46. El gran padre Hu[46]
El gran padre Hu es el espíritu de un zorro. Cuando los zorros están a punto de terminar la preparación del elixir de la vida, pueden hacer milagros. Entonces se les inscribe en la lista de regalos al emperador.
Cuando los manchúes Negaron a China, establecieron en Mukden su centro de operaciones y allí mismo edificaron un templo, que fue dedicado a una alta divinidad. Todo es igual que en el templo del emperador en Pekín.
En el templo hay trípodes y vasijas de ofrendas: son todas de oro, plata y piedras preciosas, y su valor es de muchos millones. Los ladrones tienen grandes esperanzas de poder robarlos pero no pueden entrar.
Bajo el reinado del emperador Hiáng Fong vivían tres poderosos ladrones que podían volar sobre los tejados y subir y bajar por las paredes. Si alguien los sorprendía, le echaban un humo venenoso en el rostro que le hacía perder el conocimiento.
Por la noche entraron en el templo imperial y robaron las vasijas de oro, para quemar incienso, que estaban ante el altar, las fuentes de nefrito y los recipientes de plata. Los guardaron en su seno y volvieron a bajar el muro Nevándoselos.
Entonces se encontraron con un viejo de barba blanca que estaba sentado en el techo principal del templo. Les señalaba con la mano, así que los tres escaladores no tuvieron más remedio que quedarse allí sentados y sin poder descender. Era como si Ies hubieran cosido las piernas.
Cuando empezó a hacerse de día Ies encontró el guardián del templo. Hizo que los bajaran y Ies pidió explicaciones. Entonces contaron lo que les había ocurrido. El guardián hizo un informe que mandó a la corte y le respondieron que había que hacer una ofrenda al zorro.
Desde entonces hace muchos milagros. Casi siempre es la cabeza superior de los funcionarios y viste la levita amarilla.
En Manchuria hay numerosos templos e imágenes consagrados a él. Se le representa como un funcionario manchú poderoso e importante. La gente que va allí a rezar, para tener suerte y para que resuelva sus penas, es tan numerosa que se pisa los talones y se toca con el codo. En el patio del templo hay un horno de incienso, en el cual hay bosques de bastoncillos de incienso. El humo de las ofrendas sube hacia el cielo formando espesas nubes, y las cenizas de los billetes que se queman, revolotean como mariposas. Los mendigos contienen la respiración cuando hacen reverencias y no se atreven a mirar a su alrededor. La gente habla de él dándole únicamente el nombre de tercer padre. No se atreven a pronunciar la palabra zorro. Últimamente se le adora también en el este de Chantung, y se está extendiendo mucho su culto.