¡Cuán breve es siempre la primavera de la existencia!

¿No es lamentable dedicarse a todo tipo de licencia,

entregarse al desenfreno, sólo por el temor de verla

acabar?

En aquellos reinos, vasto y profundo era el océano

de la concupiscencia.

De la bella lisonjera de la casa Zheng todos han hablado

y la historia de la dama Xia han relatado.

Tres veces se desposó y un hijo parió,

y hasta la mitad de su vejez su sed de placer nunca sació.

Poema cantado al ritmo de Xijiang yue