INTRODUCCIÓN
Datos biográficos
De Calpurnio Sículo no se cita en la Antigüedad ni su nombre ni su obra, por lo que ha habido que acudir a los propios poemas para conjeturar posibles datos biográficos. Los manuscritos que nos han transmitido sus siete bucólicas, además de hacerlo conjunta y confusamente, como luego se dirá, con las de su imitador Nemesiano, no presentan unanimidad en el prenombre, cuando aparece, si bien domina el de Tito, que es el aceptado. Se ha pensado que el cognombre de Sículo le vendría por ser de origen siciliano, pero también podría ser una alusión a su carácter de poeta bucólico por ser siciliano Teócrito, el creador del género. Por otro lado, no parece haber duda de que, en el bien trabado mundo pastoril de Calpurnio, éste se presenta bajo la máscara de Coridón y, precisamente, en las tres bucólicas en las que las alusiones al mundo real son más claras; ahora bien, como Coridón, en IV 37-45, se refiere a lo cerca que estuvo de irse a la Bética, al parecer por no tener un protector, se ha querido ver también en ella la patria de Calpurnio[1].
Igualmente, un análisis de los poemas, y más concretamente de aquellos que tienen un claro carácter de alabanza al emperador (I, IV y VII) y, por ello, más alusivos, sitúan a nuestro poeta en la época de Nerón. En la bucólica I se presagia bajo forma de oráculo el acceso al trono de un emperador joven, protector del senado, restaurador de la ley, que trae consigo la paz y al que acompaña una nueva edad de oro, todo lo cual casa con la expectación con que fue acogido Nerón; añádase la aparición de un cometa, documentada para los últimos días de Claudio (a. 54), y la manera pacífica, por expeditiva, como Nerón subió al trono[2]. En la bucólica IV se asocia e identifica claramente al emperador con Apolo, identificación muy cara a Nerón y que se repite en la bucólica VII[3]. Un dato más concreto ofrece este último poema, en el que se ensalza un anfiteatro de madera mandado construir por el emperador, así como los juegos en él celebrados, lo que se refiere con seguridad al año 57[4]. Hasta mediados del siglo pasado era frecuente asignarle a Calpurnio una fecha dos siglos más tarde con argumentos, ciertamente, de escasa consistencia: el hecho de que en algunos manuscritos, por error del copista, aparecía Calpurnio dedicando las Bucólicas a Nemesiano[5] inducía a pensar que eran coetáneos. Más en concreto, se pretendía identificar a nuestro poeta con un Junio o Julio Calpurnio citado por Vopisco en su biografía del emperador Caro (a. 282-283), pero, ciertamente, a este último no le convienen los datos que se extraen de las Bucólicas[6].
Admitido que el pastor Coridón es Calpurnio, se piensa que Órnito y Amintas, pastores que en las bucólicas I y IV, respectivamente, aparecen como hermanos de aquél, corresponden, igualmente, a dos hermanos reales de nuestro poeta. Más aún, como Órnito se caracteriza por sus «buenas zancas y esbelto cuerpo» (I 26-27), se le pretende identificar con un Calpurnio Estatura, amigo del poeta Persio. Amintas, por su parte, representaría a un hermano menor del poeta, poeta él también (IV 17-18 y passim).
Al final de la bucólica I, Órnito expresa a Coridón la probabilidad de que el canto conjunto de ambos lo lleve Melibeo a oídos del Augusto; en la bucólica IV es el propio Melibeo el que presencia y alaba el canto alterno de Coridón y Amintas, apareciendo además como paladino protector del primero. De aquí se ha deducido el carácter de cliente de Calpurnio[7] y se ha intentado desvelar la personalidad histórica de Melibeo, lo que, a su vez, se ha relacionado con la atribución a Calpurnio, entre otros, de la autoría del Panegírico de Pisón. Prescindiendo de intentos de identificación aislados, las opiniones respecto al mecenas de nuestro poeta se dividen, casi por igual, entre Séneca el Filósofo y G. Calpurnio Pisón, protagonista de la conspiración antineroniana del año 65. Como Melibeo (I 94, IV 158-159), ambos tenían acceso al emperador. A Melibeo los dioses le han concedido, dice Coridón, «explicar a los agricultores qué vientos habrá y qué amanecer traerá un sol dorado[8]» (lo que apunta mejor al Séneca de las Cuestiones Naturales u otras obras de tema similar hoy perdidas), además canta «dulces poemas» y es obsequiado por la Musa con «báquicos racimos de hiedra» y con «corona de laurel» por Apolo, lo que parece aludir a una actividad en la poesía trágica (también esto concuerda mejor con Séneca, si bien Pisón representó tragedias). Sin embargo, la identificación con Calpurnio Pisón trata, principalmente, de encontrar su apoyo, además de en la coincidencia del gentilicio de nuestro poeta con el de su pretendido protector, en la atribución a Calpurnio Sículo del Panegírico de Pisón. No es propio de este lugar la discusión de la posible paternidad de esta obra, pero se han aducido argumentos respetables en favor de la autoría de Calpurnio, estilísticos y métricos fundamentalmente[9].
Obra
Aunque los manuscritos en general, como se ha adelantado, nos han transmitido once bucólicas bajo el nombre de Calpurnio (y así han aparecido no pocas ediciones), hay, sin embargo, en algunos de ellos, datos suficientes para atribuir a éste sólo las siete primeras, siendo las cuatro restantes del poeta Nemesiano. En efecto, en el códice, hoy perdido, de Taddeo Ugoleto, colacionado por Niccolò Angeli, aparecía tras la bucólica VII la subscripción finis bucolicorum Calphurnii y a continuación Aurelii Nemesiani poetae Carthaginensis egloga prima; también en el códice N (v. infra), si bien pone como subscripción de toda la obra Aureliani Nemesiani Cartag. bucol. explicit, a continuación otra mano ha añadido Calpurnii eclogae et Nemesiani eclogae; igualmente, en el códice G (v. infra) ante la bucólica VIII (primera, por tanto, de Nemesiano) aparece Aureliani nemesiani cartaginiensis egloghe incipiunt[10].
A pesar de que esta distinción era conocida desde el Renacimiento, la cuestión no quedó zanjada hasta M. Haupt[11], quien añadió otros argumentos no menos importantes: en primer lugar, hay claras diferencias prosódicas y métricas; en segundo, las analogías que se observan, por ejemplo, entre los poemas III y IX (segundo de Nemesiano) abogan por una autoría distinta, habida cuenta de que el IX es menos hábil; igualmente, Nemesiano imita a Estacio, en tanto que Calpurnio no. A estos argumentos se podría añadir que el conjunto de las siete bucólicas presenta una armoniosa distribución, que se vería alterada si se incorporaran las cuatro bucólicas restantes. Así la extensión de los poemas en versos es la siguiente: I, 94; II, 100; III, 98; IV, 169; V, 121; VI, 93; VII, 84. Se advierte con claridad que el poema central, el IV, es también el más extenso[12], agrupándose los demás a su alrededor: los tres primeros casi en orden creciente, los tres últimos en orden decreciente. Asimismo, alternan los poemas dialogados (II, IV, VI) con los que incluyen en el diálogo un monólogo de cierta extensión (I, III, V, VII). También el carácter de las bucólicas ha sido tenido en cuenta a la hora de ordenarlas: los poemas de carácter panegírico ocupan los lugares primero, central y último (I, IV, VII), quedando en los demás los de carácter no panegírico (II, III, V, VI)[13].
De acuerdo con lo que se ha indicado más arriba, son las bucólicas I y VII las únicas que se puede intentar fechar con alguna aproximación: la I en los primeros momentos del reinado de Nerón (octubre del 54), la VII en el año 57[14]. Algunos suponen también que las bucólicas estrictamente pastorales precedieron a las panegíricas, por lo que habría que situarlas en el reinado de Claudio, aceptando que la más antigua es la III, según la opinión de Haupt, para quien el mayor número de elisiones de esta bucólica es indicio de una menor destreza versificadora.
Un rasgo característico del conjunto de la obra de Calpurnio es la coherencia en el mundo de los pastores, con referencias no escasas de unas bucólicas a otras, lo que ha llevado a querer ver detrás de cada nombre, sin excepción, una persona real[15]; de este modo se ha querido reconstruir no sólo algunos aspectos personales de Calpurnio, como se ha visto más arriba, sino todo un entramado de personas, literatos o no, de la época de Nerón con notorio olvido de las exigencias de la ficción poética.
Es innegable que Teócrito, Virgilio, Tibulo y Ovidio, sobre todo, han sido modelos literarios de Calpurnio[16]. Verdière[17], al estudiar la estructura del hexámetro calpurniano, ha establecido la clara influencia de Ovidio, sin que por eso deje de ser original en más de una ocasión. A su vez, han sido señaladas fuertes influencias de Calpurnio, ante todo, en las cuatro bucólicas de M. Aurelio Olimpo Nemesiano (s. III) ya citadas, y en menor medida en Claudiano (ss. IV-V). En la Edad Media se detectan en las dos églogas con prólogo y epílogo dedicadas a Carlomagno por Modoino de Autun, así como en el Carmen Petri et Pauli, también de la época carolingia, y en las églogas de Marco Valerio (s. XII). En tiempos posteriores se puede citar el Carmen Bucolicum de Petrarca (s. XIV), la Arcadia de Sannazaro (ss. XV-XVI), las églogas de P. de Ronsard (s. XVI) y B. Guarini (ss. XVI-XVII), además de numerosos poetas en lengua latina[18]. Fue particularmente admirado por Fontenelle (ss. XVII-XVIII). En España ha sido ocasionalmente imitado por Bernardo de Balbuena (1568-1627), Rodrigo Caro (1573-1647) y Nicolás Fernández Moratín (1737-1780).
Transmisión textual
C. Giarratano[19] ha clasificado los manuscritos que nos han transmitido las Bucólicas de Calpurnio (junto con las de Nemesiano) en tres grupos de desigual valor, pero que remontan todos, en último término, a un mismo arquetipo. El primer grupo lo forman los códices Neapolitanus V A 8 (N) y Gaddianus Laur. plut. 90, 12 inf. (G), ambos de comienzos del s. XV. A pesar de los no pocos errores debidos a ignorancia y descuido de los copistas, como están casi exentos de interpolaciones, hay que considerarlos como los mejores. Al segundo grupo (V) pertenecen una veintena larga de códices del s. XV que muestran múltiples errores comunes y abundantes interpolaciones. El tercer grupo está representado solamente por el códice Parisinus 8049 (P), de los ss. XI-XII, que comprende hasta IV 12 y ocupa un lugar intermedio entre los dos grupos anteriores. A todos estos manuscritos hay que añadir dos hoy perdidos, pero colacionados en el Renacimiento, el Germanicus de Taddeo Ugoleto y el de Boccaccio; las lecturas del primero aparecen en los códices Riccardianus 636 y Harleianus 2578, mientras que las del segundo sólo en este último. Se conocen, además, extractos en antologías. El estema de los manuscritos es[20]:
La edición príncipe apareció en Roma el año 1471[21]. En España, Juan Gualberto González publicó el siglo pasado una traducción en verso suelto, anotada y con el texto latino[22].
La edición que se ha seguido aquí es la de C. Giarratano.
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