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Alrededor de una mesa ovalada se encontraban sentados Carolina, Nicolás, el comisario Pérez, la psicóloga Marta Balaguer, además de 3 subinspectores de la policía y un representante de la policía científica.
Carolina no pudo evitar sentirse una extraña entre esa gente, no llegaba a comprender qué pintaba ella allí, se sentía pequeña alrededor de tanta gente importante.
El primero en hablar fue el Comisario.
—Señores y señoritas, nos encontramos ante un caso raro y macabro como pocos hayamos visto, son tantas las incertidumbres que se plantean que me veo abrumado y no soy capaz de sacar nada en claro, por lo tanto, les rogaría que fueran cada uno poco a poco exponiendo lo que han conseguido averiguar acerca del caso. Inspector Valdés, usted es el que se encuentra frente a la investigación y me gustaría que empezara usted.
Nicolás asintió y se dispuso a hablar.
—Bien, realmente no tengo mucho que contar que no sepan ya, acerca del escenario del crimen, usted —dijo dirigiéndose al representante de la policía científica—, sabe más que nadie que no hemos hallado ni huellas, ni restos capilares, ni residuos fuera de lo común. Tampoco encontramos forzada ni la puerta principal ni ninguna de las ventanas. Todo apunta a que el señor Blanco abrió la puerta a su asesino o bien este se coló en la casa magistralmente porque podríamos pensar, y eso me preocupa más si cabe, de que se trata de un profesional en toda regla.
—Así es —intervino el representante—, no hemos hallado ningún indicio de ventanas o puertas forzadas, por lo que nos sugiere que el señor Blanco abrió la puerta a su asesino, lo que también nos desconcierta ya que no hemos hallado signos de forcejeo o violencia en la entrada de la casa, lo que nos dice que el señor Blanco le invitó a pasar al salón donde fue asesinado, otro caso bien distinto es lo que usted dice inspector, que se trate de todo un asesino profesional capaz de realizar este tipo de acto sin dejar huella alguna.
Carolina no daba crédito a lo que estaba escuchando, ¿esos hombre decían de verdad que su padre abrió la puerta a su propio asesino? Eso es algo totalmente impensable, y más si sabía que se encontraba en peligro.
El asesino tenía que haberse colado magistralmente en la casa de su padre, no había otra opción para ella.
—También se que ya han formulado su hipótesis sobre cómo murió —añadió el comisario.
—En efecto, debido a la falta de restos de sangre por toda la casa y en especial en casi todo el salón, pensamos que crucificaron a Don Salvador Blanco inconsciente, eso sí, pero estaba aún vivo. Tan sólo hemos hallado sangre debajo del director, fue colgado antes de morir.
Carolina sintió que se le caía el mundo encima al oír esas palabras. «¿Todo ese horror se lo hicieron mientras estaba todavía vivo?».
El representante siguió.
—El señor Blanco presenta unas heridas debajo de las costillas, debidas sin duda a que le clavaron un arma parecida a un puñal, aunque algo más ancho parece ser, repetidas veces hasta que se desangró y de ahí el único charco de sangre que se encontraba bajo sus pies.
Carolina cada vez se iba encontrando peor al escuchar lo que se comentaba en la reunión, se sentía algo mareada, no estaba preparada para escuchar lo que estaba oyendo, al advertir eso Nicolás le ofreció un vaso de agua al que Carolina agradeció con la mirada.
—Entonces más o menos tenemos claro cómo ocurrió, ahora nos falta saber el por qué y sobre todo, quién le hizo eso al señor Blanco. Señorita Balaguer, ha llegado su turno.
—He estado elaborando un perfil psicológico del asesino y he aquí mis conclusiones. Lo primero que hemos hecho todos es dar por sentado que ha sido una sola persona, lo cual puede ser cierto y estaríamos hablando de un hombre de gran envergadura y fuerza, pero también puede tratarse de un acto realizado por más personas, pues subir al director en esa posición no es nada fácil para una sola persona. De momento pensemos en un solo asesino, aunque repito, no sería lo lógico. —Tomó aire—. Lo primero que creo es que no es un ajuste de cuentas, pues este tipo de asesinatos son rápidos y lo menos aparatosos posibles, es decir, un tiro en la cabeza o por la espalda y listo, pero en este se han tomado sin duda muchas molestias, como si quisiera llamarnos la atención, como si se tratase de una advertencia. Creo que es un psicópata debido a la brutalidad de su acto y también pienso que quiere transmitirnos algo, como un mensaje, es bastante probable que nos encontremos ante un miembro de alguna secta religiosa, de ahí viene lo de la advertencia, creo que el señor Blanco se metió en algún asunto de ellos y éstos se han tomado la justicia por su parte.
Nicolás no pudo ocultar su desaprobación.
—Vamos Marta, no me diga que piensa que han asesinado al director del Museo Arqueológico Nacional siguiendo un rito religioso que consiste en matar como murió Jesús. Es ridículo. Yo lo único que pienso es que estamos ante un loco que se lo ha pasado pipa cometiendo este crimen y que por supuesto volverá a hacerlo una y otra vez hasta que le echemos el guante encima.
—Inspector Valdés, no pongo en duda su capacidad como policía, por algo ha llegado usted a inspector jefe, pero creo que ha visto demasiadas películas. Asesinar mediante un ritual religioso es el modus operandi preferido por miles de sectas en todo el mundo y le recuerdo que no es el primer asesinato sectario que abordamos. Nada mejor que una crucifixión como rito religioso.
—Señorita Balaguer —dijo Nicolás en un tono bastante molesto—, creo saber lo suficiente sobre sectas, e investigado sobre ellas más de lo que usted cree, no necesito que me dé clases ahora. Pero por mi experiencia y lo que sé sobre ellas, no persiguen a sus víctimas durante un tiempo, si necesitan un sacrificio lo realizan y punto, hay miles de personas que se ajustan a lo que buscan para esos rituales y el director no entraba ni por físico, sexo o edad en esas características.
Marta Balaguer no pudo reprimir la ira en su contestación.
—Inspector Valdés, ¿puede compartir con el resto de la mesa su sabiduría y decirnos por qué está tan seguro de que al director lo perseguían para hacerle tal brutalidad?
Nicolás se sintió triunfal en ese momento, era el tipo de respuesta que esperaba de Marta Balaguer.
—Señorita Blanco, haga el favor y enséñeles la traducción de la nota de su padre.
Todos, excepto el comisario y Nicolás, se echaron hacia adelante habiendo abierto primero los ojos con incredulidad, no podían creer que la joven hubiese podido descifrar la nota codificada que había dejado el director.
Carolina la dispuso en la mesa y todos querían leerla con impaciencia. Al ver esta situación el comisario le dijo que la pusiera en el proyector para que todos la pudieran ver en grande. Carolina obedeció y asistió a cómo todos miraban atónitos a lo que estaba escrito.
El primero en hablar fue el comisario.
—Señorita, ¿puede explicarnos cómo ha conseguido usted sola descifrarla?
Carolina pasó los siguientes dos minutos contándoles lo mismo que a Nicolás hacía ya un rato en su piso y observó cómo los rostros de los presentes pasaban de la incredulidad al principio a la lógica y el «ah, ¿pero simplemente era eso?».
—Por lo que usted nos dice —intervino el comisario—, si su padre utilizaba ese «idioma» con usted, quería expresamente que usted la encontrara.
—Supongo que sí —dijo ésta—, además no sé si le ha comentado el inspector la forma en la que se encontró la nota. Tan solo yo podría saber que esos cuadros no se encontraban en su sitio.
—Vaya, entonces según puedo ver, todo esto ha sido para advertirle del peligro que corre y parece que su padre también quería que usted investigue sobre su muerte y sus asesinos, pero con eso, no sé si su padre era consciente de que la está poniendo más en peligro todavía.
—Sí, eso es algo que ya había comentado con ella en su apartamento —dijo Nicolás—, la situación es bastante peliaguda, por una parte disponemos de un magnífico equipo humano pero que anda bastante perdido y por otro tenemos a esta joven, que es civil y está involucrada emocionalmente, pues su padre es la víctima, y que este último cree que puede resolver el caso, es cuanto menos curioso…
Todos, incluida Carolina, asintieron.
—Alguien me podría decir qué significan las palabras «Tomar” y “Olivos», en este contexto claro —preguntó el comisario.
—Pues parece ser que el lugar donde quiere que viaje su difunto padre, está relacionado con esas dos palabras. Pero… me encuentro tan confuso como todos los aquí presentes, no sé muy bien cómo interpretar esas dos palabras —contestó Nicolás.
El comisario respiró hondo y se quedó un momento como pensativo, por fin dijo:
—Bueno, lo único que está claro es que tenemos que tomar la decisión de qué hacer, tenemos la posibilidad de hacer algo que nunca en la vida hubiésemos hecho, pero dadas las circunstancias… estoy hablando de involucrar a la señorita Blanco en nuestra investigación.
Todos miraron perplejos al comisario. ¿Estaba hablando ese hombre de verdad? Por mucho que la víctima creyera que ella podía, ¿cómo involucrar a un civil en algo tan peligroso?, eso la conduciría a un destino parecido al del director.
Nicolás que estaba un rato como ausente, decidió hablar.
—Comisario, opino que la señorita Blanco nos serviría de gran ayuda para la investigación, ella sola ha resuelto el misterio de la nota y quizá, aunque ella no lo sepa todavía, conoce algo que nos puede llevar hasta el fondo del asunto.
—Inspector Valdés —intervino Marta—, supongo que estará de broma al querer incluir a una persona que puede ser más un estorbo que una ayuda. La señorita Blanco acaba de perder a su padre de una forma trágica y como psicóloga no puedo ni pensar cuánto dolor está soportando en este momento. —Hizo una pausa—. Lo de la nota es obvio que lo ha descifrado porque lo ha visto decenas de veces desde que era pequeña y realmente no podemos considerar que haya hecho ningún descubrimiento, pero por dios ¿es que nadie de los aquí presentes se da cuenta de que ella no es policía?
Nicolás dio un fuerte golpe en la mesa y se levantó de repente enfurecido.
—¡Esto es el colmo!, por mucho que usted diga que la señorita Blanco no ha hecho ningún descubrimiento, si no fuese por ella todavía no sabríamos cual es el mensaje de la nota y no tendríamos ni una pista sobre cómo seguir.
Y lo de la pérdida de su padre, es lógico que piense así, pero en lo que he tratado a la señorita, que no es mucho, pero sí suficiente, he descubierto una cabeza 100% amueblada pese a las circunstancias, y déjeme decirle que más quisiéramos más de uno de los que estamos en esta mesa que la tuviésemos al menos parecida. —De repente cayó en algo que todavía no había asimilado con tantos acontecimientos—. Por cierto, ¿me podría explicar alguien qué es eso de que han desaparecido las copias que había en criptografía de la nota que hemos encontrado?
El comisario se quedó mirando a uno de los subinspectores.
—Déjeme explicarle, seré breve pues todavía no sabemos casi nada. Lo único es que me han llamado de criptografía para decirnos que tanto el original como las copias de la nota que se encontraban en esta comisaría han desaparecido. Nadie sabe nada, nadie ha visto nada. He preguntado uno por uno a todos los trabajadores pero no he sacado nada en claro, no han visto a nadie entrar ni salir y todos coinciden en que ellos no han cogido nada. En estos momentos estoy dirigiendo una pequeña investigación para ver qué ha pasado.
—Cada segundo que pasa, esto se parece cada vez más a una película —dijo Nicolás en tono casi burlesco mientras miraba a Marta.
—En fin —dijo el comisario con voz agotada—, creo que es una locura pero en parte tiene razón el inspector Valdés, si tenemos algo es gracias a la señorita Blanco, además parece una joven inteligente y creo que podría aportar mucho a esta investigación, si ella quiere claro…
Todos se giraron de repente hacia Carolina expectantes de su respuesta.
—¿Yo?… yo no soy policía ni nada por el estilo, me encantaría ayudar en lo que buenamente pueda, es más, pienso que se lo debo a mi padre, pero tengo mucho miedo después de leer la nota y no me siento nada segura ahora mismo.
—En eso tiene razón —dijo el comisario.
Nicolás la miró casi con ojos paternales y se dirigió al resto de los asistentes.
—Si la señorita Blanco acepta, yo seré su sombra, la protegeré con mi vida si hace falta, pero creo que es necesario que nos ayude para intentar esclarecer el trasfondo de este asunto. Si accede, formaremos equipo ella y yo y no pararemos hasta llegar al asesino de Don Salvador Blanco.
El comisario lo miró con satisfacción.
—Muy bien inspector, que así sea, no esperaba menos de usted. Dispondrán de todo lo que necesiten y confío plenamente en su criterio para que a la señorita Blanco no le ocurra nada, la dejo a su cargo sabiendo lo que nos traería si acaso tuviera algún percance, no sé si me explico.
—Como un libro abierto señor.
—Pues dígame que es lo que necesita en estos momentos que se lo proporcionaré.
—De momento, un ordenador con internet, por lo tanto señorita, acompáñeme a mi despacho.