Capítulo 23

Dos días antes de la boda, Anne estaba en la sala con la pequeña Kathleen cuando recibió la noticia de que había un hombre fuera que deseaba verla.

Harris le dijo que no había querido dejarle pasar si su consentimiento. Según él, el hombre parecía bastante apresurado por verla.

—¿No te ha dicho quién es? — le preguntó mientras se ponía en pie.

—No mi señora, no ha querido decirme su nombre.

¿Quién sería? No se atrevía a pensar que fuera Bill, ya que había salido del barco bastante enfadado con ella y además amenazado por Devlin.

Dejó a Kathleen en la sala jugando y fue a ver de quién se trataba. Para su asombro era Bill, parecía desesperado. Estaba custodiado por los hombres de Devlin.

Devlin había salido esa mañana temprano junto con algunos de sus hombres. Había ido a las tierras que tenía más al norte para saber en qué estado se encontraban. Deseaba que estuviera allí con ella, no sabía cómo iba a enfrentarse a la furia de Bill. En fin, estaban los hombres de Devlin y Harris para defenderla de cualquier ataque que pudiera producirse contra su persona.

—Bill, ¿qué haces aquí? — le preguntó mientras bajaba las escaleras de la casa.

Bill se volvió hacía ella y esperó a que estuviera a su lado.

Cuando Anne llegó a su altura, él le lanzó una buena bofetada que la dejó tendida en el suelo.

—Eso te lo mereces por ramera — le dijo mientras los hombre de Devlin le cogían por los brazos — tu padre tiene que estar odiándote en este momento. Seguro que vendrá con un ejército y arrasará con todo esto y tu querido esclavo volverá a un barco prisión para pasar el resto de su vida allí encerrado.

Harris se había acercado a ella y le estaba ayudando a levantarse.

Anne miró con furia a Bill. Tenía los ojos llenos de lágrimas, se había sentido dolida por sus palabras. Lo que Bill le dijo no era verdad, su padre la quería y estaba seguro de que vendría, pero para darle su bendición y desearle lo mejor.

Se acercó a Bill seguida muy de cerca por Harris. Cuando estaba a su altura, le lanzó una bofetada tan fuerte como la que le dio en el barco.

—No vuelvas a insultarme degenerado — estaba furiosa — y como vuelvas a pegarme, dejaré que Devlin te mate. Mi padre me quiere y cuando vea que soy feliz me dará su bendición.

Para asombro de Anne, Bill lanzó una gran carcajada. ¿Dónde estaba el hombre cobarde que ella recordaba? Parecía ser que su rechazo le había hecho tanto daño como para cambiarlo.

—Tu padre jamás dejará que te quedes con un maldito esclavo — dijo Bill con desprecio.

—Eso lo veremos — se dio la vuelta y se dirigió a la casa.

—¿Qué hacemos con él mi señora? — le preguntó uno de los hombres que tenían cogido a Bill.

—Haced lo que queráis.

Cuando subía las escaleras escuchó que Harris les decía que lo encerraran hasta que Devlin volviera.

Anne quería irse a sus aposentos y llorar tranquilamente. Al entrar vio que Natalie estaba con la niña.

—Natalie quédate con Kathleen, necesito descansar un rato — le dijo antes de subir a su habitación.

—Por supuesto mi señora.

Llegó a sus aposentos y se echó en la cama a llorar a gusto. Pensó en todo lo que había dicho Bill y sintió un estremecimiento por todo el cuerpo. ¿Y si Bill tenía razón y su padre venía con un ejército dispuesto a luchar? Ella había enviado dos cartas diciéndole que era feliz y estaba casi segura de que su padre la comprendería.

Devlin se extrañó al llegar a su casa y encontrarla tan silenciosa. Michael se había ido a su casa para estar con Kelly.

Entró en el comedor esperando encontrar a Anne y a su hija allí, a la espera de su llegada para cenar. Por desgracia, estaba completamente vacío.

—¡Harris! — Llamó Devlin mientras salía del comedor y se dirigía a la sala — ¡Harris!

Era raro que Harris no estuviera allí, a una sola de sus llamadas su fiel mayordomo acudía.

—¡Harris! — volvió a llamar.

En ese momento vio como salía de la cocina con rapidez.

—Sí señor, aquí estoy. ¿Desea algo? — le dijo mientras se inclinaba ante él.

—¿Qué ocurre Harris? ¿Dónde está Anne y mi hija? — le preguntó.

—Su hija está en su habitación al cuidado de Natalie y mi señora está en sus aposentos — le dijo Harris.

Devlin se dio cuenta de que su mayordomo parecía preocupado y se preguntó si es que le había pasado algo a Anne.

—¿Por qué Anne está en su habitación? — Le preguntó — Harris, dime que ha ocurrido.

—Oh señor, ha sido horrible.

Harris le contó que había llegado esa misma tarde un señor buscando a Anne y que estaba furioso. Anne había salido a recibirlo y ese señor le dio una bofetada que la lanzó al suelo.

—Le llamó ramera mi señor — dijo Harris con tristeza — y le dijo otras cosas más horribles.

—¡Bill! — dijo con furia contenida. Ese maldito se había atrevido a acercarse allí y pegarle a su mujer — ¿dónde está? Me imagino que no lo habrás dejado ir, ¿verdad?

—No señor, se encuentra encerrado en los establos, unos hombre lo custodian — le dijo Harris.

Devlin no dijo nada y se dirigió hacia allí. Ahora si iba a darle un escarmiento. Sentía una gran furia que era capaz de matarlo.

Después iría a ver a Anne, ahora estaba demasiado furioso y deseaba descargarla contra el culpable de ella.

Anne apenas había podido dormir. ¿Habría vuelto Devlin ya? Estaba segura que si había vuelto, Harris le había contado todo lo que había ocurrido.

Devlin le daría una buena lección a Bill. Sabía que no lo mataría, él no era un asesino.

Todavía no podía creer que Bill le hiciera algo así. En el barco también estuvo a punto de golpearla, pero gracias a dios Devlin estaba por allí cerca. Pero esta vez sí había conseguido golpearle.

No quería pensar que Bill tuviera razón y que su padre vendría con un ejército dispuesto a sacarla de allí. Por dios, no podía hacer algo así, iba a tener un hijo de Devlin y ella lo amaba. Él era su felicidad y su padre tendría que comprenderlo.

Seguía dando vueltas en la cama pensando en todo lo sucedido cuando el sueño le venció y se dejó llevar por él.

Ahora se sentía bien después de haberle dado una buena paliza a ese degenerado. Le había venido de maravilla, había liberado toda su furia contra él, y ahora estaba lo suficientemente calmado para poder ver a Anne y consolarla entre sus brazos.

Primero se daría un baño, iría a ver a su hija y después consolaría a su mujer. Sí, ya era su mujer aunque no estuvieran casados. Desde que la hizo suya por primera vez, y al descubrir que era su primer hombre, él la consideró suya. Además, llevaba a su hijo en su vientre.

—¡Harris! — llamó Devlin mientras entraba en la sala.

—¿Sí señor? — dijo Harris materializándose a su lado.

—¿Tengo preparado el baño? — le preguntó mientras subía las escaleras.

Sabía que su mayordomo le estaba siguiendo.

—Sí señor, lo tiene listo en sus aposentos — le dijo mientras lo seguía por el pasillo. Tenía curiosidad por saber lo que había pasado con el hombre que había hecho daño a su señora.

—Muy bien Harris — Devlin entró en la habitación y vio que Harris le seguía — ya puedes retirarte Harris.

—Sí señor, lo sé... — ¿se enfadaría su señor si le preguntaba por el hombre? Él quería a su señora y le gustaría saber que ese desgraciado había tenido lo suyo — pero...

—¿Qué ocurre Harris? — ¿le habría pasado algo a Anne? No, era imposible, seguramente estaba en su habitación durmiendo.

—Sé que no es de mi incumbencia, señor — empezó diciendo Harris — pero lo que ocurre es que yo quiero mucho a mi señora y me gustaría saber, si usted lo cree necesario mi señor, lo que ha ocurrido con ese desgraciado que ha hecho daño a mi señora y si ha sido castigado severamente.

Devlin lanzó una gran carcajada mientras le apretaba el hombro con afecto a su mayordomo. Estaba muy contento de que todos la quisieran de ese modo.

—Ese hombre ha sido castigado muy severamente Harris — le dijo mientras se daba la vuelta — si alguna vez vuelve a poner un solo pie en mis tierras, tienes permiso para mandarlo matar.

—Sí señor, por supuesto — Harris estaba contento, ese hombre jamás volvería a hacerle daño a su señora.

—Me alegro saber que la quieres mucho Harris — le dijo mientras empezaba a desvestirse para meterse en la bañera.

—Sí señor, todos la queremos mucho.

Devlin le sonrió y le dio que podía retirarse a dormir. Harris hizo una pequeña reverencia y se marchó sigilosamente.

Se hundió en la bañera con un suspiro de placer. Cuando saliera de allí iría a ver a su hija y después a Anne.

Anne se despertó cuando notó que alguien se sentaba a su lado en la cama. No había dormido muy bien, su sueño se había visto plagado de imágenes horrible. Su padre llegaba con un ejército y lo arrasaba todo. Lo peor de todo es que veía a Devlin y a Kathleen muertos en el suelo del salón de la casa. En ese momento se había despertado llorando, y deseó con todas sus fuerzas que Devlin estuviera allí con ella.

Ahora había vuelto a despertar y esta vez sí estaba Devlin sentado en la cama junto a ella. Se lanzó a sus brazos y empezó a sollozar con suavidad.

Él la apretó con fuerza contra su cuerpo y le acarició con dulzura el cabello.

—Ya pequeña, todo ha pasado — le dijo mientras le cogía la cara entre sus manos y le daba pequeños besos en el rostro.

—Ha sido... horrible — dijo Anne entre sollozos.

—Lo sé pequeña — Devlin volvió a cogerla entre sus brazos — ya no volverá a hacerte daño nunca más.

—¿Está... está muerto? — preguntó Anne con asombro mientras levantaba el rostro hacía él.

—No, pero si ha tenido una buena paliza — Devlin sonrió y volvió a darle un pequeño beso en los labios.

Anne le rodeo el cuello con los brazos y profundizó el beso mientras se apretaba contra su cuerpo.

Al rato Anne estaba tendida de espaldas en la cama completamente desnuda. Jonathan se había levantado y se estaba quitando la ropa. Ella nunca se cansaba de mirarle, era realmente hermoso. Cuando terminó de desnudarse, se echó sobre ella con suavidad.

Besó cada rincón de su cuerpo y cuando ella ya estaba preparada, Devlin la penetro con suavidad y le hizo el amor con ternura.

—¿Devlin? — dijo Anne un rato después mientras ella estaba tendida sobre el cuerpo de él y le acariciaba el pecho con suavidad.

—Umm — es lo único que dijo Devlin mientras le agarraba la mano para que dejara de acariciarlo así.

—Tengo miedo — dijo mientras intentaba controlar las lágrimas que pugnaban por salir. Cuando estaban haciendo el amor, se había olvidado de todo, pero ahora volvía a saltarle la preocupación de que su padre podría venir dispuesto a arrasar con todo.

—¿De qué? — preguntó Devlin, ahora ya bastante despierto.

—¿Y si Bill tiene razón y viene mi padre con un ejército y arrasa todo esto? — Dijo Anne con lágrimas en los ojos — y si Kathleen o tú resultáis heridos o...

—Basta Anne — dijo Devlin mientras hacía que le mirara — no debes dejarte asustar por ese hombre. Me dijiste que tu padre te quería, ¿no es así? — Devlin esperó a ver el gesto afirmativo y después continuó — le mandaste dos cartas diciéndole que eras feliz, y eso es lo que él verá, no que yo sea un esclavo.

—Pero...

—Pero nada — volvió a darle un beso en el cabello — él jamás querría que tú le odiaras, así que ya basta. Ahora duérmete.

Devlin tenía razón, si su padre hiciera daño a alguno de ellos ella jamás le perdonaría. Con ese pensamiento en la cabeza se dejó llevar por el sueño.