Los clásicos: Perrault, Grimm, Andersen

Alguno de los cuentos populares en la Francia de 1697 son contados por Charles Perrault (1628-1703) en Histoires ou contes du temp passé avec de Moralités. Cenicienta, Pulgarcito, La bella durmiente, El gato con botas, Caperucita roja, Piel de asno, Los deseos ridículos, Grisélida, Las hadas, Riquete el del copete, Barba Azul, once cuentos -que no más- revividos por un «artista culto que utiliza los artificios del arte culto para construir obras tradicionales. Estos datos aparentemente contradictorios se combinan y desembocan en una obra que es profundamente popular […] Conscientemente o no, devuelve a este arte desconocido su pureza y le abre las puertas de la gran literatura», señala Marc Soriano en su agudo estudio sobre Perrault 10 .

Jacobo (1785-1859) y Guillermo Grimm (1786-1863) publican en el año 1812 Cuentos para niños y el hogar (Kinder und Hausmarchen). «La colección de los hermanos Grimm ha sido sometida a examen por varios estudiosos. Se ha comprobado que cierto número de cuentos son legítimos -advierte Roger Pinon-, aunque retocados en su estilo; otros son el resultado de la versión de varias versiones orales en una sola; por fin, otros son adaptaciones de cuentos extranjeros, tomados de Perrault, de los países nórdicos, de Europa occidental, etc.» 11 .

Perrault, Andersen (1805-1875) (Cuentos de hadas, 1835) retoman los cuentos orales, oídos, y, desde esa amplia base, escriben un nuevo texto, precisan cada vocablo, vuelcan en su relato su visión de autor. Irónica, cortesana, racional, moralista, en Perrault; sentimental, nostálgica, desgarrada y creyente en Andersen.

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Los dos señalan la procedencia popular de sus cuentos; pero uno es un hombre del Siglo de las Luces, irónico y elegante erudito, académico, hombre de la corte de Luis XIV; el otro, hijo de un zapatero danés, autodidacta, solitario, reviviendo la naturaleza en su sensibilidad romántica, nostálgico, creyente, desesperanzado. Perrault, Andersen, son escritores, no transcriptores de una materia literaria oral, pero son hombres influidos por las corrientes literarias de la época que les tocó vivir-sobrevivir-escribir, y por lo tanto de estilo fácilmente identificable.

Grimm-Perrault-Andersen, al margen de su obra general, han alcanzado fama perdurable, por los cuentos para niños. No nos adentramos en el problema de si las obras estuvieron conscientemente destinadas a los niños. Partimos del hecho indubitable, de autores ya clásicos de la literatura infantil. Pero al constatar la enorme, increíble difusión -tantas estragadas ediciones para niños- de su constante reedición, reactualización, surgen interrogantes de no fácil respuesta.

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A) Al nombrar Grimm-Perrault-Andersen, ¿no se tiende a construir una unidad, una tabla rasa, cuyo enunciado sería: autores de cuentos para niños? ¿No uniformamos las diferencias de estilo? ¿No se borra incluso el nombre del autor para aludir y reconocer cuentos oídos y leídos en la infancia? O ¿no desaparece autor, estilo, motivos, suplantados por la fuerza de los personajes (Hans y Grettel, Cenicienta, El patito feo), o por situaciones donde priva la acción de los personajes?… Los niños abandonados encuentran la casa de chocolate y almendras en medio del bosque, la transformación de Cenicienta en la bella del baile, el patito feo convertido en el cisne más hermoso… ¿Cómo llegan hasta el iletrado niño pequeño estos cuentos? ¿Oralmente? ¿En qué grado podríamos hablar del proceso de tradicionalización?

B) ¿Cuáles son los cuentos que escuchan los niños urbanos en la actualidad de su núcleo familiar o escolar? ¿Qué les cuentan los adultos alejados de la tradición oral, ya que esta tradición ha sido desplazada por medios técnicos de comunicación -radio, televisión, cine-…? ¿Qué comunicación oral tienen hoy los niños con los adultos y con la imaginación tradicional? ¿En qué medida el reconocimiento de un mínimo inventario de cuentos -Cenicienta, Garbancito (Pulgarcito), Pulgarcilla, Caperucita, Blancanieves, Los siete cabritos, La bella durmiente, Hans y Grettel, Los tres cerditos, Aladino, La ratita presumida- nos puede hacer creer en la pervivencia de una tradición oral?

¿Cuáles son los cuentos que escucha el niño rural, en su medio familiar comunal? ¿Qué papel juega el niño mayor en la transmisión oral?

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C) En este mínimo inventario de cuentos infantiles reconocidos tropezamos con otro dato importante: la masiva difusión de Grimm, Andersen, Perrault, algunos cuentos de Las mil y una noches, en ediciones para niños, y la importancia de la ilustración, que los convierte, en ciertos casos, en narración por la imagen.

En estas ediciones constatamos un amplio abanico desde:

Colecciones que guardan el nombre del autor, estructura, tema, motivos y nivel verbal del cuento y cuidadas ilustraciones.

Colecciones -libro regalo- con ilustraciones que desplazan el nivel verbal, mantienen estructura, tema general y nombre del autor, figurando, a veces, el adaptador.

Adaptaciones con fines educativos, instructivas, de divulgación en «libros del idioma», lecturas escolares -escasas ilustraciones en los textos de antes- y nutridas en los libros actuales.

Colecciones con modificaciones del texto, sin nombre del autor ni adaptador, profusión de ilustraciones (por imperativos comerciales de ampliar la circulación), reducción del formato, libros populares, «juguetes instructivos» (a la manera de los pequeños libros de cuentos de Calleja).

La modificación opera por:

Reducción en el nivel verbal y supresión de secuencias.

Sustitución del texto por la función narrativa de las ilustraciones.

Amplificación por elementos didácticos introducidos en la narración y moraleja final.

Es evidente (puntos 2, 3 y 4) la relación existente entre literatura popular y libro infantil. Seguimos las claves propuestas por Geneveve Bollème, en su prólogo a la antología de literatura popular, a partir de la «noción ambigua de popularidad de un texto, que se ha adquirido de una doble manera [pervivencia] de ciertos textos a través del tiempo, criterio de éxito en la duración temporal y éxito de venta o comercialización» 12 .

· Aunque guardan nexos con la tradición oral, estos textos no son tradición oral.

· Texto simplificado, de escasa lectura, con numerosas ilustraciones, sirviendo a una intención utilitaria, la de iniciar a un desciframiento-aprendizaje -24 del lector, o dar un conocimiento a los iletrados.

· No existencia de reglas, exceptuando las que fijan los refundidores-editores, detectando los gustos del consumidor.

· Libro-letra impresa abierta a todas las modificaciones.

· Amplias colecciones para el consumo, frágiles, de reducido formato, precio -recordar los cuentos «Juguetes instructivos», trescientos pequeños tomos de Calleja-, ediciones que no quedan en las bibliotecas, libros de recreación, seguidos por lo efímero de su consistencia.

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¿Qué función cumple esta literatura popular infantil? ¿Estas refundiciones tienen algún valor? ¿Debemos desecharlas del contacto con el pequeño? ¿O aceptarlas como un juguete-letra sin valor, que adquirimos con las golosinas que gratifican su oralidad?

Todos estos interrogantes -muchos de ellos sin posibilidad de solución- nos llevan a esbozar ciertos indicios, para emprender estudios posteriores sobre temática tan compleja y enmarañada. Apuntamos:

a) Si los textos de autor proceden de ediciones fiables, y en la reelaboración oral de adultos-niños son tomados como textos abiertos, dándose en esa reelaboración los mecanismos de modificación (supresión-ampliación-alteración), vigentes para el núcleo familiar-escolar-comunal, podríamos hablar de proceso de tradicionalización.

b) En casos de reconocer un mínimo inventario de cuentos (como el anteriormente señalado) pertenecientes a la memoria de un grupo (familiar-comunal), perviviendo oralmente o reconocido como «cuentos viejos», «de los de antes», «lo contaba mi madre que lo aprendió de la suya», «se decía de antiguo», «lo oí de niño», podríamos hablar de vestigios de la tradición oral.

b1) Si el inventario se ampliara en cuentos mágicos, de encantamiento, de hadas, religiosos, de aparecidos, de fórmulas, de bobos, hablaríamos de pervivencia de la tradición oral.

c) Los textos provenientes de las colecciones populares para niños, ya sean de autor declarado o refundidos (de recuerdo colectivo), que conservan personajes y argumento general, donde la ilustración-imagen narra asimismo, cumplen la función de alimentar una apetencia cultural inicial, siendo testimonios sociológicos en el estudio de la literatura; los valoraríamos como continuidad de la memoria de la temática tradicional.

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La aventura de oír: cuentos y memorias de tradicion oral
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