Capítulo 26
A la mañana siguiente Anne se levantó nerviosa y excitada ante la inminente boda. Al fin iba a convertirse en la señora de McLachlain. También estaba muy feliz de saber que su padre iba a entregarla al hombre que amaba.
Anne rememoró todo lo ocurrido desde que viera a Devlin por primera vez en el barco. Al principio había sentido miedo y desprecio por ese hombre, pero poco a poco se fue convirtiendo en deseo y más tarde en amor.
Un amor que había sufrido en silencio al pensar que nunca iba a ser correspondido. Se asomó a la ventana y sonrió de felicidad al ver que su amor por él si había sido correspondido.
Tocaron a la puerta y Natalie asomó la cabeza para ver si su señora seguía durmiendo. Al ver que la cama estaba vacía, entró y cerró tras ella. Su señora estaba mirando por la ventana y sonreía de felicidad. Y no era para menos, hoy se iba a casar con el señor y eso era algo que la llenaba de felicidad.
—Su padre y el señor están desayunando en el comedor mi señora — le dijo mientras la ayudaba a vestirse — ¿desea que le sirvan allí el desayuno?
—Por supuesto Natalie — le dijo mientras se sentaba en el tocador para que la peinara — pero antes debo buscar a Kathleen. ¿Se ha despertado ya?
—He pasado hace un momento por allí, y estaba jugando con sus muñecas — le dijo Natalie mientras le daba el último retoque.
—Muy bien — Anne se levantó y se dirigió a la puerta, pero antes se volvió de nuevo hacía Natalie — ¿Natalie?
—¿Si mi señora?
—¿Está todo arreglado para esta tarde? — le preguntó.
—Por supuesto mi señora — Natalie le dedicó una gran sonrisa — Harris se ha encargado de todo.
Anne afirmó con la cabeza y se dirigió hacia la habitación de la pequeña.
Devlin estaba deseando que llegara esa tarde y convertir a Anne en su mujer. Aunque para él ya lo fuera, necesitaba jurarle amor ante dios y todos sus amigos y familiares. Michael también se iba a casar en ese momento, y él tenía a sus padres para estar a su lado.
Él sabía, que desde el cielo sus padres le estaban dando su bendición. Apenas se acordaba de sus rostros, ya que era muy pequeño cuando ellos murieron.
Estaba entablando una buena amistad con Thomas. Él le contó por qué había sido enviado a ese barco y él motivo por el cual se había apoderado del barco.
—Se puede decir que su hija se puso en medio — estaba diciendo en ese momento mientras desayunaban tranquilamente en el comedor — empezó a gustarme y a desearla como nunca antes había deseado a ninguna mujer, ni siquiera a mi esposa.
—Y te diste cuenta de que te habías enamorado de ella — dijo Thomas.
—Así es — Devlin lanzó una gran carcajada y su futuro suegro se unió a él.
Anne llegó a la sala y escuchó las risas que provenían del comedor. Sonrió con felicidad al saber que su padre había aceptado a Devlin.
Se dirigió al comedor con la pequeña en brazos. Se paró durante unos segundos en la puerta del comedor. No sabía por qué estaba nerviosa, pero lo estaba. Respiró hondo varias veces para calmarse y abrió la puerta.
Su padre y Devlin estaban sentados uno frente al otro y reían con ganas mientras desayunaban. No se habían dado cuenta de su presencia y Anne se mantuvo callada durante unos segundos.
—¡Papá, abuelito! — gritó la pequeña mientras intentaba zafarse de sus brazos.
Anne dejó a la pequeña en el suelo y salió corriendo a los brazos de su padre. Ella siguió a la pequeña y se acercó a su padre para darle un beso en la mejilla.
—Buenos días padre, ¿has dormido bien? — le preguntó con una sonrisa.
—Muy bien hija.
Anne fue a sentarse a la mesa para desayunar, cuando Devlin habló.
—¿Para mí no hay ningún beso de buenos días? — le preguntó mientras le sonreía con picardía.
—¡Oh! — Anne se había sonrojado y bajado la cabeza.
Devlin lanzó una gran carcajada, se puso en pie con la pequeña en brazos y se acercó a ella.
—Buenos días preciosa mía — le dijo en un susurro mientras se inclinaba ante ella y le depositaba un pequeño beso en los labios.
—¡Oh! Buenos días — dijo en un pequeño susurro mientras se sentaba en la mesa.
Demonios, se había vuelto a sonrojar. Estaba su padre delante y le daba un poco de vergüenza.
Le trajeron el desayuno y todos comieron en silencio.
Cuando terminaron, Devlin le preguntó a su padre si quería acompañarle a ver sus propiedades. Thomas aceptó encantado.
—¿Me espera en la sala un minuto? — le preguntó a su padre.
—Por supuesto — su padre se acercó a la pequeña — ¿vienes conmigo y dejamos a tus papás un rato a solas?
—Vale — le dijo la pequeña mientras se bajaba de sus brazos — ¿vas a contarme otro cuento?
—Por supuesto — dijo su padre mientras la cogía en brazos y la llevaba a la sala dejándolo solos a ellos dos.
—¿Ocurre algo? — preguntó Anne con extrañeza mientras se levantaba y se acercaba a él.
—No, no ocurre nada — le dijo mientras la cogía entre sus brazos y la besaba con pasión.
Anne se abrazó con fuerza a él y se entregó por completo a ese magnífico beso.
Devlin puso fin al beso apartándola con suavidad de su cuerpo.
—Devlin — dijo Anne en un pequeño susurro.
—Sabes, me he dado cuenta de que te da un poco de vergüenza besarme delante de tu padre — dijo Devlin mientras reía — por eso he querido que nos quedáramos a solas durante un rato. Por dios, necesitaba besarte.
—Oh, eres malo — le dijo mientras se separaba de él — ¿crees que mi padre no sabe lo que estamos haciendo?
—Es posible — volvió a lanzar una carcajada — pero al menos no nos está viendo.
Volvió a darle un pequeño beso y se dirigió a la sala. Anne le siguió esperando que su padre no notara nada. Era un tontería que pensara así, ya que se iban a casar esa misma tarde y también iba a tener un hijo suyo.
Anne avanzaba por el pasillo de la iglesia del brazo de su padre. Su hombre la estaba esperando en el altar junto a Michael. Su amiga iba detrás de ella del brazo de su suegro.
Al llegar al altar, su padre la entregó a Devlin.
—Te entrego a mi hija, que es el tesoro más valioso que tengo — Anne estaba a punto de echarse a llorar — espero que la ames y la cuides por el resto de tus días.
—No se preocupe, la amo y la amaré por el resto de mis días — le contestó Devlin mientras le cogía las manos.
Su padre asintió, se apartó a un lado y dio comienzo la ceremonia.
Todo fue muy hermoso y emotivo. Al finalizar la ceremonia Devlin la besó con fervor.
—Ahora eres mi mujer ante los ojos de dios — le sonrió con dulzura — te amo más que a mi vida Anne.
—¡Oh Devlin! — Se abrazó con fuerza a él — yo también te amo.
Él le sonrió y salieron de la iglesia para dirigirse a la casa, donde Harris tendría todo preparado.
Se subieron a los coches y todos se dirigieron a la recepción. Subieron a la pequeña Kathleen con ellos en el coche, y por el camino no paraba de hablar de lo que había ocurrido y de que ahora tenía una mamá de verdad.
—¡Ah! También tengo un abuelito bueno que cuenta cuentos — dijo la pequeña con alegría.
—Sí Kathleen, así es.
—Y, ¿cuándo va a venir mi hermanito para jugar con él? — preguntó mirando a su mamá.
—Ya queda poco pequeña.
—A tu mamá le tiene que crecer mucho la barriga. Mira, así — Devlin junto las dos manos y las separó un buen trozo de su cuerpo.
—¿De verdad se va a poner mamá tan gorda? — preguntó mirando la barriga de su mamá.
—Oh pequeña — dijo Anne mientras miraba con dureza a su esposo — no le hagas caso a tu papá, es un exagerado.
Devlin lanzó una gran carcajada.
Al rato llegaron a la fiesta que habían preparado y todos se lo pasaron muy bien.
Esa noche hicieron el amor como si hubiera sido la primera vez. Lo que más alegró a Anne fue ver que al despertarse, Devlin seguía a su lado.
Estaba tan hermoso cuando dormía. Lo amaba más que a nada en el mundo, y sabía que su vida iba a ser muy feliz junto a él.
Se inclinó ante él y le dio un pequeño beso en los labios.
—Umm... — Devlin la cogió entre sus brazos y la besó con profundidad — este es el despertar que me gustaría para el resto de mi vida.
—Quizás lo tengas — dijo Anne mientras besaba todo su rostro — te amo, pero tenemos que levantarnos a despedir a mi padre.
—Uf, es verdad — Devlin se levantó de la cama y empezó a vestirse —
¿Necesitas que llame a Natalie?
—No, ya me visto yo sola — dijo mientras se levantaba y buscaba entre sus cosas.
Cuando llegaron a la sala, vieron a su padre con Kathleen en brazos. La pequeña no paraba de llorar y de repetir que no quería que su abuelo se fuera.
Anne se acercó a ella y la cogió de brazos de su padre.
—Ya pequeña, tiene que irse — le dijo mientras le acariciaba la cabecita — pero volverá pronto, ¿verdad papá?
—Por supuesto que sí — dijo mientras besaba a su hija en la frente. Secó las lágrimas de la pequeña y le dio un beso en el cabello — te quiero mucho pequeña y te prometo que volveré pronto y cuando vuelva te traeré un regalo.
—¿Me lo prometes? — dijo mientras se sorbía los mocos.
—Te lo prometo.
La pequeña se lanzó a los brazos de su abuelo y le dio un beso.
—Te quiero abuelito.
—Yo también te quiero.
Luego le tocó el turno a Anne. Ella no lloró, sino que sonrió con felicidad al saber que su padre había aceptado de muy buena gana a su familia.
Thomas le estrechó la mano a su yerno y dijo que volvería a visitarlos muy pronto. Sabía que dejaba a su hija en muy buenas manos, Devlin era un buen hombre.
Se montó en su caballo y se dirigió a los límites de las tierras de su yerno donde le esperaban sus hombres.
Anne se encontraba así misma gorda, torpe e inútil. Por dios, jamás había pensado que un embarazo fuera así. Parecía ser que ella era la única que se veía gorda y fea, ya que su esposo no paraba de decirle que estaba hermosa.
—Deja de preocuparte mujer — le dijo Devlin una noche en la cama mientras él le acariciaba la enorme barriga — yo te encuentro deliciosa. Además, es mi hijo quién está aquí dentro.
—O tú hija — dijo mirándole ceñuda — no te olvides que también puede ser una niña.
—Por supuesto preciosa mía — le dijo mientras le daba un pequeño beso en los labios — una preciosa niña que se parezca a su madre.
Anne sonrió de felicidad, se acurrucó entre los brazos de su esposo y se quedó dormida.
Por la mañana, al despertar vio que Devlin ya no estaba con ella. Era extraño, desde que había empezado a engordar él nunca dejaba la cama hasta que ella despertara.
Su padre ya la había visitado dos veces desde que se casó con Devlin. En sus visitas siempre traía un regalo para la pequeña Kathleen. La pequeña estaba encantada con su abuelo. Su padre le dijo que volvería cuando el pequeño naciera, que le mandara un mensaje urgente cuando comenzara el parto.
Esa mañana Anne tenía muchas molestias en la espalda y le costó mucho sentarse en la cama. En ese momento decidió que lo mejor sería pasar el día allí, hasta que se le pasara los dolores de espalda.
Al rato se abrió la puerta y entró Devlin con una bandeja en la mano. Le traía el desayuno a la cama, pero ella en ese momento no estaba para desayunar. Había empezado a tener contracciones unos minutos atrás.
—¿Cómo se ha despertado hoy mi amor? — dijo Devlin mientras dejaba la bandeja en la mesa y se volvía hacía ella.
Anne estaba teniendo contracciones muy seguidas, y en ese momento notó un líquido que le corría por las piernas. “Por dios, ya viene el bebé” pensó mientras se sujetaba el vientre y hacía una mueca de dolor.
—¿Qué te ocurre? — preguntó Devlin con preocupación mientras se acercaba a ella.
—¡Ahhh! — gritó con fuerza Anne mientras Devlin se sentaba a su lado en la cama y la abrazaba con dulzura.
—No te... quedes ahí — dijo Anne en un susurro mientras le empujaba — ¡ahhh!... — Devlin se levantó lo más rápido posible — ¿Devlin? Quiero que venga mi padre.
—No te preocupes mi amor, haré que le envíen un mensaje — dijo mientras le daba un beso en la frente.
Una hora después, Devlin seguía dando vueltas por la sala, demasiado nervioso y asustado como para sentarse y tomarse un café como le había aconsejado Harris y Michael.
Por dios, Anne estaba sufriendo y él quería estar a su lado.
Kathleen había ido a dar una vuelta con Steve, uno de sus hombres. Él se había ofrecido voluntario para sacar a la pequeña mientras durara el parto. No sabía cuándo iba a durar, pero le dijo que no volvieran hasta la tarde.
Había enviado a uno de sus hombres con un mensaje para su suegro. Le había dicho que fuera lo más rápido posible, pero estaba seguro de que su suegro llegaría cuando su nieto ya hubiera nacido.
—Por dios Devlin, me estás mareando — dijo Michael desde el sillón — siéntate y tranquilízate, seguro que todo sale bien.
—El señor Michael tiene razón, mi señora estará bien al igual que su hijo — le dijo Harris.
Devlin hizo un gran esfuerzo y se sentó en el sillón.
Los gritos de Anne seguían siendo horribles, y él no lo soportaba.
Se acordó de cuando Kathleen nació. Sally sufría lo mismo que estaba sufriendo Anne, pero su desesperación por no poder hacer nada por aliviar su dolor, era mucho menor de lo que sentía ahora mismo.
No sabía cuánto tiempo había transcurrido, pero de pronto el llanto de un bebé hizo que se levantara del sillón y saliera disparado hacía las escaleras.
Su amigo lo paró justo cuando iba a subir.
—Todavía no Devlin, espera a que alguna de las mujeres baje y te diga que puedes subir — le dijo Michael mientras hacía que volviera a la sala.
Él lo que quería saber es si Anne estaba bien. Su hijo estaba sano, ya que los berridos que daba eran bastante fuertes.
De pronto se abrió una puerta en el piso superior y se escuchó unas pisadas que se acercaban a la escalera. Se levantó del sillón y se acercó a la escalera a la espera de que la mujer bajara.
Natalie bajó con lentitud las escaleras con un pequeño bulto en los brazos. Se acercó a su señor y le sonrió con felicidad.
—Es una niña mi señor — le dio mientras se la enseñaba.
Devlin se acercó a su hija y sonrió de felicidad al ver lo hermosa que era. Estaba seguro de que se parecería a su madre.
—Es hermosa — dijo mientras le acariciaba la cabecita con suavidad.
Su amigo y Harris se acercaron a la pequeña y los dos le dieron la enhorabuena por lo hermosa que era.
Anne estaba feliz, pero también agotada. Había tenido una niña, y eso le alegraba el corazón. El próximo sería un varoncito igualito a su padre. Quería ponerle Ashley en honor a su madre, estaba segura de que Devlin no se opondría.
Poco a poco todas las mujeres salieron dejándola sola para descansar. Habían llevado a la niña para que su padre la conociera. ¿Qué pensaría Devlin? ¿Estaría desilusionado porque no le había dado un varón? No, seguro que estará muy contento, pensó mientras empezaba a adormecerse.
Se despertó al sentir el roce de unos labios en su sien. Abrió los ojos y vio que Devlin le sonreía con dulzura. Miró a los brazos y vio que tenía a la pequeña dormida.
—¡Oh! — Dijo en un susurro mientras le cogía una manita — mi pequeña Ashley.
—¿Ashley? — Preguntó Devlin — ¿es así como quieres llamarla?
—Sí, mi madre se llamaba así.
—Muy bien preciosa, como tú desees — dijo mientras le ponía a la pequeña en sus brazos.
—Siento no haberte dado un varón — le dijo mirándole con tristeza — pero quizás la próxima vez ser un niño.
—Estoy muy feliz con la pequeña Ashley, pero estaría bien que el próximo fuera un niño — dijo mientras le daba un pequeño beso en los labios.
Anne iba a contestar cuando se abrió la puerta y entró Michael con la pequeña Kathleen en brazos.
Devlin cogió a su hija en brazos y le enseñó a su nueva hermana que seguía dormida en brazos de su madre.
—¿Ese es mi hermanito? Es muy pequeño — dijo la pequeña mientras miraba a su nueva hermanita.
—Ya crecerá — dijo Anne con dulzura — y no es un hermanito, sino una hermanita y se llama Ashley.
—¡Guau! — Dijo Kathleen con felicidad — ¿cuándo sea más grande y tenga pelo podré jugar con ella a peinarla?
—Sí pequeña — dijo Devlin con una gran sonrisa — pero tiene que ser con cuidado, es muy más pequeña que tú.
Por la noche su padre llegó para conocer a su nuevo nieto, y se emocionó mucho al saber que era una niña y que se iba a llamar como su esposa.