguro es que si hubiese probado a decodificarlo cien veces utilizando ese sistema, no hubiese encontrado ningún resultado aparentemente coherente.

—Esta vez mi padre no ha utilizado nuestro idioma, parece que es algo más complejo —dijo triste al ver que no daba con la clave.

—Pero piensa una cosa Carolina, como bien has dicho, tiene que tener una solución a la vez sencilla y compleja, como todo lo que nos ha dejado tu padre hasta el momento, quizá sea más simple de lo que a simple vista nos parece.

—Este mensaje parece más un criptograma que todos los anteriores, quizá éste sí que sea trabajo para el departamento de la comisaría, ¿no? —preguntó Carolina dudosa.

—Sería lo más lógico, es más, si no es nada inventado por tu padre como lo era «vuestro idioma», estoy seguro de que podrían resolverlo, pero desde que desapareció la primera copia que nos dejó tu progenitor, no puedo confiar tanto como antes en ese departamento. Además, hoy mismo me he hecho una especie de juramento a mí mismo, estamos revelando más información de la necesaria a demasiado gente, me refiero a los subinspectores y toda esa gente que está al tanto de la investigación. Esta gente que nos estamos encontrando durante la búsqueda ha jurado no revelar nunca el secreto del que son conocedores, y yo al menos pienso hacer lo mismo en medida de lo posible, voy a intentar ser más cauto con mis palabras frente a gente que no le importa lo que representa esta búsqueda, estamos solos Carolina y debemos resolverlo nosotros mismos.

Carolina quedó impresionada por las palabras que acababan de salir de la boca de Nicolás, ¿de verdad alguien podía ser tan noble como intentaba hacerla ver el inspector con sus palabras?, si ese era el caso, y de eso casi no albergaba duda, estaba frente a la mejor persona que había conocido durante toda su vida.

Mientras se devanaban los sesos intentando dar solución al enigma que tenían en frente de sus narices, decidieron comerse los dos bocadillos que tenían preparados para, en un principio, comerlos en Santa María de Eunate. Ambos lo saboreaban en silencio, acompañados por una botella de agua bastante fresca, mientras pensaban en distintas posibilidades para poder descifrar el mensaje oculto. A Nicolás cada vez se le pasaban ideas más descabelladas por la cabeza sobre la posible solución.

A Carolina también se le iba ocurriendo de vez en cuando algún que otro disparate, pero con la facilidad que le venían a la cabeza, se le iban al mirar la hoja que tenía enfrente. Movimientos de caballo y de otras figuras del ajedrez habían sido sus apuestas más fiables, pues sabía la afición de su padre por ese juego y desde luego ya se podía esperar cualquier cosa.

Terminaron de comer y decidieron darse sendas duchas de relajación antes de seguir con las infinitas posibilidades de decodificación que habría en ese momento, había millones de posibilidades y necesitaban estar con la mente fresca. Fue justo en el momento en el que terminó Nicolás con su ducha, cuando se le ocurrió la posible solución al enigma.

—¡Carolina! —gritó saliendo del aseo medio empapado— ¡la solución a todo este embrollo está una vez más en la nota de tu padre!

Carolina se levantó de un salto de la cama y fue en busca de ella sin perder el tiempo.

—No hace falta ni que la mires, me acuerdo de la frase en cuestión perfectamente, «la clave es el 5», si nos quedamos con una letra de cada 5, estoy seguro de que daremos con el mensaje, prueba.

Carolina comenzó desde la primera letra a contar cinco e iba tachando las demás, el mensaje se le reveló como por arte de magia.