25
El primero en bajar esta vez fue Aksel, seguido por Carolina y por último Nicolás, que no pudo evitar mirar nuevamente antes de bajar, quizá por precaución. Carolina y Nicolás supusieron que abajo les esperaba un oscuro túnel como el que había en Portugal, y no se equivocaron cuando tocaron el suelo.
Todo estaba muy oscuro y apenas podía verse nada, por lo tanto Aksel, igual que Francisco encendió con un mechero la antorcha que tenía al lado de él.
Al hacerlo la galería se iluminó lo suficiente como para mostrar que era idéntica a la que ya habían visto en Tomar.
Nicolás no pudo evitar el pensamiento de que si acaso no estarían conectados todos los países por galerías iguales hechas por los Templarios. Desechó esa idea enseguida al darse cuenta de la tontería que acababa de pensar.
La primera en hablar fue Carolina.
—¿Ya está?
—¿Cómo que ya está? —preguntó extrañado Aksel.
—Quiero decir que en Tomar nos costó muchísimo adivinar el acertijo de los adoquines y aquí, tan sólo hablando contigo ya hemos llegado al pasillo donde se supone que está la llave.
—¿Y quién ha dicho que ya está todo hecho? —respondió Aksel con cierto tono de misticismo.
—Ah… yo suponía…
Dicho esto de la misma vergüenza agachó la cabeza y esperó a ver cómo se desarrollaban los acontecimientos.
Una vez iluminado el pasillo Carolina y Nicolás se percataron de un asunto, se podía tanto ir hacia la izquierda como hacia la derecha, pero ¿cuál era el camino correcto?
—Como comprenderéis yo no puedo deciros nada de nada acerca de esta llave, sólo podré haceros algunas puntualizaciones llegado el momento.
—Ya lo suponíamos —respondió Nicolás apretando un poco los dientes.
—Pues ya sabéis, a buscar.
Carolina y Nicolás decidieron ir primero con cautela hacia el lado derecho, no sabían qué era lo que se podían encontrar en el pasillo y toda precaución era poca. Siguieron avanzando mirando las paredes, techo y suelo con bastante atención, no podían dejar escapar ningún detalle.
Nicolás llevaba en la mano una antorcha que previamente le había encendido Aksel con el fuego de la suya propia y aunque les daba algo de luz, no les dejaba ver tres metros más de sus narices.
Carolina avanzaba detrás de Nicolás agarrando fuertemente su camiseta por la espalda, odiaba la oscuridad, la odiaba desde siempre y le producía pánico tener que andar por un pasillo tan oscuro sin saber lo que les esperaba al final.
Aksel los seguía a una distancia de unos dos metros más o menos.
A una distancia aproximada de dos metros y medio, Nicolás vio como el pasillo terminaba y se podía ver una pared en frente de ellos con lo que parecía una puerta cerrada. Se acercaron lo suficiente como para ver que la puerta, aparentemente muy gruesa y blindada, no tenía pomo.
—¿Cómo entraremos ahí? —preguntó Carolina mirando fijamente la puerta.
—Me parece que nos vamos a tener que estrujar una vez más los sesos, seguro que hay algún mecanismo que la abra y tiene que estar por aquí cerca —dijo Nicolás mirando la pared buscando algo fuera de lo común.
—De todas maneras podríamos ver primero qué contiene el lado izquierdo del pasillo por si es distinto a éste y nos esclarece el qué debemos hacer para entrar.
—Muy buena idea, volvamos sobre nuestros pasos y vamos a ver qué nos espera en el otro lado.
Se encaminaron de nuevo los tres hacia el lado contrario, esta vez con un poco más de seguridad, ya que habían pasado ya por ese pasillo y habían visto que no había ningún peligro para ambos.
Reconocieron la escalerilla por donde habían bajado y siguieron andando con la incertidumbre de que si ese lado contendría lo mismo o hubiese algo que les esclareciera el siguiente paso a dar.
Al cabo de un minuto andando llegaron a la otra punta del pasillo. En este extremo también había una puerta pero al contrario que la otra, ésta sí que contenía una manivela para entrar.
Carolina y Nicolás se miraron alegrados de su suerte, ahora entrarían sin la menor vacilación y a ver qué les aguardaba dentro.
Aksel, al ver la disposición con la que se disponían a entrar, los paró en seco.
—Un momento, os he dicho que os haría varias puntualizaciones, realmente ésta es la única que os voy a hacer.
—¿De qué se trata? —dijo Nicolás.
—A ver, no sé si de la emoción os habéis dado cuenta, pero esta puerta representa una entrada y la del otro extremo una salida, de ahí que no tenga pomo pues se abre desde dentro. Al entrar aquí entraréis como a una especie de laberinto con puertas, si seguís y sólo si lo hacéis el correcto orden, llegareis a la llave y saldréis por el otro extremo.
—Perfecto, ¿no?
—No, es un poco más complicado, pues debéis elegir muy bien por qué puerta entrar, de lo contrario entraréis en una sala que no dispone de salida, tendrá las 3 puertas como tenía la sala anterior pero no abrirán a ningún lado y os quedaréis encerrados de por vida en ellas.
—¿Cómo? —preguntó alertado Nicolás—, ¿nos estás diciendo que vamos en camino de una trampa mortal?
—A ver, que no cunda el pánico, si habéis llegado hasta aquí estoy seguro de que sabréis resolver el laberinto, esto más bien está pensado por si algún intruso entrara.
Carolina puso la mano encima del hombro de Nicolás.
—No te preocupes —dijo—, seguro que damos con la forma de encontrar la llave —su sonrisa era evidente.
—Conozco esa mirada y esa sonrisa —dijo Aksel—, y sé que estás pensando en utilizar cualquier estratagema para que la puerta no se cierre. Te diré una cosa, hace 500 años era más fácil encontrar la llave pues si la persona o personas que buscaban la llave eran un poco inteligentes, si se equivocaban de puerta uno comprobaba si estaba en la estancia correcta mientras otro mantenía la puerta. Pues bien, ahora gracias a la tecnología y a unas cámaras estratégicamente colocadas, sólo yo controlo el acceso a cada sala, es decir, hasta que el sistema no me dice que la puerta está bien cerrada y yo no veo que todas las personas están dentro no activo las puertas para entrar o salir de la siguiente sala, no sé si me habéis entendido.
—Creo que sí —dijo malhumorado Nicolás—, quieres decirnos que nuestro destino está en tus manos.
—No, ni mucho menos, está claramente en vuestras manos, sólo os pido ser pacientes y pensar cada movimiento que vais a dar, pues estoy seguro de que llegareis hasta la llave.
—¿Y si no lo hacemos? —dijo Carolina aterrada por la idea.
—Quiero que entendáis que no tengo nada en contra de vosotros, es más, me habéis caído muy bien y os veo con muy buenos ojos, pero me debo a la memoria de mi padre, él me confió esta tarea y debo de aceptarla sean cuales sean las consecuencias que la deriven. Sólo espero que salgáis por la otra puerta y podáis seguir con la búsqueda de la tercera llave. Dicho esto, podéis pasar, si lográis salir os estaré esperando en la salida.
Abrió la primera puerta y esperó pacientemente a que entraran, una vez lo hicieron Aksel cerró bastante apenado, era la primera vez que tenía que cumplir con su destino y tan sólo esperaba que todo saliera bien y fueran lo suficientemente inteligentes para resolver de una manera satisfactoria el enigma, no sabía si realmente era capaz o no de dejarlos ahí encerrados si entraban en la puerta incorrecta.
Pero por si acaso, prefirió no tener que averiguarlo.