[1] Mientras que los nombres de Egón y Títiro están bien documentados en la poesía bucólica latina, el de Búcolo, a pesar de significar boyero, sólo lo está antes en inscripciones. Tal vez no sea esta singularidad un azar, si se acepta que tras él se oculta el poeta. Ciertamente, la personalidad de Títiro está plenamente de acuerdo con la tradición: conserva su ganado (Virgilio), está por encima del común de los pastores (Calpurnio Sículo y, en otro sentido, Nemesiano). Por su parte, el papel de Egón es, esencialmente, el de incitador del diálogo y no parece tener su nombre aquí un significado especial. <<

[2] Un comienzo similar se ve en CALPURNIO, V, y Buc. Einsid. II: un pastor solitario, en actitud desusada o preocupada, es abordado por otro. La pregunta inicial será el motivo sobre el que se desarrolle el poema. <<

[3] Es difícil no ver en estas tres primeras estrofas un influjo de Buc. Einsid. II 1-9. <<

[4] Parece lógico que la acción se sitúe en las Galias, de lo que se ha deducido la patria del poeta. <<

[5] Sobre el pastor, médico de su rebaño, cf. CALPURNIO, V 72-82. <<

[6] Se subraya así la rapidez con que acaece la muerte del ganado. <<

[7] Ver introducción, pág. 206. <<

[8] Se trata, propiamente, de marcar el ganado, que en cierto modo pasa a ser de Cristo. Esto supone, como se dice a continuación, ahuyentar la enfermedad, símbolo del paganismo, mediante la fe y un espíritu puro. Subyace en todo ello la contraposición tradicional entre la debilidad de los dioses del campo, a los que no se nombra directamente, y el poder de los dioses de la ciudad. <<

[9] Hay una mezcla de convencimiento y pragmatismo en esta conversión: la verdadera religión es también útil. No se está aquí lejos del do ut des de la religión tradicional. <<

[10] Aparece aquí un elemento tradicional del género: la marcha a la gran ciudad para conocer a Dios, paralela a la ida a Roma en VIRGILIO, Égl. I, y CALPURNIO, VII, para conocer al emperador, calificado de divino en ambos poetas. <<