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Carolina se vistió todo lo rápido que la excitación le permitió y fue en busca de Nicolás a su despacho. Lo encontró ordenando unos informes en sus estanterías.

—Carolina, ¿se puede saber qué haces despierta a estas horas tan intempestivas?

—He descubierto cuál es el significado que mi padre quiere darle a la palabra «casa».

—¿Durmiendo? —Nicolás no podía creer las palabras de la joven, tenía que estar sonámbula o algo por el estilo.

—Sí, es de esas ocasiones que sin saber cómo sueñas con la solución de algo que se te había planteado a lo largo del día, ¿nunca te había pasado?

—Si te digo la verdad, no, creo que yo tengo un cierto grado de normalidad que tú perdiste en algún lugar, hace ya mucho tiempo.

—Pues a mí no es la primera vez que me pasa, lo bueno de esta ocasión es que me ha dado la localización de la última llave.

—¿La localización exacta?

—Tanto no, pero sí el país al que debemos viajar —dijo Carolina con voz victoriosa.

—Bueno pues cuéntame que no puedo ya más —contestó Nicolás desesperado por saber la solución.

—Todo ha sido al recordar una frase que decía mi padre cada vez que llegaba de un viaje de tantos que tenía que hacer a lo largo de un año.

—¿Y qué decía?

—«Ya estoy de nuevo en casa».

—¿Quieres decir que cuando se refiere a «casa» se refiere a España?

—No puedo estar más segura.

—Pero ¿por qué estas tan segura?

—Por la segunda palabra.

—¿”Camino”?

—Contéstame Nicolás, ¿qué famoso camino hay en España?

—El Camino de Santiago.

Nicolás no pudo evitar abrir mucho los ojos mientras respondía a la pregunta formulada por Carolina.

—Pero… ¿el Camino de Santiago tiene algo que ver con los caballeros Templarios? —preguntó muy extrañado el inspector.

—Sí, no podría tener más que ver. Es un tema que a la fuerza tuve que empollar cuando estudié la historia de España en la carrera, entonces me fastidió mucho, pero ahora me alegro de haber tenido que aprendérmelo. Te explico.

Nicolás era todo oídos.

—En 1194 se firmó un tratado entre los reyes de Castilla y León, ambos reyes intercambiaron 5 castillos en el territorio del otro. Para garantizar la seguridad de los castillos en tierras de Castilla, pero que ahora estaban bajo la corona leonesa, se llamó a los caballeros Templarios, asegurando así también la seguridad de los peregrinos que hacían el Camino de Santiago.

—¿Cómo ya hicieran en Jerusalén?

—Eso es.

—Es decir, que los caballeros Templarios, sí que tenían que ver con el camino.

—Así es, además construyeron varios enclaves que aún a día de hoy son bastante famosos.

—¿Cómo por ejemplo?

—El castillo de Ponferrada es el más famoso de todos ellos. Es un castillo descomunal y muy bien conservado a día de hoy, apostaría todo lo que tengo a que es el lugar que buscamos.

—¿Intuición otra vez?, ¿o esta vez se trata de algo más?

—No, no, esta vez es solo mi intuición, quizá me equivoque pero algo me dice que no, además, ¿qué mejor sitio para esconder la tercera llave que la fortificación templaria más importante de nuestro país?

—Eso sólo lo sabremos si buscamos la última referencia junto a lo que tenemos, la palabra «cien».

—Vamos a ello.

Se sentaron los dos frente al ordenador, se metieron de nuevo a Internet Explorer e introdujeron en el buscador las palabras «España», «Camino de Santiago», «Templario» y «cien».

Google empezó a soltar resultados sobre la búsqueda.

Los primeros dos resultados que mostraba el buscador eran irrelevantes, explicaban lo mismo que Carolina le había contado a Nicolás sobre los reinos de Castilla y León, pero el tercer resultado despertó todo el interés de ambos.

Hablaba sobre la iglesia de Santa María de Eunate, una iglesia a la que nadie sabía atribuir a ciencia cierta su procedencia pero que casi todos, menos los más escépticos, consideraban de origen Templario. Su planta octogonal alimentaba bastante esta teoría.

Sabían que estaban en lo cierto, que ese era el lugar, que no se equivocaban, la referencia a la palabra «cien” así lo demostraba. Eunate era un nombre en euskera, su significado era “cien puertas» en referencia a la arcada que rodea la iglesia, algo un poco raro debido a que tan solo tiene 33 arcos.

—Es sin duda esta iglesia, no hay ninguna duda, nos olvidamos ya por completo del Castillo de Ponferrada, hubiese sido lo evidente.

—Una vez más tu padre jugando con las palabras —miró a Carolina con tristeza—, me hubiese encantado conocerlo, por lo que veo era un genio.

—Le encantaba jugar con los dobles sentidos.

—Pues una vez más nos ha llevado directos a la llave, ahora tan solo hay que ver qué nos aguarda allí.

—¿Partiremos mañana mismo?

—Claro, no veo por qué no, además, para una vez que no tenemos que coger el avión…

—Sentiré la pena de no visitar Barajas mañana, ya me estaba acostumbrando.

—Sí, ya es como mi segunda casa, por detrás de esta comisaría.

—Podríamos partir ya, de todas maneras, debido a la emoción, yo no voy a poder dormir.

—Qué impaciente me has salido —dijo riéndose Nicolás—, no, partiremos muy temprano eso sí, aunque no puedas dormir ve y descansa un rato, yo te avisaré con una hora de antelación cuando vayamos a salir, primero tengo que atar varios cabos.

—Como quieras, nos vemos luego.

—Hasta luego Carolina. Carolina volvió a acostarse.