28

 

 

              Ya se han ido mis amigos, entre lágrimas y achuchones han regresado a sus casas, a pasar las fiestas o parte de ellas con la familia. Yo me dispongo a hacer lo mismo, pero soy la última en abandonar el piso, mis padres viven aquí al lado. En Gerona.

              Lore se va a Córdoba, Elena a Ámsterdam y Mónica a Valencia. Ahora que pienso... no ha vuelto a mencionar nada de ese muchachito que le enviaba flores, como siempre, suele callarse las cosas más interesantes, aunque apuesto a que le ha gustado la experiencia, pese a que nunca lo admitirá.

              Acabo de cerrar mi maleta. Para un par de semanas llevo un montón de cosas, como siempre todo por si acaso. También me acuerdo de incluir los regalos para mis padres, las entradas de teatro para ir a Madrid a ver el musical del rey león. No paraba de verlo anunciado en todas partes y generaba una gran expectación así que en cuanto regresé de mi viaje, saqué las entradas con toda mi ilusión por internet. Seguro que les va a encantar.

              Voy al baño para coger mi neceser, es lo último que me queda por incluir en la maleta. Me aseguro de llevar mi maquillaje preferido, mis colonias, gomas para el pelo, cepillos, cremas… ¡perfecto! No me dejo nada importante.

              Antes de que logre llegar a la habitación llaman al timbre. Automáticamente miro el reloj, no sé quién puede ser a estas horas.

              Maldigo los viejos apartamentos que no tienen portero automático y no puedes dar esquinazo a la gente sin necesidad de que suban a tu casa.

              Abro la puerta, estoy algo distraída, pero cuando reconozco la persona que hay al otro lado intento cerrar de nuevo.

              Su mano se interpone en la grieta, le empujo pero no hay manera.

              -¡Vete! –Digo enfadada por su insistencia-.

              -Necesito hablar contigo Anna, por favor…

              -No tenemos nada de qué hablar. Como no pares llamaré a la policía, ¡juro que lo haré!

              Suspira.

              -Solo te pido que me escuches, necesito que lo entiendas.

              -¡Lo entiendo todo perfectamente! Vete.

              Se retira lo suficiente como para que yo pueda cerrar la puerta. Respiro aliviada mientras recuesto mi espalda contra el marco de madera.

              -Algún día tendrás que salir, -Me recuerda con toda su tranquilidad- te estaré esperando Anna. No pararé hasta que escuches lo que tengo que decirte.

              ¡Maldita sea! Me muerdo el labio inferior confusa. ¿Qué puedo hacer? ¿Llamo a Lore? Pero a estas alturas ya debe estar cerca de Córdoba. ¿A la policía? Eso me resulta un tanto excesivo. Suspiro, me muerdo los nudillos con decisión. Trascurridos unos minutos me recompongo, alzo un sólido muro de indiferencia y abro la puerta para dejarle entrar.

              -Gracias. –Susurra. Mis pupilas se dilatan al verlo entrar con una maleta. Ha dejado a un lado su habitual traje antiguo, me gusta su ropa informal: el polo de rayas grises que lleva, su cazadora de cuero marrón G-Star y esos tejanos de cintura baja que tan bien le quedan-.

              -¿Qué haces que no estás en Londres? –Espeto a la defensiva-

              -He cambiado de opinión en el último momento, al final me quedo aquí.

              -Ah.

              Él toma asiento en el sofá, pero yo me mantengo erguida como un faro, con los brazos cruzados sobre el pecho y la expresión más fría que puedo mostrar. Quiero que se sienta incómodo para que se vaya antes.

              -Alexa se ha ido en el vuelo de las siete. –Emite una triste sonrisa- Se ha enfadado muchísimo cuando le he dicho que no subía justo antes de embarcar.

              -¿Por qué lo has hecho?

              -Le he dicho que tenía cosas urgentes que acabar aquí y si me iba no estaría tranquilo.

              -Bueno. –Frunzo el ceño- ¿Y a mí qué me cuentas? Me da exactamente igual lo que os traigáis entre manos, es asunto vuestro.

              -Anna… -Alarga mi nombre más de lo debido, se pasa las manos por la cabellera rubia antes de mirarme atentamente a los ojos- En realidad lo único que tenía que hacer aquí era hablar contigo.

              -¿Conmigo?

              -Sí. Por favor, ¿puedes sentarte unos minutos?

              Le miro desde las alturas un rato, finalmente decido negarme y esperar paciente a que proceda, dado que no podré librarme de él hasta que lo haga.

              -Está bien, te lo diré de todos modos. –Traga saliva, llena sus pulmones de aire y continúa.- Mi situación no es fácil. Solo quiero que sepas que si las cosas no estuviesen tan sumamente enredadas por mi parte, hoy por hoy nuestra relación sería diferente. Si pudiera decidir, escoger lo que realmente quiero en lugar de lo que debo, estaría contigo.

              Le miro atónita. ¡Qué coño se ha creído!

              -Eso suponiendo que yo quisiera estar contigo. Sigue. –Le ordeno y él sonríe por lo bajo antes de continuar-.

              -Ojalá pudieras ponerte en mi lugar, es tan frustrante… yo solía ser una persona normal; Me levantaba cada mañana, hacía las mismas cosas, mis relaciones siempre han sido monótonas, básicamente por necesidad, implicándome lo justo hasta estar satisfecho y luego saltar de la cama para darme una ducha y dormir hasta el día siguiente. –Pongo los ojos como platos, ¿enserio está hablándome de esto?- Lo tenía todo controlado y creía que estaba bien. En cierto modo yo ya era feliz así, no conocía otra cosa. –Hace una breve pausa- Pero luego te conocí a ti: tan diferente, carismática… no solo me cautivaste desde el primer beso, me hiciste ser otra persona, otra que siempre ha estado ahí a la sombra, a penas se atrevía a salir hasta que tú te has encargado de tirar de ella hasta sacarla a la superficie. Todo lo que pensaba, lo que creía saber sobre las relaciones, en definitiva, todo mi mundo se vino abajo en el instante en que me di cuenta que estaba equivocado. No estaba viviendo una vida, sino sumido en un largo letargo del que tú me has hecho despertar. Lo peor de todo es que ahora solo puedo sentirme realmente bien cuando estoy contigo y no quiero dejarte escapar, pese a que soy consciente de que no puedo retenerte. -Alza su rostro para mirarme- Hasta aquí qué piensas.

              Suspiro. Creo que sí debo tomar asiento después de todo. Me acerco al sofá, dejándome caer en la otra punta.

              -Pienso que no sabes lo que dices. A mí no me conoces lo suficiente como para que te haga sentir todo eso. Creo más bien que se trata de un capricho pasajero.

              -No lo es. Te aseguro que puedo prescindir de un capricho, pero no de ti. He deseado besarte cada segundo desde que te vi en el despacho de mi padre hablando con él la primera vez. Incluso tu sola presencia me provocaba pellizcos en el estómago y eso, que yo recuerde, no me ha pasado nunca con nadie, ni siquiera con Alexa. Así que no, no es un capricho. Por eso tampoco quise contarte que tenía novia, tenía miedo que la química que había entre nosotros en Madrid se esfumara si te enterabas. Hice mal y te pido perdón por ello.

              -Ahora ya no importa, he tenido tiempo de sobras para hacerme a la idea.

              -¡Para mí sí importa! Porque te he perdido.

              -Nunca me has tenido para perderme.

              -Ya sabes a lo que me refiero...

              Suspiro.

              -¿Y qué es lo que quieres James? ¿Por qué vienes aquí y me cuentas todo esto? ¿Quieres formar una vida junto a esa rubia larguirucha, tener una familia, una casa, incluso un perro y yo quedarme con lo único que está claro que te interesa de mí, con el sexo? Dime, ¿quieres que sea tu amante?

              -¡No! –Chilla, parece profundamente ofendido- ¡Para nada! ¡Maldita sea Anna! ¿Es que no has escuchado nada de lo que acabo de decirte? Cambiaría todo lo que tengo, todo lo que soy por poder estar contigo, te lo aseguro.

              -Y bien, si eso es así, ¿Por qué continúas con todo esto? ¿Qué sentido tiene ya cuando tu prometida no te inspira esos sentimientos que dices que yo sí?

              -No es tan sencillo. No puedo dejar las cosas sin más.

              -Porque la quieres.

              -No la quiero.

              -Yo creo que sí.

              -Pues te equivocas.

              -Sería la primera vez.

              -Anna por favor, -Suspira cansado- Alexa no me gusta en absoluto.

              -¿Entonces? -Le presiono-

              -Estoy con ella porque está esperando un hijo mío. Solo eso.

              ¡SOLO! encima dice ¡solo! ¡le parecerá poco al muy capullo! Hasta aquí he llegado y no puedo continuar escuchando ni una palabra más y seguir manteniendo toda mi endereza.

              Percibo como mi mente se bloquea, cierro la boca y no puedo articular palabra alguna, pero él no cede en su empeño de seguir dándome explicaciones, hundiendo aún más si cabe el dedo en la yaga.

              -Me enteré al poco de venir aquí de que estaba embarazada. Se me quedó la misma cara que tú tienes ahora, te aseguro que siempre hemos tenido mucho cuidado pero… supongo a veces estas cosas ocurren. Por eso me resigné a hablar con mi padre, llevaba muchos años sin hacerlo y en ese momento de desesperación, pensé que él podría ayudarme dejando a un lado nuestras diferencias de los últimos años. Así que abandoné los estudios de aeronáutica que estaba cursando, lo principal era ponerme a trabajar. Entonces él me dijo que se jubilaba y necesitaba que alguien de confianza llevara su empresa en España, puesto que esta es su favorita. No lo pensé demasiado, tenía estudios de dirección y gestión de empresas así que lo vi como una oportunidad. Es lo único que se me ocurrió para abrirme camino.

              -Entonces le pediste el trabajo a tu padre... -repito en voz baja, intentando extraer mis propias conclusiones.-

              -Ya sé lo que estás pensando, y no te equivocas. Mi padre y yo nunca nos hemos llevado bien, supongo que eso no es ningún secreto, es... es complicado de explicar. Pero al menos debo reconocer que me ha ayudado cuando más le necesitaba, aunque eso no excuse tantos años de abandono y... -suspira- Eso es lo de menos ahora. -Responde tajante sin añadir más detalles-.

              Esto está siendo más duro de lo que esperaba. Hay demasiada información escondida tras sus palabras como para poder asimilarla toda de una vez. James vuelve a pasar las manos por su cabeza, detecto cierto grado de nerviosismo y no es para menos.

              -Lo peor de esta situación es que no puedo hacer nada para cambiarla.

              -Pero James, estamos en pleno siglo XXI, no hace falta que te cases con una mujer si no la quieres solo porque está esperando un hijo, hay otras formas de hacerte cargo de esa criatura.

              -¿Crees que no lo he intentado? no es la primera vez, incluso antes de venir a España intenté buscar alternativas pero... tú no conoces a Alexa. Ella quiere una familia y si no estoy dispuesto a hacerme cargo de ese crío de la forma que ella cree que es la mejor, me apartará de su vida para siempre. Me ha amenazado con hacerlo y sé que lo dice enserio, son demasiados años juntos. Por desgracia para estos asuntos la ley está de su parte y no le resultará difícil ocultar la paternidad de su bebé con tal de que yo no pueda acercarme a él. -Alza su rostro para encontrarse con el mío que permanece en estado de shock- Posiblemente no lo entiendas y es natural, pero no puedo abandonar a mi hijo Anna, eso no puedo. Más teniendo en cuenta que yo he vivido en primera persona lo que es quedarse sin un padre, para mí fue una experiencia traumática por muchas razones... así que, aunque solo sea por él, debo hacer lo correcto.

              -Vaya… -Inhalo una enorme bocanada de oxigeno y la exhalo con lentitud, es tan leal y responsable, tan desfasado y anticuado para cosa que hace...- no sé qué decir James, esto me sobrepasa: Alexa, tu hijo, tu padre...

              Sonríe quedamente.

              -Respecto a mi padre, ¿Quieres saber algo que me ha perturbado durante todo este tiempo? De hecho he tardado un tiempo en admitirlo, es como si mi mente se negara a ello.

              No sé si quiero que me explique nada más, pero no tengo fuerzas para negarme.

              -Mis padres se divorciaron cuando yo tenía dieciséis años. A nivel personal, por aquella época yo estaba atravesando una de esas etapas de confrontación con el mundo y lo de mis padres no hizo más que incrementar mi malestar. Antes de eso él lo era todo para mí, un sólido pilar en el que apoyarme, estábamos muy unidos y por eso me costó tanto superar su marcha. No entendía por qué nos hacía esto, por qué de repente mis padres se tenían tanto odio. Recuerdo que todo empezó cuando él decidió abrir esta nueva empresa en España. Aquí conoció a una española y lo abandonó todo sin pensárselo dos veces: familia, hijos, amigos… por eso mismo siempre le he odiado a él y a este país con todas mis fuerzas. -Hace una pausa- Hasta que yo mismo he vivido en mis propias carnes lo que es perder la cabeza por alguien. Realmente ahora puedo ponerme en la situación de mi padre y en cierta manera, entenderle. Resulta fácil dejarse llevar cuando lo tienes todo y sientes que no te falta nada más para ser feliz. Pero no puedo permitir que eso me pase a mí también. Si de algo me ha servido esta experiencia, es para no cometer los mismos errores que él cometió conmigo. De hecho, ni a mi peor enemigo le deseo todo por lo que yo he tenido que pasar...

              -¿Realmente ha sido para tanto James?

              Me mira sin asomo de duda en su mirada azul.

              -Ni te lo imaginas. Aunque me temo que ahora no estoy mentalmente preparado para hablar de lo que supuso para mí todo aquello, aún hoy me resulta demasiado duro.

              Trago saliva. Me revela fragmentos de su vida con cuentagotas pero al menos, ha dado un paso decisivo hoy, aunque con reservas, se ha abierto más de lo que esperaba, eso no puedo negárselo.

              -Lo tienes todo decidido. -Afirmo con un aire de tristeza- Sabes perfectamente lo que debes hacer. ¿Entonces de qué sirve contarme precisamente a mí todo esto?

              -Necesito que te pongas en mi lugar, que entiendas mis motivos y sobre todo, que nunca pienses que he pretendido aprovecharme de ti o hacerte daño de algún modo.

              -¿Y qué más te da eso?

              -Porque me importas Anna. Por eso.

              Parpadeo un par de veces, mis ojos están a punto de quedarse secos tras no cerrarlos durante gran parte de su discurso. Entonces comprendo que, realmente, lo que espera de mí es mi perdón. Quedarse en paz conmigo para poder vivir la vida a su manera. Me armo de fuerza y de valor para decir aquello que sé que me va a doler, pero que a él va a quitarle un gran peso de encima.

              -Está bien James. Lo entiendo, lo respeto y lo comparto. Gracias por sincerarte conmigo. Que sepas que por mi parte no te guardo ningún rencor, lo que ocurrió no se puede cambiar, pero te prometo que no saldrá nada de mis labios que pueda perjudicar tu relación con Alexa y ese hijo que esperas.

              Su mirada se suaviza.

              -Necesitaba oír eso. Gracias.

              Asiento y me pongo en pie. Ahora tengo un largo trayecto en tren por delante para seguir dándole vueltas a todo lo que acaba de pasar. Hoy estaré muy entretenida, taciturna y tal vez algo más sentimental que de costumbre, pero ya se me pasará.

              -No quiero echarte, de verdad, pero tengo que irme. Mi tren sale dentro de media hora.

              Él asiente, levantándose también del sofá.

              -Anna… sé que podrá parecerte raro y más tras esta enorme dosis de sinceridad, pero ¿puedo hacerte una propuesta?

              -Creo que no.

              -¡Pero si aún no la has escuchado!

              Suspiro resignada.

              -A ver, dime. Pero que sea rápido, no tengo mucho tiempo.

              -¿Puedo llevarte en coche hasta casa de tus padres? -Bueno, su propuesta no me desagrada, después de todo seguro que por su culpa pierdo el tren.- Y…

              -¿¿¿Y???

              -Si no es mucha molestia... ¿podría ser un huésped en vuestra casa los próximos días?

              -¡¿Cómo?!

              -Un invitado… -sonríe- me gustaría ver la inauguración de la campaña publicitaria junto a ti. Además, estoy dispuesto a pagar todos los gastos que ocasione.

              Niego con la cabeza aturdida. No doy crédito a lo que acabo de oír. ¿Pasar las navidades con mi familia? ¿Sabiendo todo lo que sé de él? ¡Y con los míos! Debe de ser una broma. Además, ¡él no sabe como es mi familia! Solo de pensar en el cabreo de papá al verle… sonrío para mí de forma perversa. Por otra parte no está mal pensado, seguro que mi padre le mete en vereda rápido y deja de seguir encaprichándose conmigo, que en el fondo es eso lo que le pasa.

              -Bueno. –Acepto reprimiendo la risa y encogiéndome de hombros a la vez.- Tú verás lo que haces, te aseguro que mi familia no es nada convencional.

              -Bien. Como tú entonces…

              Ahora sí que no puedo dejar de reír.

              -Peor, mucho peor, te lo aseguro.