33
Pasada la primera semana todo empieza a verse con más claridad. James se centra y nuestra relación se limita estrictamente a lo laboral. Debo admitir que eso me decepciona un poco, pero no puedo decir que no me lo esperaba.
Salgo del despacho cuando llega mi hora y camino hacia el ambulatorio para esperar a Elena, hemos quedado para ir a dar una vuelta, de algún modo, volver a las rutinas me ayuda a seguir.
-¡Hola Anna! -Me abraza-
-¿Qué tal?
-Uffff... un día entretenido, hay un brote de gripe, así que ya te puedes imaginar...
-Ya.
-¿Y tú qué? ¿algo nuevo respecto a James?
Hago una mueca de inconfundible asco.
-Sabes que no. ¿Por qué no dejas de preguntarme?
-¡Porque es una pena! hacíais tan buena pareja...
Me echo a reír.
-¡Pero qué dices! ¡si no podríamos ser más distintos!
-Precisamente por eso, además ese hombre te miraba de una forma que tendría que estar prohibido. Te quiere Anna, parece mentira que no te des cuenta.
-Se va a casar y tener un hijo con otra persona. Así que no, no me quiere.
Pone los ojos en blanco.
-Lo que tú digas. Yo sé lo que me digo, pero en fin, si no piensas luchar por él... tal vez no te merezca.
-¡Pero bueno! ¿tú de parte de quién estás?
-De la tuya. Siempre. Aunque a veces te equivoques.
Bufo desesperada.
-Por favor, ¿podemos dejar ya el tema?
-Como quieras. -Dice alzando los brazos.- Yo ya te he dicho lo que pienso, me quedo un poco más tranquila.
Entorno la mirada. Me paro y reanudo el camino metiéndome por un estrecho callejón perpendicular a las ramblas.
-¿Dónde vamos?
-Vamos a tomar un helado. Me apetece.
-¿Un helado en enero?
-Es como mejor sientan. ¡Vamos!
-Desde luego eres rara...
Me echo a reír, pero me salgo con la mía.
Diez minutos después estamos frente a la vitrina de los helados italianos. Los devoro con los ojos.
-¿Tú cuál quieres?
-Yo no pienso comer helado. Gracias. Me apetece más un café solo.
-¡Por el amor de Dios Elena! a veces parece que estoy hablando con un jubilado de noventa años.
El chico que hay detrás del aparador me mira. Está esperando a que elija uno y lo tengo complicado. ¡Me los comería todos!
-A ver... creo que ese de allí, -Digo señalando una gran montaña de chocolate- El de nutella.
-¿De nutella? -Me pregunta Elena alarmada-
-¿Qué tiene de malo la nutella?
-Nada si eres una niña de cinco años.
Madre mía ¡qué muermazo de tía! paso de su comentario y me centro en el chico que me pregunta si lo quiero en cucurucho o vaso.
-En cucurucho por favor.
-¿Y usted? -dice mirando a mi amiga, yo también me centro en ella, entrecerrando los ojos mientras espero su decisión-.
-Supongo que tengo que acompañarte, ¿no?.
-Me temo que sí.
-Bien, entonces deme uno de ron con pasas.
Sonrío por su elección, muy de adulta, sí señor...
Salimos al exterior, hace un frío que cala hasta los huesos, pero las dos nos miramos y damos un enorme lametón a nuestros cucuruchos.
-Mmmmm... ¡esto está increíble! -Le digo sin parar de reír- ¿Quieres?
-No gracias. ¿Tú del mío?
-¡Qué va! no hay nada mejor que la textura de la nutella deshaciéndose poco a poco en la boca.
-Seguro que mañana tendremos anginas.
-¿Vas a estar quejándote todo el rato? solo por saberlo...
-No. -Se echa a reír.- Me encanta el helado.
-¡Es un alivio oír eso!
Seguimos lamiendo el cucurucho con devoción, la verdad es que esta escena es un poco porno, pero ahora mismo nos da igual ser el centro de las miradas de los chicos jóvenes, es nuestro momento.
-Te has manchado la nariz. -Dice Y yo alzo mi mano para retirarme los restos de chocolate-.
De repente, mi mandíbula se desencaja tras ver ese ángel perfecto, despidiéndose de un amigo. Le dice adiós con la mano y se da la vuelta mientras mete las manos en los bolsillos de su trenca. Elena se gira siguiendo mi mirada y entonces su cuerpo se vuelve de gelatina, empieza a temblar, tengo miedo de que sus rodillas cedan en cualquier momento.
Carlos arquea las cejas sorprendido tras reconocerla. Nos saluda con la cabeza y cambia el rumbo para venir hacia nosotras.
-¡Me cago en ti Anna! ¿Ahora qué coño hago con el helado?
Me echo a reír. ¡Pero qué cosas tiene!
-¿Qué vas a hacer mujer? comer antes de que se te derrita. Métele unos buenos lametones, seguro que a partir de ahora Carlos te ve con otros ojos.
-Te parece divertido, ¿no?
Sigo riendo sin poder contenerme.
-La verdad es que sí. Mucho.
Me callo en cuanto nuestro Adonis particular se detiene frente a nosotras, es tan guapo que hipnotiza.
-Buenas tardes Elena, Anna...
-Buenas tardes Carlos. ¿Te apetece un poco de helado de nutella?
Le pongo el helado en las narices, se ríe y niega con la cabeza mientras la echa hacia atrás.
-No, gracias. Me parece que no es la mejor época para disfrutar de un refrescante helado.
-Déjame adivinar... preferirías un café solo, ¿verdad?
Me mira extrañado.
-Pues sí, ¿cómo lo sabes?
-Intuición femenina. -Digo sin mucho interés. Ahora no me cabe ninguna duda: estos dos están hechos el uno para el otro. Tienen el mismo nivel de aburrimiento en vena-.
-¿Quieres que nos sentemos a tomar algo? -Pregunta Elena y yo la miro complacida. Mi amiga habla, ¡HABLA! -
-¡Claro! conozco un sitio aquí cerca que sirven un café excelente, podemos ir caminando así os doy tiempo a que os acabéis el helado.
-Oh, qué considerado.
Mi amiga me da un codazo en las costillas tras mi comentario sarcástico. Yo reprimo el quejido y me coloco a su lado, dejando a Elena en medio para que converse con su amor platónico.
Como es de prever en una pareja de aburridos, hablan de trabajo, pero bueno, mientras Elena tenga cosas por decir yo ya me siento satisfecha.
Me doy cuenta que en ningún momento ha vuelto a llevarse el helado a la boca, por lo que se le está derritiendo en la mano y la imagen no puede resultarme más patética. Entonces hace un movimiento inesperado con el brazo y la chorreante bola de ron con pasas se le cae encima. Su involuta camisa blanca ahora parece estar empapada de vómito, debido al color del helado y el moteado de pasas. Sus mejillas arden literalmente, sin poder esconder su vergüenza se disculpa de Carlos y se dirige al bar paquistaní que hay al lado para limpiarse en los servicios. Yo ya he acabado mi helado, ahora solo me queda la crujiente galleta, mientras la muerdo distraída, como quien no quiere la cosa, decido conversar con él. Elena tarda demasiado y tengo miedo de que se aburra y se vaya antes de que regrese.
-Oye Carlos, tengo una pregunta...
-Adelante. -Me incita a preguntar-.
Pobre, no sabe lo que me ha dicho...
-¿Por qué no invitas a cenar a Elena alguna vez? estoy convencida de que si le das la oportunidad te sorprendería.
Me mira extrañado. Yo hago como si nada y sigo mordiendo esa deliciosa galleta a la que todavía le queda algo de chocolate.
-No creo que sea buena idea. Por si aún no te has dado cuenta, me rehúye.
-Te rehúye porque le gustas. Por eso se pone nerviosa, no sabe qué decir y se le caen las cosas de las manos. La confianza en sí misma no es algo que le sobre, pero cuando le das un pequeño empujón y le haces ver su valía, descubres que es una persona increíble: Centrada. Tierna. Empática. Con la que puedes hablar de todo y divertirte.
Mira hacia un lado. Está reconsiderando mi argumento. Parece indeciso así que vuelvo a atacar y arriesgarme un poco a ver qué encuentro si le tiro un poco de la lengua.
-Me he fijado en como la miras. Sé que no te es indiferente. Pero si ninguno de los dos os atrevéis a dar un paso, nunca sabréis si lo que sentís puede o no tener futuro.
-Es difícil.
¡Ya estamos! los hombres y sus dificultades...
-A ver. -Pregunto cansada- ¿Por qué?
-No te voy a negar que Elena me atrae, tiene algo... pero trabajamos juntos, por extraño que parezca no quiero intimar con gente con la que trabajo. Eso de llevarme la faena a casa y que lo único que nos una sean conversaciones laborales es lo peor que hay en el mundo.
-Llegad a un acuerdo.
-¿Qué?
-Proponle una cita con tabús. Prohibido hablar de trabajo, así los dos tendréis que esforzaros en encontrar otros temas de conversación. No cuesta tanto como parece. Además, podéis pactar qué hacer si uno de los dos se salta la norma... puede ser hasta divertido si le ponéis imaginación.
Carlos sonríe. Parece que le estoy convenciendo.
Elena regresa a nosotros poco después. Ha intentado quitarse la mancha, pero se ha puesto demasiada agua y ahora se le transparenta el sujetador. Carlos también se ha fijado y aunque ha desviado súbitamente la mirada, se ha dado cuenta. Yo sonrío, la verdad es que está muy sexy así.
Entonces una fuerte carcajada procedente de él hace que las dos le observemos con estupefacción.
Carlos levanta el pie derecho y pisa con fuerza el enorme trozo de papel de váter que Elena llevaba pegado al zapato.
-¡Por Dios Elena! ¿Qué te pasa a ti con los baños públicos? -Digo alucinado porque no pueda ser más torpe-.
En ese momento me sorprende y en lugar de ponerse roja como un tomate y hacerse más pequeña, se echa a reír. Se retira el pelo de la cara con un movimiento de cabeza y añade:
-Solo me pasan estas cosas delante de ti. -Dice señalando a Carlos con un dedo- Debes traerme mala suerte.
¿Y ese brote de naturalidad? no es propio de ella, pero me encanta que sea así, que se desinhiba un poco delante del chico que le gusta.
Carlos también ríe y por el brillo que adquiere su mirada verde me doy cuenta de que se ha enamorado un poquito más de ella.
Seguimos caminando hacia el bar que nos ha recomendado el buen doctor. Me siento con ellos y pido una botella de agua, el café a las siete de la tarde no es lo mío. Pero ellos sí se piden un café y tras este otro, mientras hablan y hablan esta vez de los hechos acontecidos durante sus Navidades. Yo sobro en este lugar, parece que esté contemplando un partido de tenis. Primero habla uno, luego el otro.
Pero no puedo evitar sentirme feliz por mi amiga, está venciendo su timidez y está dejando que él la descubra y poco a poco la vea como la veo yo.
Tras apurar mi botellín, me excuso y me escabullo para dejarles un tiempo a los dos a solas. Me voy sonriente, sabiendo que al final del día se producirá esa cena, ésta llevará a otra y luego otra más. Si hay algo que tiene Elena es que engancha, en cuanto la conoces ya no te imaginas una vida sin ella, eso mismo le pasará a Carlos, si es que no le ha pasado ya.
Abro la puerta de mi apartamento y Lore se acerca con semblante muy serio a recibirme. No hay risas en sus ojos hoy. Por lo que me doy cuenta que algo ha pasado.
Mi rostro se ensombrece mientras me acerco a él.
-Tenemos que hablar.
Dice y yo empalidezco en el acto. Me acerco al sofá y tomo asiento, toda esta situación me está poniendo los pelos como escarpias.
-¿Qué pasa? -Pregunto con impaciencia-.
-No quería decírtelo, pero creo que debes saberlo.
-Vale. Dime.
Trago saliva y me preparo mentalmente para lo que sea que tiene que decirme.
-Hace días que ha llegado un caso especial de lo más inusual al bufet.
-¿El qué? ¡Lore por favor me tienes en ascuas!
-Vale. Ahí va: Me han asignado un nuevo cliente, Alexa Williams. Acabo de recibir unos documentos y por eso he caído que esa es la mujer que está con tu jefe. ¿Es así?
Mis ojos se dilatan por la sorpresa.
-Sí. ¿Y qué ocurre?
Lore suspira.
-Que conste que esto solo lo hago por ti, esto de violar la confidencialidad de mis clientes no es algo que acostumbre a hacer y lo sabes.
-Lo sé.
-Bien. -Coge aire y se acerca un poco más a mí para hablar más bajo- Esa mujer ha asistido al bufet en varias ocasiones para pedirnos consejo y asesoramiento legal. Ya te he dicho que es un caso inusual, pero el cliente manada y es el que paga.
-Sigue. -Le ruego poniéndome más tensa-.
-Esa mujer nos está pidiendo información acerca de cláusulas matrimoniales para salir ventajosa en caso de divorcio.
-¿Cómo dices? ¡Si aún no se ha casado!
-Lo sé. Pero por lo que sé va a hacerlo pronto y no quiere durar mucho tiempo con él, pretende pedirle un divorcio exprés y llevarse un montón de pasta.
-Madre mía... -Mi corazón se encoje- Pobre James, él no quiere ni pensar que le separen de su hijo.
-Ahí va lo mejor. El hijo que espera no es de James, al parecer es de un novio asiático, alguna vez le ha acompañado al bufet.
-¿Qué dices? ¿cómo lo sabes?
-Ella misma lo ha reconocido. Por eso tiene tanta prisa por casarse antes de que nazca el bebé, en cuanto lo haga su plan se va al traste porque se hará evidente que ese hijo no es de James. Así que lo único que quiere es asegurarse un buen futuro a costa de tu jefe.
-Pero eso no tiene ningún sentido. ¿Por qué os ha pedido a vosotros asesoramiento? ¿Por qué no hace estos trámites en Londres, lejos de él?
-En Londres él acabaría enterándose, ten encuentra que los abogados más reputados trabajan para su empresa. Además, piensan casarse en España, por lo que necesitan estar en consonancia con las leyes de aquí.
-Esto es... -me quedo sin palabras, se me hace un nudo en la garganta.- ¿Cuánto hace que sabes esto?
-Hoy me he enterado que el afectado en cuestión será James Orwell, pero esa mujer lleva viniendo al bufet desde antes de Navidades a espaldas de él. Encima me han asignado a mí su caso y yo le he facilitado todos los datos que necesita. -Sonríe quedamente- Resulta irónico.
-Esto es terrible, ¿todo esto es legal?
-Es legal Anna. Si James firma los papeles que ella le entre ya no habrá vuelta atrás.
-Vaya... estoy convencida de que Alexa se encargará de hacerle firmar varias cosas e infiltrará ese papel sin que él se dé cuenta, abusando de su confianza.
-¿Y bien? ahora que lo sabes ¿qué vas a hacer? ¿vas a prevenirle?
-No. -Digo con contundencia- No pienso mover ni un solo dedo.
-¿Por qué? -Me pregunta extrañado- Creí que él te gustaba.
-¡Y me gusta! Pero ha elegido tener una vida con ella de la forma que sea, si no es lo suficientemente inteligente para tener los ojos abiertos... además, ¿Te haces una idea de lo extraño que resulta que yo le informe de algo así? ¡parece que quiera separarles para salir victoriosa! y eso jamás. Si él no me ha escogido a mí porque prefiere a su novia, que se atenga a las consecuencias, eso sí, has hecho bien en avisarme porque sé que en cuanto se destape todo este asunto él volverá a refugiarse en mí. Pero ahí estaré yo, para recordarle que no soy el segundo plato de nadie, o soy la primera elección o nada.
Lore me mira impresionado. Frunce los labios y permanece así un buen rato.
-Eres demasiado orgullosa reina.
Sí. -Admito sin dudarlo- Soy orgullosa ¿Y qué? estoy cansada de esta situación. Cansada de su poca capacidad de reacción, de que se deje mangonear por esa mujer y no tenga el valor de ponerle las cosas claras. ¿De qué tiene miedo? me niego a creer que solo le impida dar el salto no tener contacto con su hijo, debe haber algo más. A ver, ¿Cómo ha conseguido esa mujer tan insulta tenerlo entre sus redes durante tanto tiempo? ¿No te has parado a pensarlo? porque yo sí y no me cuadra. Nada en esta historia acaba de encajar y eso me da rabia. -Bufo de pura frustración- No seré yo la que le abra los ojos si no veo en él una ligera voluntad de cambio.
Sentencio con contundencia, cruzando los brazos sobre el pecho. ¡Ala! ya he dicho todo lo que pienso.
-Te arrepentirás de esto, lo sabes ¿verdad?
Emito un bufido.
-Tal vez. Pero este asunto no es de mi incumbencia, no voy a utilizarlo a mi favor.
-Está bien, tú verás. Yo me veía en la obligación de contártelo y ya lo he hecho, la decisión es únicamente tuya.
-Lo sé.
-Pero si cambias de idea, te diré...
-¡No pienso cambiar de idea! ¡Ni ahora ni nunca! en lo referente a este asunto tengo las ideas muy claras.
Me levanto y camino dando zancadas hacia la puerta. Antes de salir, escucho como Lore añade por la bajo: "Terca como una mula". No contradigo su opinión, no ha dicho ninguna mentira; Soy terca, orgullosa e incapaz de disimular para aparentar que esta situación no me indigna. ¡Si es que estas cosas solo le pueden pasar a James! ¡Solo él puede estar tan ciego y dárselo todo a una persona que lo único que quiere es aprovecharse de él!
Pasa una semana más en la que intento esquivar todo lo posible a mi jefe y a esa arpía de Alexa. Inevitablemente cuando la veo desfilar del ascensor al despacho de James en mi mente se recrea la música de uno de los documentales de Félix Rodríguez de la Fuente y una voz en off describiendo la fauna que capta el objetivo de la cámara. Creo que leí una descripción hecha por Alex Blame sobre la fauna peninsular que me hizo mucha gracia, era algo así como...:
»"Debido a sus cuerpos y sus extremidades extremadamente largos, su cabeza pequeña y sus ojos grandes y desproporcionados todos los taxónomos coinciden en clasificar a estos curiosos especímenes dentro del orden de los Fásmidos, más vulgarmente conocidos como insectos palo.
La vida de estos insectos, aunque brillante, salvo excepciones, es bastante fugaz. Son unos animales muy sensibles y difíciles de mantener ya que sufren todo tipo de enfermedades terribles; la celulitis, las arrugas o las verrugas y la ganancia de peso son enemigos mortales de esta especie.
Su dieta es casi totalmente vegetariana y muy escasa. Practican la regurgitación de la comida en repetidas ocasiones. Aunque los científicos no han podido ponerse aún de acuerdo en las razones de este comportamiento creen que puede deberse a complejas formas de eliminación de comida sobrante.
Las capas que muestran suelen ser muy variadas pero todas son vistosas y cambiantes y a diferencia del mundo animal, suelen ser las hembras las que llevan los colores más vistosos para atraer a los machos en los sitios de moda y en fiestas VIP, dónde eligen a su pareja por su aspecto y el bulto que hace su billetera. No es común pero se han dado casos en que la hembra se ha comido al macho después de aparearse"«.
Lo que te espera James...
Se me escapa la risa tras esa acertada descripción que ahora me ha venido a la mente. Intento tomármelo así para que me resulte más llevadero, aunque no puedo ocultar lo mal que me cae. ¡No se puede ser más mala! desde que sé lo que trama aún me cae peor, creo incluso que ese odio es mutuo porque no se puede decir que ella me mire como a una secretaria más de la empresa.
Les observo salir cada tarde a los dos juntos y se me revuelven las tripas.
A veces él se para a mirarme, me busca incansablemente esperando una respuesta por mi parte pero esto está resultando demasiado duro de fingir. Cada día siento que estoy un poquito más lejos de él y más terreno me gana ella, que se ha empeñado en seguirlo a todas partes. Sé por qué. Tiene miedo de mí. Ha visto mis pósters repartidos por toda la oficina y esos anuncios que cada día invaden los canales de televisión.
Por suerte la campaña no podría ir mejor, al menos tendrá un buen fondo para compartir con su futura esposa.
En cuanto llega el final de mi jornada, recojo mis cosas y me cuadro frente al ascensor. Últimamente soy siempre la última en salir de la oficina.
Se abren las puertas y me encuentro a James solo. Me pego un susto de muerte, pero no digo nada y me meto dentro. Él, en lugar de salir se queda conmigo.
No sé hacia dónde mirar, indudablemente me he puesto nerviosa. Como ya es habitual, son muchos los sentimientos contradictorios que me inspira y yo no soy capaz de sostener el torrente de emociones que me embargan cuando vuelvo a tenerlo tan cerca sin testigos que nos cohíban.
Suspira, alza su dedo índice y presiona el botón de parada del ascensor. Tardo unos segundos en comprender lo que está pasando y reaccionar.
-¿Qué haces? -Pregunto asustada-.
-Detener el tiempo.
-¿Cómo?
Le esquivo, intento dirigirme a los botones del cuadro y pulsar el de la planta baja pero él retira mi brazo antes de que logre llegar a mi objetivo.
-Aquí solo estamos tú y yo. No existe nadie más.
-¿Y qué pretendes decir con eso? -Pregunto a la defensiva, haciéndome la ingenua-.
No me contesta, alza una mano y pasa sus largos dedos entre los mechones de mi cabello. Y ahí están otra vez esas dichosas cosquillas que él me produce con cada cosa que hace. Mi corazón late audible contra mis costillas y el aliento se me queda atascado en la garganta. Pero debo mantenerme firme y no ceder, pese a que le deseo, le necesito, le echo muchísimo de menos y...
¡A la mierda todos los impedimentos, que la vida son dos días!
Le cojo por sorpresa cuando me tiro literalmente a por un beso, trabo mi boca a la suya con un afán casi febril, no es deseo en absoluto, se trata de pura necesidad, agudizada por el dolor que me supone no poder estar juntos. Sin dejarle apenas espacio para respirar, me muevo con insistencia, desatando todo mi calor, que a su vez se extiende por su cuerpo convirtiéndonos a ambos en una bola de lava incandescente.
Percibo la presión de sus brazos al rodear mi cintura y un segundo después, infiltra sus cálidas manos por debajo de la camiseta. Mi piel me traiciona y se vuelve de gallina, anhelando sus caricias.
Me retira la camiseta por la cabeza antes de volver a besarme, mientras, me entretengo en desabrochar uno a uno los botones de su camisa hasta llevarla hacia los hombros con mis manos y retirársela.
Seguimos besándonos con desesperación, de forma dura, como a nosotros nos gusta. Entonces siento como sus manos me aprietan el trasero y lo masajean, luego asciende, recorriendo con las yemas de sus dedos mi espalda hasta desabrochar el sujetador para liberar mis pechos. Se inclina para metérselos en la boca, yo echo la cabeza hacia atrás y simplemente se los entrego, como todo mi cuerpo que no hace más que seguirle a él en lugar de a mí.
En un ataque de locura me separo, me pongo de rodillas frente a él y desabrocho con urgencia sus pantalones hasta arrastrarlos hasta los tobillos.
Ahí está el motivo de todos mis desvelos. Sonrío y empiezo a chupar de esa forma que ya sé que le vuelve loco. Me aferro a sus caderas y jugueteo con la lengua sobre su miembro, entornando las pestañas para mirarle a través de ellas. Cierra los ojos mientras emite un ronco jadeo. Cuando vuelve a abrirlos, los percibo excesivamente brillantes, ardientes. Verle así me colma por dentro.
Me levanta de un enérgico movimiento y acaba de desnudarme con prisas. Mi respiración se altera, mi cuerpo se estremece y toda yo me deshago cuando él me da la vuelta, colocándome frente al espejo. Me levanta un poco y me penetra desde atrás de una potente envestida, mientras una de sus manos agarra uno de mis pechos con firmeza. Coloco mi mano en el cristal para poner cierta distancia entre éste y mi cuerpo, mientras me dejo vapulear a su antojo. Nuestros ojos se encuentran en el espejo, sé que verme así le pone aún más cachondo. Me inclino hacia atrás, recostando la cabeza en su hombro, dejándome dominar por todo ese placer y James aprovecha para morderme el cuello. Chillo, él gruñe, me penetra sin piedad una y otra vez, elevándome sin esfuerzo hasta que me dejo ir, sintiendo como su insistente miembro se cava un profundo hueco dentro de mí.
En cuanto terminamos, alza su rostro para mirar al frente y encontrarme en el espejo. Los dos estamos sudando y respirando con dificultad tras lo ocurrido. Con delicadeza, vuelve a depositarme en el suelo, se agacha para recoger mi ropa y entregármela.
Me visto como puedo, aún me falta el aliento, incluso la cabeza me da vueltas.
James se retira el preservativo con sumo cuidado, no sé en qué momento se lo ha puesto, pero por suerte uno de los dos tiene cabeza.
Cuando estamos más o menos presentables, vuelve a presionar el botón de planta baja, se acerca a mi oído y susurra:
-Fantasía número uno cumplida.
Se me escapa una discreta risilla que intento contener a toda costa.
El ascensor se detiene y Pol, se queda sin habla en cuanto nos ve. Salgo decidida del pequeño habitáculo mientras me recoloco el pelo, miro hacia atrás y sonrío, James me devuelve la sonrisa y las puertas se vuelven a cerrar. Seguramente ahora regresa al lugar de partida para recoger aquello que se ha dejado.
Antes de salir del edificio, bajo la atenta mirada del guarda de seguridad, digo:
-Esta vez sí Pol, y ha sido sensacional.
Empieza a reír de forma descontrolada tras saber a lo que me refiero. Yo acompaño sus risas mientras me dirijo hacia la puerta acristalada con la cabeza bien alta. Sé que él no dirá nada de lo que ha pasado dentro del ascensor, así que no me preocupa, lo único que me impide vivir plenamente el recuerdo de esta aventura, es el arrepentimiento que intuyo que experimentaré mañana, pero como dice mi madre: "mañana queda muy lejos y ahora nadie me quita lo bailao".